Muchos no adventistas hacen, extrañados, esta observación: “Ustedes no beben, no fuman, no bailan, no comen carne, ¿qué hacen entonces?”

 Los descubrimientos científicos y sociológicos modernos muestran cuán prudentes son los adventistas del séptimo día al evitar esas prácticas. Hemos hecho decisiones correctas, sin embargo es desafortunado que la gente haya llegado a conocernos en gran medida por lo que no hacemos.

 Indudablemente, la averiguación en cuanto a lo que hacemos ha sido fundamentalmente desatendida, mientras nos hemos contentado presentando lo que no hacemos más enérgicamente que lo que hacemos.

 Se ha difundido así la falsa idea de que como cristianos estamos en contra de la buena vida, en contra de los compromisos “normales”. En nuestro sistema educacional hemos recalcado más vigorosamente entre los jóvenes los “no” que los “sí”.

 Esta actitud ha tendido a fomentar un concepto negativo para con la sociedad, manifestado a menudo como hostilidad, en vez de interés o responsabilidad.

 En pocos minutos, la mayoría de los adventistas adultos o jóvenes podrían enumerar veinte “no”, pero hallarían muy pesado y difícil enumerar veinte “sí”.

 En verdad, si pudiéramos ser más conscientes de los “sí” nos hallaríamos en una posición más firme para resistir a las cosas que no nos gustan.

 La mejor manera de eliminar la oscuridad es encender la luz. La mejor manera de resistir al mal es hacer el bien. Adoptemos actitudes positivas.

 Seguramente, con nuestros sanos y dignos ideales, principios y verdades, podemos expresar con confianza y alegría lo que hacemos, defendiendo la vida mejor.

 Después de todo, lo que cada uno quiere es vida, la buena vida. Mostrémosles entonces “algo mejor”, en contraste con las falsificaciones de la sociedad moderna. Notemos este concepto positivo de Elena  G. de White: “Los habitantes del mundo adoran dioses falsos. Han de ser apartados de su falso culto, no porque oigan acusaciones contra sus ídolos, sino porque se les presente algo mejor. Han de ser pregonadas las bondades de Dios” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 281).

 Además, en el libro La Educación, pág. 288 leemos: “‘Algo mejor’, es el santo y seña de la educación, la ley de toda vida verdadera”.

 Debemos hacer frente a la intemperancia con la temperancia, al pecado con la salvación, al odio con el amor, al error con la verdad.

 La temperancia, que significa dominio propio, es posible solamente mediante la providencia del Espíritu Santo (Gál. 3:5).

 Esta restauración ayudará al hombre en su cuádruple dimensión de la vida: física, mental, social y espiritual. Descubrimos entonces que la salud es la recompensa de la temperancia. La agilidad mental, las gracias sociales, y la vitalidad espiritual seguirán también en la estela de una transformación positiva semejante.

DIEZ COSAS QUE HACEN LOS ADVENTISTAS

P          1. Se gozan en ganar amigos entre todos los hombres.

A

R          2. Se recrean al aire libre —porque tienen ideales de comunión con la naturaleza.

A

D          3. Hacen del comer y el beber una experiencia deliciosa y saludable.

I

S          4. Hallan placer y recompensa en la vida espiritual.

F

R          5. Trabajan arduamente para dar más —para la educación cristiana y el bienestar de la comunidad.

U

T

A          6. Escogen el dominio propio mediante Cristo para su desarrollo equilibrado.

R

D        7. Proclaman con celo el pronto regreso de Jesús —el futuro brillante.

E

          8. Ofrecen soluciones para el problema del tabaco, el alcoholismo y las drogas

L

A

         9. Gustan de los viajes con propósito y por placer.

V

I       10. Hacen de la Biblia su libro guía para la vida plena, aquí y en el más allá.

D

A

INFÓRMESE MAS DE LO QUE HACEN Y DE LO QUE NO HACEN LOS ADVENTISTAS

(Dirección)

 Deberíamos hacer esto no con jactancia, sino con una actitud de hallazgo, de felicidad, de satisfacción por la sabia elección de la vida verdadera.

 Mi súplica es que pensemos en la vida mejor cuando pensamos en la temperancia. Mostremos al mundo “cómo vivir”, “qué hacer” y la notable recompensa de la obediencia de la verdad, la realidad de “algo mejor”.

 ¿No podríamos aprender de memoria pollo menos diez de estos “sí” y cuandoquiera se presente la oportunidad, o aun cuando no se presente, dirigir la conversación, o la discusión pública, a algunos de estos “sí”?