Estamos frente a un nuevo año. Son 366 días que se deben vivir y aprovechar de la mejor manera. ¿Cómo será este año 2004? ¿Qué sucederá en este lapso? ¿Cómo usaremos este nuevo don de Dios?

La Biblia nos ayuda a encontrar las respuestas a estas preguntas: “Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efe. 5:15-17). En estos tres versículos, el apóstol Pablo nos presenta algunas lecciones dignas de consideración.

El límite del tiempo

David y Moisés escribieron respectivamente: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días” (Sal. 39:4); y “Los días de nuestra edad son setenta años, y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos” (Sal. 90:10).

Hace tiempo, la revista People publicó un artículo titulado “Muerte a la vista”, en el que el autor presentó el lanzamiento de un reloj que informaba acerca de la cantidad de vida que le quedaba a una persona. Todo lo que tenía que hacer el interesado era registrar su sexo y su edad. Se calculaba, para los hombres, un promedio de vida de 75 años, y de 80 para las mujeres.

La Biblia nos enseña que no debemos preocuparnos acerca del día de mañana, porque puede venir o no para usted o para mí; lo que sí tenemos seguro es el ahora. Eso nos enseña que el tiempo del que disponemos es muy valioso, porque es limitado.

Aprovechemos las oportunidades

La expresión “redimiendo el tiempo” significa que debemos aprovecharlo de la mejor manera posible, o sacar el mayor provecho de las oportunidades que surgen; y Pablo presenta una razón para eso: “Porque los días son malos”. El mal uso o la mala administración del tiempo es uno de los problemas más serios de la humanidad. El exceso de trabajo y de responsabilidades es perjudicial. Un año bisiesto, como éste, tiene 8.784 horas. Es tiempo suficiente para usarlo con sabiduría y de la mejor manera posible.

Conozcamos la voluntad de Dios

El Señor espera que tengamos tiempo para las cosas espirituales. Por lo tanto, descubrir cuál es la voluntad de Dios para este nuevo año debería ser nuestra primera tarea, antes de establecer una lista de prioridades de trabajo. Considere estas sugerencias: ¿Qué es lo más importante en la vida? Espero que su respuesta sea: “Mi relación con Dios”. Si así fuera, crea que esa decisión le dará forma a todos los otros aspectos de su vida. Poner las cosas de Dios al tope de las prioridades incluye dedicar tiempo para la oración y el estudio de su Palabra.

Tiempo para la familia. Cometemos una injusticia cuando no dedicamos el tiempo debido para estar con la familia. Los momentos que disfrutamos juntos, sin la interferencia del teléfono, la televisión, el trabajo y otros intrusos, pueden restaurar las relaciones y los afectos que están por morir, sólo porque falta tiempo para conversar.

Tiempo para el trabajo. Cada día aumenta la preocupación de la gente en relación con el trabajo, por causa del desempleo y la crisis financiera por la que atraviesa el mundo en general. La lucha por la supervivencia y el mantenimiento de la familia se convierte cada día en un factor de estrés para mucha gente. Como cristianos, debemos trabajar; pero no podemos olvidar que trabajamos para vivir, y no vivimos para trabajar.

Vivamos en el presente. Los dos enemigos más grandes para el buen vivir en el presente son el pasado y el futuro. Los recuerdos tristes de las cosas que hicimos o debimos haber hecho, y las ansiedades y las preocupaciones del futuro pueden paralizar o destruir nuestra posibilidad de disfrutar de lo mejor del presente.

Otro año está comenzando. Se está por escribir una nueva página de la historia de nuestra vida. La esperanza de un feliz año nuevo golpea fuertemente nuestro corazón. Dios desea ayudarnos a administrar y aprovechar bien este tiempo que se llama hoy. También anhela que no perdamos de vista la eternidad que está delante de nosotros y que participemos en la predicación de su Palabra, para llevar esperanza a los que no la tienen. “En todo esto tengan en cuenta el tiempo en que vivimos, y sepan que ya es hora de despertarnos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca ahora que al principio, cuando creímos en el mensaje. La noche está muy avanzada, y se acerca el día; por eso, dejemos de hacer las cosas propias de la oscuridad, y revistámonos de luz, como un soldado se reviste de su armadura” (Rom. 13:11, 12, versión Dios habla hoy).

Sobre el autor: Secretario asociado de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana.