Nota. El relato de esta notable conversión ilustra varios puntos que vale la pena que los tengan en cuenta todos los ganadores de almas. Primero, el empleo electivo de la Palabra. Segundo, la importancia de conducir un alma a Cristo mediante el proceso de la conversión antes de que se recalquen las doctrinas y finalmente la importancia del llamado directo y personal. Y podríamos agregar, haciendo que la persona firme un pacto de entrega.

En el interior de un supermercado me encontré con uno de nuestros miembros de iglesia.

—Hermana Worth —dijo—, tengo un vecino que me gustaría que Ud. visitara. Se llama Antonio, pero no sé su apellido. Es una buena persona y me agradaría que lo visitara.

—Muy bien. ¿Cuál es la dirección?

—En la calle Cedro 254.

Al estacionar en la calle mencionada descubrí que el número 254 era una casa móvil. Cuando, después de llamar, la puerta se abrió apareció una mujer completamente embriagada.

—¿Vive aquí Antonio? El señor Kay me dijo que Uds. son buenos vecinos y pensé venir a verlos.

—Sí —dijo la mujer con voz aflautada—, aquí es donde vive Antonio Makovek. Entre.

Entró tambaleándose en la sala y yo la seguí. Antonio estaba conversando con otro hombre que supe que se llamaba José Smith. Se hallaban rodeados por un montón de botellas. Había desorden en todo. Me senté en un diván junto a la Sra. Makovek, mientras hablaba del mal tiempo y otras cosas comunes.

Entonces me dije silenciosa pero vehementemente: “¡No he venido aquí para hablar del tiempo!” Pasé mi brazo por detrás de ella y le dije:

—¿Sabe Ud. que Dios la ama y la espera en su reino?

Quedó sorprendida.

— ¡Pero nosotros bebemos!

En eso se le unió el esposo.

—Oh, a Dios no le cuesta nada ayudarles a vencer. Él puede trasladar montañas. ¿Tienen una Biblia?

—Sí, créase o no, tenemos una.

Y la Sra. Makovek fue a una habitación contigua y volvió con una. Yo no llevo la Biblia a un hogar la primera vez que voy porque a veces eso asusta a la gente. Abrí en Jeremías 31:3 y dije:

—¿Quisiera leer, por favor?

Ella tenía que pestañear varias veces para poder seguir las palabras.

“Jehová se manifestó a mi hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”. Ella leía y Antonio escuchaba.

—¿A cuántas personas incluye ese “te he amado”? ¿A cuántas personas les está hablando Dios? —interrogué.

—Supongo que a todos.

—Sí, incluyó a todos cuando dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo”, pero aquí se dirige a una persona. “Te” es singular. Significa usted, como decimos hoy. Dios la ama a usted personalmente. ¿Y qué clase de amor siente él por usted? Amor eterno.

—¿Qué significa eso?

—Bueno… significa que nunca deja de ser. Nunca dejó de existir porque ustedes consumiesen bebidas embriagantes. Dios aún los ama. ¿Tratarán de entender y creer esto?

—S-sí.

Leí Romanos 3:23: “Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.

—Eso significa que yo he pecado; quizá no en la misma forma en que ustedes lo han hecho, sino de otra manera. Y ustedes han pecado. ¿Qué es lo que merecemos por nuestro pecado?

Le pedí a ella que leyera la primera parte de Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte”…

—Merecemos la muerte por nuestros pecados, ¿verdad? Pero el resto del versículo muestra que Dios tiene un plan por el cual podemos librarnos de la muerte. Lea el resto por favor.

—Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

—La vida eterna es lo opuesto a la muerte, ¿no es cierto? Y podemos obtenerla mediante Jesús. ¿Saben ustedes cómo es posible?

—No.

Buscamos Isaías 53:6. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”.

—Jesús cargó todo pecado, los suyos, los míos y los de todo el mundo cuando murió en la cruz. El llevó cada uno de los pecados. Por eso Dios puede perdonar nuestros pecados cuando confiamos enteramente en su Hijo y creemos que murió por nosotros.

INGRATA INTERRUPCIÓN

—¿Le parece justo que un sacerdote cobre 75 dólares por un funeral? —preguntó Smith.

—Bien, no conozco las circunstancias. ¿Podemos seguir con el tema? ¿Saben por qué pudo llevar todos nuestros pecados, los pecados de todo el mundo?

—No.

—Leamos en el Evangelio de Juan, el primer versículo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. El Verbo es uno de los nombres de Jesús. Leamos el versículo 14.

“Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros”.

—Sabemos quién fue hecho carne ¿no es cierto? Fue Jesús. Ahora leamos juntos el versículo 10: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho”. Hizo el mundo entero y todo lo que hay en él. Por eso puede servir a todos en el mundo. ¿No les parece? Un padre puede servir a sus hijos y no obstante pagar sus transgresiones. Por eso Jesús pudo saldar todos nuestros pecados.

—¿Le parece que la Biblia protestante es tan buena como la católica? —nuevamente Smith.

—Bien, ambas son inspiradas. Veamos cuánto le costó a Jesús cargar con todos nuestros pecados.

SALE EL INTERRUPTOR

En ese momento sonó una bocina y afuera se detuvo un taxi que había sido llamado antes de que yo llegara para llevar a Smith al centro a comprar más whisky. No comenté nada del asunto. Cuando se hubo ido, repetí:

—Veamos lo que le costó a Jesús. Leo en Isaías 53:5: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. ¿No aman al Señor por haber hecho todo eso y haber sufrido tanto por ustedes?

—Sí.

—No pide mucho en cambio. Leamos Proverbios 23:26: “Dame, hijo [hija] mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos”. ¿Le entregarán el corazón ahora?

—Sí.

—¿Y lo invitarán a que entre en el corazón? Leamos Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él”. ¿Lo invitarán a que entre en el corazón de cada uno de ustedes y se entregarán para que él viva su vida en ustedes?

—Sí.

—Bueno, arrodillémonos y díganselo a él.

En ese momento me pregunté si esas preciosas palabras de vida no estaban siendo malgastadas, en vista del estado de ebriedad en que se hallaban esas pobres almas. ¿Entendían ellos? Yo pensaba que no. Pero se arrodillaron y oré primero por ellos y luego los ayudé a que repitieran conmigo: “Señor Jesús, gracias porque moriste por mí. Te ruego que perdones mis pecados. Ahora te entrego mi corazón y te invito a que mores en él. Amén”.

Cuando nos levantamos los vi con lágrimas.

—Vendré pronto a verlos otra vez —les dije.

—Oh —habló la Sra. Makovek— pasará una semana antes de que podamos sobreponernos.

—Bien, volveré dentro de una semana.

En ese momento llegó el taxi y Smith entró con una botella. Volví exactamente una semana después y ¡qué cambio se notaba! Cada cosa estaba limpia y no había rastros de botellas. El hombre y la mujer estaban vestidos pulcramente y su aspecto era muy distinto. Un brillo de inteligencia les iluminaba el rostro, aunque ellos parecían estar algo avergonzados. Los saludé cálidamente y comencé casi el mismo estudio bíblico que habíamos visto la semana anterior. No estaba segura de que recordaran lo que se había dicho o cómo lo habían entendido.

Para concluir les pedí otra vez que entregaran su corazón al Salvador, pero esta vez había llevado tarjetas de decisión que yo misma había preparado. Se arrodillaron y entregaron nuevamente su corazón a Jesús. Entonces dije:

—Tomen estas tarjetas y oren por lo que ellas contienen. Si están seguros de lo que dicen, pongan sus nombres aquí donde se lee: “Porque creo que Jesús me amó tanto que murió en mi lugar para pagar la pena por mis pecados, le entrego ahora mi corazón y lo recibo como mi Salvador”. Pongan también la fecha. Luego colóquenlas en la Biblia en Proverbios 23:26, donde el Señor pide que le entreguemos el corazón…

Así lo hicieron. Durante un tiempo los visité todos los días. Hacíamos un corto estudio y orábamos. Con rapidez y gozo aprendían las doctrinas porque habían aprendido a conocer y a amar al Autor de las mismas. A veces tomaba dos o tres días para desarrollar un tema. Un día Antonio dijo:

—Sra. Worth, tan. pronto como consiga trabajo y tengamos algo de ropa iremos a su iglesia.

Hasta entonces yo no había hecho mención de la iglesia.

SORPRENDENTE REVELACIÓN

Cierto día en que el esposo había salido y yo me encontraba leyendo la Biblia con la señora, ella me dijo:

—Cuando aquel día Smith trajo el whisky, le dije: En adelante no se beberá más en esta casa. ¡Será un hogar cristiano!

Yo estaba asombrada. Había pensado que no sabían lo que les decía o lo que decían ellos la primera vez, debido a que se encontraban tan ebrios. Pero la Palabra de Dios, más aguda que espada de dos filos, había penetrado sus sentidos embotados y obrado el nuevo nacimiento.

Se convirtieron en adventistas fieles y agradecidos. Un caso más que ilustra el poder de la Palabra y la verdad de que cuando el corazón está completamente rendido al Salvador las doctrinas no presentan dificultad. El alcohol no había sido más que un sustituto de lo que ellos en realidad anhelaban, compañerismo con Dios y comprensión de su Palabra. A ambos les rindieron una obediencia llena de amor.

 “Hay muchas almas que albergan anhelos indecibles de luz, de seguridad y fuerza, más allá de lo que les ha sido posible comprender. Necesitan que se las busque y que se trabaje por ellas, con paciencia y perseverancia. Buscad al Señor con fervorosa oración por ayuda. Presentad a Jesús porque lo conocéis como a vuestro Salvador personal. Que su amor subyugador, su rica gracia, fluya de los labios humanos. No necesitáis presentar puntos doctrinales a menos que se os pregunte. Mas tomad la Palabra y con amor tierno y anheloso por las almas, mostradles la preciosa justicia de Cristo, a quien vosotros y ellos deben acudir para ser salvos.

“No todos están constituidos de la misma manera. No todas las conversiones son iguales. Jesús impresiona el corazón y el pecador renace para vivir una vida nueva. A menudo las almas han sido atraídas a Cristo sin que mediara una convicción violenta, ni desgarramiento del alma, ni terrores llenos de remordimiento. Miraron a un Salvador que había sido elevado; y vivieron. Vieron la necesidad del alma; vieron la suficiencia del Salvador y sus requerimientos; oyeron su voz diciendo: ‘Seguidme’, y se levantaron y lo siguieron. Esta conversión fue genuina, y la vida religiosa ha sido tan decidida como la de otras personas que sufrieron toda la agonía de un proceso violento” (Evangelismo, págs. 289, 214, 215).

Sobre el autor: Instructora bíblica, Asoc. de Chesapeake