Los seres humanos podemos participar en el proceso, pero el llamado de Dios es absoluto.

En el trascurso de mi ministerio, he conocido a varios alumnos de Teología. Es inevitable pensar que ellos nos reemplazarán en el ministerio pastoral. No estoy sugiriendo que debamos abandonar nuestras tareas actuales, para delegárselas a un recién diplomado. Pero, sí estoy recomendando que nos proyectemos y busquemos a buenos candidatos para el oficio pastoral. Dios aprecia nuestro trabajo, pero siempre está llamando a individuos que viven y proclaman el evangelio de manera entusiasta. Les pido que ejerzan una acción específica, con el fin de reclutar a gente consagrada para el ministerio evangélico. Les doy algunas sugerencias.

Pregunten

Observen y pregunten a algunos jóvenes si han pensado en estudiar Teología. Pidan a Dios que los guíe en este proceso, y él los conducirá hacia los jóvenes apropiados. Al referirme a gente joven, tampoco quisiera pasar por alto a individuos más maduros que se vean promisorios para el ministerio. En diversos países, nuestros seminarios tienen un promedio bastante alto de gente más madura. Ellos ya habían estudiado otra carrera, pero Dios los estaba llamando para el ministerio; una palabra de ánimo y de motivación de parte de ustedes puede ser lo que necesitan para tomar su decisión. Hace unos años, tuve la oportunidad de conversar con el capitán del avión en el cual fui pasajero. Mientras trabajaba, estaba estudiando para ser pastor; esperaba su primera asignación de trabajo con mucha expectación.

Algunos cuestionan la necesidad de preguntar a las personas si quieren ser ministros porque, ¿no es Dios el que realiza el llamado? En realidad, Dios puede usarnos en el proceso de la toma de decisión. Yo comencé a pensar en ser pastor después de que un joven ministro me preguntara si había pensado entrar en el ministerio; de hecho, hasta ese momento, le expliqué, no lo había considerado. Sin embargo, después de su pregunta, el pensamiento se mantuvo en mi mente durante varios meses, después de los cuales cambié mis planes y estudié Teología. Tu pregunta puede ser precisamente lo que alguien necesita escuchar. ¡Pregúntales!

Diles que consulten a Dios

Aunque tu pregunta para considerar el ministerio puede ser un punto de inflexión en sus decisiones, cada individuo necesita ser invitado por Dios para ser un ministro. Anima al posible candidato a que pida orientación a Dios. El llamado para un ministerio efectivo, espiritual y duradero depende de algo más que una invitación humana. Dios llama a las personas. Los seres humanos podemos participar en el proceso, pero el llamado de Dios es absoluto: a no ser que Dios llame al ministerio, no existe una invitación real. Aunque nuestras emociones forman parte de nuestras conversaciones con Dios, los llamados de Dios van más allá de una reacción emocional. Ese llamado llega solamente por medio de mucha oración, al buscar la dirección de Dios.

Diles que se preparen

Recuerda a quienes parecen buenos candidatos que, junto con el llamado divino, se requiere así mismo de una preparación formal. Aunque esta preparación varía de denominación en denominación y de cultura en cultura, en cada caso es necesaria. Un candidato puede ver a un pastor que predica y concluir que puede hacer lo mismo sin mayor esfuerzo, sin percibir que el ministerio es mucho más que eso. Aquellos que no desean ser instruidos posiblemente aspiren a ser pastores. Pero su compromiso quizá no sea suficiente para mantenerlos en el ministerio. El llamado de Dios no elimina la necesidad de una preparación acabada.

Háganlo

¿Cuál es mi pedido? Miren a su alrededor, buscando a quienes pueden ser buenos candidatos para el ministerio. Tal vez estén esperando una palabra de ánimo y apoyo de tu parte, y la iglesia de Dios será bendecida.

Sobre el autor: Pastor jubilado. Escribió esta editorial cuando era editor de la revista Ministry.