En una cárcel de Venezuela, un prisionero cayó de rodillas y miró hacia el cielo. Apretando un pequeño libro contra su pecho, con labios temblorosos, susurró algunas t d palabras. Con la conciencia herida, pero el corazón lleno de una recién descubierta gratitud expresada en palabras entrecortadas, pidió misericordia y perdón al Todopoderoso. El libro que sostenía en sus manos era una copia de El camino a Cristo, que amorosamente le había regalado un fiel laico. El prisionero daba así su primer paso. ¡Silencio! Nuestras publicaciones en acción.

El pastor de una iglesia dominical en Colombia entra calladamente a un salón donde se llevaba a cabo una reunión. De propósito llega un poquito tarde, pues está consciente de lo que significa venir a este lugar donde un evangelista adventista del séptimo día acaba de comenzar una serie de conferencias. La música especial termina, el evangelista se levanta y se acerca al púlpito, y pronto el pastor visitante se encuentra intensamente atraído a lo que se está diciendo. La forma en que la Biblia se explica es clara y positiva: un tipo de certidumbre que él desearía experimentar en su ministerio.

Vuelve a la noche siguiente y se maravilla al comprobar que lo que escucha está en perfecta armonía con el libro que le había comprado a un ministro de la página impresa, titulado Daniel y Apocalipsis. Lo que estuvo leyendo en ese libro despertó su interés por asistir a las reuniones especiales sobre profecía bíblica. ¡Nuevo significado, nueva luz y una mirada fresca a Jesús! Ha encontrado verdadera agua viva, una fuente de la cual puede continuar bebiendo, y finalmente echa su suerte con el pueblo remanente de Dios. ¡Silencio! Nuestras publicaciones en acción. Las publicaciones son verdaderos obreros activos y silenciosos. De hecho, actúan tan calladamente, que Elena de White dijo de ellas: “Estos silenciosos mensajeros están iluminando y moldeando las mentes de millares de personas en todo país y en todo clima” (Colportor evangélico, pág. 5). Hasta mientras dormimos, las publicaciones de Dios continúan su incesante misión.

En México un colportor colocó sus libros sobre la mesa del comedor de una familia, para que ésta pudiera verlos. Elevó a Dios una breve oración silenciosa mientras hacía el cierre. Después de realizar la venta, oró con la familia y salió, para volver pocas semanas después y preguntarles si estaban disfrutando de la lectura de sus libros. ¡Estaban encantados! Comentaron algo acerca de un capítulo referente al estado de los muertos. Se sentían fascinados. Luego el colportor se fue. Ellos continuaron leyendo. Él regresó y ellos le hicieron nuevas preguntas. Los miembros de la familia leyeron todos los libros que le compraron, y cada vez que el colportor los visitaba le hacían más preguntas. ¡Silencio! Nuestras publicaciones en acción.

Varios años después de aquella venta, un gozoso colportor se puso de pie junto a la pila bautismal para ver al padre, la madre y sus hijos adolescentes, bajar a las aguas bautismales y ser sepultados en ellas.

Como adventistas del séptimo día, se nos conoce muchas veces como el “pueblo del Libro,” porque sostenemos la Biblia como la Palabra inspirada por Dios y la consideramos como una carta de amor que Dios envía a la humanidad. La estudiamos como el libro de mayor autoridad guiadora, y no titubeamos para abrirla a fin de compartir nuestra fe.

Los adventistas del séptimo día no sólo han sido conocidos como el pueblo del Libro, sino como un “pueblo de libros”. Este es un término realmente elogioso, derivado de la creciente concientización del público referente a los libros de gran calidad y utilidad que la iglesia produce. Algunos libros enseñan a los jóvenes el amor de Dios y cómo vivir para él.

Otros nutren la vida espiritual de los adultos maduros, mientras que otros aún proveen una percepción cristiana acerca de los hábitos de salud, la dieta, los tratamientos prácticos para restaurar la salud, el arte de la paternidad responsable y otras necesidades especiales. Estos libros se encuentran en todas las agencias de publicaciones de todo el mundo. Todos son una parte del gran plan de Dios para testificar ante el mundo como también para nutrir el crecimiento cristiano. ¡Silencio! Nuestras publicaciones en acción.

Este maravilloso flujo de material elevador no surge por accidente, sino como resultado de un plan divino. Elena G. de White, la mensajera de Dios, relata: “En una asamblea celebrada en Dorchester, Massachussets, en noviembre de 1848, se me mostró la proclamación del mensaje del sellamiento y el deber en que estaban los hermanos de difundir la luz que alumbraba nuestro sendero.

“Después de la visión, le dije a mi esposo: ‘Tengo un mensaje para ti. Debes imprimir un pequeño periódico y repartirlo entre la gente. Aunque al principio será pequeño, cuando la gente lo lea te enviará recursos para imprimirlo y tendrá éxito desde el principio. Se me ha mostrado que de este pequeño comienzo brotarán raudales de luz que han de circuir el globo’” (Notas biográficas, pág. 137).

Sí, fue un pequeño comienzo. Por fe en la dirección de Dios, los medios económicos fueron maravillosamente provistos para hacer posible la publicación de ese primer periódico. Se tituló La verdad presente. Y qué pequeño periódico era. Cuatro hojas de papel tamaño carta dobladas, de modo que formaban ocho páginas impresas. No era muy impresionante. Visualmente no era una maravilla impresa, pero se enfocaba claramente sobre la verdad del sábado.

Imagine a aquellos pioneros del mensaje colocando el pequeño montón de mil copias de La verdad presente sobre la alfombra. Se reúnen alrededor de ellas y oran fervientemente a Dios pidiéndole que los guíe en su distribución. Piden a Dios que los honestos de corazón lean y acepten el mensaje. Ahora considere que en la actualidad hay 59 casas editoras adventistas alrededor del globo terráqueo. Considere el hecho de que en algunas de ellas hay prensas capaces de imprimir, doblar, encuadernar y recortar revistas de gran tamaño a velocidades superiores a los 30,000 por hora. Sí, exactamente como se le mostró a ella, ha llegado a ser como “raudales de luz” que han circuido el globo.

Una poderosa ola de publicaciones está llegando a los hogares y los corazones de la gente. No nos disculpamos por ser un “pueblo de libros”, porque allí está nuestra reserva de poder a través del Espíritu Santo. ¡Los mensajeros silenciosos andan circulando! ¡Silencio! Nuestras publicaciones en acción.

Agradezco a Dios por los dedicados esfuerzos de los ministros de la página impresa a través de toda la División Interamericana que están usando sus talentos para vender y distribuir nuestros libros y revistas.

Hay un ministerio de ganancia de almas bien definido que es vital para este movimiento. Estamos agradecidos por los consagrados laicos que distribuyen folletos pequeños y revistas en conexión con Red 99, en reuniones públicas y mediante una gran variedad de otros métodos para compartir su fe.

Yo endoso de todo corazón y admiro la idea de la bolsa de la camisa consagrada, o bolsillo del Rey. Se trata de un bolsillo de la camisa lleno de revistas o libros pequeños cada mañana, que se puede convertir en una fuente cotidiana para compartir material impreso con cada uno de los contactos que se hagan durante todo el día. Algunas de mis más ricas experiencias de persona a persona, han resultado del sencillo acto de compartir  un folleto con una palabra amable: “Aquí tiene, amigo, algo que me ha llenado de gozo a mí, y pienso que hará lo mismo por usted”.

Reconozco y aprecio ampliamente el altruismo de los fieles hermanos que patrocinan subscripciones de las revistas El Centinela y El Foci para sus amigos y relaciones en los negocios. Estas excelentes revistas llegan profundamente al corazón de los lectores hispanos a través de su visita mensual. ¡Silencio!Nuestras publicaciones en acción.

Todos los medios de distribución se convierten en medios ganadores de almas con los libros y las revistas. En realidad no hay límites para la utilidad de la más sencilla pieza de literatura que nos cuenta una linda historia que promueve la fe y abre las mentes y los corazones. De un modo u otro, todos los creyentes pueden llegar a ser parte del ministerio de publicaciones. Ansió la llegada del día cuando cada creyente llegue a captar la visión y utilice el poder evangelístico del ministerio de las publicaciones.

A la difícil, pero fructífera tarea de nuestros escritores y editores y equipos de impresores, una palabra de gratitud de lo más profundo del corazón. A los dirigentes del campo que entrenan a los ministros de la página impresa, y a los gerentes de las agencias de publicaciones y sus asistentes, mi sincero reconocimiento. Ellos realizan servicios que a veces puede parecer que nadie nota y que todos dan por sentado; sin embargo, la obra que realizan es una parte vital en la edificación del cuerpo de Cristo a través de las publicaciones. Son como fieles pastores que alimentan al rebaño con una dieta equilibrada de alimento espiritual.

También dando nueva energía a esta iglesia, estableciendo a los nuevos conversos en la fe, la consagración y el compromiso de los creyentes crece en la misma proporción en que crecen sus bibliotecas. ¡Silencio! Nuestras publicaciones en acción.

Los días más fructíferos para la distribución de nuestra literatura están todavía delante de nosotros. Del mismo modo que el nacimiento de Jesús vino en el cumplimiento del tiempo, en contexto con la profecía bíblica, así la imprenta, con su industria editorial resultante, llegó en el cumplimiento del tiempo para la terminación de la obra de Dios en la tierra.

¡Está aquí, hermano creyente! Aproveche su potencial. Capte ahora el poder de las publicaciones en su testimonio diario. Dios enriquecerá su vida y le recompensará con almas ganadas para su reino.

Sobre el autor: Anterior presidente de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.