Ver las cosas a través de los ojos de Dios le había dado otra perspectiva a mi vida.
Estaba acostada en la cama, hirviendo de frustración y rabia. El día había sido una locura pero, de alguna manera, las tareas se habían hecho, los niños estaban durmiendo y yo había hecho planes para una noche perfecta. Había velas en la mesa del comedor, se oía la melodía de unos himnos, la comida favorita de Bernie estaba lista, me había puesto un vestido nuevo y estaba usando un perfume especial. Los dos necesitábamos tiempo para reposar, estar juntos y vivir momentos especiales.
Pero Bernie no había regresado, y ni siquiera había hablado por teléfono. La cena se estaba malogrando, las velas se apagaban, y yo estaba cada vez más cansada y más enojada.
Finalmente, guardé todo y me fui al dormitorio hecha “una bomba” a punto de estallar. Estaba cansada de que nuestros planes diarios fueran interrumpidos por las emergencias de la iglesia. Parecía que mis necesidades eran el último punto del temario del día: cada vez que ocupaban los primeros lugares, otra crisis las enviaba nuevamente al fondo.
Y ahora yo estaba allí, acostada, pensando en todas las cosas hirientes y ofensivas que le diría a Bernie cuando llegara. ¡Si él tuviera siquiera una vislumbre de lo que estaba pasando por mi mente! Un montón de emociones negativas agitaban mi cuerpo y mi mente, listas para explotar en cuanto él transpusiera la puerta.
En verdad, yo odiaba esos sentimientos. Sabía que debía haber otra forma de afrontar la situación. Mientras oraba para que Dios disipara mi enojo, él me brindó una nueva imagen de mi marido, de acuerdo con su perspectiva.
Vi a un hombre que también había tenido un día muy difícil. Nuestra iglesia estaba enfrentando conflictos teológicos. Ese mismo día, Bernie había aconsejado a una familia que tenía un gran trauma. Debía de estar exhausto, deseando llegar a casa, donde podría descansar, sentirse amado y consolado. Lo último que necesitaba era encontrarse con una esposa frustrada y rabiosa.
Cuando Bernie llegó, lo estaba esperando un baño tibio, y de nuevo había velas en la mesa y música suave en el ambiente. La cena estaba lista. Mi corazón se enterneció. Ver las cosas a través de los ojos de Dios le había dado otra perspectiva a mi vida. -Karen Holford, Hemel Hempstead, Inglaterra.
Pensamientos escogidos
“Dios desea estar tan cerca de ti como lo estaba de Cristo; tan cerca, que pueda hablar literalmente por medio de ti, de manera que todo lo que tengas que hacer sea comunicar su mensaje.
“Desea estar tan cerca de ti que vivir en sintonía con él se vuelva para ti tan sencillo como ponerte audífonos; tan cerca que, cuando otros provoquen tempestades y preocupaciones, tú puedas oír su voz y sonreír”.-Max Lucado.
“Ser bueno no basta. Los líderes necesitan, además, pasión, un corazón ardiente, compromiso y un intenso deseo de hacer el bien. Éstas son las cualidades de un líder que vaya de bueno a excelente, que parta de la mediocridad para llegar al éxito”.-Jere D. Patzer.
“Si tu sueño no se cumpliera, te sentirías frustrado. Descubre el sueño que Dios tiene para ti, y recuerda que todos los sueños de Dios parecen imposibles de cumplir al principio; pero, si son sus sueños, él los llevará a su cumplimiento”.- H. B. London, Jr.
“Ponte totalmente en comunión con Jesús, para que él piense tus pensamientos y haga tu obra. Serás todopoderoso por medio del que te fortalece”.-Sor Teresa de Calcuta.
La oración del pastor
Señor: no te pido que me hagas grande ni que la alabanza de los hombres suene en mis oídos, sino que hagas de mi vida un vaso por medio del cual pueda fluir tu mensaje para los que lloran.
No te pido que los hombres conozcan mi nombre ni que se junten las multitudes para oír mi voz, pero te pido esto: que en su valle de lágrimas, los hombres encuentren a Jesús y se regocijen en él.
Es verdad, querido Señor, que la alabanza me gusta. ¿Será ésa la razón por la que mi ministerio es tan débil? Señor: toma mi orgullo, mi amor propio, y libra mi vida del pecado. Eso es lo que busco.
Entonces, Señor, llena mi corazón con el poder del Espíritu; esconde mi rostro detrás del tuyo, mi Salvador. Que sólo se oiga tu dulce voz; y usa mi lengua para que las palabras de vida se puedan decir en todo lugar.-E. E. Hubert.
Consejos para un ministerio de éxito
1. Construya su ministerio pastoral sobre el fundamento de una vida de intensa y constante devoción.
2. Aprenda a cultivar el sentido de la presencia de Jesús y del Espíritu en su vida.
3. Desarrolle un ministerio que produzca discípulos.
4. Entrene a los miembros de sus congregaciones y equípelos convenientemente.
5. Evite reducirse a la condición de “apagador de incendios”. Aplique medidas preventivas para hacer frente a esas crisis o evitarlas.
6. No espere que las cosas sucedan. Obre de manera que acontezcan.
7. Procure siempre restaurar al pecador antes que condenarlo.
8. Organice la iglesia para las actividades misioneras, de acuerdo con los talentos de cada miembro.
9. Comparta la tarea con dirigentes voluntarios.
10. Viva la alegría y la certidumbre de su llamado.