La Biblia utiliza este nombre para referirse indistintamente a Dios el Padre y Dios el Hijo.
La pronunciación del nombre de Jehová es casi un misterio. Originalmente era un tetragrámaton impronunciable, es decir, cuatro consonantes que los judíos nunca pronunciaron por considerarlo demasiado sagrado: hwhy. Este nombre tiene como raíz el verbo ser o estar; por este motivo, Jehová se presenta a Moisés como el “Yo Soy” (Éxo. 3:14). Al transcribir cada símbolo como se lee en hebreo, de derecha a izquierda, y ponerlo de acuerdo con el orden de los idiomas occidentales actuales, queda: Yhwh.
Como este nombre nunca era pronunciado, se perdió su fonética. Por lo tanto, para otorgarle un sonido, se tomaron las vocales de la palabra hebrea Adonai, que significa Señor, y las colocaron al tetragrámaton, resultando Yahová. El nombre tuvo algunos cambios de acuerdo con las leyes de transcripción del hebreo al castellano. Entre ellos, se cambió la “y” por la “j”, lo cual es común en muchos nombres, tales como Jesús, que en hebreo se dice Yeshúa.
Sin embargo, la mayoría de los eruditos concuerda en que el nombre debe pronunciarse Yahvé. Esta vocalización es tomada de la estructura verbal hebrea “hifil” del verbo ser, que es activa causativa. Yahvé significa “el que hace ser”, idea que se encuentra implícita en Juan 1:3: “[…] todas las cosas por él fueron hechas”.
Nadie ha visto a Jehová
Algunos atribuyen el nombre Jehová solo a Dios el Padre. Refiriéndose al Padre, la Escritura afirma que “a Dios nadie le vio jamás” (Juan 1:18; ver también 1 Tim. 6:14- 16). Dicho de otra manera, a Jehová nadie lo ha visto. El problema surge si queremos atribuir el nombre Jehová solo a Dios el Padre.
Abraham converso personalmente con Jehová
Génesis 18 comienza diciendo que se “le apareció Jehová” a Abraham. ¿Podemos saber si fue real tal aparición? El relato dice que Abraham vio a tres varones, salió a recibirlos, y los invitó a comer y descansar. Ellos aceptaron y, luego de rápidos preparativos para agasajarlos, el patriarca comió con ellos (Gén. 18:1-8).
Los tres visitantes conversaron con Abraham acerca de temas muy trascendentes. Le anunciaron que Sara tendría un hijo (vers. 10). El diálogo llegó a su clímax cuando uno de estos tres varones se identificó: “Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara? […] ¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” Con toda certeza podemos afirmar que Abraham vio a Jehová, conversó con Jehová y comió con Jehová.
Luego, los varones se levantaron y se dirigieron hacia Sodoma. Pero uno de ellos se detuvo para conversar con Abraham. “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más […] descenderé ahora, y veré si han consumado su obra” (vers. 20, 21). Los otros dos se apartaron, para continuar su camino hacia Sodoma. “Pero Abraham estaba aún delante de Jehová” (vers. 22). “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde” (Gén. 19:1).
Es clara la identidad de los tres varones. Uno de ellos, Jehová, quedó conversando con Abraham, mientras que los otros dos, que eran ángeles, fueron a Sodoma. ¿Quién es este Jehová que conversó con Abraham?
Jesús asegura que conversó con Abraham
Los judíos preguntaron a Jesús: “¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió?” (Juan 8:53). Por su parte, Jesús respondió: Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio y se gozó (vers. 56). Cristo aseguró que Abraham vio su día, y se sintió feliz. ¿Estaba diciendo Jesús que Abraham había estado con él? Evidentemente, sí, por la respuesta de los judíos: “Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” (Juan 8:57).
Jesús aseguró que estuvo con Abraham, lo vio y conversó con él. ¿Es que Jesús, entonces, era Jehová? Sí; esto fue lo que precisamente quiso decir Jesús. Pero, ¡para ser Jehová tendría que ser igual a Dios el Padre!
Jesús: afirmó ser igual al Padre
Los judíos quisieron matar a Jesús por una supuesta transgresión del sábado y porque “también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios” (Juan 5:18). Aunque esta afirmación la hicieron los judíos, Jesús no la negó. El término usado en griego para designar la igualdad en este texto es ¿sos, que significa igual a otro en todo sentido.
Cabe preguntarnos: ¿Quién tenía razón? ¿Jesús o los judíos? Si decimos que los judíos tenían razón, sin duda Jesús pecó por blasfemia, al hacerse igual a Dios. Pero, si decimos que Jesús tenía razón, entonces, él es igual a Dios. Cristo no blasfemó, porque sabemos que fue “sin pecado” (Heb. 4:15). Por lo tanto, Jesús es igual a Dios el Padre.
Jesús es Jehová
El profeta Jeremías confirmó lo que hemos afirmado hasta aquí, cuando profetizó: “Levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso y hará justicia y juicio en la tierra” (Jer. 23:5). ¿Quién es este renuevo justo de David que reinaría, y haría justicia y juicio en la tierra? Sin duda alguna, se refiere al Mesías, a Jesús nazareno.
Inmediatamente, el profeta Jeremías pone el broche de oro al mencionar al Mesías con su verdadero nombre divino: “Este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (vers. 23:6). ¿Cuál sería el nombre del niño que iba a nacer? Jehová. Concluimos, pues, que no solo el Padre es Jehová, sino también Jesús lo es.
Sobre el autor: Pastor de la Asociación Metropolitana de Chile y estudiante de un Magister en Lenguas y Cultura Clásica.