Características, objetivos y resultados de un reavivamiento genuino.
Todo verdadero reavivamiento tiene tres características: oración de corazón y fervorosa, un escudriñamiento profundo de la Biblia y un compromiso apasionado con la salvación de las personas. Estas características son evidentes en la vida de los apóstoles, tal como lo refleja el libro de Hechos. La promesa de Jesús sobre el derramamiento del Espíritu Santo no fue dada sin algunas condiciones. Los discípulos no debían esperar su cumplimiento inactivos, sino unidos en oración y súplicas: “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hech. 1:14).
En el momento correcto, cuando el Redentor fue exaltado y el Padre reconoció su sacrificio delante del universo, el Espíritu Santo fue derramado plenamente. Se nos aconseja que “mediante la confesión, la humillación, el arrepentimiento y la oración ferviente nos corresponde cumplir con las condiciones en virtud de las cuales ha prometido Dios concedernos su bendición. Solo en respuesta a la oración debe esperarse un reavivamiento” (Mensajes selectos, 1.1, p. 141). Sin la capacitación del Espíritu Santo, por medio de la oración, seremos impotentes para enfrentar las tentaciones e incapaces de ser testigos efectivos del Maestro.
Biblia y oración
Los discípulos se sumergieron en una vida de oración y de estudio de la Palabra de Dios. El sermón de Pedro, en el día de Pentecostés, fue una presentación magistral basada en las evidencias del Antiguo Testamento sobre el Mesías. Como resultado, tres mil personas se bautizaron ese día. Ellos “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros” (Hech. 2:42) y “hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hech. 4:31). Los apóstoles se dedicaron a la “oración” y perseveraban “en el ministerio de la palabra” (Hech. 6:4). Entonces, “crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente” (Hech. 6:7).
Las verdades de la Escritura son la base de todo reavivamiento y reforma. No existe un reavivamiento genuino sin el interés correspondiente en el estudio de la Biblia. “Nada está calculado para fortalecer el intelecto como el estudio de la Biblia. Ningún otro libro tiene tanto poder para elevar los pensamientos, para vigorizar las facultades, como las amplias y ennoblecedoras verdades de la Biblia” (Exaltad a Jesús, p. 105). En la medida en que leemos y meditamos en la Biblia, el mismo Espíritu Santo que las inspiró nos iluminará.
El propósito de una vida de oración no es alcanzar un grado de santidad que nos haga superiores a los demás. Solo nos ayuda a comprender nuestra necesidad, llevándonos al Señor para recibir su justicia, gracia, sabiduría y fuerza. Una vida de oración nos capacita para revelar el carácter de Jesús a las personas, de modo que podamos ser testigos poderosos de su gracia y de su verdad. Como escribió Elena de White, “los discípulos oraron con intenso fervor pidiendo capacidad para encontrarse con los hombres y, en su trato diario, hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo” (Los hechos de los apóstoles, p. 30).
Testimonio poderoso
La oración que no se enfoca en la misión conduce a la autojustificación y al orgullo farisaico. La misión sin oración lleva a un testimonio sin poder y eficacia. La oración y la misión sin el fundamento de las Escrituras crean el clima para la herejía. Oración, estudio de la Biblia y misión son las marcas del verdadero reavivamiento.
El llamado al reavivamiento que se le hace a la iglesia es el llamado del Espíritu Santo a una experiencia más profunda con Jesús, anticipando el poder de la lluvia tardía, necesaria para la proclamación final de los tres mensajes angélicos de Apocalipsis 14. Esto no implica que el Espíritu Santo no haya guiado, instruido y capacitado a la iglesia en el pasado. El crecimiento notable de ella en los últimos años y la fidelidad del pueblo de Dios son claros indicadores de las bendiciones del Señor. Sin embargo, lo que el Espíritu Santo hizo en el pasado no es suficiente para hoy. Él nos llama a una experiencia renovada.
Necesitamos la capacitación del Espíritu para cumplir la misión de Dios en este momento solemne de la historia. Hace tiempo que él desea derramar la lluvia tardía sobre su iglesia. Necesitamos someternos humildemente al Señor, pidiendo que nos perdone por nuestro orgullo y egoísmo. “El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro: pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo, y el Cielo está esperando concederlo” (El evangelismo, p. 508).
El Señor llama a todo miembro de iglesia a tener una relación más profunda con él, en oración, y estudio de la Biblia y del Espíritu de Profecía, tal como se manifestó en los escritos de Elena de White. Nos llama a un compromiso más profundo hacia la testificación y el evangelismo. La misión de Dios debe ser cumplida con el poder de Dios (Zac. 10:1; Rom. 9:28).
Falsificación
El enemigo odia el reavivamiento, y hará todo lo que le sea posible para impedirlo entre el pueblo de Dios. Él sabe que, con el derramamiento del Espíritu Santo, la misión de Dios sobre la iglesia se completará. “No hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de Dios despeje el camino, quitando todo impedimento, de modo que el Señor pueda derramar su Espíritu sobre una iglesia decaída y una congregación impenitente. Si se hiciera la voluntad de Satanás, no habría ningún otro reavivamiento, grande o pequeño, hasta el fin del tiempo” (Mensajes selectos, t. 1, p. 144).
De hecho, a lo largo de la historia del cristianismo, él ha intentado contrarrestar la influencia de los reavivamientos ungidos por el Cielo. “Satanás trabaja ahora con todo su poder insinuante y engañoso, para desviar a los hombres de la obra del mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado con gran poder. Cuando el enemigo vea que el Señor bendice a su pueblo, y lo prepara para discernir sus engaños, él trabajará con su poder magistral para introducir el fanatismo por una parte y el frío formalismo por la otra, a fin de que pueda recoger una cosecha de almas” (Servicio cristiano, p. 51).
Objetivo
Todo reavivamiento genuino conduce a hombres y a mujeres a reflejar los frutos del Espíritu (Gál. 5:22-24). Un reavivamiento superficial, que se centra en los milagros, en manifestaciones físicas y en señales, es ilusorio. Evidentemente, Dios puede hacer milagros, y habrá poderosas manifestaciones de Espíritu en los últimos días. Pero, el principal objetivo del reavivamiento es la revelación del carácter amoroso de Cristo en nuestra vida, y el deseo de compartir ese amor con otras personas. No significa solo que la iglesia adquiera una vaga experiencia de un despertar espiritual, sino que provee motivación y poder para el cumplimiento de la misión. Mientras más amamos a Jesús, más deseamos compartir su amor. “Dios podría haber alcanzado su objeto de salvar a los pecadores sin nuestra ayuda; pero, a fin de que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra. A fin de entrar en su gozo -el gozo de ver almas redimidas por su sacrificio-, debemos participar de sus labores en favor de su redención” (El Deseado de todas las gentes, p. 116).
Resultados
Cuando ocurre un reavivamiento. verdadero, las iglesias “petrificadas por el formalismo” son inflamadas con una nueva vida en Cristo. La “forma de piedad” que caracteriza la tibieza laodicense, en muchas iglesias, da lugar a la oración, al estudio de la Biblia y a la testificación con entusiasmo. El genuino reavivamiento es equilibrado; no es un comportamiento extremista o una demostración emocional. Está centrado en Jesús, en su Palabra, y en encontrar maneras de testificar y de servir.
Cuando la iglesia yerra en darle prioridad a la salvación de las personas, ella muere espiritualmente. “La misma vida de la iglesia depende de su fidelidad en cumplir el mandato del Señor. Descuidar esta obra es exponerse con seguridad a la debilidad y a la decadencia espirituales. Donde no hay labor activa por los demás, se desvanece el amor y se empaña la fe” (íbid, p. 765).
El reavivamiento no conduce a una “santificación autojustificada”; conduce al evangelismo. Su pasión es ganar personas para Dios. Su objetivo es tener hombres y mujeres redimidos en el Reino de Dios. El grito de su corazón es por pecadores redimidos junto a Jesús, por los siglos sin fin.
Creemos que el sueño de Dios es que su misión sea cumplida en breve. Como cristiano y líder de iglesia, únase a nosotros en este proyecto. Nuestra oración es que el Espíritu Santo sea derramado sobre todos, a fin de que podamos cumplir la misión que Dios nos confió. “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apoc. 22:20).
Sobre los autores: Respectivamente, presidente, asistente de la Presidencia, vicepresidente y secretario ministerial de la Asociación General.