El 8 de mayo de 1955 llegó a ser conocido en Europa como el “Día de la Victoria”, pues marcó el fin de la Segunda Guerra Mundial. El mundo que se había visto sumido en el horror, el sufrimiento y la miseria causada por esa guerra sangrienta, ahora celebraba en los Campos Elíseos, en París, y en muchos otros lugares del planeta el fin del dolor provocado por la locura humana. El 20 de noviembre de ese mismo año, comenzó el enjuiciamiento de varios nazis que promovieron atrocidades durante la guerra, en lo que llegó a ser conocido como el Tribunal de Núremberg. Ese tribunal condenó a varias personas con penas que iban desde la reclusión por diez años hasta la pena de muerte.
La conclusión de ese juicio trajo alegría generalizada por todo el mundo, al mismo tiempo que resultó en tristeza y condenación para aquellos que cometieron los crímenes de guerra. Eso me hace reflexionar en que un mismo mensaje puede traer resultados completamente diferentes y provocar las más diversas reacciones: todo depende de nuestra actitud ante este.
En Apocalipsis 14:6 al 12, el mensaje de los tres ángeles parece apuntar en esta dirección, pues su contenido puede traernos la más absoluta certeza de la salvación en Cristo o la condenación para aquellos que son indiferentes a la voz divina. Por un lado, en Apocalipsis 14:6, encontramos el poderoso mensaje del evangelio eterno; por el otro, la condenación de quienes adoran a la bestia y a su imagen presentada en Apocalipsis 14:9. De acuerdo con el Tratado de teología adventista del séptimo día, el evangelio eterno no está separado del juicio, sino que ambos caminan lado a lado (p. 981). Hay un pasaje en Isaías que parece hacerse eco de este concepto: “Así dice el Señor: ‘Guarden el derecho y practiquen la justicia; porque mi salvación está a punto de llegar, y mi justicia a punto de manifestarse’ ” (Isa. 56:1).
El mensaje de los tres ángeles puede resumirse en la justicia perfecta de Cristo. Cierta vez, cuando se le preguntó acerca de cuál es el contenido principal del mensaje del tercer ángel, Elena de White respondió: “Varios me han escrito preguntándome si el mensaje de la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel (Apoc. 14:9-12), y he contestado: ‘Es el mensaje del tercer ángel en verdad’ ” (Eventos de los últimos días, pp. 203, 204).
Sin duda, esto nos lleva a descansar en Cristo y a confiar en que sus méritos son suficientes para salvarnos, no importa cuán lejos hayamos llegado o el peso de nuestros pecados. Cristo, y solamente Cristo, nos ofrece la verdadera esperanza y nos da la garantía de la salvación. En resumen, ¿cómo sería esto? Elena de White explica: “Cuando el pecador penitente, contrito ante Dios, comprende el sacrificio de Cristo en su favor y acepta ese sacrificio como su única esperanza en esta vida y la vida futura, sus pecados son perdonados. Esto es justificación por la fe” (Fe y obras, p. 107). ¡Esa justicia es lo que nos salva!
Por lo tanto, es importante enfatizar que el mismo evangelio que nos salva también trae el juicio. Esto clarifica el mensaje del tercer ángel. Sin embargo, debemos procurar abordar este tema de manera equilibrada, integral y positiva, no olvidando que “Cristo ha de ser predicado, no en forma de controversia, sino en forma afirmativa. […] Elévenlo a él, al Hombre del Calvario, cada vez más arriba. Existe poder en la exaltación de la cruz de Cristo” (El evangelismo, pp. 189, 190).
Sobre el autor: Secretario ministerial para la Iglesia Adventista en Sudamérica.