¿El pastor ideal para esta época, con todos sus desafíos, solo necesita seguir los pasos de Jesús?

Nacido en Itápolis, San  Pablo, Rep. del Brasil, hace  82 años, el Pr. Alcides Campologno porta en sus ojos y en su amplia sonrisa el brillo de la evangelización. A lo largo de 53 años de pastorado, contabiliza 106 campañas de evangelización conducidas y más de 150 mil personas llevadas al bautismo. La evangelización de la “Semana del Calvario”, el programa de televisión Fe para hoy y el “Curso para dejar de fumar en cinco días”, en el Brasil, tienen el sello de su calidad de pionero.

Diplomado en Teología en 1948, se casó al año siguiente con la profesora Neide Apparecida Patrizzi Campolongo, a quien define como su “brazo derecho… y su izquierdo también”. Para él, la jubilación, en 2002, no significó el fin de su vocación. “No me detuve; continué predicando, evangelizando, hasta en otros estados brasileros, y visitando interesados”, afirma, sonriente. En su escritorio, en el que conserva un rico acervo de su vida y del programa Fe para hoy, situado en el barrio paulista de Brooklin, le concedió a Ministerio Adventista la siguiente entrevista:

Ministerio: ¿Cuándo y cómo se sintió llamado al ministerio pastoral?

Pr. Campolongo: Era joven, en la década de los ‘40, y vivía en San Carlos, donde cursé la enseñanza primaria y el nivel medio. Participaba, también, en las actividades de la iglesia: me gustaba declamar y ya realizaba breves series de conferencias de evangelización. Ante esto, los hermanos me incentivaban bastante y yo mismo me fui concientizando de que Dios me había dado talentos que podrían ser utilizados en su causa.

Sentí que me llamaba para una tarea especial. Atendía una sastrería. En verdad, era la sastrería de nuestra familia, que fue administrada por mi hermano primogénito, quien murió en un accidente automovilístico. Después de esa tragedia, tuve que administrarla y, posteriormente, me hice propietario. Pero, al sentir el llamado de Dios, decidí ser pastor. De ese modo, al concluir el curso Comercial, dejé la sastrería a cargo del mejor empleado de la casa y fui al Instituto Adventista de Ensino, en San Pablo, a fin de prepararme para el ministerio. Mi padre, un hombre muy cristiano, también me incentivó mucho en este emprendimiento.

Ministerio: En el Seminario, ¿continuó desarrollando su don como evangelista?

Pr. Campolongo: Sí. A pesar de las tareas y las actividades estudiantiles, y de la participación en la iglesia del colegio, luego del segundo semestre del primer año (1946) encontré tiempo para dirigir una campaña de evangelización en Villa Carráo, barrio de San Pablo. Nuestro profesor de Evangelización, el fallecido Pr. Durval Stokler de Lima, me extendió la invitación para esa tarea, y prontamente acepté. Salía del colegio los domingos después del almuerzo, predicaba a la noche en un salón alquilado con capacidad para unas 150 personas, dormía en casa de hermanos y regresaba el lunes, bien temprano, para no perder el comienzo de las clases.

Ministerio: ¿Cuál fue el resultado de ese trabajo?

Pr. Campolongo: Además del perfeccionamiento de la experiencia personal y la confirmación vocacional, tuve el privilegio de ver a algunas personas que eran encaminadas hacia Cristo y el bautismo.

Esos hermanos fueron integrados a la iglesia de Villa Carráo que, en ese tiempo, todavía se estaba formando.

Ministerio: ¿Cómo fueron sus primeros pasos ministeriales, después de concluir el Seminario?

Pr. Campolongo: Al comienzo de mi carrera pastoral, continué haciendo evangelización. Luego de la graduación, en 1948, fui a trabajar a la Asociación Paulista, y el Pr. Osvaldo Azevedo, entonces pastor de distrito del barrio de Belém, me invitó a dirigir una serie de evangelización en Mogi das Cruzes. Acepté la invitación, y la campaña se realizó con éxito. Recuerdo que, en el primer bautismo, fueron bautizadas 45 personas, y la campaña fue realizada en el propio templo. Permanecí dos años en Mogi; después, fui designado para auxiliar al Pr. Geraldo Oliveira, evangelista de la Asociación, en la serie de conferencias en Tucuruvi, barrio de San Pablo. En ese tiempo, las campañas de evangelización eran largas y, pasados dos meses, el Pr. Geraldo tuvo que ausentarse y delegó en mí el liderazgo del trabajo. Fue de esa campaña que surgió la iglesia en ese barrio. Después de eso, fui auxiliar del Pr. Itanel Ferraz en más de una serie de conferencias en la iglesia central de Campiñas, y permanecí dirigiendo ese distrito, que abarcaba un área mucho más vasta, incluyendo varias ciudades de la región, como Jundiaí, Limeira y Piracicaba. Después de Campiñas, trabajé en Aracatuba, donde fue establecida una gran iglesia, también como resultado de la evangelización pública. Luego, fui nombrado para dirigir los departamentos de Evangelismo, Temperancia y Comunicación en la Asociación Paulista. Fui pastor de distrito durante 9 años, director de departamentos de Asociación y Unión por 44 años; con un total de 53 años de servicio.

Ministerio: ¿Era más fácil o más difícil pastorear iglesias en esa época, en relación con los días actuales?

Pr. Campolongo: Los distritos eran mucho más grandes. Teníamos que dar asistencia a muchas ciudades, de manera que era necesario distribuir bien el tiempo, a fin de que ninguna congregación se quedara desprovista de la asistencia pastoral. Hoy, los distritos son menores, pero existen otros problemas muy propios de la vida moderna. Bien, cada época tiene sus peculiaridades.

Ministerio: La metodología empleada en la evangelización pública de sus días no es igual a la que se utiliza hoy. ¿Cómo evalúa ese cambio?

Campolongo: Percibo que, actualmente, las campañas generalmente son cortas, y pienso que deberían tener mayor duración que diez, quince o veinte días. Antiguamente, llegábamos a predicar durante seis o siete meses; algo que, a mi parecer, favorecía más el adoctrinamiento de las personas y la mejor preparación de los candidatos al bautismo. Reconozco que los cambios sociales, culturales, la competencia de los medios, entre otras dificultades modernas que conocemos bien, dificultan mantener una audiencia durante largo tiempo. Pero toda empresa de evangelización debe ser realizada de tal modo que las personas conozcan todas las verdades de la Palabra de Dios, y lleguen bien preparadas al bautismo.

Ministerio: Por otro lado, existen otros métodos que también son eficientes en la conversión de las personas. Los Grupos pequeños, por ejemplo.

Campolongo: De hecho, los Grupos pequeños son fantásticos para la aproximación de las personas, compartir experiencias, y en la construcción de la amistad cristiana. Todo eso facilita el ingreso y la conservación del nuevo creyente en la iglesia. Pero nunca debemos descuidar la realización de una campaña de evangelización en lugares sin adventistas, por ejemplo. Además, los Grupos pequeños pueden ser utilizados también para la preparación de los interesados que serán llevados a la decisión en una campaña de medio o gran porte. Generalmente, cuando realizaba una campaña grande, siempre era apoyada por otras dos o tres campañas menores, que facilitaban la toma de decisiones. Los instructores bíblicos del equipo de evangelización y los miembros de la iglesia participaban del trabajo. La evangelización no puede ser divorciada de la participación de los miembros. En nuestro plan, los hermanos eran entrenados para relacionarse con los interesados y los nuevos conversos, adoctrinándolos, invitándolos a comer algo en su casa, especialmente el sábado, con el fin de que aprendieran cómo observarlo en todos los aspectos.

Ministerio: Usted fue el creador de la llamada “Semana del Calvario”. Cuéntenos de qué se trata.

Campolongo: Cuando asumí las actividades de evangelización en la Asociación Paulista, comencé a pensar que la iglesia debía aprovechar la época de Semana Santa a fin de predicar el evangelio. A fin de cuentas, esta es una ocasión en que las personas están propicias a reflexionar en relación con este tema. Me encontraba predicando en una ciudad del interior paulista acerca de las “siete palabras de la cruz” y se me ocurrió la idea de que ese tema podría ser desdoblado en siete días, es decir, una semana. Entonces, en 1970, la antigua Asociación Paulista promovió la primera Semana de Evangelización del Calvario. Utilizamos la nomenclatura “Semana del Calvario”, en lugar de “Semana Santa”, para evitar cualquier asociación con otras creencias. Fue una experiencia muy buena; las iglesias la abrazaron con entusiasmo, y la idea se diseminó. El Pr. José Bessa compró la idea y la aplicó en toda la Unión Sur de Brasil que, en ese tiempo, abarcaba las regiones Centro-Oeste y Sur del país, además del Estado de San Pablo. Hoy, el programa es promovido por la División Sudamericana e incluye a toda la iglesia, no solo a los pastores.

Ministerio: Hoy, la iglesia también posee un canal de televisión. Además, de cierta forma, la incursión en esa área tiene la marca de su actitud como pionero. ¿Cómo fueron esos primeros días?

Campolongo: Cuando trabajé en Aragatuba, desarrollé la práctica de escribir para periódicos, y me aproximé a los medios de comunicación en general, para divulgar el evangelio. Siendo director de Comunicación en la Asociación Paulista, fui escogido por la Comisión Directiva de la División Sudamericana para presentar el programa “Fe para Hoy”. Los pastores Roberto Azevedo y Roberto Rabelo tuvieron una influencia muy grande en mi elección. Mi esposa, la profesora Neide, estaría conmigo en la presentación de ese programa, que ya tenía uno similar en los Estados Unidos (Faith for Today). Inicialmente, nos resistimos bastante; a fin de cuentas, la televisión era novedad en el Brasil. Era una responsabilidad muy grande, pero con el incentivo de otros colegas, como los pastores Azevedo y Rabelo, y después de mucha oración, resolvimos aceptar el desafío. Entonces, firmamos el contrato con TV Tupi y, el 25 de noviembre de 1962, fue transmitido el primer programa, en vivo. El productor Geraldo Vietri nos ayudó mucho; nos aconsejó que utilizáramos algunos actores y actrices famosos de esa época en el programa (Vida Alves y Tony Ramos, entre otros), y aceptamos sus orientaciones. Los artistas siempre demostraron la mayor buena voluntad para colaborar. Uno a uno, los desafíos fueron vencidos y el programa continúa hasta hoy en el aire, por TV Gazeta, los domingos a las 10.

Ministerio: ¿Quién patrocinaba financieramente el programa?

Campolongo: Inicialmente, la División Sudamericana asumió el costo el primer año. Después, esa parte quedó a cargo del Campo. A esa ayuda, se sumaban los patrocinadores que contribuían y todavía contribuyen, generosamente. Hubo momentos críticos, pero Dios siempre abrió, milagrosamente, alguna puerta en respuesta a nuestras oraciones. Recuerdo cierta ocasión en que necesitábamos responder a la Dirección del canal de televisión si continuaríamos o no con el programa. Oramos a Dios y, cinco minutos después, una persona amiga telefoneó a mi esposa, pidiéndole que yo fuera a su oficina a la mañana siguiente. Fui, conversamos acerca de la crisis del programa, le informé cuánto dinero necesitábamos para que no nos sacaran del aire, y respondió: “El problema está solucionado”, y me entregó el importe necesario.

Ministerio: También trajo al Brasil el Plan para Dejar de Fumar en Cinco Días.

Campolongo: Exactamente.Durante un viaje a los Estados Unidos, en 1962, asistí a una presentación de un nuevo plan creado por dos médicos de la Universidad de Loma Linda; el Five Day Plan, el Plan para Dejar de Fumar en Cinco Días. Conseguí ese material, lo traje y pedí que hicieran la traducción. El 8 de junio de 1964 se realizó el primer curso aquí, en San Pablo. Es bueno mencionar que, en esa misma ocasión, el Pr. Sesóstris César hacía lo mismo en Porto Alegre. Desde esa ocasión hasta hoy, participé en tres mil cursos antitabáquicos en todo el Brasil. Más de un millón de personas dejaron de fumar y muchas se convirtieron, a partir de ese curso, que siempre fue utilizado para iniciar las campañas de evangelización, con el objetivo de atraer público.

Ministerio: ¿Cómo fue la participación de su esposa en todas esas experiencias?

Campolongo: Siempre digo que mi esposa es mi brazo derecho, y también el izquierdo. Ha sido todo para mi vida personal y pastoral. Excelente cristiana, muy dedicada a las actividades de la iglesia, compañera en todos los momentos, especialista en evangelización infantojuvenil y, todavía hoy, ayuda en el programa de Televisión. En las campañas de evangelización, realizaba cursos de cocina, se relacionaba con las señoras y señoritas, con simpatía cristiana cautivante. Además, he dicho con mucha razón que “ningún hombre realmente vive sin ser guiado por el amor de una mujer, y ennoblecido por su dedicación”. Eso es una realidad plena en mi vida.

Ministerio: Fundamentado en su experiencia, ¿cómo idealiza al pastor del siglo XXI?

Campolongo: Creo que el pastor ideal para esta época tan desafiante no debería perder ciertas características del pastor antiguo, entre las que cito, prioritariamente, el trabajo personal. Nada sustituye la práctica de visitar a las personas en los respectivos hogares, entrar en contacto con ellas, aconsejarlas, confortarlas. Esa fue la actitud de Jesucristo: se mezclaba con las personas. El pastor no debe perder esa característica. Es a través de ella que las personas lo sienten como pastor. Debe preparar buenos sermones, bíblicos, espirituales, objetivos, relevantes para las necesidades de los oyentes de hoy, que los alimenten espiritualmente y ayuden a consagrarse a la misión. Todo pastor, en cualquier tiempo, solamente necesita seguir las pisadas de Jesús.

Ministerio: ¿Cómo se siente al estar jubilado? ¿Existe algo que le hubiera gustado hacer en forma diferente?

Campolongo: Gracias a mi Señor, si tuviera que comenzar la carrera hoy, haría todo de la misma manera. Recibí orientaciones sabias de aquellos que me lideraban, mis debilidades cumplieron el papel de proporcionarme experiencia para no repetirlas y buscar la dependencia de Dios. De manera que Dios me dirigió muy bien. No tengo frustraciones, incluso porque continúo trabajando. El equipo del programa “Fe para Hoy” (compuesto por varios hermanos voluntarios) realiza congresos todos los sábados, visitamos oyentes interesados del programa, con la diferencia de que ya no estoy más en la oficina de una Asociación o Unión. El secreto para no sucumbir a la nostalgia es trabajar para llevar a las personas a Cristo. Esa lucha no terminó.

Ministerio: ¿Cuál es su mayor alegría y su mayor deseo, como pastor?

Campolongo: Saber que miles de personas conocieron a Jesús y se unirán a él por el bautismo, por medio de las campañas de evangelización que fueron realizadas. Mi mayor deseo es ver regresar a Cristo. Y siento que el mundo es un escenario que está en los últimos preparativos de este espectáculo. Necesitamos, como pastores y como iglesia, estar conscientes de la solemnidad de esta hora, y comprometernos más y más con las actividades misioneras, dedicarnos a la salvación de las personas dentro y fuera de nuestros “campamentos”. Es tiempo de orar más, estudiar más la Biblia y nuestra literatura inspirada, consagrar nuestras familias a Dios, depender enteramente de él para el cumplimiento de sus propósitos en nosotros y a través de nosotros. ¡Cristo no tardará!

Sobre el autor: Director de Ministerio, edición de la CPB.