Mi primer llamamiento en el ministerio fue para trabajar con el equipo de un agresivo evangelista en la ciudad de Melbourne, Australia. Debía reemplazar a un joven misionero que había aceptado un llamado para ir a la India. En mis manos quedaron más de trescientos nombres de personas interesadas.
—¿Cuánto abarcará mi trabajo? —le pregunté al evangelista—. ¿Cómo puedo ayudar a ganar esa gente?
—Usted podría pensar que yo voy a ganar esas personas en mis reuniones —respondió—, pero quiero decirle que es junto a la mesa, en sus hogares, donde usted ha de ganar las almas. Las decisiones que valen son las que se hacen cara a cara.
Y todo evangelista de éxito dirá amén a esto.
No hay peligro mayor que el de que el ministro confíe en métodos o “trucos” para reemplazar al demoroso pero vital contacto personal. Las publicaciones, los cursos bíblicos por correspondencia, las guías para ayudar a marcar la Biblia no pueden realizar la obra del obrero personal en el hogar o en la oficina de la iglesia. El sermón tampoco hará esta obra. Es cierto que algunas decisiones se toman como resultado de oír la predicación o de la lectura, pero sólo el trabajo personal cimenta esas decisiones.
“Lo más importante no es la predicación sino el trabajo hecho de casa en casa, razonando y explicando la Palabra. Serán los obreros que sigan los métodos que siguió Cristo los que ganarán almas como salario” (Obreros Evangélicos, pág. 483).
“Todos los que pueden, deben hacer trabajo personal. Al ir ellos de casa en casa, explicando las Escrituras a la gente, de una manera clara y sencilla. Dios hace que la verdad sea poderosa para salvar. El Salvador bendice a aquellos que realizan esta obra” (Evangelismo, pág. 289).
¿Es fácil para un obrero realizar esta obra personal? ¿Es ateo que se hace naturalmente? “La labor personal debe efectuarse, aun a costa de reducir la obra de predicación… Debéis educaros y enseñaros a vosotros mismos a visitar cada familia a la cual tenéis acceso… Si descuida esta obra, el visitar a la gente en sus hogares, es un pastor infiel, y la reprobación divina lo alcanza… Dios no aceptará ninguna excusa por descuidar de esta manera la parte más esencial del ministerio” (Id., págs. 287, 288).
He aquí algunas de las indicaciones que proceden de la sabiduría divina para ayudarnos en nuestro evangelismo personal:
1. Amor por las almas. Un sentido de prioridades impulsa a todo verdadero evangelista a amar a las almas en primer lugar. De una dedicación y una completa consagración a Cristo se deriva el correcto sentido de los valores. “Cristo nos ha demostrado el gran valor de las almas en el hecho de que vino al mundo con el amor de la eternidad atesorado en su corazón, ofreciéndole al hombre hacerlo heredero de toda su riqueza” (Testimonies, tomo 5, pág. 204).
Con la misma pasión por las almas perdidas no debiéramos vacilar en aceptar las circunstancias difíciles. Recuerdo mi trabajo en favor de un hombre joven. En realidad, yo no tenía muchos más años que él. Le daba los estudios bíblicos en el vestíbulo de la pensión donde vivía, mientras los demás huéspedes iban y venían continuamente. Su decisión se produjo en un estudio relámpago que tuvimos en la galería del frente. Hoy es un obrero de éxito y nunca deja de recordarme que mi constancia y mi indiferencia por las circunstancias difíciles le ayudaron a hacer su decisión.
2. El uso de la Palabra y el Espíritu Santo. “Una gran obra podría ser hecha presentando a la gente la Biblia tal como es. Llevad la Palabra de Dios a la puerta de todo hombre… repetid a todos la orden del Salvador: ‘Escudriñad las Escrituras’ ” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 129).
Más que nunca antes, los ministros adventistas necesitan la Palabra de Dios. ¿De qué otra manera esperaríamos penetrar la confusión mental, la indiferencia y el materialismo de este tiempo? Nuestra inclinación a filosofar, nuestros escasos conocimientos de psicología nunca deben tomar el lugar de un “Así dice el Señor”.
3. Oración. La oración por las cosas correctas nos ayudará en nuestra obra de salvar almas. “Los discípulos oraron con intenso fervor pidiendo capacidad para encontrarse con los hombres, y en su trato diario hablar palabras que pudieran guiar a los pecadores a Cristo” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 30).
“El esfuerzo personal por otros debe ser precedido de mucha oración secreta; pues requiere gran sabiduría el comprender la ciencia de salvar almas. Antes de comunicaros con los hombres, comunicaos con Cristo” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 135).
4. Trabajo intenso. ¿Cuál es la norma para un programa de visitación? Tres estudios bíblicos por noche no es algo imposible; siete u ocho por día están dentro de lo que se espera. ¿Además de llevar el programa de la iglesia? Sí. Demasiado a menudo caemos en el error de permitir que nuestros miembros de iglesia llenen nuestros días y noches con actividades que son buenas pero que ellos podrían fácilmente hacer por nosotros, dejándonos tiempo para la vital obra de la visitación personal.
5. Vestimenta. Preste atención a esto: “La pérdida de algunas almas en el fin tendrá su origen en el desaliño del ministro” (Testimonies, tomo 2, pág. 613). Un ministro a quien conozco bien usa sus trajes hasta que los dobleces se deshilachan y el saco queda brilloso por el uso. Las camisas tienen el cuello raído cuando deja de usarlas. Desde que leí esa declaración del espíritu de profecía me he preguntado si quizá una parte de su falta de éxito no se la debe atribuir a este punto.
6. El tono de la voz. De acuerdo con Arnold Bennet, “el noventa por ciento de las fricciones de la vida diaria es provocado por el tono de la voz”. La Sra. de White dice: “En el caso de algunas almas, el modo en que se presente el mensaje, determinará su recepción o rechazamiento. Entonces, háblese la palabra de tal manera que despierte el entendimiento e impresione el corazón. Lenta, distinta y solemnemente debiera hablarse la palabra, y con todo el fervor que su importancia requiere… Hemos de acostumbrarnos a hablar en tonos agradables, a usar un lenguaje puro y correcto, y palabras bondadosas y corteses” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 315, 316).
7. Carácter. El carácter y la personalidad rodean el mensaje con una atmósfera que tiene gran influencia sobre la actitud de las almas hacia la verdad. Una vida llena de fe, ánimo y esperanza; una vida llena de la dulzura del amor de Cristo ejercerá una tremenda influencia.
“Nuestras palabras, nuestros actos, nuestro vestido, nuestra conducta, hasta la expresión de nuestro rostro, tienen influencia… Cada impulso impartido de ese modo es una semilla sembrada que producirá su cosecha… Miles pueden ser bendecidos por nuestra influencia inconsciente” (Id., pág. 319).
Aun el apretón de manos que damos puede marcar una diferencia. “Podéis darle la mano a una persona para saludarla de tal manera que ganéis su confianza en seguida” (Gospel Workers, pág. 189).
8. Uso efectivo de las publicaciones. Una vez oí a un no adventista definir a nuestro pueblo como el que “tiene la cabeza llena de textos y el bolsillo lleno de folletos”. “Deben hacerse planes para que cada reunión en que la verdad ha sido presentada a la gente, sea seguida por la distribución de folletos. Hoy por hoy puede verse la necesidad de regalarlos, pero serán un poder para el bien, y nada se perderá” (Evangelismo, pág. 114).
9. Entusiasmo. De todas las cosas que me afectaron en mi juventud y me llevaron a aceptar a Cristo, la más importante fue el entusiasmo evidente de mi padre evangelista y sus colaboradores por el trabajo que hacían. Entusiásmese con el mensaje. Créalo. Transmita su entusiasmo. Evite actitudes negativas. Uno de nuestros departamentales comentó así sobre algunos nombres de oyentes de programas de radio de la iglesia: “Les envié tres invitaciones a mis reuniones y no vino ninguno”. Para él, eso marcaba el fin de su responsabilidad. El entusiasmo por las almas lo hubiera llevado a realizar mayores esfuerzos, contactos más inteligentes.
10. Manténgase positivo. Adhiriéndose a las verdades que se sostienen en común, hablando con certeza y autoridad, mediante la sencillez y la sinceridad las almas son influidas en favor de la verdad.
En todo el mundo necesitamos ministros y laicos que tengan un organizado y dedicado interés por las almas. Los dates que tenemos de nuestra escuela bíblica por correspondencia revelan que poco más de la mitad de esos preciosos interesados son visitados con fidelidad. Aun esa cifra podría ser menor si se tomara en cuenta la actitud indiferente que asumen algunos al hacer las visitas.
La obra personal por las almas es la más importante, la más deliciosa y la más preciosa que podamos hacer. En ella el predicador hace la obra de Cristo, porque por sobre todo nuestro Señor fue un obrero personal.
Sobre el autor: Del Depto. de Radio-TV de la Asoc. General