Libere la creatividad de su congregación

¿Se ha preguntado alguna vez acerca de la efectividad de su sermón semanal? ¡Por supuesto! ¿Le gustaría un poco de ayuda? Trate de liberar las energías creativas de su congregación.

Aquí va una idea: use un grupo de apoyo para sermones.

Descubrí esta estrategia leyendo el libro de John R. W. Stott, Between Two Worlds.[1]

Stott describe el diálogo previo al sermón del siguiente modo: “La discusión era invariablemente ágil, y en numerosas ocasiones me encontré echándome atrás en el asiento y escuchando el debate mientras se desarrollaban diferentes cruces de opiniones. Escuchar disimuladamente de este modo demostró ser extremadamente estimulante e iluminador”.[2]

“Tendía a hacerles preguntas, porque yo sabía, en términos generales, cómo manejarían el tema. Y entonces me acomodaba y los escuchaba debatir la respuesta”.[3]

La composición variada de estos grupos de apoyo para sermones añadía riqueza a la predicación de Stott, mientras preparaba su serie “Problemas que enfrenta Gran Bretaña”. Cuando analizaban el tema del trabajo y el desempleo, Stott notó que los miembros del grupo de apoyo para sermones “lo ayudaba a sentir lo que ellos sentían: el choque, el rechazo, el dolor, la humillación y el sentido de impotencia, que son todos causados por el desempleo”.[4] Él nota que “toda la experiencia era creativa, mientras luchábamos por relacionar entre sí los principios bíblicos y el contexto contemporáneo”.[5]

Recientemente experimenté con esta estrategia, para preparar sermones bíblicos relevantes sobre “El cristianismo en el mercado”.[6] La serie consistía en cuatro sermones: “Ser cristiano en el aula”; “Ser cristiano en las profesiones de ayuda”, “Ser cristiano en los negocios”; y “Ser cristiano en el hogar”. Al preparar cada uno de estos sermones, me reunía con el grupo de apoyo para sermones el martes de noche anterior a la predicación del sermón.

Ser cristiano en el aula

En el primer grupo de apoyo, al analizar el tema de ser cristiano en el aula, había cinco personas: un profesor universitario de Ética, un profesor de Inglés de una escuela secundaria pública, una maestra de escuela primaria, un estudiante universitario de tercer año y un estudiante secundario de tercer año.

Estuvimos reunidos 75 minutos, y los resultados fueron sorprendentes. Yo había aprendido de Stott que mi propósito principal en esa sesión era escuchar. Inmediatamente, fue evidente que muchos miembros del grupo de apoyo habían experimentado ocasiones en las que los profesores no actuaban como cristianos en el aula.

Nadine, la maestra de nivel elemental, compartió una historia inquietante acerca de un evento traumático que ella había experimentado en el octavo grado. Su maestro golpeaba con una larga regla sobre la mesa, sólo para ver cómo se sobresaltaban sus alumnos. En una ocasión, él entró en el aula marchando con un rollo de cinta, con la que ató las manos y el libro de un alumno desprevenido a su banco. Luego, envolvió la cabeza del alumno con la cinta; después, el maestro se retiró un paso, y se puso a reír.

Mientras Nadine relataba esta experiencia al grupo de apoyo, noté las expresiones de sobresalto en el rostro de ellos. Esto era un ejemplo dramático de cómo no se comporta un cristiano en el aula.

Usé este incidente en el sermón de esa semana, pidiendo a Nadine que lo compartiera personalmente. La congregación estaba obviamente absorta cuando caminé con un micrófono inalámbrico hasta donde estaba Nadine y le di la oportunidad de compartir su experiencia.

Otra ilustración vigorosa procedió del profesor de Inglés de la secundaria. Mario contó al grupo acerca de la carta de un alumno cuya vida había sido impactada por su enseñanza. Esta historia era un ejemplo poderoso y positivo de verdadero cristianismo en el aula. Otro miembro del grupo de apoyo le pidió que trajera la carta a la iglesia. Mario contó su experiencia al final del sermón. La congregación estuvo palpablemente emocionada mientras Mario leía la carta de un alumno de una escuela pública, cuya vida fue transformada por un profesor que era un cristiano en el aula.

Al final del sermón, 61 profesores y maestros se adelantaron para tener una oración de gratitud. Respondieron al desafío de ser auténticos cristianos en el aula, de enseñar con pasión y tratar a sus alumnos con compasión. Antes de concluir el culto de adoración, algunas personas se ofrecieron para servir en los restantes grupos de apoyo para esa serie.

Una maestra, cuya vida fue impactada profundamente por el sermón, me envió un correo electrónico, sugiriendo el nombre de su esposo para el sermón “Ser cristiano en los negocios”. Me di cuenta de que esta estrategia estaba liberando las energías creativas de la congregación.

Ser cristiano en las profesiones de ayuda

El grupo de apoyo para el segundo sermón se reunió el siguiente martes de noche. Analizamos el tema “Ser cristiano en las profesiones de ayuda”. Pude sentir la energía en el grupo. Éste estaba integrado por un médico, tres enfermeras, un consejero escolar y el coordinador de atención espiritual para las enfermeras en un hospital cristiano.

Otra vez, mi tarea era la de escuchar. El tiempo pasó velozmente al escuchar las historias de estas personas que llegaban a casa llorando, abrumadas por la marea de la necesidad humana, que parecía envolverlas.

Alguien del grupo se refirió a Marcos 6, donde Jesús y sus discípulos fueron sacudidos por las necesidades de las personas. En esa historia, encontramos tanto una vivida descripción del problema como también una solución inspirada divinamente. Los profesionales cristianos de ayuda deben permitir que Jesús los sostenga, si han de tener algo que ofrecer al mundo necesitado. Luego deben abrirse a sí mismos a Cristo, permitiéndole dirigirlos con respecto a cuándo y cómo ayudar a otros. Entonces, pueden seguir la forma en que Jesús ayudó a otros incondicionalmente. Los profesionales cristianos de ayuda de la congregación fueron desafiados a ayudar a otros así como Jesús los ayuda a ellos.

Ser cristiano en los negocios

A la tercera semana, los maestros y los profesionales de ayuda que no habían asistido a los sermones anteriores estaban pidiendo copias de “su sermón”. Estaba ocurriendo algo maravilloso.

El tercer grupo de apoyo para sermones se abocó al desafío de “Ser cristiano en los negocios”. Este grupo consistió en un hombre de negocios, que manejaba un taller de reparación de transmisiones de automóviles en su casa; un empresario con preparación académica de posgrado en Administración, que manejaba cuatro negocios; un consultor de computación, que tenía experiencia en varios ambientes de negocios; la esposa de un dentista, que ayuda en la administración de la práctica de su esposo; y, finalmente, el dueño y gerente de una agencia de viajes.

El grupo ocupó mucho tiempo analizando los desafíos de ser cristiano en el mundo de los negocios. Al final de la sesión de una hora y cuarto, me sentí bastante confundido. Esta experiencia me recordó que el grupo de apoyo para sermones no escribe el sermón para usted; el grupo sirve sólo como un catalizador, al plantear los desafíos y las oportunidades del mercado en el que se encuentran.

Después de un periodo de reflexión con oración acerca de mi reunión con este grupo de apoyo, fui llevado a la narración en Lucas 19, que registra el encuentro de Jesús con un capitalista secular interesado en sí mismo, llamado Zaqueo. Descubrí dos cambios importantes que ocurrieron en su vida como resultado de su encuentro con Jesús: Zaqueo experimentó un cambio de actitud y un cambio de ética profesional. Su actitud hacia su negocio cambió. Ya no estaba obsesionado con el dinero, sino más bien con la oportunidad del servicio. En lugar de aprovecharse de sus dientes, procuró tratarlos como le gustaría a él ser tratado.

Al finalizar el culto, resultó un panorama hermoso mirar la variedad de personas de negocios que respondieron a la invitación de honrar a Jesucristo en sus actividades.

Ser cristianos en el hogar

El sermón final de la serie sobre “El cristianismo en el mercado” se ocupó del tema de “Ser cristiano en el hogar”

Siete personas se unieron conmigo el martes de noche para constituir el grupo de apoyo para sermones. Sus edades variaban desde una madre joven, de poco más de treinta años, hasta una abuela de cerca de setenta años. Mientras escuchaba al grupo en su conversación, resultó evidente que ser cristiano en el hogar era el mayor desafío de todos.

Varios miembros del grupo compartieron historias dolorosas de hipocresía en el hogar, donde la conducta privada contradecía la profesión pública. Hubo lágrimas en los ojos de uno de los miembros del grupo, mientras compartía la historia de haber sido abusada por su padre, un cristiano profeso y miembro de la iglesia. Al mirar a mi alrededor, noté lágrimas en los ojos de otros miembros del grupo. Nos dimos cuenta de que ésa era una historia que necesitaba ser contada como parte del sermón.

Como ustedes saben, la palabra “hipócrita” proviene de un término que describe los antiguos dramas griegos. El actor, que ocultaba su verdadera identidad tras una máscara, era llamado hipocrité. Uno de los miembros del grupo de apoyo compró una máscara y, en varios momentos del sermón, cuando hablaba acerca de la hipocresía, me cubría el rostro con la máscara.

Compartí tres pasos para evitar la hipocresía y manifestar un espíritu cristiano en el hogar: admitir que usted es un pecador con una necesidad constante de la gracia de Dios; extender el perdón hacia otros, así como Dios lo ha perdonado a usted; y reconocer juntos la necesidad de crecer en la gracia.

El sermón concluyó con un testimonio de otro miembro del grupo de apoyo. Nancy compartió su experiencia al hacerse amiga de un matrimonio que era un maravilloso ejemplo de cristianismo en el hogar.

Cuando esta pareja tuvo hijos, Nancy trabajó para ellos cuidando a los niños. En cierto momento, Nancy dijo a un miembro de la familia: “Si Leo tuviera un hermano menor, me casaría con él”. Bien, ¡Nancy está casada ahora con el hermano menor de Leo! La congregación se rió mientras Nancy compartía el final de la historia. La lección era clara: mientras que la hipocresía daña seriamente un hogar, ser un auténtico cristiano en el hogar resulta en una gran bendición.

Cómo usar el grupo de apoyo para sermones

Yo encontré que este experimento de tener un grupo de apoyo para sermones fue emocionante. El grupo podía ser utilizado de varias maneras.

Tanto mi serie “El cristianismo en el mercado” como el libro de Stott eran de naturaleza temática. Un grupo de apoyo para sermones también puede ser útil cuando se predica una serie de sermones expositivos. En este marco, la composición del grupo puede no cambiar cada semana, sino más bien los miembros del grupo pueden ser los mismos durante toda la serie.

Se puede dar el pasaje que se predicará, a los miembros de los grupos de apoyo, con anticipación. En la reunión del grupo, podrían analizar preguntas que surjan del estudio del texto. ¿Qué significa el texto? ¿De qué modo se aplica a mi vida hoy? Pueden surgir experiencias e incidentes personales que arrojen luz sobre el concepto bíblico en estudio.

El uso de un grupo de apoyo para sermones, como estrategia para la preparación de sermones bíblicos relevantes, no se limita a congregaciones grandes. Stott dice: “Estoy algo reacio a aceptar la idea de que una iglesia pequeña, con su pastor abrumado, no pueda lograr nada. Si un sermón cuidadosamente considerado, sobre un tema actual, es imposible cada trimestre, ¿será imposible hacerlo una vez al año? Y si una congregación no puede aportar, de entre sus miembros, algunos cristianos maduros que sean especialistas en cierta área, seguramente habrá alguien a su alcance que, aunque pertenezca a otra iglesia, esté dispuesto a brindar su contribución experta a un grupo ocasional de apoyo, y quedará sorprendido y agradecido por habérselo pedido”

Un grupo de apoyo para sermones no es una muleta para los predicadores perezosos o descuidados. El grupo no escribirá el sermón para el pastor. Este proceso no elimina la necesidad de una exégesis cuidadosa. Sin embargo, estoy convencido de que el uso de un grupo de apoyo para sermones liberará las energías creativas de su congregación y ayudará significativamente a dar vida a los sermones del pastor.

De acuerdo con Stott, “no es que los laicos hagan preguntas y que nosotros las respondamos, ya que nosotros también tenemos nuestras preguntas para que ellos las contesten. Más bien es que, al hacernos mutuamente las preguntas, nosotros desde la perspectiva bíblica y ellos desde la contemporánea, podamos discernir juntos qué respuestas debemos dar si la Palabra ha de ser contextualizada en el mundo”.[7]

Sobre el autor: Doctor en Ministerio, es profesor adjunto de Homilética y Teología pastoral en la Universidad Adventista del Sur, en Collegedale, Tennessee, EE.UU., y pastor principal de la iglesia de Calimesa en California.


Referencias:

[1]  John R. W. Stott, Between Two Worlds: The Art of Preaching in the Twentieth Century (Grand Rapids, Mich.: William B. Eerdmans, 1982).

[2] Ibíd., p. 199.

[3] Entrevista con John R. W. Stott, el 12 de agosto de 1996, por Derek J. Morris. Citada en Listening to the Listener: Audience Feedback as a Resource for Relevant Biblical Preaching (Tesis para D. Min., Gordon-Conwell Theological Seminary, 1998), p. 111.

[4] Stott, Ibíd., p. 199.

[5] Ibíd.

[6] Los manuscritos del sermón y los archivos de audio están disponibles en el sitio Web de la iglesia adventista de Calimesa, California: www.caliinesasda.com

[7] Stott, Ibíd., pp. 200, 201.