El pastor Raso se graduó en Teología en el año 1977, en la Universidad Adventista del Plata, República Argentina. Trabajó en dos distritos pastorales y luego fue líder de las siguientes áreas en la Asociación Argentina del Sur y la Asociación Bonaerense, además de la Unión Austral: Comunicación, Acción Misionera, Asociación Ministerial, Evangelismo y Relaciones Públicas. Después, fue presidente siete años y medio de la Asociación Bonaerense, y luego presidente de la Unión Austral por siete años y medio más. Es magíster y doctor en Teología Pastoral. Casado con Dorita Otto, es padre de Doris Elizabeth y Cristina Ester.
Ministerio: ¿Qué representó para usted el nombramiento como secretario ministerial de la DSA?¿Cuál fue su primer sentimiento?
Bruno Raso: Un privilegio y una gran responsabilidad. Un desafío mas allá de mis capacidades. Reconozco que me excede, pero acepto amparado en las promesas de aquel que nos llamó a formar parte de este maravilloso ministerio pastoral. Considero que el pastor es la pieza clave y básica en toda la estructura administrativa de la iglesia.
Ministerio: ¿Cómo y en qué circunstancias sintió que Dios lo estaba llamando a ser pastor?
Bruno Raso: Con tres semanas de vida, los médicos les dijeron a mis padres que ya no había recursos para mantenerme con vida. Pero, en su misericordia, Dios tuvo recursos para hacer el milagro. Desde pequeño en la iglesia, en la Escuela Sabática, y gracias al liderazgo de mis pastores de iglesia, fui sintiendo una fuerte convicción hacia el servicio, el pastorado y la predicación del evangelio.
Ministerio: ¿Cómo describe su experiencia durante su paso por el distrito pastoral?
Bruno Raso: Tuve el privilegio de atender dos distritos pastorales: uno en el sur de la Argentina, en General Roca, Río Negro, desafiante por su crecimiento, y otro distrito en la Capital Federal, en los barrios de Belgrano y Urquiza, en Buenos Aires, desafiante por el impacto en la gran ciudad. Las he vivido como experiencias muy felices, de mucho aprendizaje, de tener iglesias identificadas y comprometidas.
Ministerio: ¿Cuál es exactamente el papel de la Asociación Ministerial?
Bruno Raso: La Asociación Ministerial es responsable de proveer herramientas para facilitar el trabajo pastoral; acompañar el proceso de formación de los nuevos pastores, los aspirantes, al igual que el proceso que conduce a la ordenación; velar y trabajar para mantener en todo el ministerio la llama del servicio, del compromiso y la satisfacción por servir a Jesús y a la iglesia; actuar como pastor de los pastores y de sus familias; servir de intermediario leal entre la Administración y el pastorado.
Además, tiene la función de inspirar y entrenar a los ancianos y los diáconos. Los ancianos de la iglesia local son una parte muy importante en el equipo ministerial. Ellos son los copastores de la iglesia. Cada sábado, cerca del ochenta por ciento de las iglesias en la DSA tienen un líder local que predica, visita, evangeliza, y dirige cultos y comisiones. La Asociación Ministerial tiene como función ayudar a entender la perspectiva bíblica del anciano y el diácono, realizar seminarios de capacitación, y proveer materiales y recursos.
Ministerio: ¿Cuán lejos debe ir el secretario ministerial en el acompañamiento a un pastor que enfrenta problemas, antes de entregar el caso a la Administración de un campo?
Bruno Raso: Depende del tipo de problemas. Hay problemas en los que se puede ir muy lejos en el acompañamiento, y otros que requieren una intervención profesional, por lo que debemos derivar al pastor a un profesional competente en el área. Hay otros que tienen que ver con la ética, con la moral, y que también deben ser compartidos con la Administración, llegado el momento. Pero, esta decisión siempre debe incluir al pastor. Uno no puede decidir a espaldas del pastor. Tiene que incluir la decisión del pastor. A veces, hay que aconsejar: “Yo creo que esto es lo mejor. Este es el paso que habría que dar. Este es mi consejo, pero es tu decisión”. Luego, hay que esperar que el obrero pueda involucrarse también en esa decisión.
Ministerio: ¿Cuál es la mayor dificultad que tienen los pastores al acudir al secretario ministerial?
Bruno Raso: Creo que es la falta de confianza; el temor a que el pastor cuente sus problemas y después el problema se haga público en la iglesia o en una junta. A veces hay miedo a que en algún momento el hecho de que conozcan el problema de un pastor interfiera con un llamado, con una decisión.
Ministerio: ¿Cuáles son los desafíos específicos de su nueva función en el ámbito de un continente, y cómo pretende superarlos? ¿Cuál es el mayor desafío?
Bruno Raso: Nuestra División se caracteriza por la diversidad: grandes centros urbanos, como San Pablo, Santiago, Lima, Buenos Aires, entre otros; y por otro lado regiones de extrema pobreza. Creo que un gran desafío es proveer un programa que contemple esa diversidad.
En cuanto a los desafíos específicos, en primer lugar deseo reunirme con la Asociación Ministerial de la DSA, con el pastor Erton nuestro presidente, con el pastor Ranieri y con los secretarios ministeriales de las uniones, para discutir juntos las necesidades y los desafíos, para recibir de ellos, directamente, las necesidades del pastorado en cada área. Luego, hay que trabajar para suplir las necesidades reales del pastorado. Considero que tenemos que apuntar a desarrollar un pastorado integrado, un pastorado feliz, un pastorado sano, un pastorado fiel, y un pastorado productivo para la iglesia y para la misión de la iglesia.
¿Cómo lograrlo? Soy consciente de que es una tarea que excede nuestras fuerzas. Se necesita mucha oración y dependencia de Dios. También hay que trabajar en equipo, con objetivos claros y con la integración del pastor en la discusión del problema, en la búsqueda de soluciones. Necesitamos mucha humildad y dependencia del Señor.
Ministerio: Con cierta frecuencia, se dice que el pastor es un solitario. ¿Qué puede hacer la Asociación Ministerial para satisfacer esa carencia pastoral con la debida confiabilidad?
Bruno Raso: Yo creo que a veces el pastor se siente solo porque lo dejan solo, y otras veces se aísla, se coloca en un lugar solitario. Entonces, la Asociación Ministerial tiene que crear puentes adecuados de unión, de acercamiento, de recursos legítimos que creen confianza, integración, participación y desarrollo. Creo que tenemos que atender a los obreros según sus edades. No tienen las mismas necesidades los aspirantes que todavía no han sido ordenados, los pastores en sus primeros años de ordenación, los que están en la etapa media o los que se encuentran en la recta final. A veces analizamos una problemática con un solo enfoque para todas las edades y las situaciones juntas. La mayoría de las veces, lo que le sirve a alguien no es lo que le va a servir al otro. También deberíamos trabajar por áreas, supliendo las necesidades, encontrando recursos que satisfagan las necesidades en todos los ámbitos y en todos los momentos del ministerio.
Ministerio: Con la salida del pastor Bullón, ¿existe algún proyecto evangelizador nuevo o alguna estrategia para dar continuidad al evangelismo en la DSA?
Creo que es nuestra responsabilidad personal, y de la iglesia, reconocer y agradecer por el muy bendecido ministerio del pastor Bullón. Él ha sido y continúa siendo aún, en su etapa de jubilación, un recurso sumamente valioso en el cumplimiento de la misión de la iglesia. No tenemos condiciones personales para reemplazar exactamente su labor.
En cuanto a proyectos, en este momento lo que conocemos es el programa “Impacto Esperanza”, en el que toda la División estamos involucrados, intentado que todas las áreas formen parte de un programa discipulador.
Creemos en el esquema básico misionero que la División tiene: la utilización de los Grupos pequeños, los instructores bíblicos, las parejas misioneras, el ministerio de la recepción y el de la oración intercesora, los programas de evangelización de cosecha, los revives, las decisiones; todo con dedicación total al Señor, a través de una comunión más permanente. Esto es, en primera instancia, lo que se está haciendo, y se está haciendo bien. Creo que tenemos que darle continuidad, pero también el Señor dirá qué otras cosas tenemos que ir incorporando para renovar y profundizar la acción evangelizados. Será un trabajo entre todos, con oración y en equipo.
Ministerio: Como alguien que ya ha sido evangelista en otra época, ¿cómo ve el evangelismo público en los días actuales? ¿Qué adaptaciones se deben hacer? ¿Cómo debe ser conducido?
Bruno Raso: Considero que la evangelización pública tiene su lugar, aunque tal vez no de la misma manera que se hacía años atrás. El mundo cambia hora a hora, y nosotros no podemos tener una temática, una promoción, una publicidad de anteayer. El mensaje no se negocia, pero la metodología es negociable, y adaptable al tiempo y al lugar.
Tenemos que utilizar mucho más los medios de comunicación, los recursos modernos de comunicación a los que la gente tiene mucha accesibilidad, como Internet, y establecer puentes entre los medios electrónicos y cibernéticos y el contacto humano, que es indispensable para testificar del evangelio y del poder del evangelio. Es necesario ponerle vida nueva a métodos viejos, como nos desafía el Espíritu de Profecía, y también crear nuevos métodos para llegar a otros.
Algo innecesario es establecer un molde y un patrón para que en todos los lugares hagamos lo mismo, ya que a veces es necesario adaptarse a cada lugar, a cada ciudad, dentro de una línea general, como se está realizando.
Ministerio: Actualmente, se enfatiza el concepto de “pastor-entrenador”, ¿No cree que también es necesaria la presencia del “pastor-pastor”, que sea más visitador de los miembros, consejero, una figura presente en la vida de las personas?
Bruno Raso: El pastor entrenador es el pastor equipador, el pastor maestro, el pastor docente; es el pastor que trata de equipar, motivar e inspirar. Pero, un buen “pastor-entrenador” es previamente un buen “pastor-pastor”, porque antes de que alguien quiera saber, conocer, aprender, necesita desear. Nadie quiere saber cómo se hace si primero no tiene el deseo de hacerlo. Para eso, hace falta un “pastor- pastor”. En realidad, termina siendo un juego de palabras. No existe un “pastor-entrenador” si primero no es “pastor-pastor”. El pastor, para entrenar, tiene que motivar, tiene que crear la necesidad, y eso se logra a través de sermones cristocéntricos, espirituales, a través de la cercanía con la gente, en sus casas, en los hospitales donde están internados, a través del aconsejamiento que les podemos brindar a los jóvenes, a las parejas, a las familias. El pastor invisible durante la semana es desconocido el sábado por la mañana. Puede lograr un lindo sermón, pero si en la semana nadie lo vio, tal vez no inspire a nadie con el sermón, y no tenga a nadie para entrenar y capacitar para la tarea.
Ministerio: En su parecer, ¿cuáles son los grandes peligros de la vida familiar del pastor, y qué planes tiene para enriquecer esa área?
Bruno Raso: Siempre se ha dicho que los peligros en la vida familiar del pastor pueden tener que ver con el dinero o con la inmoralidad. Mas allá de lo que siempre ha sido un problema y puede seguir siéndolo, en proporción son pocos los que terminan pisando la laguna más grande, y tal vez son muchos los que terminan pisando charcos más chicos, y terminan siendo afectados de la misma manera. Puede ser que alguien no caiga en una gran tentación y, sin embargo, viva en una permanente distracción. Caer en la gran tentación puede ser un impacto grande en un momento, pero vivir en una permanente distracción puede ser un mal que nos acompañe toda la vida. Para resumir, los dos grandes peligros de la vida familiar del pastor pasan por las cosas que aparentemente son grandes, pero también pasan por las que aparentemente son pequeñas. Además, lograr el equilibrio entre cuidar de la familia y servir a la iglesia sigue siendo un desafío para todos nosotros.
Ministerio: En su criterio, ¿cuál es la mayor necesidad de nuestro pulpito hoy? ¿Cuál debe ser la principal característica, o características, de nuestra predicación?
Bruno Raso: Estoy convencido de que la predicación tiene que ser bíblica y cristocéntrica. Personalmente, me gustan las predicaciones expositivas. Prefiero una predicación temática para una serie de programas evangelizadores, donde hay que presentar toda la doctrina. Pero, la predicación sabática impacta mucho cuando es expositiva, donde la hermandad puede disfrutar de una porción de la Escritura, un mensaje completo y, al mismo tiempo, cautivarse para estudiar la Biblia de esa manera. Por supuesto, también hay lugar para la predicación temática sabática. Creo que la predicación tiene que ser actual y pertinente a la necesidad de la gente. Tiene que ser variada, dinámica, ágil, práctica; tiene que servirle al oyente.
Ministerio: Háblenos acerca de la participación de pastores y ancianos en el proyecto “Impacto Esperanza”. ¿Qué se espera de ellos? ¿De qué modo están involucrados en este programa?
Bruno Raso: Ya se han mencionado las distintas formas en que el pastor y el anciano van a actuar supervisando el programa “Impacto Esperanza”: coordinando, distribuyendo los materiales, velando por la continuidad del programa, por la atención de los Grupos pequeños, la visitación de las personas, la invitación a programas de evangelización, la integración a la vida de la iglesia. De esta manera, el trabajo del pastor y del anciano es un trabajo mancomunado, de liderazgo, de coordinación, de motivación, de supervisión, de acompañamiento y de continuidad, porque para que el “Impacto” realmente sea impacto, tiene que durar más que un día; tiene que ser todo un proceso.
Ministerio: Esta edición de la revista Ministerio está dedicada al “Día del Pastor”. ¿Qué mensaje o llamado especial le gustaría transmitir al pastorado de Sudamérica?
Bruno Raso: En diciembre del año pasado, el Pr. Víctor Peto y yo tuvimos un delicado accidente de auto al regresar del sur de la Argentina. A raíz del accidente, volcamos, y realmente fue milagroso que hayamos salvado nuestras vidas. El auto dio varios vuelcos, la camioneta quedó destruida, y todos los que vieron el estado del vehículo se maravillaban de que no tuviéramos ni siquiera un rasguño. Al día siguiente, antes de 24 horas, haciendo mi trabajo -porque esa misma noche nos trajeron a casa-, hicimos una revisión médica de chequeo en la Clínica Adventista Belgrano. Esa misma tarde estábamos firmando unos convenios médicos, en la Clínica, con una figura eminente de la medicina. Cuando le contamos lo que nos había pasado, quedó más que sorprendido, porque dijo no recordar a alguien que haya tenido un accidente de esa naturaleza y que estuviera hablando con él antes de las 24 horas, y fuera del quirófano. Entonces, este hombre médico no adventista me dijo: “Ustedes perdieron la última oportunidad que tenían de dejar de ser pastores”. Es decir, ustedes tienen que ser conscientes de que están vivos gracias a Dios. Por lo tanto, no pueden hacer otra cosa que ser pastores. Así entiendo yo el pastorado, mas allá de que hayamos tenido o no un gran accidente: no tengo otra chance que ser pastor.
Dios me dio este privilegio, y soy feliz con este privilegio. El apóstol Pablo lo diría de otra manera: “El amor de Cristo nos constriñe”. Es decir, el amor de Cristo no me deja otra elección. Yo siento que alguien me ama, como me ama Jesús, a pesar de lo que soy, y él me convoca para ser un recurso ayudador en favor del cumplimiento de su misión redentora y de rescate. ¿Qué más le puedo pedir a la vida que disfrutar de ese maravilloso privilegio, más allá de las dificultades, de los problemas, de los sinsabores, de la escasez? Este es el mensaje que me gustaría dar a nuestros compañeros.
Recuerdo cuando tenía unos 14 ó 15 años. Frente a un cine, en Buenos Aires, se hacía una gran concentración. Venía el presidente mundial de la iglesia, y el pastor José María Hage, hoy jubilado, pastor de mi iglesia, me decía: “Un arquitecto o un ingeniero construye un puente, y con el tiempo el puente se pone viejo, se rompe, queda en desuso. Un artista pinta un cuadro, muy lindo, pero luego de un tiempo nadie ya se acuerda -y me fue enumerando las tareas de muchos-. Pero lo que un pastor hace puede perdurar para siempre, para toda la eternidad”.
Pastor, disfruta del privilegio de ser pastor, llamado por Dios para colaborar con él y redimir a la humanidad, y crear en este mensaje de esperanza la seguridad de una vida diferente, de una vida para siempre. El pastor tiene que ser feliz al reconocer que Dios lo ha llamado a esto, y tiene que disfrutarlo plenamente. No hay dicha más grande, no hay alegría más grande. Ese es el mensaje para compartir en el Día del Pastor. El pastor es un hombre de Dios, un hombre que vive con Dios hablándole de la gente y que vive con la gente hablándole de Dios.
Que las palabras del Espíritu de Profecía sean de ánimo y estímulo diario en el cumplimiento de nuestro ministerio, amparados, motivados y comprometidos con la bendita Esperanza, “porque aún un poquito y el que ha de venir vendrá”:
“Durante mucho tiempo hemos esperado el regreso de nuestro Salvador. Pero, no por eso la promesa es menos segura. Pronto nos encontraremos en nuestro hogar prometido. Allá, Jesús nos guiará junto a las aguas vivas que fluyen del Trono de Dios […]. Allí veremos, en todas partes, los hermosos árboles del paraíso, y en medio de ellos contemplaremos el árbol de la vida. Allí veremos, con una visión perfecta, las hermosuras del Edén restaurado. Allí arrojaremos a los pies de nuestro Redentor las coronas que él había colocado en nuestras cabezas y, pulsando nuestras arpas doradas, ofreceremos alabanza y agradecimiento a aquel que está sentado sobre el trono” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 365).
Sobre el autor: Editores de la revista Ministerio, ediciones de la ACES y la CPB, respectivamente.