La obra del siervo de Dios es doble: por un lado, permitir que Dios lo use para ganar almas, y por el otro, ayudar a los nuevos conversos, no sólo a mantenerse en buenas relaciones con Dios, sino a crecer espiritualmente. Tenemos instrucciones definidas acerca de esta última e importante fase de la obra: “La iglesia tiene la responsabilidad de asistir a esas almas que han ido en pos de los primeros rayos de luz recibidos… La predicación es una pequeña parte de la obra que ha de ser hecha por la salvación de las almas… Dios requiere que su iglesia cuide de aquellos que son jóvenes en la fe y experiencia”. “Después que las personas se han convertido a la verdad, es necesario cuidarlas… Necesitan cuidados, atención vigilante, ayuda y estímulo… Hay que tratarlos bondadosamente, conducirlos, visitarlos y orar con ellos” (El Evangelismo, pág. 258). Se nos dice que esta obra “ayuda tanto a los que la realizan como a las personas por quienes se hace” (Ibid.). Vemos, pues, que queda todavía una gran obra por hacer en favor de los nuevos conversos después de enseñarles el Evangelio y bautizarlos.
Puede compararse el nacimiento espiritual al nacimiento físico. Jesús usó esta comparación. (Juan 3.) Cuando nace un niño en nuestro hogar, jamás pensaríamos en decirle: “Bien, hijo, estamos contentos de que hayas venido; te queremos muchísimo. Mamá y papá van a estar muy ocupados, pero puedes ir por tu cuenta y sacar la leche de la heladera”. ¡No! La tarea de la madre y del padre es indispensable en los primeros meses de vida del niño. ¡Cuán tiernamente lo cuidan! Lo atienden constantemente para alimentarlo, bañarlo y consolarlo. Sólo a medida que el niño crece le irán dando alimento más sólido. Se nos instruye que “debe haber más padres y madres que reciban en su corazón a estos niños en la verdad, y los estimulen y oren por ellos, para que su fe no se confunda” (Ibid.), El plan de la custodia espiritual tiene la aprobación divina.
El plan
Sin duda, muchos han usado algún plan para custodiar a los recién bautizados y para seguir alimentándolos con verdades adicionales. Sin embargo, no conocemos ningún plan oficial que se haya proporcionado a los pastores en general. Por eso hemos preparado este artículo en el cual propiciamos el empleo de miembros laicos firmes para que se conviertan en padres y madres espirituales de los nuevos conversos. Creemos que este plan es esencial, puesto que muchos de los que ingresan en la iglesia, salen pronto de ella, no tanto porque no crean en el mensaje, sino por falta de compañerismo. Los que se unen al pueblo remanente de Dios a menudo dejan atrás a sus amigos y parientes. También quedan excluidos de la atención del pastor, a la cual estaban acostumbrados: quedan prácticamente solos. En este momento es cuando los miembros de iglesia pueden ser de gran ayuda y hacer mucho por ellos.
Durante la última semana de la clase bautismal, el pastor, en consulta con el equipo evangelístico, selecciona a un fiel miembro de iglesia y escribe su nombre al lado del de un candidato, para que sea su guardián espiritual. Al seleccionar los nombres deben tenerse en cuenta algunos factores: (a) la ubicación geográfica en relación con la del nuevo miembro, (b) la compatibilidad de las edades, (c) el interés en el nuevo miembro, (d) la capacidad de hacer frente a problemas especiales del nuevo miembro, por ejemplo, una mujer que provenga de un hogar dividido estará en mejores condiciones de animar a un nuevo miembro que tenga el mismo problema. Dos hombres que trabajen en la misma empresa o hagan la misma clase de trabajo podrían animarse mutuamente, siempre que uno de ellos sea un miembro fiel. En todos los casos, un hombre debiera tener como guardián a otro hombre, una mujer a otra mujer, y una persona joven a otra persona joven de su sexo. Se le pregunta, entonces, a la persona escogida como guardián espiritual si está dispuesta a aceptar esa responsabilidad, y se le pide que asista al servicio de consagración del viernes de noche.
La clase bautismal ya habrá concluido el miércoles de noche anterior, y los guardianes espirituales podrán escuchar el viernes de noche en esa reunión lo que se espera de ellos. Hemos preparado un cometido, tanto para el guardián espiritual como para los recién bautizados. El viernes de noche se repasarán detalladamente los diez puntos que contiene el cometido para el guardián espiritual (está al final de este artículo). Ya todos han aceptado su responsabilidad, y se termina la reunión con una oración de consagración.
El sábado de mañana, después de un breve sermón, el pastor invita a los candidatos al bautismo a pasar adelante, mirando a la congregación. Entonces se pide que pasen los guardianes espirituales, quienes se colocarán frente a frente a sus respectivos “protegidos”. En el caso de que se bauticen familias enteras, otras familias completas actuarán como guardianes espirituales. Entonces el pastor lee el cometido para los recién bautizados, que abarca ocho puntos: son sugerencias que los ayudarán a crecer espiritualmente. (También aparece este cometido al final del artículo.) Se entrega a cada candidato un pergamino, atado con cinta roja, donde estará impreso el cometido. A continuación, se entrega el cometido para el guardián espiritual. Como ya se ha repasado ese material con los interesados la noche anterior, y no es conveniente por razones obvias que se lean en público algunos de los puntos, sugerimos que se haga referencia tan sólo a los puntos 1, 2, 4 y 5. A cada guardián se le entrega el cometido impreso en un atractivo pergamino. En el interior se habrá escrito en el espacio designado el nombre del nuevo miembro que ellos cuidarán. Entonces se realiza la votación para incorporar los nuevos miembros a la iglesia según el procedimiento acostumbrado, y sigue una oración de consagración. Se pide que los guardianes estrechen la mano de los nuevos miembros, dándoles la primera bienvenida oficial. De allí en adelante sigue el servicio de bautismo en la forma habitual.
Este plan del guardián espiritual tiene la aprobación divina, como hemos señalado al comienzo. Dios ha dicho que los miembros de iglesia debemos cuidar a los nuevos conversos como recién nacidos espirituales. Es algo que los miembros de iglesia pueden hacer, y tendrán la satisfacción de saber que forman parte de la empresa ganadora de almas. Este plan ayudará tanto a los que trabajan en él como a los beneficiarios del mismo. Otro beneficio positivo es que el pastor puede proseguir sus labores ministeriales sin tener el sentimiento de frustración de saber que algunos de esos nuevos miembros se están deslizando fuera de la iglesia sin que él lo advierta. Sus miembros de iglesia son sus ayudantes: unen sus esfuerzos con los del ministerio y los oficiales de la iglesia.
Este servicio con la participación de los guardianes espirituales adquiere más significado cuando se realiza en público, y no debería asignarse esa responsabilidad en una ceremonia privada. Frente a toda la iglesia, el guardián espiritual acepta conscientemente su responsabilidad como una obligación que habrá de desempeñar con fidelidad. Otra ventaja de este plan es que, si un miembro a pesar de todo se va de la iglesia, su guardián espiritual sentirá que quizá no hizo todo lo que podría haber hecho, y no se le echará toda la culpa al pastor. Podrían mencionarse otras ventajas de este plan.
Quizá Pablo tenía en mente algo semejante a esto cuando les escribió lo siguiente a los hebreos: “Fiaos de quienes os dirigen… pues ellos están velando por vuestras almas como quienes tienen que rendir cuentas” (Heb. 13:17, Versión Ecuménica).
Sobre el autor: Evangelista cantor, California, Estados Unidos.