IV. Un universo limpio

En los tres artículos anteriores hemos considerado la palabra hebrea tsadaq y las razones por las cuales fue traducida “purificado” en la LXX y en diferentes versiones. Reconocemos, sin embargo, que esta palabra tiene una connotación mucho más amplia, y en este artículo es nuestro propósito sugerir por qué el escritor sagrado, bajo la inspiración divina, usó la palabra tsadaq prefiriéndola a taher o a zakah, palabras que indudablemente significan “limpiar” o “purificar”.

Quien reconozca la Biblia como la palabra de Dios y acepte su consejo como emanado de una autoridad divina, admitirá fácilmente que antes de la defección de Satanás, el universo estaba limpio, sin ninguna mancha de iniquidad. Lo que había salido de la mano creadora del Altísimo necesariamente no estaba contaminado por el mal. No podría haber sido de otra forma: reconocemos al único verdadero Dios como un Dios de justicia y verdad.

Habría que deducir naturalmente, pues, que aunque el pecado entró en el dominio inmaculado de Dios, no era posible que quedase por la eternidad, ni que dejase una mancha indeleble y perpetua en la obra del Señor Jehová. Allí es donde interviene la obra redentora de Cristo, nuestro Señor. Debido a esto se nos asegura que, no sólo los pecadores pueden ser redimidos, sino que la misma tierra será redimida ya que ella también sufrió la maldición del pecado. De ahí que encontramos en las Escrituras:

“Cristo nos redimió” (Gál 3:13), “pueblo adquirido” (1 Ped. 2:9). La tierra también es redimida. Ella también ha sido adquirida. Esto se recalca en el siguiente pasaje:

“No sólo el hombre sino también la tierra había caído por el pecado bajo el dominio del maligno, y había de ser restaurada mediante el plan de la redención… Cristo, mediante su sacrificio, al pagar la pena del pecado, no sólo redimiría al hombre, sino que también recuperaría el dominio que éste había perdido” (Patriarcas y Profetas, págs. 52, 53).

Todo esto está contemplado en Daniel 8:14 en la palabra hebrea tsadaq. Así lo veremos a continuación.

  1. El factor tiempo en la purificación del santuario

La mayoría de los comentadores bíblicos aplican Daniel 8: 14 al período de Antíoco y de los Macabeos (175-164 AC). Para ello no tienen en cuenta el principio de día por año en lo que respecta a los 2300 días, y generalmente concluyen que esto se refiere a 2300 sacrificios vespertinos y matutinos, lo que significaría 1150 días. Pero este cálculo no satisface, como todos sabemos. Nadie ha podido elaborar un esquema en el cual este cómputo calce exactamente.

Vayamos ahora a la profecía en sí y veamos si hay alguna base real para una aplicación tal. Tenemos una linea profética que comienza con el símbolo de un “carnero”. Este es seguido por un “macho cabrío”, y después viene el “cuerno pequeño”. Es evidente en el capítulo 8 que éstos son símbolos, poique el ángel Gabriel dice lo que representan.

El “carnero” representa a Medo-Persia (vers. 20). El “macho cabrío” a Grecia (vers. 21). El “cuerno pequeño” no es interpretado en Daniel 8, evidentemente porque lo había sido anteriormente.

Las visiones de Daniel 2 y 7 son paralelas. Representan a los mismos pode es. Esto indica que el tercer símbolo de Daniel 8 representa a Roma. Después de todo, fue Roma la que se levantó contra el “Príncipe de los príncipes” (vers. 25), y bajo su poder se menciona la purificación del santuario. Si ponemos los sucesos de esta profecía en su marco histórico, es evidente que esta expresión “purificación del santuario” no puede cumplirse hasta después de la obra del Mesías tal como está detallada en Daniel 9:24-27. El “Príncipe de los príncipes” es el “príncipe de los ejércitos” de Daniel 8:11. La obra de la purificación del santuario debe ubicarse después de esto.

Al fin de la visión de Daniel 8, el ángel Gabriel le asegura al profeta que “la visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días” (vers. 26). Esta última expresión significa “el tiempo del fin” (vers. 17). Por consiguiente parece inútil buscar el cumplimiento del versículo 14 durante el período macabeo o cualquier otro período hasta que se llegue al “tiempo del fin”. Hasta donde sabemos, ni el mismo Daniel comprendió esta parte de la profecía. Lo que él y su pueblo entendieron en ese momento era la parte relativa a los 490 años. Acerca de esto leemos:

“Mientras se eleva la oración de Daniel, el ángel Gabriel viene volando desde las cortes del cielo… El ángel poderoso ha sido comisionado para… abrir delante de él los misterios de las edades futuras… Daniel recibió no solamente la luz y la verdad que él y su pueblo necesitaban en gran manera, sino una visión de los grandes acontecimientos del futuro, hasta el advenimiento del Redentor del mundo” (La Edificación del Carácter, pág. 62. La cursiva es nuestra).

Si, pues, esta forma de computar el tiempo es correcta, no necesitamos buscar el cumplimiento de la expresión “luego el santuario será purificado” hasta que lleguemos, atravesando las edades, a lo que el Señor llama “el tiempo del fin”. Aceptando esto debemos reconocer que en ese tiempo (año 1798 DC) no había santuario alguno en la tierra; de ahí que deba referirse evidentemente al santuario que está en el cielo.

2. Hay un santuario real en el cielo de los cielos

La Palabra de Dios señala claramente un “santuario” o “templo” en el cielo. Notemos:

a. El testimonio del Nuevo Testamento. En Hebreos 8: 2 leemos que Jesús es “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”.

En Hebreos 9:23, 24: “Las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así… con mejores sacrificios… Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo”.

En confirmación de esto, el profeta Juan describe lo que vio en su visión de la tierra celestial. El contempló:

El templo[1] (Apoc. 11:19); el altar (8:3); el arca del pacto (11:19); las siete lámparas (4:5); el incensario (8:3); y los cuernos del altar (9:13).

b. El testimonio del Antiguo Testamento. El tabernáculo del desierto, y más tarde el templo, fueron hechos según el modelo (Exo. 25:8; 1 Crón. 28:11, 12). Se ha pensado que se trata de algo así como un bosquejo o un croquis. Pero evidentemente se trata de algo más que eso, porque se lo llama “modelo” en Hebreos 8:5 y en Éxodo 25:40. Leemos también que David entendía que el santuario real de Dios estaba en el cielo, aun cuando Israel tenía un glorioso templo en Jerusalén. “Porque miró desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra” (Sal. 102:19).

De la pluma de Elena G. de White citamos lo siguiente: “Dios presentó a Moisés… una visión del santuario celestial” (Patriarcas y Profetas, pág. 356). “Se había hecho un santuario muy espléndido de acuerdo con el modelo mostrado a Moisés en el monte… El santuario terrenal se hizo a semejanza del celestial” (Spiritual Gifts, tomo 4a, pág. 113). “El santuario del cielo … es el gran original del cual el santuario construido por Moisés era copia” (The Story of Redemption, pág. 377).

c. El santuario celestial es un santuario real. En Hebreos 8:1, 2 leemos que Jesús ministra en nuestro favor en el templo del cielo. ¿Por qué hemos de cuestionar la realidad del santuario? ¿No está acaso allí nuestro bendito Señor como Sumo Sacerdote, el mismo Jesús que vivió aquí en la tierra? Aun en su cuerpo resucitado era real; podía ser tocado (Luc. 24:39). ¿No habría de ser real también el santuario? Muchas traducciones modernas dan énfasis a este pensamiento. La Interpretéis Bible comentando Hebreos 8:2 rinde “el real” [tabernáculo]; las Biblias de Wiclef, Tindale y la de Ginebra se refieren al “verdadero tabernáculo”, [como también la Valera].

La palabra hebrea usada más a menudo para referirse al santuario terrenal es miqdash, pero la palabra usada para referirse al santuario celestial en el Antiguo Testamento es qodesh (Sal. 102:19). También se usa este término para describir el terrenal. Pero se ha traducido la palabra qodesh como “santo” más de 200 veces, y como “santuario” unas 70 veces, y ésta es la palabra usada para “santuario” en Daniel 8:14.

3. ¿Qué parte del ministerio de Jesús prefiguraba el santuario terrenal?

Todo el sistema ritual del santuario terrenal prefiguraba la obra de Cristo el Señor tanto como sacerdote, como en su papel de víctima. Jesús derramó su preciosa sangre en el Calvario; él ministra la eficacia de esa sangre en el templo de lo alto. En el servicio simbólico vemos en él a la realidad prefigurada en los sacrificios de la mañana y de la tarde. También lo vemos en la oferta expiatoria traída por el pecador que confesaba humildemente sus pecados y pedía perdón al Señor. Todos estos servicios se realizaban día tras día, pero el ritual alcanzaba su clímax el día de la expiación. Este servicio está presentado en sus detalles en Levítico 16, y la purificación del santuario estaba en relación con este servicio. Recuérdese que este servicio tiene una importancia muy grande para la comprensión del alcance y el significado del acto redentor de Dios. Indica mucho más que el mismo acto de sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario; mira hacia adelante al momento en que todos los pecados serán bordados, cuando el autor del mal y todos los que han elegido echar su suerte con él en la rebelión irán a la perdición, y cuando el pecado y el dolor no serán más.

Vayamos al servicio de este día y observemos el orden de los acontecimientos. Leemos en Levítico 16 que después que el sumo sacerdote había terminado lo necesario para su propia purificación y también la de su casa:

a. Tenía que tomar dos machos cabríos para expiación (vers. 5).

b. Tenía que echar suertes, una por Jehová, la otra por Azazel (vers. 8).

c. Tenía que traer el “macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación” (vers. 9).

d. Tenía que tomar el macho cabrío sobre el cual había caído la suerte por Azazel, confesar sobre él los pecados del pueblo de Israel, y enviarlo al desierto (vers. 21, 22).

Ahora bien, estos actos específicos encierran verdades de importancia vital en relación con los acontecimientos finales anteriores al mandato divino que llamará a la existencia el cielo nuevo y la tierra nueva. Notemos que:

a. la palabra “scapegoat” que se halla en la K.J.V. es difícilmente una traducción cuidadosa de la palabra hebrea Azazel. Habría que haber puesto en inglés “Azazel” (véase R.S.V., E.R.V.).[2]

La nota de pie de plana de Leeser da: “A.V.—scapegoat; Eng. Ver; pero no hay razón para ello”. Algunos de los primeros padres de la iglesia enseñaron lo mismo.[3] Muchos escritores cristianos, y otros, así como la mayoría de los diccionarios bíblicos y enciclopedias de la Biblia se refieren a Azazel como a Satanás.

b. Azazel debiera ser considerado como un ser personal en contraposición a Jehová. Un comentador judío escribe:

“ ‘Uno será para Jehová, y otro será para Azazel’. Aquí tenemos una clara antítesis; y como Jehová es un ser personal, también lo es Azazel” (M. Kalisch, Commentary on Leviticus, pág. 328).[4]

c. Debe entenderse, a la luz de Levítico 16:10, que Azazel no era una ofrenda para el pecado, como está implicado en el versículo 5. Es el macho cabrío de Jehová el que es ofrecido “en expiación”. El macho cabrío por Azazel no es un ofrenda por el pecado; su participación se realiza después de la obra de purificación del pueblo y del santuario. Entonces el sumo sacerdote se ocupa de él. Citamos nuevamente a M. Kalisch:

“Esto no significa exactamente “para expiación” siendo que uno no era sacrificado… [Azazel] no hacía expiación por el pueblo” (Id., pág. 326).

d. El macho cabrío “para expiación” representaba a Cristo, quien “murió por nuestros pecados” (1 Cor. 15:3); el otro representa a Satanás quien perecerá por sus propios pecados y también por su parte en todos los pecados que hizo cometer a los hijos de Dios (Apoc. 20:10,12).

e. Debe que la expiación de Azazel se hace “sobre él” como dice en el vers. 21. El está excluido de los beneficios de cualquier expiación hecha en el ritual de los sacrificios del santuario, y esto que se hace con Azazel no tiene ninguna relación con la obra de la redención en sí.

Está usado en el sentido de “cubrir”. Noé al hacer el arca, tenía que calafatearla cubriéndola [kaphar] “con brea por dentro y por fuera” (Gén. 6:14). Esta es la primera acepción de kaphar que en otros lugares ha sido traducido “expiación”. Está usado también con el significado de expulsión o alejamiento del ofensor. Véase Números 25:12, 13 donde Finees “tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel”. Había matado a los individuos responsables de la apostasia y mediante ese acto había alejado o eliminado a los culpables. Esto es exactamente lo que se hacía al cierre de los servicios del día de la expiación cuando se le aplicaba “la expiación” a Azazel. En esto Azazel representa a Satanás, el autor de la iniquidad, y su alejamiento final, primero al desierto (la tierra en su estado caótico durante los mil años, Apoc. 20:2), y después en el lago de fuego donde es consumido (vers. 10 y 14).

f. Debe tenerse en cuenta, al tratar acerca de Satanás tal como está simbolizado en Levítico 16, que:

Ninguna expiación se hacía para Azazel. Su sangre no era derramada como ofrenda por el pecado. Su parte en los acontecimientos venía después que había terminado la obra de redención para el pueblo y el santuario. Los profetas de Israel vieron todo esto antes. Notemos cómo se expresaron.

“Su iniquidad volverá sobre su cabeza, y su agravio caerá sobre su propia coronilla” (Sal. 7:16). “El que hace errar a los rectos por el mal camino, él caerá en su misma fosa” (Prov. 28:10). Esto significa, pues, que cuando Satanás perece en el lago de fuego paga la penalidad no sólo por su propia rebelión contra el Altísimo sino también por su parte en todos los pecados cometidos, pero ahora perdonados, de los hijos de Dios. Elena G. de White ha escrito al respecto:

“Así como, al quitar los pecados del santuario, el sacerdote los confesaba sobre la cabeza del macho cabrío emisario, así también Cristo colocará todos estos pecados sobre Satanás, autor e instigador del pecado… Satanás, cargado con la responsabilidad de todos los pecados que ha hecho cometer al pueblo de Dios… sufrirá finalmente la entera penalidad del pecado en el fuego que destruirá a todos los impíos” (El Conflicto de los Siglos, págs. 539, 540).

Y sépase que no estamos solos al sostener esta posición. Citamos a un autor:

“El pecado, aunque perdonado, es todavía odioso a Dios y no puede permanecer ante su vista; es quitado y llevado lejos “a un lugar despoblado”… y cargado sobre el primer seductor del hombre. Los pecados de los creyentes les son quitados y cargados sobre Satanás, su primer autor e instigador” (John Eadie, en Biblical Cyclopaedia, pág. 577 ).[5]

Satanás no sólo fue enviado al desierto (Apoc. 20) sino que, como el macho cabrío por Azazel, perecerá. Los escritores judíos están de acuerdo en que esto es lo que ocurría con el macho cabrío por Azazel.[6]

“El macho cabrío que hay que arrojar al precipicio” (Talmud Yoma 64, pág. 299; véase también la nota de pie de plana de 67, pág. 312).

Morirá en “un lugar áspero y duro en el desierto rocoso” (Tárgum de Onkelos sobre Lev. 16:21, 22).

4.Un universo limpio

a. Datos bíblicos. Presentamos unos pocos de los pasajes bíblicos que presentan este concepto.

“El tiempo de la consumación de la maldad”- (Eze. 21:25).

“Ni habrá más… dolor” (Apoc. 21:4).

“No habrá más maldición” (Apoc. 22; 3).

Habrá una “restauración de todas las cosas” (Hech. 3:21).

Habrá “nuevos cielos y nueva tierra” (Isa. 65:17; 2 Ped. 3:13; Apoc. 21:1).

b. El universo será purificado.

“La obra de Cristo en favor de la redención del hombre y la purificación del pecado del universo, será concluida quitando el pecado del santuario celestial” (Patriarcas y Profetas, pág. 372).

“Al pueblo… se le inducía a contemplar los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, que eliminarán del universo el pecado y los pecadores” (Profetas y Reyes, pág. 505).

“Todo el universo de Dios estaba limpio y había terminado para siempre la gran controversia” (Primeros Escritos, pág. 295).

c. Se vindica el carácter de Dios.

“A juicio del universo, Dios quedará libre de toda culpa por la existencia o continuación del mal… [Todos] se unirán para declarar: ‘Justos y verdaderos son tus caminos’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 40). Véanse también El Conflicto de los Siglos, pág. 558; Patriarcas y Profetas, pág. 352.

d. No somos los únicos en esperar esto. Algunos eruditos cristianos[7] se unen a nosotros en esperar la ocasión cuando el universo estará libre de iniquidad, y cuando habrá una restauración de las condiciones edénicas. Leemos de un autor:

“¿Será la tierra maldita para siempre? No. La obra de Cristo como Redentor no sería completa. Después de salvar al hombre… efectuará la restitución de las cosas” (The Biblical Illustrator, sobre 2 Ped. 3:13, pág. 179).

Luego sigue una hermosa descripción de la nueva tierra.

El viejo universo quedó arruinado por la caída, impregnado por los efectos del pecado. Esto incluye toda la naturaleza animada e inanimada, los cuerpos celestes y también los cielos. Todo será hecho nuevo. En ese día el fuego lo renovará todo, de manera que en ellos “more justicia”. Hasta el más pequeño vestigio de injusticia habrá sido eliminado.[8]

De ahí que en Daniel 8:14, mientras que tsadaq en su contexto de la purificación del santuario hace hincapié en la purificación, no hay duda de que se eligió esta palabra debido a su significado mucho más amplio, el de la “purificación del universo”, donde todo será vuelto a poner en su lugar, Dios será vindicado y la tierra renovada será un lugar “donde mora la justicia”.

Sobre el autor: Administrador jubilado


Referencias:

[1] El templo se menciona cuatro veces, el altar nueve.

[2]Véanse también Goodspeed, Mofíatt, Lamsa, Moulton, Rotherham, Amplified, Jerusalem Bible, etc.

[3] Véanse Ireneo, Contra los Herejes, cap. XV, párr. 6; Orígenes, Contra Celso, libro VI, cap. 43; De principiis, cap. II. 1. Azazel es un ángel poderoso, el’ángel destructor, el perversor—Satanás.

[4] Véase también: Keil y Delitzsch, Commentary on the Pentateuch, tomo 2.

[5] Véase M. Kalisch, op. cit., págs. 335, 336; J. H. Kurtz, Sacrificial Worship in the O. T., págs. 405, 406; y muchos otros.

[6] Hastin’s Dictionary oí the Bible: Comentario de Jameson, Faussot y Brown: Jewish Encyclopedia, 2: 367; zohar, tomo 5, pág. 53; P. I. Hershon, Treasures of the Talmud, pág. 93.

[7] The Biblical Illustrator, pág. 179, sobre 2 Ped.3:13. Fleming Revell, Londres.

[8] R. H. C. Lenski en Interpretation of St. Peter, Wartburg Press, Columbas, Ohio, 1956, pág. 350. Véanse también Adam Clarke, sobre Apoc. 22:3; J. Skinner en Cambridge Bible, sobre Isa. 65:17; C. J. Ellicott, Oíd Testament Commentary, sobre Isa. 65:17; Brook Foss Westcott, Book of Hebrews, págs. 271-282; E. H. Plumtree, en Cambridge Bible, sobre 2 Ped. 3:13.