¿Vale la pena gastar tinta y papel para tratar este asunto? Creemos que sí. Aquí van las razones, expuestas mediante casos reales.
1) Un pastor murió electrocutado cuando se disponía a hacer un llamado de altar desde el bautisterio de una iglesia en Nueva Orleans hace un par de años. Podría estar aún vivo si la instalación de sus equipos hubiera sido hecha correctamente.
2) Oír un sermón o participar de una escuela sabática en la iglesia A, es toda una odisea. El equipo de amplificación aunque excelente, está mal instalado y pierde el 80% de su potencia y fidelidad. El pastor está perdiendo también el 80% de sus posibilidades de llegar con su mensaje claramente y en forma normal a sus oyentes.
3) En la iglesia B no hay reverencia. Todos hablan, especialmente los niños. La razón es simple: no hay equipo de amplificación de sonidos, y desde la mitad de la sala hacia atrás no se puede oír nada. Aquello por lo tanto no es un culto.
4) En la iglesia C se necesita todo un equipo de diáconos para apagar o encender las luces cada vez que el pastor quiere ilustrar su tema con diapositivas. ¿Por qué? Porque hoy cinco interruptores independientes que controlan cinco luces diferentes de la sala. Si todo estuviera centralizado en un tablero, se evitarían las interrupciones perjudiciales que hay cuando se encienden o apagan las luces sin sincronización o fuera de tiempo.
Digamos, además, que hay iglesias donde las instalaciones eléctricas son un constante peligro de incendio y una continua amenaza para las vidas de aquellos que se aventuren a acercarse a sus cables en mal estado o a sus conexiones defectuosas. En otras, un porcentaje elevadísimo de los frutos de la predicación o el culto se pierden por deficiencias en la amplificación. Preocupados por lo que vemos en muchas iglesias de Sudamérica, entrevistamos a un técnico en la materia, el hermano Pedro P. Schulz, quien construye e instala equipos de amplificación y sincronización en distintos lugares de la Unión Austral. Presentamos en forma de recomendaciones un resumen de las respuestas dadas por él a las preguntas formuladas.
1. Evite en todos los casos las instalaciones provisorias o que no estén hechas de acuerdo con las normas de seguridad establecidas, pues constituyen un serio peligro para quienes las usen. Es preferible pagar los servicios de un técnico o comprar cinta aislante o enchufes, que lamentar desgracias cuando ya no hay más solución.
2. Solamente personas que dominen el oficio deberían hacer modificaciones, alteraciones o reparaciones en las líneas eléctricas o equipos de una iglesia.
3. Los fusibles no son un estorbo sino una permanente advertencia. Son elementos de seguridad destinados a evitar que un cortocircuito o un aparato en mal estado provoque un incendio o dañe la instalación. Por eso en vez de poner un alambre de mayor espesor o un fusible de más capacidad, debe averiguarse la causa por la que “saltó” el fusible más chico. De otra manera se corren los peligros antedichos.
4. Para la exhibición de películas o diapositivas durante un programa, es utilísimo contar con un sistema de control remoto. Su más importante ventaja es que permite al orador apagar o encender las luces, y el o los proyectores, en el momento preciso y en forma instantánea, sin tener que depender de otra persona y sin distraer la atención de los oyentes. Esto permite usar diapositivas muchas veces durante la misma conferencia. Este dispositivo en sí parece sencillo, pero no lo es tanto porque deben observarse ciertas normas de seguridad, que de no ser tenidas en cuenta lo tornarían peligroso para quien lo usara. En todos los casos, la construcción e instalación debe ser hecha por un técnico especializado.
Al hacer los planos para una nueva iglesia, la única consideración que debe hacerse para la instalación de un sistema de control remoto por cable es que debe ir una línea de tres o más cables desde el tablero de luces hasta la plataforma o lugar desde donde hablará el orador. De preferirse un control inalámbrico (radiocontrol) solamente debe dejarse lugar cerca del tablero de control o dentro de él para el receptor y los relevadores correspondientes.
5. Para que un equipo de amplificación cumpla su cometido en forma ideal, no es suficiente tener un micrófono, un amplificador y parlantes. Podemos tener un excelente amplificador y micrófono, y a pesar de ello obtener un sonido pobre: la razón puede ser la diferencia de impedancia entre ambas partes del equipo. Debe usarse el micrófono para el cual el equipo ha sido diseñado a fin de que rinda toda la calidad de sonido de que es capaz. Lo mismo sucede con los parlantes. Debe tenerse en cuenta la impedancia de salida del amplificador y la de los parlantes (se mide en ohms). Una impedancia inadecuada puede producir distorsión o la destrucción de los equipos por recalentamiento o por exceso de carga en los parlantes. En la instalación de los parlantes debe tenerse en cuenta también la polaridad. Si los polos están invertidos, uno quitará potencia al otro, y habrá pérdida de calidad y alcance. Tampoco es bueno unir en la misma red parlantes de diferente impedancia pues acontecerá el mismo fenómeno ya mencionado. Lo mismo podría decirse de la conexión de un grabador o tocadiscos al amplificador. Debe verificarse si hay compatibilidad entre la salida de la fuente de sonido y el amplificador. Un técnico puede hacer las adaptaciones necesarias.
6. La ubicación de los parlantes dentro de la sala también es importantísima. Es común ver en las iglesias, parlantes colocados al fondo de la sala dirigidos hacia el frente (las orejas no están dirigidas hacia atrás…) o a los lados, enfrentándose mutuamente; o demasiado altos o demasiado bajos. Una colocación incorrecta producirá silbidos o zumbidos al levantarse el volumen del amplificador. La parte frontal del parlante o “bafle” en ningún caso debe apuntar hacia los micrófonos ni éstos hacia los parlantes. Lo ideal —aunque hay diferencia de pareceres al respecto— es el uso de cajas acústicas con varios parlantes instalados con criterio técnico, colocados al frente de la sala y un poco más cerca del público que el micrófono y con la parte frontal dirigida hacia la ¿Equina opuesta del salón, de manera que se eviten ecos y el sonido cubra toda la sala? Lógicamente, la potencia del amplificador deberá guardar proporción con el tamaño de la sala; además se tendrá en cuenta la impedancia de los parlantes y deberá haber compatibilidad entre micrófono, amplificador y cajas acústicas.
7. Los equipos transistorizados tienen muchas ventajas sobre los equipos de válvulas. Si bien son más delicados, tienen duración ilimitada y una calidad de sonido muy superior. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que estos equipos pueden dañarse debido a un contacto deficiente, una tensión muy alta o un cortocircuito en la línea de parlantes. Los transistores son sensibles a la temperatura, y por lo tanto su recalentamiento puede dañarlos y hasta inutilizarlos definitivamente. Debe proveerse, por lo tanto, una ventilación adecuada de los equipos transistorizados, evitando colocarlos sobre almohadones o telas o en lugares demasiado cerrados que no permitan que el aire entre y salga libremente para refrigerar.
En ningún caso será mal gastado el dinero que se emplee en comprar un buen equipo o en mejorar el que tenemos. Los resultados en términos de reverencia, y de comunicación entre predicador y congregación compensarán con creces el sacrificio realizado.