Un estudio de las profecías relativas al fin – 5

            Es necesario buscar en el Nuevo Testamento las pautas para la interpretación del Antiguo. De modo que comenzaremos nuestro estudio con el libro del Apocalipsis, en el cual “todos los libros de la Biblia se encuentran y terminan”, según una expresión de la Hna. White (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 467).

            “El libro [del Apocalipsis] está totalmente saturado de las memorias, los incidentes, los pensamientos, y el lenguaje de la iglesia del pasado. A tal punto llegan las cosas que es dudoso si contiene una sola figura no extraída del Antiguo Testamento, o una sola frase completa no edificada en mayor o menor grado sobre materiales de esa misma fuente” (W. Milligan, The Revelation of St. John, pág. 72. Citado por el Prof. H. R. Treiyer en su clase de “Interpretación Apocalíptica”).

            Por ello, en el libro de la Revelación reaparece, en un nuevo marco y con mayor amplitud, la misma Babilonia y el mismo poder apóstata del que hablaron los profetas de la antigüedad (Eze. 38:17). Veamos algunos ejemplos:

            El gozo es quitado de Babilonia

            Jer. 25:10 Apoc. 18:22,23

            El vino de la fornicación de Babilonia

            Jer. 51:7 Apoc. 17:2

            Llena de fieras y aves

            Jer. 50:39 Apoc. 18:2

            Llena de fieras y aves

            Isa. 13:21 Apoc. 18:2

            Cayó Babilonia

            Isa. 21:9 Apoc. 18:2

            Salid de Babilonia pueblo mío

            Jer. 50:8 Apoc. 18:4

            Salid de Babilonia pueblo mío

            Isa. 48:20 Apoc. 18:4

            Estos ya nos dan una idea de la continuidad y de la unidad de la profecía bíblica. Pero pueden consultarse con provecho, para ampliar esta información, el tomo 7, págs. 867-869 del SDABC, y las abundantes referencias que hallamos en nuestras Biblias.

            También aparecen en el Apocalipsis las palabras de Ezequiel, respecto de Gog y Magog:

            Ezequiel 39:17-20: Invitación a las aves a comer carne de hombre y bestias.

            Apocalipsis 19:17, 18: La misma expresión referida a la segunda venida de Cristo.

            También se cita el contenido del capítulo 38 de Ezequiel en forma resumida en Apocalipsis 20:8-10, pero refiriéndose ahora al juicio, después del milenio (vers. 7). Es decir, la gran batalla final tendrá su comienzo en ocasión de la segunda venida, y su culminación será en el gran día del juicio, ante el gran trono blanco.

EL REY DEL SUR

            Daremos por sentado que el lector conoce los detalles referentes a la naturaleza y obra de la gran Babilonia mística y pasaremos a estudiar un nuevo personaje que es introducido por Daniel, y cuya gravitación es sin duda importante en los días finales de este mundo: el rey del sur.

            Ya expusimos las razones por las cuales esa Babilonia rediviva que aparece en Daniel 11:40-45 no puede ser literal sino simbólica, aun para los autores del Antiguo Testamento. De modo que el Egipto allí mencionado por nombre no es ni remotamente el Egipto de los faraones que es destruido por Nabucodonosor para no recuperar nunca más su soberanía.

            La primera mención del rey del sur, que ocurre en el versículo 5 de este capítulo, ya no se refiere a un poder egipcio autóctono sino al poder Tolomeo, después de la división del imperio de Alejandro. Y la historia secular nos dice que el pueblo egipcio propiamente’ dicho, nunca más volvió al poder. Lo que hoy llamamos Egipto no es más que un país árabe, distinto en raza y cultura del antiguo Egipto de los faraones.

            Decía Jeremías: “Becerra hermosa es Egipto; mas viene destrucción, del norte viene. . . Se avergonzará la hija de Egipto; entregada será en manos del pueblo del norte… Y los entregaré en mano de… Nabucodonosor rey de Babilonia” (Jer. 46:20, 24, 26). Esto se cumplió literalmente en la campaña de Nabucodonosor contra Egipto (568-567 AC), y el pasaje de Daniel 11:40-45 nos indica que debemos ver en esto una ilustración de un gran conflicto que ocurrirá en nuestros días.

            ¿Quién podrá ser, entonces, este rey del sur?

            Como no podía ser de otra manera, el Apocalipsis viene en nuestro auxilio con una clave segura:  Apocalipsis 11: 8: “Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado”.

            Todo el capítulo 11 del Apocalipsis hace referencia a la persecución de que fue objeto la Palabra de Dios durante los 1.260 años del predominio papal. Finalmente, al término de ese período, los dos testigos son objeto de burla y escarnio, y sus cadáveres yacen sin sepultura en la plaza de la ciudad a la que se llama Sodoma y Egipto.

            Los adventistas del séptimo día identifican esta referencia geográfica con Francia, especialmente en el período de la revolución desde 1789 hasta el fin de la primera República Francesa en 1801.

            Los “tres días y medio” del versículo 11 es decir, tres años y medio, corresponden al intervalo entre el decreto que abolió la religión en Francia, el 26 de noviembre de 1793, y el que la restauró el 17 de junio de 1797. Es decir, el período en el cual el ateísmo fue instaurado oficialmente por primera vez en el mundo occidental o cristiano, crucificándose de este modo a nuestro Señor.

            El nombre espiritual de Sodoma, no puede referirse a otra cosa que a la corrupción moral que caracterizó a la Francia de ese período. En cuanto al nombre de Egipto, claramente se refiere al ateísmo, que fue la nota saliente de su filosofía.

            Comenta la Hna. White: “La ‘gran ciudad’ en cuyas calles son asesinados los testigos y donde yacen sus cuerpos muertos, ‘se llama simbólicamente Egipto’. De todas las naciones mencionadas en la historia de la Biblia, fue Egipto la que con más osadía negó la existencia del Dios vivo y se opuso a sus mandamientos. Ningún monarca resistió con tanto descaro a la autoridad del cielo, como el rey de Egipto. Cuando se presentó Moisés ante él para comunicarle el mensaje del Señor, el faraón contestó con arrogancia: ‘¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel’ (Exo. 5:2). Esto es ateísmo; y la nación representada por Egipto iba a oponerse de un modo parecido a la voluntad del Dios vivo, y a dar pruebas del mismo espíritu de incredulidad y desconfianza” (El Conflicto de los Siglos, pág. 312).

            “El poder ateo que gobernó a Francia durante la Revolución y el reinado del terror, hizo a Dios y a la Biblia una guerra como nunca la presenciara el mundo” (Id., pág. 316).

            Se nos dice también que este conflicto no quedaría circunscripto solamente a la Francia de fines del siglo XVIII, sino que “la propagación mundial de las mismas enseñanzas que produjeron la Revolución Francesa, tienden a envolver al mundo entero en una lucha similar a la que convulsionó a Francia” (La Educación, pág. 224).

            ¿Existe en nuestros días algún estado que sustente el ateísmo como base de su filosofía y de su sistema de gobierno? La respuesta es un rotundo sí; y lo vemos en la Rusia comunista y en los países que ha adoptado su sistema filosófico-político.

            No es conveniente que especulemos sobre detalles meramente políticos, pero es claro en la profecía (Dan. 11:40-45), que antes de que suba decididamente contra el pueblo de Dios (vers. 45), el gran poder del norte, la Babilonia mística, aplastará y eclipsará al ateísmo representado por el rey del sur (vers. 40, 42) y a sus satélites, “Libia” y “Etiopía”.

            Pero no serán tocados “Edom y Moab y la mayoría de los hijos de Amón” (vers. 41). Como se recordará, estos pueblos estaban emparentados con los israelitas. Edom era hijo de Isaac, y Moab y Amón eran hijos de Lot. Sin embargo, fueron siempre hostiles a Israel, y en ocasión de la invasión babilónica hicieron escarnio de Israel y se alegraron de su triste suerte (Eze. 25). Bien podrían representar al protestantismo apóstata, relacionado con el pueblo adventista en cuanto a sus orígenes y anterior a éste, pero enemigo suyo y escarnecedor de los hijos de Dios. Estos grupos religiosos renunciarán a la fe de sus antecesores para transformarse en súbditos y tributarios de la gran Babilonia de los últimos días, a la vez que escarnecedores y enemigos del pueblo remanente de Dios.

            Con el próximo artículo, que será el último de esta serie, concluiremos nuestro estudio con una consideración detallada de los preparativos y el libramiento de la gran batalla del Armagedón.

Sobre el autor: Redactor de la Asociación Casa Editora Sudamericana.