Las madres no son diosas. Me temo que los cristianos, por cierto inconscientemente, han tomado de los antiguos griegos la costumbre de adorar a las madres. Vemos que muchos transforman el Día de la Madre en una ocasión cargada de sentimentalismo, en la que se convierte a la madre en una semidiosa. Tal idealización no honra a las madres, ya que es una mentira piadosa.

Poco a poco estamos volviéndonos más realistas en nuestra celebración, al reconocer que el Día de la Madre es una fiesta familiar. La madre vive en interdependencia con los demás miembros de la familia. Su lugar único demanda reconocimiento y honor, pero lo fundamental es la unidad familiar. El Día de la Madre no sólo es una oportunidad para saludar a las madres del pasado y del presente, sino también una ocasión para considerar las responsabilidades de los padres, con lo que incluimos a ambos. Propongo diez mandamientos para los padres, que tocan aspectos fundamentales de la vida familiar.

1. Comenzarás educándote a ti mismo

Estaba visitando al director de una escuela cuando entró una maestra. Un niño en su clase de primer grado le había dicho una mala palabra a una condiscípula. Al corregirlo, pareció desconcertado y dijo: “Pero mi mamá dice eso todo el tiempo”. Los padres que pretenden enseñarles a sus hijos buenas costumbres, sin practicarlas ellos mismos, están peleando una batalla perdida de antemano. Los niños no aprenden meramente por lo que se les dice; aprenden por lo que se les muestra; el ejemplo produce las impresiones más profundas y duraderas. Los niños son capaces de detectar el fingimiento y la insinceridad. No espere que su niño sea mejor de lo que usted es.

2. Te interesarás más en tus hijos que en las reglas

La ley no es la última palabra de la vida. Jesús creía que las leyes debían basarse en lo que es bueno para el hombre. Si una ley no le ayuda al hombre a desarrollarse plenamente, en armonía con lo que Dios ha planeado para él, es mala y debiera cambiarse. Lo mismo sucede con la familia. Todas las reglas debieran someterse a esta pregunta: ¿Le ayuda esta regla al niño a cultivar una relación satisfactoria con Dios y con su prójimo? Los padres necesitan interesarse más en fomentar relaciones sanas entre ellos y sus hijos. Si el niño sabe que es amado y respetado como una persona, es menos probable que se rebele contra las normas morales. El niño que está inseguro de ser amado quebranta las reglas porque se siente despreciado y reacciona con hostilidad.

3. Impartirás fe

¡Cuántos padres han olvidado este mandamiento! Los padres tienen la responsabilidad básica de impartir educación religiosa. Y es una responsabilidad intransferible. Un humorista dijo: “Un gramo de madre vale más que un kilogramo de clérigo”. La iglesia sólo puede ayudar a los padres, no reemplazarlos. Ninguna cantidad de estudio de la Biblia en la escuela de iglesia puede sustituir el estudio que de ese libro se haga en el hogar. Lo mismo es cierto en cuanto a la oración y la adoración. Si la fe cristiana no es real en el hogar, no es real en ningún lado.

4. Aprenderás a escuchar

Escuchar es un arte. Siempre encontramos que es más fácil hablar. Escuchar a otra persona significa reconocer su valor como persona, respetarla y tratar de comprender su punto de vista. Conocemos a otra persona sólo en la medida en que la escuchamos. Una queja común de los adolescentes es: “Mis padres nunca me escuchan”. A través del amor que sabe escuchar, podría cubrirse el foso generacional que separa a los padres de los hijos.

5. Dedicarás tiempo a tus hijos

Cierta vez la esposa de un ministro religioso depositó una tarjeta en el platillo de las ofrendas en la que pedía una visita del pastor… ¡Su propio esposo! En nuestra cultura de incesante movimiento, es cada vez más difícil detenerse y disfrutar la vida familiar. Pero debemos hacer el esfuerzo. Los niños necesitan de sus padres para jugar con ellos, para que les lean diferentes libros, para que los lleven a pasear o a hacer caminatas. Los años pasan rápidamente, y las oportunidades para estar junto a la familia pronto quedarán en el pasado. Aproveche al máximo las ocasiones para compartir horas agradables.

6. Reconocerás tus pecados como padre o madre

Nunca podemos hacer todo lo que se necesita, ya sea por nosotros mismos o por nuestros hijos. La familia depende de la gracia de Dios para su existencia. Los padres que se niegan a admitir sus pecados siempre terminan por reprochar a sus hijos o culparse a ellos mismos por sus defectos. El Dr. Reuel L. Howe cuenta de un grupo de padres que habían llegado a la conclusión de que sus hijos necesitaban más amor del que ellos podían darles. Afrontaron su insuficiencia. Y, milagro de los milagros, la vida familiar mejoró.

7. Mantendrás el sentido del humor

Nuestra familia estaba observando un programa en el televisor. La protagonista narraba un chiste divertido, y mi esposa y yo comenzamos a reírnos. Nuestro hijito de tres años, que no entendió la jocosidad del chiste, pensó que nuestra risa era divertida, de modo que él también comenzó a reírse. Pronto estábamos riéndonos de nuestra propia risa. No nos tomemos demasiado en serio. Necesitamos aprender a reírnos de nuestros errores y limitaciones. La risa alivia la desesperación reprimida y elimina la hostilidad.

8. Amarás a tus hijos por igual

No hay ningún niño igual al primogénito, o al segundo o al tercero. Cada uno tiene su propia personalidad: Extrovertida, introvertida, brillante, apagada. Un niño no debiera ser comparado con otro. Debiera ser amado por lo que es, no por lo que usted quisiera que llegase a ser. Un buen padre ama a pesar de las imperfecciones. Por cada niño debiéramos orar: “Gracias, Dios creador, por éste, tu don especial”.

9. Usarás la disciplina

Un agudo observador de la familia norteamericana dijo que dicha cultura está centrada en el niño. En vez de que los padres disciplinen a sus hijos, ¡los hijos disciplinan a sus padres! La disciplina puede incluir castigo, pero no debiéramos pensar que tiene un carácter primariamente negativo. La disciplina ha de proporcionar una estructura para el desarrollo del niño, la cual incluirá la protección y la dirección. Habrá muchos “SI” (aprobación de la conducta constructiva) y también muchos “NO” (desaprobación de la conducta destructiva). La disciplina está estrechamente relacionada con el amor y la aceptación.

10. Sabrás cuándo dejarlos ir

Este es el último mandamiento, pero no en importancia. Los padres desean naturalmente sentirse necesarios tanto tiempo como sea posible. Este deseo hace que sobreprotejan a sus hijos. El estar atados al delantal de la mamá, es como tener un lazo alrededor del cuello. Los buenos padres aceptan el cambio de su papel, y desean que sus hijos se vean libres de la dependencia emocional con respecto a sus progenitores. Nada es más patético que un adulto que actúa como un niño porque sus padres no tuvieron la sabiduría de dejarlo ir.