Los romanos mantenían separadas las horas del día y las de la noche, contando las del día desde el nacimiento del sol, y las de la noche desde la puesta del sol. De aquí que la sexta hora del día fuera el mediodía, y la sexta hora de la noche, la medianoche. Los judíos del tiempo del Nuevo Testamento contaban las horas del día natural del mismo modo que los romanos. Sin embargo, al calcular el día civil, o del calendario, que abarcaba veinticuatro horas, los antiguos griegos y los judíos contaban sus días desde la puesta del sol, mientras los romanos los contaban desde la medianoche. (Véase Herbert Jennings Rose, “Time Reconing”, en The Oxford Classical Dictionary, Oxford 1949, pág. 909; Universal Jetoish Encyclopedia, tomo 3, pág. 193, art. “Day” [Día].)

De modo que por el tiempo de Cristo existía ya en la manera romana de contar los días, la costumbre de contar los días de veinticuatro horas como si empezaran a la medianoche. Aulus Gellius nos informa que esta costumbre se originó como solución al problema que surgía cuando se tenía que decidir el día del nacimiento de un niño ocurrido durante la noche. Si había nacido antes de la medianoche, se consideraba como habiendo nacido en el día anterior; y si después de la medianoche, como habiendo nacido en el día siguiente.

En el Nuevo Testamento, el método de contar los días es claro, y no da lugar a dudas.

  1. Cristo encontró a la mujer samaritana junto al pozo a la hora sexta. (Juan 4:6.) El relato cuenta cómo Cristo emprendió el viaje con sus discípulos, y que cuando llegaron a Sicar estaba cansado. Esto no podría haber sido al principio del viaje por la mañana, como sería el caso si contasen el día desde la medianoche. No estaría cansado y hambriento al iniciar el viaje. La sexta hora significa la que termina con el mediodía, un hecho apoyado por la circunstancia de que los discípulos fueron a Sicar para comprar alimentos.
  2. En la parábola de los labradores, Cristo enumeró las horas tercera, sexta, novena y undécima, obviamente calculando el día, no desde la medianoche, sino desde el principio del día de trabajo. (Mat. 20:1-16.)

Las horas mencionadas en relación con la crucifixión de nuestro Señor señalan el mismo método de calcular las horas.

A la “tarde” del jueves de la semana de la Pascua, Jesús se sentó con sus discípulos para celebrar con ellos la Última Cena. (Marcos 14:17, 18.) Después de la cena, él y los discípulos se dirigieron al jardín, donde Jesús fue arrestado. Fue llevado ante el sanedrín para someterlo a un juicio nocturno, que era ilegal, y durante ese juicio Pedro negó a su Señor tres veces antes del segundo canto del gallo. (Vers. 72.) Esto debe haber sido cerca del amanecer. Los judíos llevaron a Jesús a Pilato, y fue “temprano”. (Juan 18:28, 29.) Luego viene una serie de datos en que se cuenta el tiempo por horas.

a. Marcos 15:25 dice que crucificaron a Jesús a la hora tercera. La hora tercera era como las nueve de la mañana.

b. Juan 19:14 da más detalles, e indica que cuando Pilato decidió hacer crucificar a Cristo, “era como la hora de sexta”

c. Mateo, Marcos y Lucas están de acuerdo en que de la sexta hora hasta la novena hubo una gran oscuridad. (Mat. 27:45; Mar. 15:33; Luc. 23:14.)

d. Mateo y Marcos afirman que “cerca de la hora de nona, Jesús clamó con grande voz” (Mat. 27:46; Mar. 15:34). Esto era como a las tres de la tarde, según la forma actual de contar las horas.

e. Después de la “tarde” llegaría el sábado, antes del cual el cuerpo del Cristo muerto había sido quitado de la cruz y colocado en la tumba. (Vers. 42-47.)

4. Hay una referencia más al tiempo contado por horas. Lucas es quien la hace. Cuenta en Hechos 20:7 acerca de una reunión en el “día primero de la semana”. En el día de Pentecostés, cuando los discípulos fueron conmovidos de manera tan notable por el Espíritu Santo, los judíos les acusaron de estar llenos de “mosto”. Los discípulos replicaron que esto no podía ser, por cuanto era solamente la hora tercia del día. (Hech. 2:15.) Si se tratase aquí de contar las horas desde la medianoche, un hombre bien podría estar borracho a las tres de la mañana, pues habría pasado bebiendo la mayor parte de la noche. Pero los acontecimientos referidos ocurrieron en las horas del día, y por lo tanto era válido el argumento de los discípulos de que, a la hora tercia del día, que según nuestro modo de contar serían las nueve de la mañana, difícilmente un hombre podría estar borracho.

5. El incidente de la visita de Pedro a Cornelio, también referido por Lucas, en el capítulo diez de los Hechos, provee otro caso ilustrativo. Cornelio tuvo una visión como a la hora nona (las tres de la tarde), según los versículos 3 y 30: y al día siguiente, a una hora en que Pedro tendría hambre, que también era hora en que se acostumbraba hacer oración, a saber, la sexta (versículo 9; compárese con Dan. 6:10), o sea al mediodía, Pedro subió al techo de la casa para orar, y allí tuvo una visión que resultó ser complementaria a la de Cornelio.

6. Más notable todavía como ilustración de la manera judía de contar las horas, es el relato de Lucas del envío de Pablo de noche, bajo guardia, desde Jerusalén. Ocurrió a la tercera hora de la noche (Hechos 23:23), o sea, a las nueve de la noche, aproximadamente. Aquí tenemos un caso en que se calcula las horas de la noche separadamente de las del día, empezando, obviamente, con la puesta del sol.

El método judío de calcular

La única conclusión defendible, frente a esta evidencia, es que los escritores del Nuevo Testamento, inclusive Lucas, emplearon el método judío de contar las horas de luz desde el levantamiento del sol. Esta es la jornada de doce horas de la cual Jesús habló en Juan 11:9.

Pero ¿cómo fecharon los judíos sus días? Desde el principio de su vida nacional hasta después de los tiempos del Nuevo Testamentó, contaron sus días desde la puesta del sol. Este es un hecho bien consignado, atestiguado por todo diccionario bíblico responsable y por toda obra seria de consulta para el estudio de la Biblia. Presentaremos en orden la evidencia:

a. Las antiguas fiestas hebreas están expuestas para los hebreos en el capítulo veintitrés de Levítico. Estas fiestas eran “además” (distintas) de los sábados hebdomadarios de Jehová (vers. 37, 38), pero se llamaban sábados, y fueron observados con la misma abstención de labor común. Importante entre estos sábados anuales era el día de expiación, que empezaba al terminar el noveno día del séptimo mes, a la tarde (versículo 32); éste nos da la pauta de la observancia del sábado: “de tarde a tarde”.

b. Que esto se aplicaba al sábado hebdomadario o semanal se ve claramente en el primer capítulo de Marcos, donde se nos dice que el pueblo de Capernaum esperó cierto sábado hasta después de la puesta del sol para traer a sus enfermos a Cristo para su sanamiento, por causa de la errónea enseñanza de los rabinos que consideraban pecaminoso sanar a los enfermos en sábado.

c. Josefo, general e historiador judío que escribió alrededor del año 80 DC, también describe la costumbre de comenzar y terminar el sábado a la puesta del sol. (Josefo, Wars of the Jews, Lib. iv, cap. 9, Sec. 12; Against Apion, Lib. i, cap. 22.)

d. Este método de calcular el tiempo sagrado fue observado aun por los cristianos gentiles, después de los tiempos bíblicos, y estaba de moda aun en los días de Carlos magno, y se aplicaba al domingo. En sus leyes Carlomagno proveyó que el domingo fuese observado de tarde a tarde. (Capitulario Admonitio Generalis, 23 de marzo de 789; Monumento Germaniae Histórica, Leges, sec. 2, tomo I, pág. 55; Sínodo de Francfort, julio de 794, pág. 76.)

En resumen, concluimos claramente que Lucas, el autor del libro de los Hechos, no calculó el tiempo de medianoche a medianoche, porque cuando identifica el tiempo por horas, cuenta las horas de luz desde el levantamiento del sol hasta que se pone como doce horas, en Lucas 23:44; Hechos 2:15; 10:3, 9, 30, y las doce horas de la noche, desde la puesta del sol hasta su levantamiento, en Hechos 23:23.

La reunión del primer día de Hechos 20

Por cuanto los judíos contaron el sábado desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del día siguiente, “el primer día de la semana” se mediría de la misma manera, como testifican, por ejemplo, las leyes de Carlomagno. “El primer día de la semana” a que se refirió Lucas en Hechos 20, por lo tanto, debe haber empezado con la puesta del sol, como sostienen muchos comentadores. Entre éstos figuran Conybearey Howson, los autores anglicanos de la obra Life and Epistles of the Apostle Paul (La vida y las epístolas del apóstol Pablo).

Si esta reunión empezó con el principio del primer día de la semana, caería en lo que nosotros llamamos el sábado de noche, y duraría hasta la medianoche y más allá. Este concepto está sostenido por el hecho de que estaban encendidas las luces. La mayor parte de la reunión, por lo tanto, habría ocupado horas que nosotros no asociamos con el domingo.

Si la reunión empezó el domingo a la tarde, continuando hasta que se encendiesen las luces y luego hasta después de la medianoche, entonces, según el modo de contar de la gente de aquel tiempo, la mayor parte de la reunión habría ocupado horas que no cabían dentro del “primer día de la semana”.

Cuandoquiera que cayese el horario de esta reunión, el asunto más importante que reclama nuestra atención es, que no se trataba de tiempo sagrado, y que no se presenta autorización, ni demanda de ella, de que el primer día de la semana debiera tener significación espiritual. No hay la menor insinuación de que Pablo, o Lucas, o sus compañeros cristianos tenían el menor conocimiento de que el “primer día de la semana”, en que se hallaban reunidos, tenía entonces o tendría en lo futuro un carácter sagrado o ritualístico.

El emplear Hechos 20:7 como base para la observancia del domingo es asumir una posición sumamente débil, como también significa ir más allá de las demandas de la Sagrada Escritura.