Hemos estado siguiendo las noticias de Medio Oriente y los ataques entre israelíes y palestinos. En medio de tanto sufrimiento y muerte, nuestros pastores enfrentan los peligros de la guerra al pastorear sus iglesias y comunidades. Esta es una realidad de la que conocemos poco en Sudamérica, pero que se ha convertido en un desafío creciente para muchos pastores en el mundo. En esta entrevista, Daniel Stojanovic habla de los desafíos y las oportunidades que afronta la iglesia en medio de los ataques entre Israel y Palestina. Nació en Serbia, estudió en Francia y se especializó en Antiguo Testamento. Fue pastor durante trece años en la Asociación Francesa del Norte, y más tarde trabajó en Austria y Estados Unidos. En 2007 fue nombrado como presidente de la Asociación de Quebec, en Canadá; y cuatro años más tarde, como secretario ejecutivo de la Unión Canadiense. Desde 2019 es presidente del Campo de Israel. Está casado con Slavi y tienen dos hijos: Sonja y David.
Cuéntanos un poco sobre el territorio en el que trabajas y cómo se estableció allí la iglesia.
En la década de 1890, los primeros adventistas llegaron de Europa y empezaron a llevar el mensaje eterno de paz a una población muy diversa. Este importante paso nos permitió ser reconocidos como organización religiosa por el Imperio Otomano, el Mandato Británico y, más tarde, por el gobierno de Israel. Desde entonces, hemos ido creciendo y actualmente contamos con unos 830 miembros que se reúnen en 21 lugares diferentes. En el Campo de Israel tenemos ocho lenguas oficiales: hebreo, inglés, ruso, español, rumano, árabe, amhárico y akánico. Nuestra prioridad ha sido compartir el evangelio de la paz con los israelíes nativos, que hablan hebreo, y con la población de habla árabe. No debemos olvidar que la población de Israel es de unos 9,7 millones de habitantes, con un 76 % de judíos, un 18 % de musulmanes y apenas un 2 % de cristianos. Así que nuestra tarea es inmensa.
¿Cuáles son las peculiaridades de trabajar como pastor en Israel?
En total somos nueve pastores, incluyéndome. Cada congregación es particular, con grandes diferencias sociales y culturales. Así que tenemos que ser extremadamente flexibles y saber cómo acercarnos a personas de distintos orígenes culturales y religiosos. Los cristianos conocen poco de la cultura israelí. Todo es diferente: el idioma, la comida, la vestimenta, la forma de dirigirse a una persona en lugares públicos y el estilo de vida en general. A pesar de nuestras mejores intenciones, nuestro comportamiento puede malinterpretarse. Pondré solo un ejemplo. Una vez, mientras estudiaba hebreo moderno, mi profesor me preguntó: “¿Cómo has pasado el fin de semana?” Le expliqué que había viajado de Jerusalén a Haifa el sábado por la mañana y que me había sorprendido ver la carretera vacía, lo cual me alegró. Le conté al profesor que aquel día había viajado cantando, orando y alabando a Dios. Mi profesor replicó con dureza: “Es obvio que las carreteras de Israel están vacías los sábados por la mañana. Ese día solo circulan paganos”. Con el tiempo, vamos aprendiendo cómo actuar y hablar.
Otro problema al que nos enfrentamos es que el proselitismo está prohibido por ley en Israel. Los adventistas del séptimo día gozamos de una relación privilegiada con las autoridades de las comunidades judías. Condenamos cualquier acercamiento poco ético que intente forzar a alguien a cambiar su religión, pero con humildad y respeto buscamos compartir con los demás la alegría de conocer el eterno mensaje de paz, presente en toda la Biblia. Siempre estamos tendiendo puentes y tratando de comunicar la esperanza de la inminente venida del Mesías.
¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta la iglesia en este territorio?
El mayor desafío es enfrentarse a los prejuicios. Aquí la gente evita relacionarse con quienes son diferentes a ellos. Muchos adventistas piensan que es fácil integrarse en la sociedad israelí por nuestra observancia del sábado. Se trata de una idea equivocada. La mayoría de la población cree que los cristianos guardan el domingo y que, si quieren convertirse en observadores del sábado, primero deben hacerse judíos. Para ellos, el sábado es una señal exclusiva entre Dios y los judíos (Eze. 20:20), y no entienden que creer en Yeshua HaMashiah (Jesucristo) produce una maravillosa continuidad entre el antiguo y el nuevo pacto, manteniendo la obligación de guardar el shabbat como día santo.
¿Cómo están nuestros pastores y sus familias en medio de los ataques entre Israel y Hamás?
Nuestros pastores y sus familias han sido preservados por la gracia de Dios. Están priorizando los ministerios de la compasión, la salud y la oración. Es lo que más necesita la población local en estos momentos. Lloramos con los que lloran y escuchamos sus temores y quejas. Tenemos 21 lugares donde ayudamos a los necesitados. Nuestros pastores son auténticos héroes. Sus días son largos y sus noches, cortas. Pero, por la gracia de Dios, irradian esperanza y sanidad dondequiera que van. Estoy convencido de que están haciendo un trabajo maravilloso. Para que los lectores sepan, en los seis primeros meses de 2023, treinta personas sellaron su compromiso con Dios mediante el bautismo en las aguas del río Jordán.
Para ambas partes del conflicto, la tierra de Israel desempeña un papel importante en su escatología. ¿Deberían preocuparse también los adventistas del séptimo día por lo que está ocurriendo en Israel?
Comprendemos los problemas del conflicto en Medio Oriente, pero los vemos de otra manera. No le damos importancia al Monte del Templo en Jerusalén, como otros grupos religiosos. Para nosotros, Yeshua HaMashiah completó todo lo que tenía que hacer durante su primera venida. Cuando regrese, no reinará en esta Jerusalén marcada por el sufrimiento y la guerra. Por supuesto, estamos de acuerdo en la importancia de dar al pueblo de Israel una tierra y de tratar a todos los palestinos con respeto y dignidad. Sin embargo, “esperamos nuevo cielo y nueva tierra, donde mora la justicia” (2 Ped. 3:13).
¿Permitió este conflicto que la iglesia llegara a personas que antes no tenían interés en el mensaje del evangelio?
Sí, hemos tenido varias oportunidades de entrar en contacto con personas que nunca han oído hablar del mensaje eterno de paz. Por ejemplo, algunos Conquistadores de Tel Aviv se negaron a quedarse de brazos cruzados ante el sufrimiento y la creciente tensión que se respiraba por todas partes. Así que, decidieron visitar a niños que habían huido con sus padres como refugiados del sur de Israel, escapando de los misiles y los terroristas. Al principio, los Conquistadores no sabían si los refugiados aceptarían relacionarse con ellos, pero Dios abrió las puertas. Un representante del municipio tomó fotos de los encuentros y las difundió. Al poco tiempo, un número cada vez mayor de niños y padres refugiados interactuaba con los Conquistadores. Su actitud llamó tanto la atención que dos periodistas dieron a conocer el trabajo en la prensa internacional, elogiando la calidad de los encuentros y la adecuación de los contenidos a aquel momento de crisis. Resultados como este nos motivan a permanecer cerca de quienes necesitan ayuda y presencia humana, para la gloria del nombre de Dios.