Jesucristo Superestrella, la ópera inglesa en tiempo de rock, ha estallado en un mundo ávido y receptivo. Se han vendido más de dos millones de juegos de discos en EE. UU. y ha traspasado océanos y barreras de idiomas para transformarse en un éxito completo. Como a muchas personas mayores también les gusta, se la aclama como el puente que cubre la brecha de las generaciones. Las representaciones teatrales de esta ópera sin duda atraerán a millones.

 Billy Graham, al comenzar una importante cruzada este año, predicó sobre el tema “Jesucristo Superestrella”. El papa también se adhirió difundiendo la obra en Radio Vaticano. No estuvo Martín Lutero para un comentario (murió en 1546), pero un periódico evangélico de jóvenes dice que el gran reformador probablemente se hubiera sentido fuertemente atraído por la ópera y supone que “el impacto es directamente del Espíritu Santo”.

 Y nosotros, ¿cuál es nuestra actitud al respecto? Acabo de escuchar la ópera entera, siguiendo el texto impreso para no perder las palabras. Me ha conmovido, sorprendido, inspirado y … confundido.

 El estilo musical no es el de los himnos de Isaac Watts, pero la mayoría de las partes no son desagradables a los oídos acostumbrados al tipo de música religioso-folklórica. El lenguaje no es para nada el de una versión de la Biblia ni tampoco es obsceno ni irreverente, o cargado excesivamente de jerga. Sin embargo, lo que más me interesa saber es si surge el Jesucristo real y auténtico.

 ¿Hay posibilidades de que esta ópera induzca a alguien a los pies de la cruz y le haga exclamar: “Mi Señor y mi Dios?” La obra comienza con Judas: “Escucha Jesús la advertencia mía/ Por favor recuerda que quiero que todos vivamos/ Pero es triste ver que nuestras oportunidades disminuyen cada hora/ Todos tus seguidores son ciegos/ Demasiado cielo en sus mentes/ Era hermoso pero ahora es amargo/ Sí, todo se ha tornado en amargura”.

 Encontramos otros personajes del Nuevo Testamento. Los apóstoles aparecen y preguntan: “¿Qué es lo que se comenta? Dime lo que está sucediendo”. Jesús les aconseja que vivan un solo día por vez. María Magdalena ofrece a Jesús la simpatía y la preocupación femenina que él sin duda apreció. Pero Judas objeta que es mala propaganda para Jesús tener cerca a María Magdalena y la condena por desperdiciar el perfume con el Maestro.

 La escena cambia a Caifás, Anás y los otros sacerdotes, que discuten acerca de Jesús y concuerdan en que él debe morir. Al principio la multitud frenética que no piensa aclama a Jesús como la superestrella y le canta coros sin sentido: “Hosanna, Heysanna”.

 Simón el Zelote, como Judas, desea ver que Cristo esté haciendo las cosas bien para establecer un reino terrenal. Le recuerda que “debe haber más de 50.000/ que gritan amor y más que eso por ti”. Y le aconseja que los mantenga “gritando su devoción/ Pero agrega un toque de odio hacia Roma/ Tú llegarás a poseer un poder mayor/ Nos ganaremos nosotros mismos un hogar”.

 Jesús trata de lograr que sus seguidores comprendan que no vino a establecer un reino terrenal, y les dice que “para conquistar la muerte sólo hay que morir/ sólo hay que morir”.

 La caracterización toda es magnífica. Judas está pintado como realmente era: inteligente, egoísta, ambicioso, calculador, determinado a manejar a Jesús para que hiciera lo que le parecía que su Maestro no vislumbraba con su propia inteligencia.

 La multitud, como la de todas las épocas y lugares es inconstante. Primero canta alabanzas a la superestrella y después vocifera “¡Crucifícale!”

 Anás y Caifás son simplemente líderes que están tratando de salvar a la nación. Junto con los otros sacerdotes repiten: “Es peligroso”. Y Anás declara: “No nos atrevemos a dejarlo librado a sus propias ideas/ sus seguidores medio ignorantes se descontrolarán”.

 El sacerdote 3 declara: “¿Pero cómo podemos detenerlo? Su hechizo aumenta/ con ímpetu cada momento; él es el líder”. Anás pregunta: “¿Cómo podremos proceder con el carpintero rey?” El sacerdote 3 quiere saber: “¿Por dónde comenzar con un hombre que tiene mayor fama/ que la que tenía Juan cuando el asunto del bautismo?”

  Todos están de acuerdo en que Jesús “debe morir, este Jesús debe morir” y eso “por causa de la nación”, dice Caifás. El cuadro es verdadero, su esencia es bíblica.

  Los prestamistas y mercaderes en el templo cantan brevemente: “Pasen por aquí que mis precios son bajos/ acérquense que son los mejores de todo el pueblo… Reciban préstamos en las mejores condiciones/ apúrense mientras todavía hay existencias”.

 Jesús los ahuyenta: “Vosotros lo habéis hecho una cueva de ladrones/ ¡fuera! ¡fuera!”

 Judas argumenta con Anás y Caifás y finalmente grita: “¡No necesito vuestro dinero con sangre!” Caifás responde cínicamente: “Este no es dinero con sangre; es una propina, nada más”.

 Pedro y los otros apóstoles se acercan y preguntan de nuevo: “¿Qué es lo que pasa? ¿Cuáles son las novedades? / Persiste, Señor, nosotros lucharemos por ti”. Jesús le responde a Pedro: “Quita tu espada… dedícate a pescar desde ahora en adelante”.

 El argumento continúa con la traición de Pedro, la agonía de Cristo en Getsemaní y su arresto.

 Pilato es un hombre débil, confundido, infeliz y que está tratando de salir de una crisis. Promete: “Pero para que Uds., buitres, estén felices lo voy a azotar”. Entonces se oye el chasquido de los 39 azotes que recibió Cristo ante Pilato. Lo hace sufrir a uno de sólo escucharlo, porque además piensa: “El pasó todo eso por mí”.

 Finalmente la voz de Judas, hablando desde los muertos, hace una cantidad de preguntas confusas: “Buda, ¿está él donde estás tú? / ¿Podía Mahoma mover una montaña o era solamente propaganda? / ¿Quisiste tú morir así? ¿Fue acaso un error o sabías que tu muerte horrible iba a romper todos los récords? / No me equivoques, sólo quiero saber”.

 El coro se une: “Jesucristo superestrella, ¿crees tú que eres lo que dicen que eres?” Termina el registro con seis de las declaraciones de Cristo sobre la cruz. Y eso es todo. Aquí termina la superestrella. Jesús está muerto, en la cruz, nada más.

 ¿Cómo podríamos evaluar esta obra? No podemos simplemente ignorarla y pretender que desaparecerá. No ocurrirá eso. Está recorriendo el mundo, y hay quienes piensan que han encontrado a Cristo en ella.

 La ópera contiene alusiones dispersas que pueden conducir al verdadero Cristo. Siempre que el oyente pueda proporcionar la respuesta correcta a la pregunta: “¿Crees tú que eres lo que dicen que eres?” podrá reconocerlo como Salvador y Señor.

 La afirmación oculta: “Para conquistar la muerte sólo hay que morir” puede concebirse como una orientación hacia la expiación. Pero no es enteramente cierto. La muerte de cualquier persona no vence a la muerte. Sócrates fue demasiado bueno y sabio para su generación, y sus compatriotas lo forzaron al suicidio. Fue un gigante espiritual, un mártir, una superestrella, sí. Pero no un conquistador de la muerte, no el Salvador del mundo. Cristo por otra parte, no conquistó la muerte meramente por morir. La conquistó solamente cuando se levantó de los muertos. Y este hecho, aunque no se niega, tampoco se afirma en la obra Jesucristo Superestrella.

 La profecía inconsciente de Caifás de que Jesús debía morir por causa de la nación es otro atisbo de la verdadera naturaleza de su encarnación y muerte.

 Una oscura referencia a la singularidad de Cristo es la declaración incompleta de Judas de que la muerte de Cristo “rompería los récords”, cualquiera sea la interpretación del oyente.

 El autor del poema dice que eligió el “enfoque secular”. “Estamos básicamente tratando de contar la historia de Cristo como hombre”, dice Tim Rice, el autor de la letra. En eso triunfó pero ese éxito es la principal falla de la obra: demasiado hombre, no hay suficiente Dios. El problema humano está bien planteado, pero ¿dónde está la solución divina? El pecado abunda, pero ¿dónde está la gracia que sobreabunda?

 Estremece captar cómo Pilato, Caifás, Herodes, Simón Zelote, Anás y el resto son dinámicamente pintados como villanos, calculadores, enfermizos o lo que fueran. Así percibimos con alguna profundidad la condición humana, el estado deprimente de una raza caída. Podemos aprender lecciones valiosas de todo eso. Está en la Biblia, pero aquí se da a través de una forma artística contemporánea que habla poderosamente a la generación actual, una generación que no se caracteriza por el estudio diario de la Biblia.

 El final de la producción con las palabras finales de Cristo y su muerte por supuesto que es desgraciado. Los acontecimientos que involucran a Judas, Herodes, Pilato y la turba deberían ser solamente un prefacio al glorioso final donde Cristo se levanta de la tumba, asciende a los cielos y promete volver por segunda vez. La superestrella podría haber hablado poderosamente, confrontando a una raza moribunda con su único camino de salida. Pero el álbum no completa la historia.

 Al final, Jesús, la superestrella es un jet que ruge por la pista de aterrizaje, pero que no puede despegar. Es una gran nube gris que oscurece el cielo, que cubre una tierra agostada, deja caer unas pocas gotas mortificantes y pasa. La superestrella termina demasiado rápido: es un aborto.

 Lo bueno puede ser enemigo de lo mejor. Si bien provoca la meditación, la superestrella falla en afirmar la necesidad desesperada del mundo de un Salvador vivo. ¿Dónde está el Cristo que redime y retorna? No nos salvamos por comprender mejor a Judas o a Pilato o por ver mucho de nosotros mismos en ellos, una idea que tal vez necesitamos captar.

 ¿Dónde está la superestrella que ofrece un mensaje claro, elevador, salvador, como: “Yo sé que mi Redentor vive”, o “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”?

 Y sin un mensaje tal, ¿qué otro propósito realmente cumplirá la ópera, más allá de entretener? La superestrella casi lo consigue, pero eso no es suficiente.

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SEGUNDO COMENTARIO

 Mucha de la gente que se puede haber espantado con el fenómeno contemporáneo de la música del rock, explotando y vendiendo revolución, sexo y drogas, con seguridad se sienten complacidos por la amplia aceptación de una ópera en tiempo de rock basada en un tema que es de interés para millones.

 La nueva producción musical “Jesucristo Superestrella”, escrita por el compositor Andrés Webber y el poeta lírico Tim Rice se basa en fragmentos de la vida y muerte de Cristo. Al tiempo que el tema es de orientación religiosa, tiene 87 minutos de música popular, sobre todo rock. Durante nueve meses el sello grabador estuvo a la cabeza de las ventas.

 Los temas que siempre parecen haber dominado el rock and roll son el uso ilegal de drogas, el sexo ilícito y la rebelión. Debido a la saturación de estos temas en el surco, Nik Cohn en su libro reciente Rock from the Beginning (El rock desde los comienzos) en la página 200, sugirió que la industria de ese estilo musical tendría que encontrar pronto un nuevo tema, y que probablemente sería la religión. (Cohn es escritor, musicólogo y defensor del rock en todas sus formas, y no basa sus evaluaciones de la música popular en consideraciones de corrección o moralidad).

 Después de seis meses de la predicción de Cohn el rock con el tema de Jesús se transformó en una industria enteramente nueva. No es del todo cínico sugerir que es el dinero y no la moralidad lo que promueve el énfasis nuevo del rock en temas religiosos. Los artistas y sellos que están alimentando y a veces explotando el mercado para este tipo de grabaciones están haciendo toneladas de dinero. No está mal hacer dinero, pero muy frecuentemente el signo monetario predomina sobre el buen gusto y la autenticidad.

 Tanto Webber como Rice han afirmado que su enfoque de “Jesucristo Superestrella” es estrictamente secular. Ven a Cristo simplemente como hombre. A pesar de esto, muchas iglesias han usado la música para sus servicios, y hay cristianos que sienten que esta producción es la música más significativa de la década presente. Muchos líderes cristianos sienten que este tipo de música atrapará y mantendrá la atención de la juventud.

 Un comentario interesante en un reciente número de la Rolling Stone Magazine dice que estos discos son “un regalo ideal para mamá y papá, así no piensan más que lo que uno escucha degenera”. El mismo autor dice que no existe “fervor ni sabor religioso… sino que es un paquete organizado estéticamente, rebosante de torpeza, cercano a una fórmula de entretenimiento compuesta de fugacidad… más que de sustancia”. Un detalle de la atracción de esta producción es su ritmo beat y vibrante.

 Si bien algunas de las alusiones bíblicas corresponden con las Escrituras, muchas de ellas son blasfemas. Por ejemplo, cuando conversan en la ópera, Cristo y María Magdalena, existen implicaciones muy fuertes de que su asociación es inmoral. Judas recibe un trato de mucha simpatía y es considerado por el autor como el discípulo más inteligente y como una prenda del destino. Como lo especifica alguien: “El ángulo más tergiversado de Rice es justificar las motivaciones de Judas”.

  El crítico de música Ned Rorem de Harper’s Magazine, dice de la ópera: “Cristo aparece como el fanático… en plena rabieta, con infantilismo poético, tanto superficial como profundo, muy consciente de sí mismo, como quien cree en su propia publicidad. En resumen, una superestrella”. La última cena se presenta como una especie de fiesta en la cual todos se intoxicaron.

 El texto de la obra va desde lo patético a lo absurdo. “Cristo, tú sabes que te amo/ viste que vacilé”. “Dile al populacho que se quede tranquilo/ anticipamos un tumulto”. “Hosanna, Heysanna, Sanna, Sanna, Ho”. “Para conquistar la muerte sólo hay que morir”. “Dime, Cristo, cómo te sientes esta noche/ ¿planeas entrar en la lucha? Él es un hombre, solamente un hombre/ Y yo he tenido tantos hombres antes”. En el jardín de Getsemaní, el autor presenta a Jesús diciéndole al Padre que no ve por qué tiene que morir de esa manera. Acusa al Padre de ser terriblemente particular en el “dónde” y “cuándo” y no tan claro en el “por qué”.

 Mientras Jesús pende de la cruz, un espectador pregunta: “¿Quisiste tú morir así? ¿Fue un error o tú sabías que tu muerte terrible sería la que rompería todos los récords?” El coro repetidamente pregunta: “Jesucristo, ¿quién eres tú?” Pero de la cruz no llega ninguna respuesta. Como lo dijo alguien: “El final sin palabras… deja a Cristo en la tumba. Nada de fe ni de victoria emergen de esta música fatigosa, pero la búsqueda inflexible continúa, obsesionante y vacía”.

 En el contexto de la ópera no hay milagros, ningún acto que requiera poder sobrenatural. Jesús es descripto como un hombre, no como el Hijo de Dios. La obra termina en la tumba. La resurrección, base de la creencia cristiana, nunca se menciona.

 Harold Myra, comentando la obra en una nota, sugiere que la pregunta: “Jesucristo, ¿quién eres tú?” es un recurso para llevar al escucha a aceptar el punto de vista de los compositores: de que no hay nada sobrenatural en Jesús. Escribe: “Pero ignorando completamente la resurrección y terminando en la tumba, esta ópera pregunta:

 “Jesucristo, superestrella, ¿eres tú realmente lo que otros dicen que eres?” Y presenta una respuesta obvia. Jesús debe haber sido alguien especial, tal vez aún más que un hombre común, pero lo que dicen los cristianos que es, Dios en la carne, el Creador de todo lo que existe, el Redentor de la raza humana que personalmente cambiará a cada ser humano que le abra su corazón… ¡De ninguna manera, señor! No se puede llegar a esa conclusión a menos que se agreguen datos de cualquier otra fuente”.

 En un número reciente del Jesus’ People Paper (Periódico del Pueblo de Jesús) se habla de esta obra:

 “Ahora, cualquier clase de ‘viaje con Jesús’ [según el lenguaje de los drogadictos], que no admita la importancia de su muerte en nuestro favor es un engaño religioso. Es una imitación hipócrita, es una falsificación. No se deje embaucar con el programa de un falso Jesús. No hay solución al último efecto del ‘viaje egocéntrico’ en la escena de un falso Jesús. Y la historia de su vida no termina en la tumba. Tres días después Jesús venció la muerte misma y resucitó”.

 Jesucristo Superestrella es una obra falsa, carnal, blasfema y pagana. El tema de la ópera de Rice es que Cristo no era el Hijo de Dios sino un impostor. Está equivocado en ambas conjeturas.

 “La música se hizo para servir un propósito sagrado, para elevar los pensamientos hacia lo noble, puro y elevador y para despertar en el alma devoción y gratitud a Dios” (Fundamentals of Christian Education, págs. 97, 98).

Sobre los autores:  Aquí presentamos dos críticas de la obra; una proviene del director de un periódico y la otra de un profesor de música.