Sí, soy esposa de pastor pero no se aflijan por mí. No cambiaría mi posición por la que ocupa la esposa del presidente de los Estados Unidos. Amo a ese predicador que es mi esposo y amo también a la gente de mi iglesia que es para mí como mi familia. Y amo además mi trabajo. ¿Qué más puede desear una mujer para ser completamente feliz en éste, nuestro viejo mundo? Con seguridad, esas personas que están tan informadas de todo lo que sucede en el planeta, no deben ser tan anticuadas como para suponer que todavía pertenecemos a esa clase que usaba trajes de alpaca negra, lustrosos a causa del desgaste, y dados vuelta tantas veces que sólo un experto podía descubrir cuál era el derecho de la tela.
El esposo ideal
En primer lugar, el pastor resulta ser un esposo ideal porque generalmente es un hombre culto y posee una rica experiencia espiritual. Estas cosas tienen mucha importancia. Personalmente, me resultaría bastante aburrido tener que sentarme a la mesa unas treinta mil veces durante toda la vida frente a un hombre que no poseyera por lo menos una de ambas cualidades.
Además, la esposa de un pastor puede destacarse entre la gente más culta de la ciudad o pueblo donde resida. Si desea alcanzar posiciones o prestigio puede obtenerlos sin dinero y sin “pedigree”.
También hay que tener en cuenta a los hijos. Sé perfectamente que se dicen muchas cosas acerca de los hijos del pastor: que son malos, que son “gentuza” y otras cosas parecidas. Sin embargo, ocupan elevadas posiciones en el comercio y en el mundo profesional. Tienen altos ideales, por lo general viven en forma honesta y ordenada y muy temprano en la vida se esfuerzan por obtener la mejor educación posible a un costo mínimo.
Amiga y colaboradora
Hay otro motivo por el cual me siento feliz de haberme casado con un pastor, y se debe a que no hay otra profesión que les ofrezca a las esposas mejores oportunidades para ser verdaderas colaboradoras y amigas de sus esposos. Si lo deseamos, su trabajo puede convertirse en el nuestro. Podemos estar informadas de todas sus ambiciones, aspiraciones, desalientos y problemas. Si su esposo es químico, posiblemente usted sea tan inexperta que no sepa diferenciar un ácido de un álcali. Si es abogado, posiblemente emplee un vocabulario tan técnico y misterioso que a usted la suma en la perplejidad. También puede ser médico, y en tal caso usted puede llamarse afortunada si cuenta con su presencia en el hogar el tiempo suficiente para que los hijos se familiaricen con su padre. En cambio, la esposa de pastor trepa al viejo automóvil y se va. Si su marido visita a los enfermos, ella puede acompañarlo. También lo sigue hasta el hogar donde se ha detenido la sombra de la muerte. Casi siempre la invitan a las bodas, asiste a las asambleas y recibe de todas estas actividades tantos beneficios como los que obtiene su esposo.
He oído decir a muchas esposas de pastores que tienen especial interés en asistir a las asambleas ministeriales. Por otra parte, si usted es una buena esposa, le prestará atención a su marido cuando él le muestre sus sermones o bosquejos con la intención de que usted les haga una crítica constructiva. Mi esposo dice que no puede comenzar a predicar sus sermones hasta que no me descubre entre el público y nota que estoy siguiendo sus palabras. Tengo la costumbre de leer sus libros y revistas. ¡Es tan maravilloso tener gustos semejantes! Además, si la esposa tiene algún talento musical puede resultar una buena colaboradora cuando su marido necesita un solista para un funeral, presentar un programa por radio o en cualquier otra oportunidad. Es un trabajo que exige el empleo de todos los talentos que se poseen. Pero es un trabajo que a mí me agrada.
La mejor gente del mundo
Hay quienes dicen que es muy difícil llevarse bien con los miembros de la iglesia. Pero eso no es verdad. La mejor gente del mundo se encuentra en nuestras iglesias. ¡Por supuesto que son seres humanos!, pero eso mismo es lo que los hace tan agradables.
Debo confesar que me gusta que me aprecien. ¿Hay alguien, acaso, que no desee ser estimado? Por eso me siento complacida sabiendo que la gente tiene gran aprecio por la familia del pastor. Cuando una joven pareja se casa, al primero a quien invitan a su hogar es al pastor. Cuando la muerte soberbia se abate sobre ellos, se vuelven afligidos al pastor con la esperanza de hallar consuelo. Estas son algunas de las razones por las cuales permanentemente recordarán con gratitud a quien les brindó su apoyo; por eso siempre le darán la bienvenida en su hogar.
A la esposa de un pastor se la invita a participar en las actividades sociales. ¡Qué alegría es poder mantenerse joven entre los jóvenes! Usted puede disfrutar de esas reuniones tanto como cuando pasa una tarde más tranquila en compañía de gente adulta.
Cuando un pastor se traslada a otro pueblo sabe que ya hay un sitio preparado para él. En pocas semanas conocerá a la mayor parte de los miembros de su congregación. Por lo tanto, usted no tendrá por qué sentirse solitaria, esperando que alguien le preste atención. Antes de que pase mucho tiempo habrá conocido a varios centenares de personas. Dejará de sentirse como una extranjera y se sentirá tan feliz como una calandria.
Tengan la plena seguridad de que no deseo que nadie se apene por mí debido a que soy esposa de pastor, porque ciertamente me siento feliz de serlos.