A principios de 1870, Jaime White vio por primera vez un cuadro titulado “El camino de la vida” M. G. Kellogg le presentó esa pintura de autor desconocido y, de acuerdo con el mismo pastor White, se la debía considerar “una vivida representación del plan de salvación” Cuatro años después, al escribir para la Review and Herald (13/02/1874), empleó las siguientes palabras para referirse a ese cuadro: “Es una alegoría que muestra el camino de la vida y la salvación por medio de Jesucristo, desde el paraíso perdido hasta el paraíso restaurado”

Pasaron dos años; se mejoró el cuadro y se imprimieron mil copias de él junto con un folleto explicativo. En el cuadro original, además de las escenas de la expulsión de Adán y Eva del Edén, el asesinato de Abel, el ofrecimiento de sacrificios, el bautismo de Jesús, la Cena y la Tierra Nueva, las tablas con los Diez Mandamientos aparecen destacadas, colgando de las ramas del árbol de la vida. Una cruz, de la cual cuelga nuestro Señor Jesucristo, resalta tanto como las tablas de la Ley. Cuatro años después, el pastor White comenzó a hacer planes para confeccionar un nuevo cuadro con un cambio de énfasis. Y le dijo lo siguiente a su esposa:

“Tengo el boceto de un nuevo cuadro ‘He aquí el Cordero de Dios’. Difiere de ‘El camino de la vida’ en los siguientes aspectos: el árbol de la Ley ha sido eliminado. Cristo en la cruz aparece destacado. Lo demás sigue igual, sólo que se han mejorado las escenas del bautismo y la ciudad” (Carta, 31/03/1880).

Durante los días que siguieron de ese año, y en los comienzos de 1881, el pastor White estuvo empeñado en perfeccionar esa nueva edición del cuadro. Su objetivo era que se difundiera en otros países junto con un libro que desarrollaría el tema y que llevaría el título de Cristo, el Camino de la vida. Desde el paraíso perdido hasta el paraíso recuperado. Pero falleció el 6 de agosto de 1881, dejando inconcluso ese trabajo.

Evidentemente, Elena de White no estaba de acuerdo con el título anterior, ni con el realce de la Ley por sobre Cristo, de modo que, en 1883, dos años después de la muerte de su esposo y cinco años antes del congreso de Minneapolis, ella revisó el cuadro y el título, añadió el nombre de Cristo y lo puso antes de “El camino de la vida”. La pintura sufrió cambios radicales: se eliminó el árbol y su énfasis en la Ley. En su lugar apareció en el fondo el monte Sinaí envuelto en nubes negras y relámpagos. La Ley estaba allí, pero en segundo plano con respecto al evangelio.

Los cambios introducidos en el cuadro “El Camino de la Vida” eran más que meros retoques artísticos. Reflejan el progreso en la comprensión teológica de los pioneros, especialmente de Jaime y Elena White. Ese progreso doctrinal tuvo importantes consecuencias para la fe, la predicación y las enseñanzas de los adventistas, conforme lo describe Woodrow Whiden en el artículo que publicamos en este número de Ministerio.

Sobre el autor: Director de Ministerio, edición de la CPB.