El llamado al reavivamiento es de Dios. La necesidad es de un reavivamiento de la verdadera piedad. Esta debiera haber vivido en el seno de la iglesia, o no podrá haber reavivamiento. ¿No es imperativo entonces, antes de que el arrepentimiento pueda hacer su obra, que examinemos y descubramos lo que estorba para que experimentemos el derramamiento de la lluvia tardía?

 “Puede haber y debe haber un alejamiento de la conformidad con el mundo, un apartarnos de toda apariencia de maldad de modo que no se dé ninguna oportunidad a los adversarios… Cuando el camino esté preparado para el Espíritu de Dios, vendrá la bendición. Así como Satanás no puede cerrar las ventanas del cielo para que la lluvia venga sobre la tierra, así tampoco puede impedir que descienda un derramamiento de bendiciones sobre el pueblo de Dios” (Mensajes Selectos, tomo 1, págs.144, 145; la cursiva es nuestra).

Dios espera que preparemos el camino para la obra del Espíritu Santo en nuestro medio. En lo pasado el reavivamiento y la reforma nunca se han producido en el pueblo de Dios sin arrepentimiento previo. ¿Pero puede arrepentirse un pueblo si no ve razón para hacerlo? Creemos que nuestro dilema presente es el resultado directo de la falta de fe en las instrucciones que nos han sido dadas a través de los escritos del espíritu de profecía, y nuestra falta de buena disposición para cumplirlos. Parece que hay cuatro áreas de alejamiento deliberado de esas instrucciones, como lo vamos a señalar a continuación.

REFORMA EN LA INDUMENTARIA

En primer término, una real rebelión contra la reforma en la forma de vestir (1880-1885). Debido a que el mensaje del tercer ángel era de un carácter tan directo, el Señor sabía que necesitaríamos estar vinculados en una estrecha unidad de propósito.

“La reforma en la indumentaria fue introducida entre nosotros para proteger al pueblo de Dios de la influencia corruptora del mundo tanto como para promover la salud física y moral” (Testimonies, tomo 4, pág. 634).

No era sólo para las damas, pues el testimonio continúa: “Dios ha estado probando a su pueblo. Permitió que se silenciara el testimonio acerca de la vestimenta para que nuestras hermanas pudieran seguir su propia inclinación y desarrollar así el verdadero orgullo existente en su corazón” (Id., pág. 639; la cursiva es nuestra).

 “La moda está deteriorando el intelecto y royendo la espiritualidad de nuestro pueblo. La obediencia a las modas está invadiendo nuestras iglesias adventistas, y está haciendo más que cualquier otro poder para separar de Dios a nuestro pueblo” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 600).

Necesitamos volver a estudiar en forma completa este tema registrado en esas páginas, porque el principio básico que está en juego es el mismo que movió a Israel a pedir un rey: “Nosotros seremos también como todas las naciones” (1 Sam. 8:20).

¿Puede haber un reavivamiento en tanto no estemos dispuestos a conformarnos a los propósitos del Señor? No sólo en la vestimenta pedimos ser semejantes al mundo que nos rodea. Necesitamos comprender que nos hemos apartado de los claros senderos por los que el Señor nos ha indicado que caminemos. Debemos estar dispuestos a tomar la cruz de ser diferentes del mundo si deseamos la aprobación del Cielo. Esta es la prueba que debemos afrontar hoy.

LA REFORMA PRO SALUD

En segundo lugar, cerca del fin del siglo pasado apareció el descuido y la indiferencia hacia la reforma pro salud. Muchos de nuestros dirigentes se negaron a promover el plan divino de eliminar el consumo de carne entre los componentes del ministerio. La sierva del Señor dice:

 “Ha habido un descuido continuo en la reforma pro salud, y como resultado de ello Dios es deshonrado por una gran falta de espiritualidad… Cuando rompan [los adventistas] con toda complacencia destructora de la salud, tendrán una percepción más clara de lo que constituye la verdadera santidad. Un cambio poderoso se verá en su experiencia religiosa” (Consejos sobre el Régimen Alimenticio, págs. 38, 39).

El propósito de esta reforma era librarnos de la enfermedad y aumentar la capacidad de comprensión de las cosas del reino. Abarcaba mucho más que la abstención de comer carne.

 “El Señor… se propuso colocar a su pueblo en una posición donde estuviera separado del mundo en espíritu y en práctica… Todos los que son participantes de la naturaleza divina huirán de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia. Para los que ceden al apetito es imposible obtener la perfección cristiana” (Testimonies, tomo 2, págs. 399, 400).

El cumplimiento de un programa tal en la actualidad, ¿no contribuiría a apresurar un reavivamiento entre los adventistas, así como el Señor se propuso que lo hubiera entonces?

EDUCACIÓN

En tercer lugar, entre 1930 y 1940 encontramos a la denominación en un titánico esfuerzo por acreditarse con las instituciones educativas del mundo. Lo buscásemos o no, era el asunto que bullía en la mente de profesores, ministros, médicos y laicos. Este mismo asunto contagió también a Israel bajo Salomón.

 “La disciplina y la educación que Dios había señalado a Israel, tendían a diferenciarlos, en todos los caminos de la vida, de los demás pueblos. Ellos no aceptaron gustosos esa peculiaridad que debían haber considerado como un privilegio y una bendición especiales. Trataron de cambiar la sencillez y el dominio propio, esenciales para un desarrollo más elevado, por la pompa y el sensualismo de las naciones paganas. Su ambición era seguir la ‘usanza de todas las naciones’. Desecharon el plan de educación de Dios, y no reconocieron su autoridad… En lo que respecta a nosotros, lo mismo que al Israel de antaño, el éxito de la educación depende de la fidelidad con que se lleva a cabo el plan del Creador” (La Educación, págs. 46, 47; la cursiva es nuestra).

Podría decirse mucho más sobre este punto, pero con seguridad cualquiera que cree que los mensajes de Elena G. de White han sido inspirados por Dios no puede hallarles relación con mucho de lo que se ve y se oye en las instituciones adventistas de la actualidad. ¿Será posible que por nuestro descuido en cumplir lo que ha sido escrito estemos en realidad influyendo sobre nuestra juventud para que sea como el mundo en la búsqueda de otra puerta hacia el reino de los cielos?

OBRA MÉDICA

Cuarto, la mayor evidencia de nuestra incredulidad se echa de ver en la eliminación de los sanatorios. [En inglés, sanitarium designa a la institución médica en la que se administra tratamiento prolongado a los enfermos]. Hasta hemos eliminado el nombre en muchos casos. Al hacer esto hemos perdido de vista el significado de esa obra que debe caracterizar mucho del esfuerzo de aquellos que reciben la lluvia tardía, principalmente la obra médico misionera. Se ha escrito tanto de la obra de los sanatorios y del trabajo médico misionero que es imposible elegir uno o dos párrafos que traten sobre el tema. Uno no puede estudiar devotamente el consejo que se refiere a esta obra sin llegar a la conclusión de que Dios la designó específicamente para completar la proclamación con poder del mensaje del tercer ángel. Parece que hemos perdido la comprensión de la verdad apostólica de la justificación por la fe. De hecho esta verdad es la esencia del último mensaje de Dios a un mundo agonizante. Por favor, lea y estudie con cuidado estas pocas citas:

 “Cristo ya no está personalmente en la tierra, para ir por nuestras ciudades y aldeas con el fin de sanar a los enfermos; pero nos ha encomendado que continuemos la obra médico misionera que él empezara” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 367).

 “En combinación con la obra de sanar se debe impartir conocimiento sobre cómo resistir las tentaciones” (Review and Herald, 5 de diciembre de 1907, pág. 15). “Nuestros sanatorios han de ser escuelas en las que se dé instrucción en los ramos médico misioneros” (Medical Ministry, pág. 325).

 “Antes de que se estableciera nuestro primer sanatorio, el Señor abrió el plan ante mí… La luz que se me dio fue que debía establecerse un sanatorio, y que en el mismo debía dejarse a un lado la medicación con drogas, y para el tratamiento de la enfermedad debían emplearse métodos sencillos y racionales. En esa institución debía enseñársele a la gente cómo vestir, respirar y comer correctamente —cómo prevenir la enfermedad mediante hábitos apropiados de vida… La obra médico misionera debe ser para el mensaje del tercer ángel como la mano derecha para el cuerpo. Mostrarnos indiferentes respecto a la obra médico misionera es deshonrar a Dios” (Carta 79, 1905).

 “Nuestro éxito en cualquier esfuerzo religioso depende de nuestra sencillez en Cristo Jesús” (Carta 56, 1894).

 “Dios quiso que la institución que se estableciera se destacase como faro de luz, amonestación y reproche. Quería probar al mundo que una institución guiada por principios religiosos y que ofrecía asilo a los enfermos, podía sostenerse sin sacrificar su carácter peculiar y santo; que podía ser mantenida exenta de toda fase censurable hallada en otras instituciones dedicadas a la recuperación de la salud. Había de ser un instrumento para producir grandes reformas” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 481).

Este capítulo entero del tomo 6 [se refiere a Testimonies, tomo 6, págs. 219-228] debiera estudiarse con sumo cuidado. Estas instituciones habían de ser establecidas en todo el mundo. No debían erigirse grandes sanatorios (véase Testimonies, tomo 8, pág. 204).

AVENTAJADO POR EL ADVERSARIO

Al estudiante cuidadoso de la historia bíblica y del curso que ha seguido el movimiento adventista le parece que el Señor nos ha dejado seguir nuestro propio camino para que comprendiésemos que los caminos del hombre no son los mejores. Aún podría parecer que el Señor nos ha prosperado tanto como ha sido posible. Pero es un hecho innegable que hemos fracasado. Después de 126 años de esfuerzo hay en el mundo más gente que no ha oído el mensaje de salvación que cuando comenzamos a proclamar el mensaje del tercer ángel. Nos hemos asentado para convertirnos en otra denominación. En vista del hecho de que nos hemos apartado tan manifiestamente de las sencillas instrucciones que se nos dieran para cumplirlas, nos parece que lo que hemos imaginado como un acontecimiento futuro anunciado en esta predicción —“El último engaño de Satanás se hará para que no tenga efecto el testimonio del Espíritu de Dios” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág.54)— ya se ha cumplido, al menos en buena parte. Hemos sido aventajados por nuestro astuto adversario mientras pensábamos que llevábamos a cabo las instrucciones del Señor.

Acaso alguien piense que criticamos demasiado, pero Dios dice que todo su pueblo es criticón, porque como iglesia no somos “fríos ni calientes”. Somos completamente indiferentes, y alguien ha dicho que “la crítica más destructiva es la indiferencia”. El antiguo Israel nunca se extravió más voluntariamente de lo que lo hemos hecho nosotros, que contamos con una gran ventaja sobre ellos. ¿Nos volveremos, entonces, al Señor en busca de perdón o insistiremos en seguir en las tinieblas? ¿Queremos realmente un reavivamiento —un reavivamiento de la verdadera santidad— como nuestra mayor y más urgente necesidad? Vendrá únicamente como respuesta a la oración, pero, ¿pediremos el arrepentimiento o el reavivamiento?

Dios nos dará arrepentimiento si estamos dispuestos a confesar nuestra indocilidad. Esa ha sido la manera en que, en lo pasado, se ha producido el reavivamiento, y se producirá nuevamente cuando preparemos nuestro corazón para recibirlo. Pero antes de que lo pidamos, ¿no sería prudente considerar que al reavivamiento debe seguir la reforma? Deben combinarse en hacer lo que es necesario que se haga por nosotros.

 “Dios demanda un reavivamiento y una reforma espirituales. A menos que suceda esto, los que son tibios serán cada vez más detestables para el Señor hasta que él rehúse reconocerlos como a sus hijos.

 “Deben realizarse un reavivamiento y una reforma bajo la ministración del Espíritu Santo. Reavivamiento y reforma son dos cosas diferentes. Reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, una vivificación de las facultades de la mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual. Reforma significa una reorganización, un cambio en las ideas y teorías, hábitos y prácticas. La reforma no producirá los buenos frutos de justicia a menos que esté relacionada con el reavivamiento del Espíritu. El reavivamiento y la reforma han de efectuar su obra asignada y deben entremezclarse al hacer esta obra” (Id., pág. 149; la cursiva es nuestra).

EJEMPLO DE ESDRAS Y NEHEMIAS

Cuando Israel caminaba en las tinieblas, Esdras y Nehemías señalaron con fidelidad el mal. Se unieron al pueblo en la confesión y el arrepentimiento y el Señor los oyó. Se necesitó valor para eso, y se necesitará valor para hacerlo ahora. Puesto que todo el cuerpo se ha descarriado, ¿no se necesitará un movimiento colectivo de confesión, reorganización, cambio de ideas y teorías, hábitos y prácticas?

A nuestro ministerio se le ha concedido el privilegio de atalayar sobre los muros de Sion para proclamar el regreso de Jesús. A nosotros como laicos se nos ha dado la oportunidad de sustentar y ayudar en esta obra. Hoy el mundo se encuentra enredado en la mayor confusión que haya conocido alguna vez. Hombres prominentes se acobardan ante el panorama que ofrece el futuro. Precisamente en un momento en que se hace hincapié en la libertad de conciencia, la vigencia de la ley, la igualdad de las razas y la fraternidad humana como signos de una progresiva madurez del hombre, están comenzando a perfilarse las horribles cabezas de la ilegalidad, la intolerancia, la persecución y el despotismo. “Nosotros que conocemos la verdad debiéramos prepararnos para lo que pronto irrumpirá sobre el mundo como una abrumadora sorpresa” (Testimonio 8, pág. 28).

Ojalá todos —dirigentes y laicos— comprendamos que donde no hay conciencia de nuestra necesidad no puede haber arrepentimiento; si no hay arrepentimiento, no puede haber reavivamiento; sin reavivamiento no habrá reforma; sin reforma no habrá lugar entre los redimidos para quienes podrían haber conocido el tiempo de su visitación.

Sobre el autor: Miembro laico de Loma Linda, California