Todos los que estén desesperados necesitan acudir a él antes de tomar una decisión radical

Mientras era administrador de Asociación, recibí muchos currículum de personas que buscaban un trabajo. Muchos de ellos estaban dentro del promedio; otros llamaban la atención. Parecían tener el currículum perfecto: una combinación de buenas notas y actividades extracurriculares.

Pero, si bien los títulos académicos y otros logros son dignos de destacar -dado que Dios espera que hagamos lo mejor en todas las áreas-, el Señor no necesariamente se deja impresionar por estas hazañas deslumbrantes. Dios no siempre mira el mejor currículum. Muy por el contrario, de las páginas de las Escrituras extraigo que, a menudo, busca al alumno de bajo rendimiento, al hazmerreír del grupo, a la persona votada como “la menos probable de ser exitosa”. Unos pocos ejemplos reforzarán mi argumento: Moisés, escogido por Dios aun cuando era un asesino proscripto; David, usado poderosamente por Dios aun cuando cometió adulterio, y era propenso a mentir y confabular; Pedro, obsesionado consigo mismo y un bocasucia; y Pablo, un cruel y fanático perseguidor de la iglesia.

Ya ven: no son los modelos clásicos de espiritualidad. Sin embargo, no debería sorprendernos. De hecho, dijo que no había venido a buscar a los justos deslumbrantes, sino a los que realmente se habían metido en líos en su vida; un completo desastre. Jesús dijo que no había venido a buscar a los que no estaban enfermos, sino a los que sí lo estaban. Jesús se dirigió a esta clase de personas: parias, descastados, intocables y rechazados.

Vasos de barro

Puesto que Dios tradicionalmente ha buscado a estas personas, la iglesia de Corinto tenía una cantidad considerable de ellas.

“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1 Cor. 1:26, 27).

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Cor. 4:7).

Pablo estaba sumamente complacido por la manera en que Dios estaba dispuesto a usar a las personas de bajo rendimiento para guiar y enriquecer su Reino. Lo había hecho en Corinto al utilizar a personas humildes, que se asemejaban a “vasos de barro”. Los vasos de barro se quiebran fácilmente y se destrozan en muchas piezas; una imagen muy adecuada de nuestros susceptibles egos y de la naturaleza humana. Pero es precisamente a los que han sido quebrados que él utiliza para componer a otros.

Alguien puede darle una mirada a su vida y ver muchas quebraduras. Ir a dormir de noche no es fácil, por causa de las lágrimas y los sollozos. Muchos difícilmente duerman de noche. Hay abollones y golpes visibles, que atestiguan repetidas caídas y derrames. La vida se ha hecho añicos de tal manera que la desesperanza es todo lo que les queda. Su vida se ha vuelto caótica. Los sueños se han desvanecido. Las heridas son profundas. La pena es intensa. Un sentido de frustración lo permea todo. Las voces internas parecen confirmar la conclusión de que algo que se resquebrajó no puede ser arreglado; solo debería ser descartado.

¡Espera! ¡Todavía no! ¡Alguien arregla los vasos quebrados! Todos los que están desesperados necesitan acudir a él antes de tomar una decisión radical. ”Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien” (Jer. 18:3, 4, NVI).

Sí, el Señor puede arreglar toda vasija rota. Lo hace por medio de la recreación. No hay necesidad de desechar la vasija quebrada; todo lo que se necesita es llevarla hasta el Maestro Alfarero. Él la convertirá en una nueva vasija. Miremos un ejemplo de la historia.

Moisés

Moisés estaba desanimado, desmoralizado y decaído en el desierto. No podía encontrar alguna vinculación útil entre su educación de élite y su estancia en el desierto como pastor. La instrucción académica estaba siendo desperdiciada como cuidador de ovejas y el entrenamiento militar no servía de nada en las colinas de Madián. A los 80 años, aferraba la vara de pastor, cuando podría sostener el cetro de Egipto.

Sí, Moisés percibe que se aproxima la muerte; junto con su último aliento, también podrían desvanecerse sus sueños. Sin embargo, un día, el Dios de los que tienen el corazón quebrantado se le apareció a Moisés. Dado que el fracaso de las personas es la oportunidad de Dios, tenía en Moisés un buen espécimen. Aunque había sido desechado por la sociedad en su continua búsqueda de nuevos héroes, no había sido olvidado por el Dios de los derrotados. Aun cuando su currículum incluía términos condenatorios como “delictivo” y “proscripto”, Dios estaba interesado en Moisés. Dios lo envió a un crucial primer encargo Moisés no podía creerlo: era demasiado viejo y estaba fuera de forma, pero Jehová todavía creía en él. A regañadientes, aceptó su nuevo desafío, sin saber en ese momento que sus mayores logros se encontraban todavía en el futuro.

Sus proezas son increíblemente maravillosas y únicas. Ninguna de ellas puede ser igualada. Cuatro eventos resaltan su papel singular en la historia:

  • Fue el instrumento de Dios para cambiar la mentalidad del poderoso Faraón de Egipto.
  • Fue el instrumento de Dios para convertir a un grupo de esclavos en una gran nación.
  • Habló cara a cara con Jehová y recibió de él los Diez Mandamientos.
  • Fue escogido como escritor para registrar los libros fundacionales de la Biblia: el Pentateuco.

No tan mal para alguien que había pasado sus mejores años en las colinas de Madián pastoreando ovejas.

Conclusión

Cuando alguien ha experimentado la derrota y el abatimiento, el ridículo y el rechazo, el quebrantamiento y el desamparo, esa persona llega a ser más sensible a la voz de Dios. Puede relacionarse con los demás de una manera que le habría sido imposible si no hubiera experimentado esas profundidades de la ansiedad. Así, cuantas más quebraduras uno experimente, más útil puede llegar a ser en las manos del Señor.

Me recuerda una historia que sucedió en una tierra antigua. Un hombre tenía la tarea diaria de llevar agua al palacio de un noble. Tenía que llenar dos grandes jarras y llevarlas a pie desde la fuente hasta la casa. Sin embargo, una de las dos jarras tuvo una pequeña resquebrajadura y no contenía toda el agua; parte de ella se derramaba al costado de la senda. Así, la otra jarra asumió un aire de superioridad, mientras que la quebrada sentía vergüenza por su imperfección. Un día le habló al obrero y se disculpó por no ser capaz de cumplir con lo que se esperaba de ella: contener toda el agua. El aguatero, entonces, le señaló las bellas flores que habían crecido al costado del camino gracias al agua derramada por ella. Y agregó: “Porque sabía de tu condición, planté semillas de flores a lo largo del camino, y crecieron sanas y bellas; incluso he llevado algunas hasta el palacio de nuestro señor. Esto solo fue posible gracias a que sabía que, cada día, regarías mis flores”.

No te preocupes por tu currículum. Busca al Dios de los corazones quebrantados. Te cambiará y, por lo tanto, también a tu currículum.

Sobre el autor: Pastor de la iglesia hispana de Loma Linda, California, EE. UU.