PADRE, nosotros los que poseemos tu verdad para este tiempo, oramos para que tú hagas que esa verdad nos posea a nosotros.
Ayúdanos a comprender plenamente que podemos golpear las puertas, pero que eres tú el único que puede abrir los corazones.
Ayúdanos a comprender que, aunque nosotros llevamos el Evangelio a la gente, sólo tú puedes inducir a la gente a que acepte el Evangelio.
Ayúdanos a recordar siempre este pensamiento: que podemos llevar la verdad a las mentes, pero sólo tú puedes llevar la verdad a los corazones; que podemos sembrar la semilla, pero sólo tú puedes darle vida y crecimiento.
Mientras nos esforzamos diligentemente por exhortar y edificar y convencer, ayúdanos, oh Señor, a recordar siempre que tú eres quien debe convencer.
Bien, Padre, concédenos la gracia de mostrar al perdido y al que muere la puerta de la vida, y a ayudarles a ver siempre, que sólo tú puedes abrir la puerta para alumbrarles el camino.
Padre, al mostrarles a los hombres el camino al cielo, ayúdales a colocar sus manos en las manos del único Guía que puede señalarles el camino.