Pregunta 28 continuación

4. Las especificaciones de Daniel 7 no se cumplen. Los adventistas rechazan la aplicación del cuerno pequeño de Daniel 7 a Antíoco por una serie de razones:

a. Antíoco pertenecía al tercer imperio en la secuencia histórica real comenzando con el tiempo de Daniel (véase el punto 7).

b. La cuarta bestia tenía diez cuernos (vers. 7, 19, 20), pero la bestia greco-macedonia, a la cual pertenecía Antíoco, tenía cuatro divisiones que son descriptas en el capítulo 8 como cuatro cuernos. Es cierto que no es necesario que haya una coincidencia de símbolos, pero la discrepancia radica en el número real de divisiones que sucedieron al imperio original.

c. Antíoco no se levantó después de diez reyes (vers. 24). Era sólo el octavo en la línea seléucida (siria). Además, la profecía exige cuernos contemporáneos, no sucesivos.

d. No era “diferente” de sus predecesores (vers. 24).

e. Es imposible hallar tres reyes de diez que hayan sido “arrancados” o sometidos ante él (vers. 8, 24); los que pretenden hallarlos nombran meros aspirantes que nunca llegaron a ser reyes.[3]

f. No parecía más grande que sus compañeros (vers. 20); no fue el mayor de su dinastía; su padre, no él, fue llamado Antíoco el Grande.

g. Es cierto que blasfemó a Dios, cambió leyes de culto y persiguió al pueblo escogido de Dios, pero su persecución no duró como lo requiere la profecía, tres tiempos y medio (vers. 25; véase el punto 6).

h. No prevaleció hasta el juicio ante el Anciano de días que sería seguido por la entrega del reino eterno a los santos (vers. 9, 14, 26, 27).

i. Sus grandes palabras no fueron la causa de la destrucción de la bestia o imperio greco-macedónico (vers. 11).

j. El reino que siguió al macedonio fue el romano, no el reino eterno de los santos (vers. 27).

k. Algunos identifican este reino de los santos con la primera venida de Cristo en el siguiente período (el romano). Pero el reino y el dominio “debajo de todo el cielo” (vers. 27) no fue establecido entonces, y el reino de la gracia en el corazón de los hombres no cumple con la descripción.

  1. En una profecía que constituye una vista panorámica desde la Babilonia de los días de Daniel hasta el juicio y el reino de los santos, el breve y fracasado intento de Antíoco por dominar a los judíos sería magnificado fuera de toda proporción mediante la aplicación del símbolo del cuerno pequeño a él. En vano buscamos los tremendos sucesos del juicio y el establecimiento del reino eterno de Dios a continuación del reino de Antíoco.

Es obvia la conclusión que Antíoco no cumple las especificaciones del cuerno pequeño, ni siquiera las primeras, por no hablar de las últimas. Esto muestra acabadamente la falacia de la interpretación modernista prevaleciente basada en la supuesta ignorancia de un pseudo Daniel del segundo siglo, que escribiera una pseudo profecía en el tiempo de Antíoco o después del mismo. Y como no hay otro candidato posible en el período macedonio sino Antíoco, debemos, por lo tanto, sacar la conclusión que el cuerno pequeño de Daniel 7 no puede ser griego, y la única alternativa es un cuerno romano (véase el final del punto 8).

5. No se cumplen las especificaciones de Daniel 8. Debemos examinar también la posición según la cual Antíoco es el cuerno pequeño de Daniel 8 que “creció mucho”. El hecho de que Antíoco en efecto salió “de uno de ellos” (de los cuatro cuernos- reinos de la cabeza greco-macedonia) sugiere la plausibilidad de esta posición. Sin embargo, aun descartando el hecho que hay diferencia de opiniones en cuanto a si “de uno de ellos” significa de uno de los cuernos-reinos o de uno de “los cuatro vientos” (vers. 8, 9), o sea de uno de los cuatro puntos cardinales, hay algunos obstáculos que no nos hacen ver en Antíoco un cumplimiento adecuado de las especificaciones proféticas.

a. En primer lugar, Antíoco no era un “cuerno”. Los cuatro cuernos del macho cabrío eran “cuatro reinos” (vers. 22), el mayor de los cuales fue el reino seléucida, o sirio. Antíoco no fue un cuerno o reino separado sino uno de los reyes del cuerno seléucida, por lo tanto era parte de uno de los cuernos.

b. Antíoco no “creció mucho” (vers. 9) en comparación con el imperio greco-macedónico de Alejandro (vers. 8). Antíoco ni siquiera fue el rey más poderoso de la división seléucida del imperio de Alejandro.

c. Difícilmente podríamos decir que Antíoco se engrandeció mediante las conquistas (vers. 9). Su avance hacia el “sur” a Egipto fue detenido por una sola palabra de un oficial romano; su expedición al “oriente” resultó en su muerte; y su dominio de “la tierra gloriosa” de Palestina no duró, porque su persecución de los judíos produjo la resistencia que resultó luego en su independencia.

d. La furia del cuerno contra “el ejército del cielo” (vers. 10), que evidentemente se identifica con “los fuertes” y “el pueblo de los santos” (vers. 24), podría ser una referencia a la persecución de los judíos por parte de Antíoco. Sin embargo, si todas las demás especificaciones indican más bien otro poder que también persiguió al pueblo de Dios, este versículo no puede ser decisivo.

e. ¿Contra qué “príncipe de los ejércitos” (vers. 11) o “Príncipe de los príncipes” (vers. 25) se levantó Antíoco? Un simple sacerdote judío difícilmente sería designado por este título; “Príncipe de los príncipes” podría ser únicamente una poco común denominación de Dios o Cristo, cuyo culto él atacó.

f. Antíoco terminó con el “continuo sacrificio” al verdadero Dios, pero no abolió los sacrificios del templo; los reemplazó con otros en honor de dioses paganos. Sin embargo, él solamente profanó “el lugar de su santuario”; éste no fue echado “por tierra” hasta que los romanos lo destruyeron en el año 70 DC.

g. Sus intentos de echar “por tierra la verdad” (vers. 12) no tuvieron éxito. El resultado final de su persecución fue fortalecer la verdad uniendo a los judíos contra la helenización del judaísmo

h. Aunque Antíoco no fue un rey débil, difícilmente puede decirse que en sus ambiciosos planes “hizo cuanto quiso, y prosperó” (vers. 12; compárese con vers. 24); ni tampoco “con su sagacidad” hizo “prosperar el engaño de su mano” (vers. 25) para alcanzar sus fines.

i. Los intentos de contar los 2300 días (vers. 14) como el período literal de la profanación del templo por parte de Antíoco fracasan al tratar de hacer coincidir la cronología con cualquiera de las fuentes (véase el punto 6).

j. Antíoco no reinó “al fin del reinado” del imperio helenístico de Alejandro (vers. 23), sino cerca de la mitad del periodo.

k. Antíoco fue “un rey altivo de rostro” hacia los judíos, pero no se destacó por ser “entendido en enigmas”.

l. Su “poder” no se fortaleció notablemente, ni puede decirse que no fuese “con fuerza propia” (vers. 24). Por lo menos, estas dos frases no dan una confirmación especial para la identificación de Antíoco.

m. Antíoco no fue quebrantado “no por mano humana” (vers. 25); no hay indicio de nada milagroso o misterioso tanto acerca de su fracaso con los judíos como acerca de su muerte.

n. Identificar, como algunos hacen, al papado como el cuerno pequeño del capítulo 7, y a Antíoco como el cuerno pequeño del capítulo 8, es desequilibrar las dos profecías, es destruir el evidente paralelismo entre las dos series de imperios mundiales presentadas (véase el punto 8L Si el capítulo 7 sigue la secuencia desde Babilonia, pasando por Medo-Persia, el imperio de Alejandro y sus sucesores divididos, el imperio romano y el papado, hasta el juicio, entonces el capítulo 8, que comienza con Persia, un paso después, debe cubrir la misma secuencia; Persia, Alejandro, los cuatro cuernos-reinos que salieron de su imperio, y luego otro cuerno, evidentemente otro reino. Para conservar el paralelismo evidente, este cuerno lógicamente tiene que ser la siguiente potencia mundial que vino después de las monarquías helenísticas, o sea Roma; y esperaríamos que el desenlace de la profecía fuera similar al del capítulo 7, o sea, que llegara hasta el fin, cuando el cuerno sería quebrado sin mano. (Esto no significa que los dos cuernos pequeños hayan de ser de todo punto idénticos; véase el final del punto 8).

Aunque ciertos detalles de esta profecía de Daniel 8 podrían considerarse aplicables a las actividades de Antíoco, la importancia de ese gobernante, con sus relativos éxitos y notables fracasos, es completamente inadecuada a la descripción.

6.  No se cumplen las precisiones temporales de Daniel 7 ni las de Daniel 8. Las fuentes que se citan para mostrar el cumplimiento de las precisiones temporales de ambos cuernos pequeños [en Antíoco] no cumplen los requisitos de la profecía. Así. en cuanto a Daniel 7, las actividades de Antíoco no cumplen las exigencias temporales de la profecía. A pesar de las pretensiones de los que sostienen lo contrario, según 1 Macabeos 1:54, 59 y 4:52. Antíoco suprimió los sacrificios judíos exactamente por tres años literales. Pero esto no cumple lo dicho en Daniel 7:25 que dice tres “tiempos” y medio, lo cual se reconoce generalmente como que abarca 1260 días proféticos.[4] Además Josefo. dos siglos después —en discrepancia con el registro de Macabeos— dice (Guerras 1.1.1.) que el episodio duró tres años y medio, aunque en otro lugar (Antigüedades, XII. 7. 6) se contradice a si mismo diciendo que fueron exactamente tres años, ¡ni un día más ni un día menos! Pero, más aún, neutraliza estas dos afirmaciones en su prefacio a las Guerras cuando dice imperturbable que fueron en realidad tres años y tres meses. De manera que una afirmación anula las otras. Hay, pues, conflicto y contradicción irreconciliables en las mismas fuentes.

Además, es sencillamente forzado todo intento de hacer coincidir los 1260 días del cuerno pequeño (de Dan. 7:24, 25) con los 2300 días de “tardes y mañanas” de Daniel 8:14 —o con 1150 días, si se divide 2300 por dos, como algunos hacen. Son , sólo aproximaciones, porque 2300 días (ó 1150) no es lo mismo que 1260. E inversamente, los 1260 días de Daniel 7 no se igualan ciertamente con los 2300 “medios días” o 1150 “días enteros” de Daniel 8. No puede acomodarse así un número para satisfacer las exigencias de los otros. Sería estirar demasiado —y las cifras no son elásticas. Si no se toma en cuenta el principio de día por año, no es posible llegar a una clara explicación de estas cifras pues se excluyen mutuamente. No es posible afirmar que una representa la otra.

Coincidimos con el obispo Thomas Newton (Dissertations on the Prophecies, 1796, pág. 217) quien en el siglo XVIII escribió sabiamente: “Estos dos mil trescientos días no pueden de ninguna manera acomodarse a los tiempos de Antíoco Epifanes, aun cuando los días se computen como días literales”.

Y el Prof. F. W. Farrar, aunque personalmente sostenía la teoría de Antíoco, admite que “no puede lograrse la precisión en cuanto a la fecha exacta” (The Book of Daniel, 1895, pág. 266). Y confiesa abiertamente: “No podemos llegar mediante ninguna suposición razonable a una cuidadosa exactitud” (Id., pág. 264).[5]

Y hace medio siglo el Dr. Charles H. H. Wright, del Trinity College, Dublin y Oxford (Daniel and His Prophecies, pág. 186), declaró sobre el cómputo de los 2300 días de Daniel 8: “Sin embargo, han sido inútiles todos los esfuerzos para hacer armonizar el período, ya sea que se lo considere de 2300 como de 1150 días, con cualquier época histórica precisa mencionada en los libros de los Macabeos o en Josefo”.

Y el Dr. Wright llega al punto de afirmar: “Ninguna interpretación satisfactoria ha sido dada de los 2300 días considerados como referidos a los tiempos de los Macabeos. Es muy posible que esos 2300 días sean un período de días proféticos o años [literales] que todavía esté en curso” (Id., pág. 190).[6]

Pero dejando a un lado estas inconsistentes y contradictorias conjeturas en cuanto a la manera exacta de computar el tiempo, la interpretación de los tres tiempos y medio (1260 días) o de los 2300 días como otros tantos días literales viola la ley fundamental del simbolismo que dice que todos los símbolos representan alguna otra cosa que el objeto usado como símbolo. Así, por ejemplo, las “bestias” de Daniel 7 y 8 no simbolizan bestias literales sino determinadas naciones. Igualmente, las expresiones temporales que se citan deben representar otias unidades de tiempo que las que se usan en la descripción profética. (Véanse Núm. 14: 34 y Eze. 4: 6.) Por lo tanto, los 2300 días no pueden representar la misma cantidad de días literales, sino ese número de años. En consecuencia, todo aquel que insista en que Antíoco está simbolizado por el cuerno pequeño viola el principio básico del simbolismo literalizando el inseparable factor tiempo. (Véanse las preguntas 25 y 26.)

7.  Posición adventista sobre los cuatro imperios de Daniel 2 y 7. Los adventistas sostienen la posición que afirma que Roma y no Grecia es el cuarto imperio. El imperio babilonio de los días de Daniel fue vencido por el imperio medopersa, no por los medos o los persas en forma separada (Dan. 7:5, 17; 8:20). Y el imperio medopersa, a su vez, fue sucedido por “Grecia” (Dan. 8:21) Por lo tanto, el imperio de Alejandro, quien conquistó Persia, fue el tercero y no el cuarto de la serie. Y el imperio de Alejandro con sus cuatro divisiones constituyó un solo imperio griego, como se ha explicado. Por lo tanto, el siguiente imperio mundial, que asumió el dominio del imperio macedonio de Alejandro, o sea el romano, debe ser el cuarto de la serie. Esto está admitido por la mayoría de los que defienden la posición según la cual es Grecia el cuarto imperio, pero aducen ese hecho como evidencia de que la profecía no fue escrita por Daniel, sino por un escritor posterior, de los tiempos de los Macabeos, que no conocía su historia. Los adventistas creen que la serie de reinos dada por Daniel no es incorrecta. Por lo tanto, sostenemos que siendo que Roma fue la cuarta en la secuencia histórica, fue cuarta en la serie de Daniel.

Creemos que el cuerno pequeño de Daniel 7 es el papado, como nos han enseñado la mayoría de los eruditos históricos bíblicos de la prerreforma, de la Reforma y de la posrreforma, incluso los primeros premilenialistas del siglo diecinueve. Esta potencia surgió en el tiempo especificado, o sea siguiendo la ruptura del cuarto imperio, el romano; surgió en la situación especificada, o sea entre los reinos divididos que tomaron posesión del territorio romano; era “diferente” del resto, porque era una potencia político-religiosa semejante a la cual nunca se había visto antes; su surgimiento estuvo relacionado con el sometimiento de ciertos reinos arrianos; llegó a ser “más grande” que cualquier otro porque heredó la autoridad centralizada de Roma, lo cual, a su tiempo, la llevó a dominar los reinos débiles y fuertes que la rodeaban: se caracterizó por la autoridad de un hombre, el papa, que habló grandes cosas, pretendiendo representar en la tierra y hablar en nombre del Altísimo; hizo guerra a los santos y prevaleció contra ellos en una persecución mayor y más prolongada que cualquiera de las que dirigiera la Roma pagana; se considera dueña de cambiar los tiempos y las leyes del Altísimo, poniendo sus tradiciones y su autoridad absoluta por encima de la Biblia; su historia puede armonizarse perfectamente con un período de tres y medio años simbólicos, o 1260 años; sigue hasta los últimos días, cuando es llamada a dar cuenta de sus grandes palabras y hechos contra la verdad y el pueblo de Dios. Su carácter e historia también convienen a los otros símbolos proféticos de un gran poder apóstata, y la abrumadora evidencia acumulada no deja lugar a dudas que el sucesor y continuador del cuarto imperio, Roma, es la potencia política-religiosa del papado.[7] Necesitaríamos otra sección completa para exponer la evidencia bíblica e histórica para mostrar cómo el papado cumple las especificaciones de la profecía hasta el último detalle, pero no es éste el lugar para hacerlo.

8. El punto de vista adventista sobre la profecía paralela de Daniel 8, Los adventistas sostienen que las cuatro profecías de Daniel 2, 7, 8-9 y 11 son paralelas entre sí en gran parte. O sea que las últimas vuelven atrás en el tiempo y se repiten, cubriendo el mismo terreno, pero dando énfasis a diversos aspectos del decurso de los siglos y de los imperios, así como los cuatro evangelios traen las diferentes facetas de la incomparable vida de Cristo, nuestro Señor. Pero para tener el cuadro completo, hay que leer cada uno de ellos y comprenderlo a la luz de los otros.

La secuencia de los imperios mundiales de Daniel 2, 7, 8 y 11, por la misma naturaleza del caso, debe ser la misma, excepto que en los capítulos 8 y 11 se omite el primer imperio, Babilonia. Daniel 7 y 8, por consiguiente, son contrapartes paralelas que cubren el mismo terreno, con la excepción del posterior punto de partida de Daniel 8. que comienza con “Media y Persia” (vers. 20) y es seguido por “Grecia” (vers. 21), con sus cuatro divisiones (vers. 22). Estas, a su vez, fueron seguidas por un pequeño cuerno que llegó a ser sumamente grande (vers. 9), evidentemente la siguiente gran potencia mundial. El siguiente imperio fue Roma, que se levantó contra el Príncipe de los ejércitos, el Príncipe de los príncipes, quitó los sacrificios y echó por tierra el santuario (vers. 11, 12, 25). En su doble forma, primero imperial y luego papal, Roma creció mucho, persiguió “al pueblo de los santos”, puso un sacrificio falso en lugar del verdadero, echó por tierra la verdad, hizo y prosperó. Seguirá hasta el fin, cuando “será quebrantado, aunque no por mano humana” (vers. 25). Roma cumple las especificaciones de ambas fases, pagana y papal. Esto hace que el cuerno de Daniel 8 sea paralelo de la cuarta bestia de Daniel 7 y que su cuerno pequeño sea el imperio romano con sus diez cuernos- divisiones, y su continuación en el papado romano, el reino “diferente” que surgió de entre las divisiones de Roma, blasfemó a Dios y a su ley, persiguió a los santos, y recibirá el castigo correspondiente en el juicio.

La historia da testimonio de la continuidad de Roma en el papado: “De las ruinas de la Roma política surgió el gran imperio moral en la ‘forma gigantesca’ de la Iglesia Romana” (A. C. Flick, The Rise of the Mediaeval Church, 1909, pág. 150).

“Todos los elementos romanos que bárbaros y arrianos dejaron en las provincias… fueron… puestos bajo la protección del obispo de Roma quien fue la persona más importante allí después de la desaparición del emperador… La Iglesia Romana de esta forma secretamente se constituyó en lugar del imperio romano del cual es la verdadera continuación; el imperio no ha perecido, sólo ha sufrido una transformación. Si afirmamos… que la Iglesia Romana es el antiguo imperio romano consagrado por el Evangelio, no estamos haciendo tan sólo una ‘acotación brillante’ sino que es el reconocimiento del verdadero estado de cosas históricamente, y la manera más apropiada y fructífera de describir el carácter de esta iglesia. Todavía gobierna las naciones… es una creación política y tan imponente como un imperio mundial, porque es la continuación del imperio romano. El papa, que se llama a sí mismo ‘Rey’ y ‘Pontífice Máximo’, es el sucesor del César” (Adolf Harnack, What Is Christianity?, 1903, págs. 269, 270).

Así el “cuerno pequeño” de Daniel 7 creemos que es el papado; pero el cuerno de Daniel 8 que “creció mucho”, creemos que abarca a la Roma tanto pagana como papal, que existió antes y después de Cristo. El único poder que sigue a “Grecia” y permanece hasta que es “quebrantado, aunque no por mano” es Roma en sus fases pagana y papal.

La base de nuestro rechazo

Para resumir, rechazamos la interpretación según la cual Antíoco Epifanes es el cuerno pequeño porque:

  1. No cumple las especificaciones de la profecía.
  2. Fue propagada como un intento pagano de desacreditar la profecía y por ende, desacreditar la religión cristiana, mostrando que el libro de Daniel fue escrito después de los acontecimientos que pretendía predecir.
  3. El dedo de la profecía señala más bien a la gran apostasía romana, el papado, como el gran vice-Cristo, el anticristo, quien echa por tierra la verdad, pisotea a los santos del Altísimo y sigue hasta el tiempo del fin.

Por lo tanto negamos a Antíoco como un inadecuado cumplimiento de Daniel 7 y .8, y aceptamos la clásica interpretación protestante que ofrece un adecuado cumplimiento en la historia.


Referencias:

[3]Nótese lo inadecuado de pretender hallar el cumplimiento del detalle de los diez cuernos. Para hacer que Antíoco Epifanes sea el undécimo cuerno de Daniel 7, los que sostienen esta posición tratan de mostrar diez sucesivos reyes de Siria, tres de los cuales iban a ser privados de hecho de su reinado. Pero nunca pueden hallarse diez verdaderos reyes sirios. Los que proponen diferentes listas, a menudo admiten que no hay certeza absoluta y hablan de oscuridad histórica, de números redondos y de interpretación simbólica (Delitzsch, Hitzig, Hertzfeld, Zockler). Bien señala Keil (The Book of the Prophet Daniel, pág. 255) que la interpretación citada es “deshecha” por el simple hecho de que estos cuernos deben hallarse simultáneamente en la cabeza de la bestia, no aparecer uno tras otro. Y Biederwolf (The Milennium Bible, “Daniel”, págs. 207, 208) declara categóricamente: “Los que hacen de Antíoco Epifanes el ‘cuerno pequeño’ y el undécimo rey, no pueden hallar los primeros diez”.Zockler (Lange’s Commentary, sobre Daniel, pág. 165) admite sinceramente en cuanto a los tres cuernos: “Resultó en el fracaso todo intento de identificar los tres reyes fallantes que deberían llenar el breve interregno y estado de incesante anarquía que precedió el entronizamiento de Antíoco Epifanes”. Hablando de los tres que se suelen presentar —Demetrio, Heliodoro y Tolomeo IV— añade: “Sin embargo, en realidad ninguno de estos rivales de Epifanes podría ser considerado rey de Siria, porque Heliodoro fue un mero usurpador que fue destronado tras un breve reinado, y no hay registro que muestre que tanto Demetrio como Tolomeo Filométor pretendieran el trono con cierto grado de seriedad”. Además, los reyes, o reinos, de Siria (que abarcaba sólo una de las cuatro partes del imperio griego original) no podían ser consideradas como cuernos de una bestia que representara toda la potencia griega como el pretendido cuarto imperio.

[4] El énfasis de la Reforma protestante, y particularmente de los tiempos de la posrreforma y posteriores, era que estos 1260 días proféticos o simbólicos representaban igual número de años literales en el cumplimiento. Y los reformadores buscaron con afán el tiempo del cumplimiento, el cual, al fin del siglo XVIII, era ampliamente reconocido como habiendo comenzado en tiempo de Justiniano para llegar hasta la Revolución Francesa.

[5] Zockler (Lange’s Commentary, sobre Daniel, págs. 164-166), declara que estos períodos, basados en el registro macabeo, “vacilan entre períodos que van de tres a seis años, sin que se pueda en ningún caso demostrar una etapa de tres años y medio”. Así que llega a la conclusión de que los tres años y medio deben tomarse “algo así como un número redondo”. Y también añade (pág. 184) que no hay “exacta correspondencia” con los 2300 ó 1150 días, por lo tanto éstos deben ser considerados como simbólicos.

[6] Zockler, con la tesis que sostiene, está forzado a admitir: “Debe quedar una pregunta sin contestar si se trata de años ordinarios del calendario o, lo que escasamente es menos probable en sí mismo, de períodos simbólicos que son medidos con un metro desconocido a los hombres, conocido sólo por Dios” (Lange’s Commentary, sobre Daniel, pág. 161).

[7] Esta interpretación profética no justifica el cargo que sus sostenedores sean anticatólicos. No negamos el crédito por cualquier cosa buena que hayan hecho los católicos, ni dudamos de la sinceridad de los sinceros y fervientes católicos porque veamos que su organización está condenada en la Escritura. Respetamos la libertad de cada católico de adorar a Dios como bien le parece; y hacemos uso de libertad para señalar lo que vemos como error y tratar de persuadir a los hombres a aceptar que lo que creemos es verdad, sin prejuicio ni intolerancia.