Hacer el bien en el sábado es un sincero acto de misericordia, no una obligación amparada en reglas humanas.

Tres de los cuatro Evangelios cuentan que, cierto sábado, Jesús entró en una sinagoga y sanó a un hombre que tenía una mano seca (Mat. 12:9-14; Mar. 3:1-6; Luc. 6:6-11). Cada uno de ellos da detalles específicos acerca de esta historia. Marcos, por ejemplo, dice que Jesús se “enojó y entristeció”, luego de que aquellos que lo acechaban se quedaran callados ante su consulta sobre si era lícito hacer el bien en el sábado (Mar. 3:5). Lucas, por su parte, con una mirada médica (Col 4:18), detalla que el hombre tenía seca la “mano derecha” (Luc. 6:6); indicando, además, que aquellos que lo acechaban eran los “escribas y los fariseos” (Luc. 6:7). Con todo, un punto en común entre ambos Evangelios es que uno y otro concuerdan en que es Jesús quien toma la iniciativa en la historia (Mar. 3:1-4; Luc. 6:6-9). El Evangelio de Mateo, por otro lado, testifica que fueron los miembros de la sinagoga, posiblemente los fariseos (Mat. 12:2, 9), quienes increparon a Jesús sobre la cuestión de si sería correcto sanar en el sábado (12:10); pregunta que, después de ilustrar su respuesta con un breve ejemplo, él respondió positivamente (12:9-12).

Aunque, aparentemente, existirían diferencias entre los tres Evangelios con relación a esta historia, lo trascendente no está en centrarse en las discrepancias sino en los puntos en común, tales como la mención de la “mano seca,” la “sinagoga,” y el tema sobre la licitud de “sanar en sábado”. Estas diferencias demostrarían que cada Evangelio fue escrito con el propósito de ofrecernos una mirada más amplia del ministerio de Jesús, aportándonos cuatro enfoques de una misma escena. En otras palabras, no habría desacuerdos, sino énfasis distintos.[1] A este respecto, el Evangelio de Mateo es el único que ilustra, con un pequeño ejemplo a modo de pregunta, la legitimidad de hacer bien en día sábado (12:11, 12). Sería interesante, entonces, analizar cómo este ejemplo podría ayudar a un observador del sábado a entender este énfasis a la luz de lo que implica hacer el bien en el día de reposo.

No una emergencia, sino el sufrimiento

Siguiendo la traducción de La Biblia de las Américas, Jesús habría preguntado: “¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta se le cae en un hoyo en día de reposo, no le echa mano y la saca? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo” (Mat. 12:11-12). Al parecer, en el tiempo de Jesús, el tema de qué hacer cuando un animal caía en un hoyo en día sábado habría generado una discusión no menor. En el Documento de Damasco, un texto perteneciente a una secta judía llamada Esenios y que era contemporánea al tiempo de Jesús, se dice que cuando un animal caía en un hoyo este no debería ser rescatado en el día sábado.[2] Este documento, que prohíbe incluso ayudar a un animal que está dando a luz en este día,[3] indica además que, si un ser humano cayera dentro de una cisterna en el día de reposo, tendría que esperarse hasta el fin del sábado para socorrerlo.[4] En todos estos casos, se supondría que el animal o el hombre no estarían en peligro de muerte, por lo cual podrían esperar hasta la puesta de sol para ser rescatados. La literatura judía posterior, sin embargo, expresa otra cosa. En el Talmud, se discute sobre la posibilidad de aventar cosas en el foso, con el fin de que el animal pudiera escapar, y acerca de lanzar alimentos para que este pudiese subsistir hasta el final del sábado.[5] No obstante, el mismo documento concluye diciendo que el evitar que los animales sufran es una ley bíblica; la que concluiría las discusiones de los rabinos.[6] En este sentido, sería un deber bíblico ayudar a un animal, para que este no sufra.

Aunque es cierto que el Talmud contiene regulaciones judías posteriores, es posible que el espíritu de muchas de ellas estuviera presente en tiempos de Jesús. Si esto fuera así, los fariseos, junto con los miembros de la sinagoga, no habrían tenido problemas en ayudar a un animal, con tal que este no sufriera.[7] Sin embargo, quizás estos habrían aducido que el caso del hombre no era una emergencia.[8] Pero ese no era el punto: para Jesús, no era la emergencia de la situación, sino el hecho que el hombre estaba sufriendo. Si estaban dispuestos a impedir el sufrimiento del animal, con mayor razón debían ayudar a una persona, que es de mayor valor que una oveja.[9]

Un hombre vale más que un animal

La idea que el ser humano es más valioso que un animal es repetida dos veces en Mateo. En el primer caso, el hombre vale más que las aves (6:26). En el segundo, vale más que muchos gorriones (10:31). En ambos casos, el sufrimiento forma parte del contexto de estos versículos. Mientras en uno el hombre no debe sufrir por la falta de alimento, sabiendo que Dios se preocupa por él (6:25-27), en el otro, no debería padecer pensado en el martirio, considerando que Dios está al mando de todo (10:28-31). De acuerdo con esto, el énfasis en la historia del hombre de la mano seca no estaría solamente en lo invaluable de la vida humana, sino además en que durante el sábado debería socorrerse a quien está afligido. Así, el hacer el bien en el día de reposo no se relacionaría con emergencias, sino con la preocupación por el doliente. Lo cual no deja de ser interesante, al evaluar el desempeño de aquellos que cumplen una función en el área de la salud durante el día sábado no es solo frente a emergencias cuando podrían desempeñar su función en sábado, sino también en todo momento en el cual un paciente sufra.

Según Jesús, el hipotético hombre del ejemplo tenía solo “una” oveja (12:11); un detalle que para los miembros de la sinagoga y los fariseos que estaban escuchando no pudo pasar desapercibido. El tener nada más que una oveja implicaría que su fuente de recursos lácteos, y la lana con la que fabricaría su ropa, provendrían solo de un animal. De esta manera, si su animal estaba en un hoyo, la preocupación del hombre habría sido rescatar su único gran bien, sin importar que este día fuera sábado.[10] En este sentido, Jesús había criticado a los fariseos por preocuparse de sus cosas, pero no del hombre que estaba con la mano seca. Es decir, según ellos, estaría bien ayudar a un animal que es mi fuente de sustento, pero no a una persona que no me daría ningún beneficio monetario.

En términos prácticos, el cristiano debería estar convencido de que su labor en el día sábado no se base en ayudar al que sufre, con el propósito de recibir algo a cambio. Aunque la labor misionera en la comunidad siempre tiene un objetivo evangélico, el espíritu que está detrás de este debería ser la misericordia. Si se observa el contexto en el que está presente la historia de la sanidad del hombre de la mano seca, se verá que el tema continúa siendo el mismo. Los discípulos de Jesús tenían hambre, por lo cual comenzaron a arrancar espigas y a comer; lo cual provocó que los fariseos reprocharan que ellos estaban haciendo lo que no era lícito en sábado (12:1, 2). Jesús les recuerda que cuando David y sus soldados tenían hambre, entraron en la casa de Dios y comieron el pan del Santuario (12:3-6). Estos hombres estaban sufriendo por causa de que no habían comido. Jesús les recuerda, entonces, lo que declara Oseas 6:6: “Misericordia quiero, y no sacrificio” (12.7). Esto, según Mateo, ya había sido pronunciado antes por Jesús, cuando los fariseos lo habían acusado de comer junto con cobradores de impuestos y pecadores (9:11-13). En ambos contextos, el punto pareciera ser el mismo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos” (9:12); es decir, aquellos que están sufriendo por algo.

Hacer el bien es un acto de misericordia

En la literatura judía, es posible hallar la negativa ante cualquier acto que se relacione con proveer sanidad en el día sábado.[11] En la Mishná, por ejemplo, se estipula que está prohibido, en sábado, echar agua helada en el miembro dislocado de una persona,[12] impidiendo así aliviar el dolor. De acuerdo con la Mishná, el único momento en el que está permitido proveer de ayuda médica en sábado es cuando la vida está en peligro.[13] Como se dijo anteriormente, quizá muchas de estas declaraciones pueden rastrearse hasta el tiempo de Jesús, por lo cual, cuando los fariseos le consultaron si estaba bien sanar a alguien en sábado, probablemente lo estaban haciendo en este contexto. En vista de esto, es interesante que Jesús no pusiera sus manos sobre el hombre; solo le ordena que extienda su mano (cf. 12:13). Al hacer esto, quizá Jesús habría evitado entrar en el debate referente al tratamiento médico;[14] lo cual no impidió que, de igual modo, lo sanara. Esto, porque el fondo del asunto no era que la vida del hombre estuviese en peligro; bien podría haberlo sanado al día siguiente. Esto hubiese implicado que para Jesús la esencia del sábado no era, ni es, evitar hacer cosas, sino desarrollar formas misericordiosas de hacer el bien hoy.[15]

De esta manera, hacer el bien en día sábado es un acto sincero de misericordia, no una obligación amparada en reglas humanas. Significa ayudar y sanar al que está sufriendo, no como un sacrificio o en función de una emergencia, sino como un acto de amor desinteresado y constante por el prójimo. El cual no es realizado con el fin de obtener un reconocimiento eclesiástico ni comunitario sino, más bien, a partir del deseo que nace de un corazón convertido que ha aprendido que Dios espera que sus hijos hagan el bien en el día santo. Es decir, visitando y socorriendo a aquel que está sufriendo en algún hospital, en las calles de una ciudad o en la soledad de una casa.

Sobre el autor: Magister en Teología, y estudia un doctorado en Nuevo Testamento en la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda.


Referencias

[1] George Rice, “Interpretation of the Gospels and the Epistles,” en Understanding Scripture: An Adventist Approach, George Reid, ed (Silver Spring: Biblical Research Institute, 2002), 1.1, pp. 205-222.

[2] Damascus Document 11:13-14 Esta es la copia del Genizah, como es presentada en Florentino García Martínez, The Dead Sea Scrolls Translated The Qumran Texts in English (leiden: Brill, 1996), p. 42.

[3] Damascus Document 11:13.

[4] Ibíd, 11:16,17.

[5] Talmud, Shabbath 128b.

[6] Ibíd.

[7] R. T. France, The Gospel of Matthew (Grand Rapids: Eerdmans, 2007), p. 465.

[8] Craig S. Keener, The Gospel of Matthew: A Socio-Rhetorical Commentary (Grand Rapids Eerdmans, 2009), p. 358.

[9] Herbert W. Basser, The Mind Behind the Gospels A Commentary to Matthew 1-14 [Brighton: Academic Studies, 2009), pp. 5, 6, 288, 289, 295.

[10] Ibíd., p. 5.

[11] Ver Mishná, Shabb 14:3; Talmud, Shabb 18a, 53b, 75b, 108b, 111b, 128a, 140a, 147b, 148a.

[12] Mishná, Shabb 22:

[13] Mishná. Yoma 8

[14] Ver Keener, The Gospel of Matthew, p. 357.

[15] Cf. Brendan Byrne, Lifting the Barden: Reeding Matthew’s Gospel in the Church Today (Collegevilie: Liturgical Press, 2004), p 101