(Segunda parte)

Esta sección del libro del Sr. Martin comienza con la siguiente declaración: “Los adventistas desde el principio siempre han intentado equiparar el sábado con el Día del Señor. El método principal que utilizan para lograr esto es argumento contra su posición, esto es, el Día del Señor como opuesto a la observancia del sábado” (pág. 151). No hacemos ningún comentario acerca de esto, porque no podemos comprender cuál es el pensamiento del escritor en la segunda parte de su declaración.

Analicemos la declaración que el autor hace a renglón seguido para ver si tiene mejor lógica que la anterior. “Razonan que puesto que ‘el Hijo del hombre es Señor aun del sábado’ (Mar. 2:27, 28), cuando Juan dice que ‘estaba en el Espíritu en el día del Señor’ (Apoc. 1:10), ¡El sábado y el Día del Señor deben ser el mismo!” Dejamos que el lector juzgue si este razonamiento merece o no signos de exclamación. Nos parece que si el Salvador es Señor del día sábado —según su propia declaración—, no es sino lógico que concluyamos que el día del Señor es el sábado. Una cosa podemos decir con toda seguridad: ¡que en Apocalipsis 1: 10 Juan no dice que estaba en el Espíritu en día domingo! Tampoco dijo Cristo nunca que el primer día de la semana es “el día del Señor”. No puede aducirse ningún otro pasaje de la Biblia en apoyo de Apocalipsis 1:10 para sugerir, mediante el ejercicio más vivo de la imaginación, que “el día del Señor” es el domingo.

Nuestro amigo Walter Martin hace una admisión muy significativa cuando dice: “Juan no quiere decir que el Día del Señor fuera la posesión del Señor, sino más bien que era el día dedicado a él por la iglesia primitiva, no en concordancia con la ley mosaica, sino en obediencia al mandamiento de amor de nuestro Señor” (la cursiva es nuestra). No admitimos ni por un instante que los apóstoles dedicaran en forma especial el primer día de la semana al culto de Cristo, porque encontramos a Pablo, después de haber observado el sábado con los creyentes, saliendo tarde en la noche del sábado para realizar un largo viaje que duraría todo el domingo para tomar un barco (Hech. 20:7-11), y ordenando a los creyentes corintios que dispusieran sus cuestiones financieras el primer día de la semana a fin de reunir fondos para enviarlos a Jerusalén como ofrenda para los pobres (1 Cor. 16:2 y ss.). Pero concordamos con el autor en que el primer día de la semana es solamente una institución humana. Sin embargo, pensamos ¡cómo es posible que se observe el primer día de la semana “en obediencia al mandamiento de amor de nuestro Señor” pero no se pueda observar el séptimo día sobre la misma base!

Prosigamos con el argumento de Walter Martin: “La debilidad de su posición es que basan su argumentación en una traducción inglesa en lugar de hacerlo sobre el original griego. Cuando se lee el segundo capítulo de Marcos y el primer capítulo de Apocalipsis en griego, se advierte que no hay tal interpretación inherente en la estructura gramatical. El griego de Marcos 2: 28 indica claramente que Cristo no pretende que el sábado fuera su posesión (lo cual los adventistas quisieran establecer); antes bien, él estaba diciendo que como Señor de todo podía hacer como le pluguiese en el sábado. El griego es muy explícito aquí.

“Nada podría ser más claro desde el punto de vista del contexto y la gramática. En Apocalipsis 1: 10 el griego no está en genitivo que indica posesión, como debería estar a fin de hacer concordar té kuriaké (del Señor) con heméra (día)” (pág. 151).

No fundamentamos nuestra interpretación solamente en el inglés. Examinemos estos pasajes y las declaraciones que Walter Martin hace acerca de ellos. Ante todo, los adventistas no deseamos establecer que en Marcos 2:28 la frase “del sábado” es un genitivo que indica posesión, ni tampoco que “el sábado era su posesión”, como declara el Sr. Martin. Él está colocando argumentos en nuestra boca. No declaramos que Cristo “poseía” el sábado más de lo que los abogados del domingo hablan de que Cristo “poseía” el domingo. Por otra parte, cuando el Sr. Martin dice que el griego es muy “explícito” mostrando que “del sábado” no es un genitivo que indica posesión, nos deja asombrados por su positividad, porque cualquier alumno de primer año de griego sabe que nadie puede decir a partir del original griego qué clase de genitivo es. En el idioma griego hay genitivos objetivos y subjetivos, genitivos de posesión, fuente, relación, descripción, tiempo, lugar, referencia, aposición, y otros más. Todos los genitivos se escriben exactamente lo mismo, y tienen las mismas letras. Sobre la base del griego, a pesar de lo que el autor dice, no se puede decir qué clase de genitivo tenía Marcos en el pensamiento cuando tradujo las palabras del Señor del arameo al griego. Esto puede determinarse solamente con ayuda del contexto, y en ese caso, excelentes eruditos están a menudo en desacuerdo unos con otros. El autor pretende declarar demasiado, y estamos seguros de que nadie que entienda de griego aceptará sus argumentos.

Personalmente, concordamos con el Sr. Martin en que éste no es un genitivo de posesión. ¿Quién dijo que lo fuera? Pensamos que es un genitivo objetivo, lo que significa que “el nombre en el genitivo recibe la acción, relacionándose así como objeto con la idea verbal contenida en el nombre modificado” (H. E. Dana y Julius R. Mantey, A Manual Grammar of the Greek New Testament, págs. 78, 79). Esto significa simplemente que el sábado (que está en genitivo) recibe la acción del señorío de Cristo. El creó el sábado. Él lo gobierna. Él dice qué debería hacerse en él. Él ordenó a los hombres que lo santifiquen, y con su ejemplo lo observó tal como debería observarse (Luc. 4:16). El mandamiento del sábado es el mandamiento de Cristo, y nos dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

Sin embargo, el Sr. Martin dice que “cuando se lee el segundo capítulo de Marcos y el primer capítulo de Apocalipsis en griego, se advierte que no hay tal interpretación inherente en la estructura gramatical”. ¿Está diciendo que así como “Señor aun del sábado” en Marcos 2:28 es una construcción en genitivo, y “el día del Señor” de Apocalipsis 1:10 es una construcción adjetiva en caso diferente, entonces los dos días no pueden ser los mismos? ¿Está implicando que “en el día del Señor” (Apoc. 1:10) tendría que estar en genitivo a fin de referirse al sábado? Parecería que desea inducir ese pensamiento en el lector. Esto no es cierto de ningún modo. En una oración en griego el caso de una frase se determina por su empleo dentro de la oración, y en Apocalipsis 1:10, donde se hace referencia a “en” cierto día, no podría utilizarse otro caso fuera del locativo, tal como se hace. Que el autor utilizara una construcción genitiva o una construcción adjetiva, es nada más que una cuestión de elección.

En realidad, muchos notables eruditos dicen que Apocalipsis 1:10 no se refiere ni al sábado ni al primer día, sino que pudo haber sido cualquier día de la semana. Piensan que Juan estaba diciendo: “Estaba en el Espíritu en un día señorial” o “en un día imperial”, y podría traducírselo así perfectamente bien. Pudo haber ocurrido que Juan estuviera en visión en uno de los días apartados en honor del cumpleaños del emperador o en el aniversario de su ascensión al trono. La frase ciertamente no se empleaba para designar el primer día de la semana, porque “es un principio reconocido del método histórico, que una alusión debe interpretarse solamente en términos de evidencia que sea anterior a ella en cuanto a tiempo, o contemporánea a ella, y no a partir de datos históricos tomados de un período posterior. Este principio tiene mucha importancia en el problema del significado de la expresión ‘día del Señor’ como aparece en el pasaje presente. Aunque esta expresión ocurre con frecuencia en los Padres de la Iglesia con el significado de domingo, la primera evidencia concluyente de tal uso no aparece hasta la última parte del siglo segundo, en el apócrifo Evangelio Según Pedro (9, 12; ANF, tomo 9, pág. 8), donde el día de la resurrección de Cristo se denomina ‘día del Señor’. Puesto que este documento fue escrito por lo menos tres cuartos de siglo después de que Juan escribió el Apocalipsis, no puede presentarse como una prueba de que la frase ‘día del Señor’ se refería al domingo en los días de Juan. Podríamos mencionar numerosos ejemplos para mostrar la rapidez con que puede cambiar el significado de las palabras. Por lo tanto el significado de ‘día del Señor’ en este caso se determina mejor tomando las Escrituras como punto de referencia antes que la literatura de época posterior” (The SDA Bible Commentar y, Apoc. 1:10).

Nadie está en condición de mostrar que las Escrituras declaran en algún lugar que el primer día de la semana es el día del Señor, en cambio hay numerosos pasajes bíblicos que indican que el séptimo día es el día especial del Señor: Isaías 58:13; Génesis 2:3; Éxodo 20:11; etc. Además, Marcos 2:28, donde un lector sin prejuicios advierte sin dificultad que Jesús dijo que el sábado es el día del Señor.

Pero retomemos el argumento del Sr. Martin. Él dice: “En Apocalipsis 1:10 la expresión griega no es el genitivo de posesión, que debería ser para hacer que té kuriaké (del Señor) concuerde con heméra (día)”. No sabemos qué decir en cuanto a esta declaración, porque té kuriaké (del Señor) concuerda con heméra. Concuerda en género, número y caso, es decir en todas las formas como puede concordar un adjetivo con el sustantivo que modifica. Evidentemente el Sr. Martin no hizo claro el pensamiento que tenía en mente, o bien no conoce suficientemente el griego para reconocer que la concordancia gramatical que considera necesaria ya está allí.

Esto también vale para su enigmático párrafo con que termina esta sección: “Ciertamente podríamos suponer que si el sábado significó tanto para los autores del Nuevo Testamento, y si, como insisten los adventistas, era tan ampliamente observado durante los primeros siglos de la iglesia cristiana, Juan y los demás escritores bíblicos lo habrían asimilado al día del Señor, el primer día de la semana”.

Confesamos que no encontramos el sentido de esta declaración. ¿Por qué, si el sábado era ampliamente observado durante los primeros siglos, Juan y otros autores de la Biblia tendrían que haberlo asimilado con el primer día de la semana? No logramos ver ninguna razón o lógica en esto. En lo que se refiere a la primera parte de esta declaración —si el sábado había significado tanto para los autores del Nuevo Testamento, por qué no dijeron más acerca de él—, diremos simplemente que en esa época nadie, por lo menos ningún cristiano, guardaba el primer día de la semana. En ese tiempo todos los cristianos observaban el séptimo día de la semana, sábado —el único día de reposo de que habla la Biblia. No había problema, y por lo tanto no había ninguna razón para que los escritores del Nuevo Testamento realizaran comentario alguno acerca de la cuestión del sábado y el domingo que nos preocupa ahora. La única dificultad que hubo surgió en torno a ciertos cristianos judaizantes que consideraban la observancia de los requerimientos de Dios desde un punto de vista legalista, como si pudieran ganar su aceptación ante la vista de Dios mediante esas observancias. Los escritores del Nuevo Testamento trataron a fondo este problema, pero no tenían necesidad de ocuparse de la observancia del domingo, porque tal cosa no existía en sus días.

El Sr. Martin termina esta sección diciendo que los adventistas tenemos muy poco asidero en las Escrituras que justifique nuestro apego a la observancia del sábado. Replicamos a esto que numerosos pasajes del Nuevo Testamento indican que los discípulos y los seguidores de Cristo observaban el sábado. No buscamos otra justificación fuera de ésta.

EL TESTIMONIO DE LOS PADRES

“Los padres de la iglesia proporcionan una abundante evidencia en favor de que el primer día de la semana, no el séptimo, es el día del Señor”, escribe el Sr. Martin. Digamos desde ya que no sometemos nuestro caso al arbitrio de lo que dicen los padres de la iglesia, sino a las estipulaciones de las Escrituras.

Las declaraciones de los padres de la iglesia a que se alude son las que se han explicado muchas veces, y estamos muy sorprendidos porque el Sr. Martin menciona otra vez la declaración de Ignacio, obispo de Antioquía: “Entonces, si los que andan en las prácticas antiguas consiguen renovada esperanza, no observando más el sábado, sino modelando sus vidas según el Día del Señor en el que nuestra vida también surgió a través de él, para que podamos ser hallados discípulos de Jesucristo, nuestro único maestro”. Es un hecho controvertible que el original griego de este pasaje no contiene la palabra “día”. Más bien, en el manuscrito más digno de confianza, la palabra que sigue a kuriaké (del Señor) es el término zoé (vida). Una traducción literal exacta de este pasaje es: “Si, por lo tanto, los que andaban en antiguas costumbres vinieron a una nueva esperanza, no sabatizando más, sino viviendo de acuerdo con la vida del Señor, en quien también nuestra vida surgió a través de él y su muerte…”. El pensamiento de Ignacio es que los cristianos no debían seguir conformando sus vidas sobre la base del legalismo judío, sino que debían seguir la vida de Cristo como su modelo; porque la naturaleza espiritual del hombre puede revivir y fortalecerse (Efe. 2:1-6), mediante el ejemplo de la vida consagrada y la muerte vicaria del Señor, revividas en la mente por la obra del Espíritu Santo. Únicamente sobre esta base uno puede vivir con éxito una verdadera vida espiritual.

A pesar de la clara intención de Ignacio, muchos insisten en torcer el sentido de este pasaje para hacerlo referirse a la observancia del domingo. No es defendible la posición que pretende introducir la palabra “día” en este antiguo documento basándose en que kuriaké (del Señor) se utilizó en siglos posteriores como un término técnico para el domingo. El hecho de que la palabra día no esté presente en ninguno de los manuscritos, sino que la palabra vida esté junto a “del Señor” en los mejores manuscritos, debería poner fin a este argumento. Sin embargo podemos hacer notar que es difícil llegar al texto griego exacto tal como lo escribió Ignacio. Las Epístolas de Ignacio que hay en existencia han sido muy interpoladas. Los eruditos están de acuerdo en que ciertas partes de las cartas de Ignacio son falsificaciones. El corto texto, que los eruditos consideran que representa con más exactitud al verdadero Ignacio, no existe en su forma pura. (The Apostolic Fathers, tomo 1, pág. 168. The Loeb Classical Library). Este pasaje refrena a todos los eruditos prudentes de utilizar a Ignacio como prueba o apoyo de cualquier doctrina. El pasaje mal interpretado de la supuesta Epístola de Ignacio, aunque es muy conocido, por cierto que no fortalece en nada la posición del Sr. Martin.

El Sr. Martin también cita de la falsificada Epístola de Bernabé, la que emplea el requerimiento ceremonial judío de la circuncisión que ocurría una vez en la vida del judío, en el octavo día de su existencia, como un argumento en favor de la observancia del domingo, el que sería el octavo día de la semana. Este argumento especulativo con sabor gnóstico, ciertamente constituye una débil base como apoyo de la observancia del domingo. Sin embargo, es evidente que el antisemitismo hizo que los cristianos en una fecha muy temprana quisieran desvincularse del séptimo día de la semana para evitar ser clasificados como judíos. Los dirigentes cristianos de ese tiempo que, para evitar la persecución, favorecieron esta práctica, encontraron en la resurrección de Cristo en el primer día de la semana un endeble soporte para alejarse del inequívoco mandamiento de Dios acerca del sábado. Sin embargo, en la Biblia no hay el mínimo apoyo para la observancia del domingo. Los adventistas no nos atrevemos a establecer la práctica de algunos dirigentes religiosos que pasan por encima de los llanos mandamientos de las Sagradas Escrituras.

DECLARACIONES AUTORIZADAS

El Sr. Martin dice que debilitamos nuestra posición al citar a eruditos que, mientras declaran en sus publicaciones que no hay evidencia bíblica para el cambio del día sábado al domingo, ellos mismos observan el primer día de la semana y argumentan en otros lugares en favor de su observancia (pág. 155). No es debilidad de parte nuestra el que los eruditos sean inconsecuentes con sus propias declaraciones. Algunos eruditos admiten que la Biblia no apoya el primer día de la semana, pero asumen la posición según la cual los Diez Mandamientos fueron clavados en la cruz, y por lo tanto el séptimo día de la semana carece de obligación sobre los cristianos. Declaran que la iglesia cristiana posee autoridad para enseñar a los cristianos a observar el primer día de la semana en honor a la resurrección de Cristo.

Sostenemos que la cruz de Cristo no cambió la voluntad de Dios concerniente al día que desea que guarden sus hijos. Dios hizo el sábado para el hombre, y no solamente para los judíos. Era el plan y la voluntad de Dios que sus hijos observaran el séptimo día como recordativo de su poder creador. Aunque era necesario que Cristo muriera en la cruz a fin de que las transgresiones de la humanidad fueran perdonadas y que el hombre recibiera el impulso y el poder necesarios para vivir una vida cristiana, sin embargo esto por ningún concepto significó la institución de un día de culto diferente. Nosotros los cristianos no guardamos la ley de Dios para ganar nuestra salvación. Confiamos en Cristo como justicia nuestra, como un don gratuito, pero como él dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”, hacemos su voluntad gozosamente; y creemos que su voluntad ha sido expresada en el Decálogo como también en otros lugares de la Biblia. Sostenemos que la iglesia no posee autoridad para ordenar a los cristianos que observen el primer día de la semana, y si lo hace se coloca en oposición a las claras enseñanzas de la Palabra de Dios.

LA CREACIÓN Y EL SÁBADO

En su esfuerzo por demostrar que los adventistas estamos equivocados al sostener que la iglesia cristiana debería observar el séptimo día sábado, el Sr. Martin ataca nuestra posición acerca de la semana de la creación. Dice: “Sin duda que una de las razones básicas de su tenacidad es que su teoría del sábado sufriría un verdadero revés si pudiera demostrarse bíblicamente y científicamente que los días de la creación en realidad fueron largos períodos de tiempo durante los cuales se formaron las grandes estructuras geológicas de la tierra” (pág. 157). El Sr. Martin tiene razón en esto. Creemos que el séptimo día sábado existe como un recordativo del poder creador de Dios que preparó la tierra como morada para el hombre en seis días literales de 24 horas, añadiendo el séptimo día como día de reposo para el hombre y como día de adoración; y con esto constituyó el ciclo semanal para que la humanidad lo utilizara en su existencia. No presentaremos aquí evidencias científicas acerca de la edad de la tierra. Solamente señalaremos que los relojes para medir el tiempo que  utilizan los científicos para calcular la edad de la tierra y de la materia orgánica que hay en ella, están basados sobre la teoría de la uniformidad para la que no existe prueba científica. El Sr. Martin está firmemente junto a los que no creen en un día de la creación de 24 horas. Cita y aprueba a otro autor, que dice: “La cuestión es: ¿Qué enseñan las Escrituras acerca de la extensión de los días de la creación descriptos en Génesis 1:1 a 2:4? Esto es ante todo una cuestión de hermenéutica y exégesis”. Tiene razón; ésta es la cuestión que interesa aquí, y no las teorías de los científicos. Los hombres de ciencia poseen evidencias, pero carecen de pruebas absolutas acerca de la edad de la tierra. Entonces, circunscribamos nuestra discusión a la Biblia.

El Sr. Martin sostiene que el término “día” empleado en Génesis 1 es simbólico, y representa un período de tiempo de extensión desconocida. Le preguntamos, por lo tanto, cuál es el significado de las declaraciones bíblicas de Génesis 1: “Y fue la tarde y la mañana un día”, etc. En el relato bíblico de la semana de la creación resulta absolutamente claro que los días a que se refiere consistían en un período de oscuridad seguido de uno de luz. El hecho de que cada uno de los seis días se describa en términos de “fue la tarde y la mañana el día segundo”, y “fue la tarde y la mañana el día tercero”, etc., ciertamente proporciona evidencia de que fueron días de la clase que la humanidad conoció desde su mismo origen. Decir que éstos eran días simbólicos de extensión desconocida, y sin embargo sostener que este punto de vista se basa sobre una firme hermenéutica y exégesis nos deja asombrados. El contexto y la gramática de Génesis 1 ciertamente muestran días exactamente como los que conocemos ahora. Además, acudir al Salmo 90:4 (“Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer que pasó”) para introducirlo en una discusión de Génesis 1, donde se nos afirma que la tarde y la mañana formaban un día, es ciertamente utilizar una dudosa hermenéutica. El Sr. Martin dice: “Es difícil ver cómo este cuarto día pudo haber sido un día literal de 24 horas”, sin embargo había dicho antes: “Por supuesto que sabemos que Dios pudo haber creado la tierra en seis días literales”. Si creemos que Dios pudo haber creado la tierra en seis días literales, entonces parece que la parte que le corresponde al cristiano es aceptar el significado obvio del relato de Génesis 1, donde habla en términos de días de la clase de los que conocemos hoy.

Nuestra posición no descansa sobre el día literal de 24 horas de la teoría de la creación. Como todo el resto de nuestras enseñanzas, nuestra doctrina acerca del sábado se basa sobre la Palabra de Dios, y no en las teorías de los hombres de ciencia. En tanto reconocemos que Génesis 1 no fue dado como un relato científico completo de la creación, al mismo tiempo no creemos que la clara intención de Génesis 1 sea falsa. Es nuestra convicción que tratar de convertir los días del primer capítulo de Génesis en períodos de tiempos vagos e indefinidos hace violencia a la Biblia, y que tales enseñanzas colocan las declaraciones de los científicos por encima de la Palabra de Dios. Todavía la ciencia no ha pronunciado su última palabra acerca de la edad de la vida terrena, y mientras lo hace, seguimos confiando en lo que dice la Palabra de Dios. Pensamos que esto es mucho mejor que contentarnos con vagas alusiones y suposiciones, como ésta que aparece en la siguiente declaración del Sr. Martin: “En vista de la evidencia de la ciencia natural, y de ciertos usos aceptados del hebreo del relato del génesis, la suposición adventista en favor de un sábado de 24 horas como el ‘sello’ perpetuo y eterno del poder creador de Dios descansa sobre un movedizo fundamento”. Por cierto que desearíamos que en lugar de confiar en vagas alusiones al uso sintáctico o gramatical del hebreo o el griego, el Sr. Martin fuera más definido y esgrimiera un solo argumento sólido tomado del hebreo o el griego para apoyar sus teorías. A nosotros nos causa la impresión de que por no estar familiarizado con los idiomas bíblicos recurre a vagas generalizaciones.

Sobre el autor: Director Adjunto de Educación de la Asociación General