Cómo se puede lograr que los solteros y los solos participen en todos los aspectos de la vida de la iglesia.

La obra más eficaz que usted puede hacer en favor de cualquier grupo de su congregación no es lo que hace por ese grupo ni para él, sino lo que hace con él. Esto es especialmente cierto cuando se trata de la gente soltera o sola. Muchos solteros dejan de asistir y de participar activamente en la iglesia porque creen que se los pone a un lado, se los ignora o se los rechaza; a otros se lo evita cuando más lo necesitan. Cierta vez oí a un hermano decir lo siguiente. “Cuando mi esposa y yo nos divorciamos, la iglesia virtualmente me dio un puntapié. Estaba atravesando por una tormenta. ¿Dónde puede ir alguien cuando la iglesia le da la espalda?”

Alguien, incluso, puede decir: “Están equivocados. No los evitamos y nunca dijimos que fueran parias”. Por desgracia, nuestras actitudes siempre son más elocuentes que nuestras palabras. Hasta podemos hablar con afecto, pero, cuando dejamos de servir a los solitarios y a los solteros, demostramos claramente que creemos que son un fardo innecesario añadido a la familia de la iglesia.

En su intento de mejorar su ministerio en favor de los solteros, considere las siguientes sugerencias:

La misión es para todos. Jesús no llamó sólo a la gente casada a su servicio. Si la función del pastor consiste en poner a trabajar a los miembros de iglesia, significa que debe organizar ministerios, usar a todos y reclutar a los mejores para que se desempeñen como líderes. Nada impide que un soltero o una soltera desarrollen un ministerio eficaz por el mero hecho de no estar casados.

Identifique sus grupos. En un artículo escrito para la revista Ministries Today [Los ministerios hoy], Cristina Foor anima a los pastores a comenzar por reconocer cinco diferentes categorías de solteros o solitarios, cada una con necesidades especiales: los que nunca se casaron, los divorciados, los padres solteros, los viudos y los separados. Las necesidades espirituales y sociales de un joven adulto que nunca se casó probablemente serán diferentes de las de una persona madura que acaba de enviudar. Recuerde esto al abordar este tema.

No acepte el statu quo. La realidad de que a veces los solteros tienen la tendencia a huir no excusa a los pastores para que los descuiden en sus congregaciones. Tanto un ministerio específico que satisfaga sus necesidades como un ministerio general, que los incluya en el liderazgo espiritual de la iglesia, son esenciales para impedir que los solteros se sientan ignorados o abandonados, y se aparten subrepticiamente. Emplee todo recurso disponible para desarrollar un ministerio eficaz en favor de ellos. Elija dirigentes solteros, y anímelos a desarrollar planes para alcanzar a los demás.

Use, pero no abuse. Trate de no aprovecharse de alguien sólo porque es soltero o soltera. Escoja para él o ella actividades que concuerden con sus intereses y habilidades, y no les imponga tareas sólo porque, al parecer, están disponibles. Observe lo que escribió una hermana al respecto: “Mi iglesia cree que porque no soy casada tengo tiempo para hacer cualquier cosa, especialmente lo que los demás no quieren hacer; siempre me dicen que, como no tengo nada que hacer, puedo limpiar la cocina, cuidar a los niños y preparar comidas. ¿Por qué no me invitan a orar, a participar en el culto y a dirigir un grupo de estudio? Esta actitud me hace sentir desvalorizada”

No los discrimine. Clasifique a los solitarios en sus diversos grupos, pero no lo separe del resto de la congregación, como si fueran tan diferentes que no tienen un espacio en ella. Aségurese de crear una atmósfera familiar en la iglesia, para que todos se sientan bien aceptados. Virginia Mclnerney, autora de la obra Single But Not Separate: How to Make the Church a Family [Solos, pero no separados: cómo lograr que la iglesia sea una familia], afirma que las iglesias deben incluir en sus planes y en sus tareas a los solitarios. De manera sensible e intencional, deben garantizarles la participación en todas las actividades de la congregación.

Ofrezca opciones. Algunos de nuestros hermanos solteros, que esperan poder casarse, no saben dónde encontrar otros creyentes sinceros para relacionarse con ellos. Mientras más pequeña sea la iglesia y más aislada, más agudo será el problema. Puesto que usted aconseja a los jóvenes que no se casen con gente de otra fe, ayúdelos a encontrar gente que pertenezca a la misma fe. Hágalo mediante encuentros especiales para solteros, recomendando gente que usted conoce bien, u otro medio que usted mismo pueda inventar.

Promueva la amistad. No todos los solteros están buscando novio o novia; pero toda persona necesita tener un amigo o amiga para orar, estudiar, recrearse, compartir intereses y aficiones comunes, participar en proyectos misioneros, o para apoyarse mutuamente. Al hacemos de amigos, entramos en una sagrada aventura. Una sencilla invitación para estar juntos puede ofrecer oportunidades de crecimiento intelectual, espiritual y social, y ampliar la esfera de nuestra influencia. Es posible que nuestra iniciativa sea rechazada, o que se traicione nuestra confianza, pero cuando la amistad se consolida, transforma nuestra vida.

Sobre el autor: Secretario de la Asociación Ministerial de la Asociación General de la Iglesia Adventista.