Durante el último trimestre de 1969 el evangelista Salim Japas desarrolló una cruzada evangélica en la ciudad capital de España. El blanco de bautismos se fijó en cincuenta y durante la campaña se bautizaron veintidós personas. Esperamos que el trabajo posterior permita que se unan a la iglesia las veintiocho almas restantes.
Aunque la campaña ha sido un éxito en sí —teniendo en cuenta que se llevó a cabo en nuestros dos templos de Madrid y que ningún periódico aceptó publicar avisos, aun pagando 5.000 pesetas— pues el resultado más importante ha sido que se ayudó a otros obreros a prepararse para un evangelismo más fructífero. Dos jóvenes obreros evangelistas (y los dos pastores locales) que ayudaron al pastor Japas durante la campaña han vuelto a sus respectivos campos —Bilbao y Campo de Gibraltar— llenos de entusiasmo y ya están llevando a cabo exitosas predicaciones públicas. Prácticamente todos los demás obreros del campo estuvieron presentes durante dos semanas o más.
El pastor Japas (árabe de raza pero argentino por nacimiento y educación) fue muy apreciado, como también su método de aproximación al público, de ganar su confianza, de lograr la asistencia regular, su corazón y su amor.
La presentación de las dieciocho lecciones (tres días a la semana en la Iglesia de Alenza y tres días en la segunda iglesia de Madrid) fue psicológica y gradual, y estuvo dirigida a toda clase de personas, en especial a los católicos.
Una distinguida personalidad del mundo protestante, que concurrió puntualmente a las reuniones, escribió la siguiente carta:
“La Iglesia Adventista ha demostrado mediante la campaña de Japas que tiene algo que decirle al mundo y a la iglesia cristiana. Creo que la ley y el Evangelio deben predicarse juntos. La omisión de cualquiera de ellos mutila el mensaje. —Constantino Ruiz-Garrido”.
El Señor ha realizado verdaderos milagros mediante sus siervos. Un día a la semana y en cada iglesia se hacía un llamamiento y en cada una de las otras dos noches se realizaba la investigación bíblica. Las lecciones presentaban la verdad de una manera práctica, espiritual y sencilla, con gran respeto por la Iglesia Católica, que nunca fue mencionada por nombre.
En los sobres que se distribuyeron para que el público contribuyera voluntariamente se reunieron unas 70.000 pesetas. Otras donaciones elevaron el total de lo recibido a más de un millón de pesetas, cifra que sobrepasó por mucho los gastos de la campaña.
Las lecciones se entregaban gratuitamente después de las reuniones. También se obsequiaba una Biblia a los que asistían por lo menos dieciséis veces. Alrededor de cuatrocientas Biblias se levantaban en manos de los presentes cada vez que el evangelista iba a iniciar su lección en la Iglesia de Alenza. Era un espectáculo de veras reconfortante.
Temprano los lunes por la mañana los obreros se reunían para un encuentro especial. Los miércoles, a horas diferentes en cada iglesia, se los dedicaba a la visitación y a los estudios bíblicos personales.
El lema de la campaña fue “Al encuentro de la felicidad”. El punto de contacto fue único, basado en el pasaje “Tú eres Pedro”. Ese contacto, que pone énfasis sobre la iglesia de Dios, significó una visión nueva para el evangelismo en los países católicos.
Nos agradaría repetir las series realizando las reuniones en el local de un teatro o un cine. Mucha gente no asistió debido al temor de entrar en una iglesia protestante. En España la palabra protestante goza de una reputación muy mala, desde que Felipe II dijo: “Yo encendería el fuego [de la hoguera] para quemar a mi hijo si se hiciera protestante”. Fuimos obligados a imprimir la palabra adventista en todas nuestras invitaciones y en todas nuestras publicaciones.
Esperamos llegar a ser mejor conocidos en España a través de la nueva revista mensual Adelante. También esperamos llevar a cabo reuniones en las grandes ciudades de España tales como Madrid, Barcelona (cada una con tres millones de habitantes), Zaragoza, Bilbao, Sevilla, Valencia y Salamanca. Rogamos sus oraciones por la obra en este país, ahora que ha sido librada de la prisión y puesta a la vista del público, a fin de que pueda prepararse un pueblo para la venida de Jesús.
Las tinieblas espirituales que cubren la tierra actualmente, se ven agravadas en los densos centros de población. Es en las ciudades de las naciones donde el obrero evangélico encuentra la mayor impenitencia y la mayor necesidad…
Las condiciones a que hacen frente los obreros cristianos en las grandes ciudades, constituyen un solemne incentivo para un esfuerzo incansable en favor de los millones que viven en la sombra de la condenación inminente. Los hombres pronto se verán obligados a efectuar grandes decisiones, y deben tener oportunidad de oír y de comprender la verdad bíblica, a fin de que puedan decidirse inteligentemente por el camino recto. Dios pide ahora a sus mensajeros en términos definidos que amonesten a las ciudades mientras la misericordia todavía perdura y mientras las multitudes son aún susceptibles a la influencia convertidora de la verdad bíblica.
El Señor desea que proclamemos el mensaje del tercer ángel con poder en estas ciudades… Mientras trabajemos con toda la fuerza que el Señor nos concede, y con humildad de corazón, colocando nuestra entera confianza en él, nuestras labores no serán infructíferas. Nuestros resueltos esfuerzos para traer a las almas al conocimiento de la verdad para este tiempo serán secundados por los santos ángeles, y muchas almas serán salvadas. El Señor nunca olvida a sus fieles mensajeros. Él manda en su auxilio los agentes celestiales y acompaña sus labores con el poder de su Espíritu Santo para convencer y convertir.
¡Ojalá viéramos las necesidades de estas grandes ciudades como Dios las ve! Debemos hacer planes de colocar en ellas hombres capaces que puedan presentar el mensaje del tercer ángel de una manera tan poderosa que conmueva el corazón.
Todas nuestras ciudades han de ser trabajadas. El Señor viene. ¡El fin está cerca; ¡sí, se apresura rápidamente! Dentro de poco tiempo nos será imposible trabajar con la libertad que ahora gozamos (Evangelismo, págs. 21, 28, 30).
Sobre el autor: Jefe de Redacción de Safeliz, Editorial Adventista Española.