Y vi una mujer sentada sobre una bestia bermeja llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos.
—Apoc. 17:3.
Uno de los aspectos más fascinantes del estudio de la Biblia es el estudio de sus profecías. Las descripciones de la condición del mundo antes de la venida de Jesús y de la gloriosa esperanza de una tierra pacíficamente habitada en un futuro cercano intrigará siempre la mente del estudiante diligente y devoto.
El capítulo 17 del Apocalipsis contiene una obra maestra de la profecía que muestra el presente y el futuro. En la historia de las naciones que describe este capítulo se puede ver claramente cómo Dios le permite a Satanás que pruebe la futilidad de su sistema de gobierno y la gran necesidad humana del sistema de gobierno divino que Dios ha bosquejado y sellado con la sangre de su Hijo único.
Tal como aparece bosquejado en ese capítulo el sistema de Satanás, despojado de los hermosos principios de la ley de Dios que mantienen unido eternamente a un pueblo, está lleno de corrupción moral que lleva a la decadencia y a la degeneración hasta que la ruina final termina por abatirlo. El capítulo entero es una descripción del juicio de los impíos.
LA VISIÓN DE JUAN
En los versículos 1 y 2 un ángel le presenta el asunto a Juan. Comenzando con el versículo 3 Juan es arrebatado en visión y contempla una mujer sentada sobre una bestia escarlata.
Resulta claro que se halla sentada sobre una bestia y no sobre un dragón. Debido a la influencia satánica tan característica en esta bestia, Juan la ve de color escarlata, que es el que se le asigna a Satanás (Apoc. 12:3, 9). Excepto por su color, en Apocalipsis 13 se la describe aún con más detalle. Si hemos de comprender lo que Dios quiere revelarnos mediante esta bestia es importante que no la confundamos con el dragón del capítulo 12.
Esto destaca el hecho de que esa gran ramera es también descripta por el ángel como sentada sobre muchas aguas (17:1). Juan dice en el versículo 15 que las “aguas” simbolizan “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. Para la comprensión de esta profecía es útil recordar que la bestia híbrida de Apocalipsis 13: 2 incorpora los diez cuernos de la bestia indescriptible (Dan. 7:7), el cuerpo de leopardo (vers. 6), los pies de oso (vers. 5) y la cabeza de león (vers. 4). Esas bestias salen todas del mar (vers. 3). Lo que Daniel vio en cuatro bestias diferentes, Juan lo contempla en una representación unificada de un poder enemigo de Dios.
Como la mujer pura de Apocalipsis 12 simboliza una iglesia pura, la mujer impura del capítulo 17 es símbolo de una iglesia impura. En la mujer se puede ver claramente al poder eclesiástico de la iglesia romana. Engalanada con costosos atavíos (vers. 4), está llena de blasfemias y doctrinas que llevan a los reyes de la tierra a cometer fornicación espiritual. Ella guía al pueblo a la completa destrucción.
No podemos menos que maravillarnos de la exactitud de esta profecía al contemplar en la actualidad su cumplimiento. A la mujer se la describe como “ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús” (vers. 6). Apocalipsis 13:7 nos muestra que la bestia persigue realmente al pueblo de Dios al paso que la mujer (Apoc. 17:6) se embriaga por su habilidad para imponerse a la bestia sobre la cual monta.
Esto concuerda con el simbolismo bíblico, pues una bestia representa un poder político (Dan. 7; Apoc. 13:11) y una mujer representa un poder eclesiástico. Cuán bien se aplica al poder católico actual y del pasado. Los papas han coronado reyes y han hecho que los poderes políticos mataran a los que se calificaba de herejes.
Para comprobar con cuánta exactitud la historia cumple esta profecía debemos escudriñar con cuidado el poder de la bestia.
APOCALIPSIS 13 Y 17
Que las bestias de Apocalipsis 13 y 17 son una y la misma resulta evidente por la lectura de dos versículos. “Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada” (Apoc. 13:3). Volviendo al capítulo 17, versículo 8, leemos: “La bestia que has visto, era, y no es y está para subir del abismo e ir a perdición”. El primer pasaje muestra a la bestia mortalmente herida y el segundo ascendiendo del abismo. En ambos casos la maravillosa recuperación de la bestia causa asombro en el mundo (Apoc. 13:3; 17:8).
Napoleón hizo que el general Berthier tomara al papa como prisionero virtual en 1798. En 1870 el gobierno italiano despojó a esa iglesia del poder temporal en su territorio. Hablando del histórico tratado entre el gobierno fascista de Mussolini y el papado, leemos del “tratado de Letrán, el acuerdo concluido el 11 de febrero de 1929 entre la Santa Sede y el Estado Italiano, que terminó con el prolongado distancia- miento entre el papado y la casa de Savoya que resultó de la ocupación de Roma en 1870 por las tropas de Víctor Manuel II, rey de Italia… Los signatarios fueron el cardenal Pedro Gasparri por la Santa Sede y el primer ministro Benito Mussolini por el reino de Italia… Consta de veintisiete artículos que aseguran el reconocimiento de la soberanía del ocupante de la Sede Romana, garantías territoriales de la ciudad estado del Vaticano, reconocimiento de privilegios extraterritoriales y de exención de expropiación e impuestos, como también de hacer arreglos financieros a los fines de una indemnización”.[1]
Ese fue precisamente el comienzo del nuevo ascenso de Roma al poder. Se trata de un fiel cumplimiento de la profecía en el que, al paso que la iglesia sufría una declinación, era el poder temporal (la bestia) la que recibía la herida mortal y se recuperaba (era, no es, y asciende del abismo). (Apoc. 13:3; 17:8.) Últimamente el pontífice ha estado trabajando con los gobiernos comunistas para liberar a sus sacerdotes y, según algunos observadores, está cosechando beneficios adicionales. Esto puede hacerlo más aceptable como posible mediador en conflictos tales como los de Vietnam. El obispo Agustín Casaroli entrevistó recientemente en París a un diplomático de Hanoi, en cumplimiento de una misión que hubiera resultado imposible si entre la iglesia y el comunismo existiera aún una amarga polémica.
El Vaticano ejerce hoy poder eclesiástico y temporal, vívidamente presentado en la profecía bíblica como una mujer cabalgando sobre una bestia.
LAS SIETE CABEZAS
Las siete cabezas de la bestia son muy significativas. “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo” (Apoc. 17:9, 10).
En estos dos versículos se presentan tres símbolos, cada uno de los cuales está compuesto por siete “unidades”. Estos símbolos se interpretan en otra parte como reinos, imperios o poderes políticos.
- Cabezas: Dan. 7:6
- Monte: Dan. 2:35, 45
- Reyes: Dan. 2:37, 38
En versiones en castellano, en algunas al final del versículo 9 y en otras al comienzo del 10, se lee: “Y son siete reyes”, “son también siete reyes”, “también son siete reyes”, “representan siete reyes”.[2] El griego inicia el versículo “Kai hastiéis heptá eisin”[3], o sea “y ellos son siete reyes”. Esto hace bastante claro que Juan vio las cabezas, montes y reyes como una misma cosa. Aquí esos reinos están integrados en una bestia y homogeneizados por la pecaminosa influencia de Satanás, de quien reciben su poder (cap. 13:2).
En el momento en que Juan los contempla, cinco ya han caído, uno estaba actuando y el séptimo estaba aún por recibir el reino. En la historia han existido siete grandes imperios mundiales. Egipto, que por tres veces alcanzó gran dominio; Asiria, que destruyó a Israel, Babilonia, Media y Persia, Grecia, Roma pagana y Roma papal.[4] Cuando Juan vio esta visión, Egipto, Asiria, Babilonia, Media y Persia y Grecia habían desaparecido ya del escenario. Ostentaba el cetro la Roma pagana que pocos siglos después se fusionaría convirtiéndose en la Roma papal. La Iglesia Católica Romana fue sostenida y dirigida por el poder civil, y por un tiempo el Sacro Imperio Romano fue el poder temporal con los restantes siete de los diez cuernos (Europa) como reyes vasallos bastante poderosos e independientes.
Se dice tres veces en los versículos 3, 7 y 9 del capítulo 17 que la mujer se sienta sobre y es llevada por esa bestia. Esto es muy significativo. La profecía parece verse apoyada por la geografía en el hecho de que la ciudad de Roma descansa sobre siete colinas (montes) que vienen como a ser los siete imperios mundiales que le sirven de base. Cada uno de éstos ha tenido parte en el desarrollo de sus doctrinas.
FALSAS DOCTRINAS
La Iglesia Católica ha fundamentado sus doctrinas en la tradición, como también en la Biblia, según lo declaró en el Concilio de Trento.[5] Esas tradiciones proceden, a través de los siglos, de fuentes paganas y han afectado casi todas, si no todas, las enseñanzas del catolicismo. En su libro Paganisvi to Christianity in the Román Empire el autor, Walter Woodburn Hyde, admite que “al paso que el imperio se hizo cristiano, la iglesia se hizo en parte pagana”.[6]
L. E. Froom señala en The Conditionalist Faith of Our Fathers, tomo 2, que la doctrina del purgatorio deriva de múltiples fuentes paganas. Algunas de las nombradas son egipcias, persas y los filósofos platónicos griegos.[7]
Las divinidades transitaron por Asiria. Babilonia, Persia y Grecia, y la mayoría fue incorporada al paganismo romano en una forma u otra.
“Esa influencia [babilónica] se manifestó de varias maneras. Primero, introdujo nuevos dioses. Así fue como Bel pasó del panteón babilónico a aquel otro de Pal- mira y fue honrado en todo el norte de Siria. También hizo que las antiguas divinidades fuesen ordenadas en nuevos grupos… Finalmente, y lo más importante, la astrolatría obró cambios radicales en los caracteres de los poderes celestiales y, como consecuencia más distante, en todo el paganismo romano”.[8]
Hablando de la doctrina del purgatorio, el Dr. Froom dice: “Agustín echó el fundamento, que fue sancionado por el papa Gregorio Magno (c. 582), sostenido luego por Damián y consumado bajo Pedro Lombardo y Tomás de Aquino. Siguiendo a Platón en su concepto de un dolor permanente y sin fin, Agustín parece haber sido el primer escritor cristiano que lanzó la idea de la purificación del ‘alma inmortal’ mientras el cuerpo yace en la tumba, aunque rechaza enérgicamente la idea de un ‘tercer’ lugar ‘como desconocido para los cristianos y extraño a la revelación. Pero buscó alguna salida de los terribles dolores de un infierno eterno… La encumbrada posición de Agustín en los círculos teológicos hizo que se diera crédito a esta idea definida, y halló cabida entre las tribus bárbaras de Italia, España e Inglaterra cuando los godos y lombardos invadieron Italia, y cuando Francia fue sometida por los francos y los vándalos asolaron España”.[9]
Sería difícil saber cuántas son las fuentes de las doctrinas papales, pero mucho de lo que ha pasado por los imperios del mundo se ha cristalizado en la enseñanza y la práctica católicas. En los senderos de la historia se puede ver la influencia satánica siempre opuesta a la verdad, pero modificada para adaptarla a las gentes y los tiempos. La doctrina de la inmortalidad del alma ha sido cultivada como una próspera vid, pero la semilla fue plantada en el jardín del Edén cuando Satanás dijo: “No moriréis” (Gén. 3:4).
La santidad del domingo, también con raíces paganas, es una doctrina satánica opuesta a la ley y el gobierno de Dios. ¡No es de extrañar que la bestia le fuera revelada a Juan como de color escarlata!
LA BESTIA QUE ERA, Y NO ES
Apocalipsis 17:11 parece confuso, pero una vez desenmarañado está en perfecta armonía con los versículos 8 y 10, como también con el capítulo 13:3.
“La bestia que era, y no es [que recibió la herida de muerte y fue sanada], es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición” (Apoc. 17:11).
Nótese la armonía con el capítulo 13, versículo 3.
Apoc. 17:11
- “Era, y no es”.
- “Es también el octavo”.
- “Es de entre los siete”.
- Vers. 8: “Y los moradores de la tierra… se asombrarán”.
Apoc. 13:3.
1. “Una de sus cabezas… herida”.
2. “Su herida mortal fue sanada”.
3. “Una de sus cabezas”.
4, “Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”.
Cuando cayó la Roma pagana, fue más una transición hacia un gobierno religioso y político que continuó durante 1.260 años. Pero el octavo, que “es de entre los siete” (ek ton heptá)[10], es el retorno de la Roma papal a un poder dual, comenzando con el 11 de febrero de 1929, y es todavía una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata. Parece una inconsecuencia, pero el mismo (es decir, Mussolini) que le otorgó otra vez al papa su autoridad, fue asesinado y colgado cabeza abajo junto con su amante en las calles de Roma. Sin embargo la Iglesia Católica Romana avanza hasta que los reyes de la tierra fornican con ella.
En nuestros días vemos a los reyes, en realidad todo el mundo, mirando más y más al papa en busca de dirección para los asuntos nacionales y religiosos. Es la combinación de estos dos aspectos para afianzar la autoridad eclesiástica de la iglesia lo que resulta en la pérdida de la libertad religiosa y el desarrollo de una actitud fornicaria de parte de la iglesia.
En cumplimiento de esto los jefes de estado aceptarán leyes, originadas en el poder eclesiástico, que restringirán la libertad de conciencia y apartarán a los hombres del deber y la lealtad a Dios. En la actualidad los líderes mundiales miran a este poder político-religioso en busca de orientación y guía. Al igual que los dirigentes religiosos, están tendiendo la mano por sobre el abismo.
LA MADRE IGLESIA
La mujer representa a la Iglesia Católica como “la madre de las rameras” (Apoc. 17:5). Luego parece cambiar ante los ojos de Juan y se la presenta como “la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra” (vers. 18). Todavía se distingue perfectamente a la mujer, pero con sus hijas reunidas en torno de ella. Es significativo el hecho de que Roma sea conocida como la madre iglesia, y hoy encontramos a los “hermanos separados” como volviendo al único redil.
Como en el caso de la actitud de los hombres hacia una ramera, finalmente la aborrecen (vers. 16). “Las multitudes se llenan de furor. ‘¡Estamos perdidos! —exclaman— y vosotros sois causa de nuestra perdición’; y se vuelven contra los falsos pastores. Precisamente aquellos que más los admiraban en otros tiempos pronunciarán contra ellos las más terribles maldiciones. Las manos mismas que los coronaron con laureles se levantarán para aniquilarlos. Las espadas que debían servir para destruir al pueblo de Dios se emplean ahora para matar a sus enemigos”.[11]
En esta visión que se le dio a Juan se presenta una gran vista panorámica del desarrollo, reinado y completa destrucción de un poder que en esos últimos días estará en guerra contra la iglesia remanente que guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesús. De cuánta importancia es que los adventistas del séptimo día comprendan la verdadera naturaleza del conflicto en lo que tiene que ver en el romanismo, unido con el protestantismo apóstata y el espiritismo (Apoc. 16:13). A la luz de los acontecimientos actuales, ¡cuán importante es que proclamemos fielmente el mensaje del tercer ángel de Apocalipsis 14!
Sobre el autor: Pastor de la Asoc. de Alabama-Mississippi
Referencias
[1] “Lateran Treaty”, The Encyclopedia Americana, tomo 15, págs. 770, 771, ed. 1968.
[2] Valora revisada, Biblia de Jerusalén, Ausejo, versión Popular, versión Moderna y otras.
[3] Nestle, D. Erwin, Novum Testamentum Greace, pág. 645. Verlag y Druck, Alemania, 1952.
[4] Thiele, E. R., Outline Studies in Revelation, págs. 527, 528. Emmanuel Missionary College, Berrien Springs, Michigan, 1954.
[5] Seventh-day Adventist Bible Students’ Source Book, art. 1728. pág. 1042. Review and Herald Publishing Association, Washington, D. C., 1962.
[6] Hyde, Walter Woodburn, Paqanism to Christianity in the Roman Empire, citado en SDA Students’ Source Book, art. 1360, pág. 842.
[7] Froom, L. E., The Conditionalist Faith of Our Fathers, tomo 2, pág. 41. Review and Herald Publishing Association, Washington, D. C., 1965.
[8] Cumont, Franz, The Oriental Religions in Roman Paqanism, citado en SDA Students’ Source Book, art. 137, pág. 74.
[9] Froom, opus cit., págs. 42, 43.
[10] Nestle, opus cit., pág. 645.
[11] White, Elena G. de, El Conflicto de los Siglos, pág. 714. Pacific Press Publishing Association, Mountain View, California, 1954.