Anímese. Usted puede vencer la fatiga de modo que el estrés no lo controle.
Usted ha sido hasta ahora un pastor de éxito. En los años que ha laborado en el ministerio, ha hecho todo lo posible para que su iglesia sea ideal. Ha dedicado varias horas por día a preparar el sermón del sábado, y a su vez ha recibido el aprecio de su congregación. Después de todo, la predicación bíblica, convincente e invitadora siempre ha sido la primera tarea del pastor. Su iglesia ha crecido tanto, que usted ha tenido que pensar en agrandar el edificio. Por ahora, dos servicios cada sábado son ineludibles. Los diezmos y las ofrendas también han aumentado, y el tesorero de la Asociación le escribió para felicitar a la iglesia por su dedicación a la mayordomía. Una parte regular de su ministerio: la visitación pastoral, le prolonga el día hasta la noche, al punto de que su esposa y sus hijos le dicen cuánto lo han echado de menos durante la cena. Usted también promueve las relaciones entre iglesias, y esto por cierto ha mejorado la relación con las otras denominaciones. En resumen, usted es un pastor de siete días de labor, y ninguno de ellos tiene límite de tiempo de trabajo.
Pero últimamente, después de algunos años de semejante rutina laboral, su familia y los miembros de su iglesia han notado que en usted se han producido algunos cambios. Su esposa echa de menos esas atenciones y la cercanía que una vez caracterizaron su matrimonio. Sus hijos apenas lo ven durante la semana. Algunos miembros han notado que usted está repitiendo sus sermones; en efecto, un día uno de sus amigos más íntimos notó que a su predicación le falta la antigua chispa. La motivación pastoral no es la misma de antes. Usted se siente cansado y agotado, tanto que se pregunta si es posible estar tan ocupado en la obra de Dios que no haya tiempo para hablar con él ni leer su Palabra tanto como debería hacerlo. Pareciera que una especie de “sequía” se le ha metido adentro.
Pero, usted no es el único. Es un problema que aflige a muchos predicadores. Se llama “fatiga pastoral” Afecta a muchos, y se manifiesta en todos los niveles educacionales y culturales, y debilita gradualmente la motivación pastoral. Todas las actividades espirituales se debilitan. Y el estrés entra en escena.
Pero, ¡anímese! Usted puede sobreponerse a la fatiga y evitar que el estrés lo controle. A continuación, le presentamos diez sugerencias.
- Nunca trabaje solo. La formación de discípulos continúa siendo una parte importante de la tarea del pastor. Se nos llamó a formar discípulos, a predicar, enseñar y bautizar. Este es nuestro gran cometido; pero no se nos ha llamado para que hagamos solos la obra. ¿Se acuerda de que Jesús envió a sus discípulos de dos en dos en la primera campaña evangélica que inició? (Luc. 9:1, 2; 10:1, 2). Con la fuerza que se obtiene al compartir responsabilidades, entrene a los miembros de su iglesia para que colaboren en el ministerio: déles la oportunidad, y lo van a sorprender. Pero, si quiere morir pronto, por supuesto, trabaje solo.
- Disfrute de su familia. Tome tiempo para estar con su familia; su esposa lo necesita. No importa cuán intenso sea su ministerio en favor de su congregación, nada de eso satisfará las necesidades de su esposa y de sus hijos. Ellos necesitan saber que tienen un papá de tiempo completo: que los ayuda con sus deberes, que contesta sus preguntas y que juega con ellos; o que está, simplemente, con ellos. No se puede dar el lujo de desilusionarlos. Cuando se acerque a su esposa, deje que reaparezca la magia de los primeros encuentros, y que nunca caigan en olvido.
- Recuerde a sus amigos. Usted, como pastor, ha sido separado para una santa causa, no para un paseo solitario. No necesita alejarse de sus amigos; tome tiempo para llamarlos o visitarlos. Tienen historias que contarle, y usted las tiene para ellos también. Tienen problemas, tal como usted; y cuando se los comparte, la vida se vuelve más llevadera. No asuma la actitud del rey o del gobernante que siempre tiene que recibir visitas. Jesús, aún en medio de sus múltiples actividades, nunca se olvidó de sus amigos (Luc. 1:38; Juan 11:11; 12:1, 2).
- Practique el don de escuchar. Como pastor, se espera que predique, y que lo haga bien. Pero también necesita oír la Palabra de Dios. Dedique tiempo a escuchar a otros predicadores. Ese alimento del alma no solo lo nutre a usted, sino también le presenta una perspectiva diferente.
- Descanse un poco. Usted es un ser humano, no una máquina. Hasta las máquinas necesitan períodos de descanso. Nuestros cuerpos se gastan con más rapidez cuando seguimos trabajando a pesar del cansancio. Tenemos que trabajar para el Maestro, pero necesitamos fuerza para poder hacerlo. Algunos pastores dedican un día en la semana para estar con la familia, aflojar las tensiones y descansares un buen hábito. Tomar vacaciones también es importante. No tiene nada de santo trabajar el año entero sin interrupción. Dios nos ha dado una salud que debemos preservar para que los demás dones que hacen al ministerio se puedan ejercer bien. Duerma lo suficiente. Sea ejemplo de una vida sana. La frescura del cuerpo implica frescura de mente y de espíritu.
- Aliméntese espiritualmente. Su culto matutino debería ser prioridad, porque por medio de él usted invoca la presencia de Dios en su vida. Pídale fuerzas y conducción. Deposite en él todos sus problemas y preocupaciones, porque él cuida de usted (1 Ped. 5:7). Necesita el alimento espiritual que proviene de la devoción personal.
- Enriquezca su alma por medio de la música. Disfrute del culto y la oración, pero aprenda también a gozar de la música. Escuchar buena música disipa efectivamente la fatiga pastoral. Suaviza y calma el organismo, distiende la mente e infunde entusiasmo a todo el ser. Lleve casetes o CDs para reproducir en su auto, y deje que esa música ejerza su influencia benéfica sobre usted sin mayores gastos ni de tiempo ni de dinero.
- Haga ejercicios regularmente. Esto es lo que informa la enciclopedia virtual Encarta del año 2004 respecto del “ejercicio”: “Los ejercicios aeróbicos, como correr, caminar, andar en bicicleta y patinar, pueden disminuir los niveles de estrés. Porque los ejercicios aeróbicos aumentan la resistencia del corazón y los pulmones, una persona que hace estos ejercicios tendrá un pulso más lento y una tensión arterial más baja mientras no está en actividad, y una reacción menor a los elementos estresantes. Además, los estudios hechos manifiestan que la gente que hace ejercicios regularmente tiene una estima propia más elevada y sufre menos de ansiedad y depresión que la que no hace ejercicios”. Haga planes para que sus ejercicios sean regulares.
- Hable con alguien. Cada vez que se sienta estresado, hable con alguien de su confianza. Siendo que esta es en sí misma una buena terapia, recuerde que esas conversaciones nunca deberían traicionar la confianza ni herir los sentimientos personales de nadie: lo que le confíen, debe quedar con usted. Alguien que sería muy bueno para esta clase de conversaciones es un colega pastor en quien usted pueda confiar. O forme un grupo de tres pastores que se reúnan regularmente para compartir sus problemas y a fin de orar juntos después los unos por los otros.
- Reclame la victoria. “No se turbe vuestro corazón”, fríe el último consejo del Salvador (Juan 14:1-3). Y lo dio a la sombra de la Cruz y en el contexto de la última promesa del Reino venidero. La victoria sobre el pecado y todas sus consecuencias ya es nuestra, incluso sobre la fatiga y el estrés. Todo lo que tenemos que hacer es reclamar esa victoria en Cristo, e incorporarla en forma permanente en nuestra vida. El que nos ha llamado es fiel y justo, y está listo para terminar en nosotros la buena obra que empezó. Lea estos versículos para alimentar su alma: Salmo 94:17-19; Lucas 12:25, 26; Filipenses 4:4-9; Hebreos 13:6. Viva con estas y otras preciosas promesas, y el agotamiento quedará atrás.
¿Está buscando maneras de resolver el problema del cansancio? Estos son algunos de los métodos que yo utilizo. Una vez que usted entiende la importancia de controlar la fatiga, necesita elaborar un plan que funcione en su caso. Recibirá bendiciones, y su ministerio será un gran gozo para usted.
Sobre el autor: Director de Jóvenes de la iglesia de la Universidad Valley View en Accra, Ghana, África.