En su intento de oponerse a Dios y mantener al ser humano apartado del Señor, e ignorante en cuanto a la verdad salvadora y la soberanía divina manifestadas en la historia, el enemigo ha difundido la idea de que el Apocalipsis es un libro cerrado, que no se puede entender. Pero, aunque a muchos estudiosos les resulta difícil entenderlo -por causa de su simbolismo misterioso y su lenguaje profético-, no es un enigma insondable ni la sugerencia de un futuro imposible de develar. Las Escrituras, a partir de las profecías del Antiguo Testamento y pasando por los evangelios, contienen la llave que permite abrir el entendimiento de todo investigador sincero; y la misma palabra “apocalipsis” (del griego: apokalupsis) significa “revelación”.
Nadie que estudie con seriedad la Biblia descartará ni desvalorizará el estudio y la comprensión del Apocalipsis. Su mensaje revela cuán cerca están el Cielo y la tierra. En él, el cosmos aparece identificado con un sentido divino; tampoco se deja en la ignorancia a la humanidad con respecto a lo que es transcendente, pues el Soberano del universo se comunica con nosotros. Siendo que el Apocalipsis es “la revelación de Jesucristo, que Dios le dio”, su mensaje posee autoridad celestial y tiene relación directa con la vida de cada persona.
El Apocalipsis abre nuestra visión a las realidades actuales. Nos pone en contacto con un Dios que tiene las llaves de la historia, ya que conoce el pasado, el presente y el futuro; un Dios cuya existencia y dominio son eternos, que es todopoderoso, omnisapiente, inigualable en gracia y que obra sólo en función del bienestar eterno de sus hijos. El Dios del Apocalipsis no es ausente ni imprevisible. Los creyentes pueden descansar en la seguridad de que él tiene todas las cosas bajo su control.
Justamente por eso, buscar evasivas para no bucear con profundidad, o para simplemente nadar en la superficie de esta fuente, es muy poco satisfactorio para el obrero “que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”.
Sobre el autor: Director de Ministerio, edición de la CPB.