Desde la infinita eternidad, tres son los que rigen el universo. Iguales en omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia, en sustancia, en gloria y en eternidad. Son tres santos, tres grandes poderes, tres personas, es decir, tres seres independientes uno del otro. Cada uno de ellos es llamado Dios. Como siempre han estado unidos en obras y propósitos, la Biblia los identifica muchas veces en sentido colectivo como Dios, y esto equivale a afirmar la existencia de la Trinidad. Cuando se usa el nombre de Dios en sentido colectivo, aparece escrito en plural (hebreo, Elohim = Dioses), y esto ocurre más de 2.500 veces en el Antiguo Testamento. Otros no ven en Elohim más que un plural mayestático.

Afirman los testigos de Jehová que no puede haber trinidad porque este término no se encuentra en la Biblia. Si no hay trinidad porque el término no está en la Biblia, tampoco debería haber “salones del Reino”, “reino teocrático”, “milenio” o “Biblia”, pues estas expresiones no se encuentran en las Escrituras.

Digamos, de paso, que la organización mencionada no usa la palabra Biblia (usada por primera vez por Crisóstomo para referirse a la Palabra de Dios) como título de su propia versión de las Escrituras. Nos parece que la preocupación fundamental de ellos es iniciar discusiones sin fundamento con respecto a nombres, preocupándose de lo accesorio, en desmedro de lo fundamental.

En el folleto distribuido por la Torre del Vigía, La Trinidad, ¿Misterio Divino o Mito Pagano? señalan que la idea de trinidad procede de pueblos paganos como los egipcios, hindúes, babilonios y griegos. Pero entre estos pueblos no existe una idea de trinidad como la que encontramos en la Biblia, sino la idea de una simple tríada, formada por un dios, su mujer y su hijo. En ese mismo folleto se afirma, incluso, que la idea de trinidad se originó con Nimrod (Gén. 10:9), quien se casó con su madre.

La palabra trinidad, del latín trinitas, fue creada por Tertuliano en la última década del siglo II DC. Significa la coexistencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la unidad de la Divinidad. Aunque no sea un término bíblico, representa la cristalización de esta enseñanza de la Biblia que nos esclarece acerca de sus componentes: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Siendo finita la mente humana, no puede alcanzar lo infinito, por lo tanto, en muchos aspectos, Dios, Cristo y el Espíritu Santo son misterios. ¿Quién puede entender lo que es la vida? ¿Cuántos podrían explicar la teoría de la relatividad de Einstein? ¿Quién entiende exactamente qué es la electricidad? ¿Vamos a negar la Trinidad, enseñada tan claramente en los escritos sagrados, porque supera nuestra limitada comprensión?

No cabe negar la Trinidad, tan evidente en los textos bíblicos, porque sea difícil armonizar la coexistencia de tres personas distintas en una única Divinidad. Pascal dijo: “Hay una infinidad de cosas que la razón no puede comprender. Resuélvanse todos los dilemas, explíquense todas las palabras de la Biblia, y aún quedarán las mayores dificultades para el ejercicio de nuestra fe: el origen del mal, el misterio de la divina presciencia y de la libre acción, y mucho más en el terreno de la redención. En esta consideración diremos siempre: ‘¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!’” (Historia, Doctrina e Interpretación de la Biblia, pág. 280).

La negación de la trinidad ha sido un elemento permanente de las religiones no cristianas. Los testigos de Jehová, a pesar de su trasfondo cristiano, se encuentran entre los más vehementes adversarios de esta doctrina cristiana. Para ellos la trinidad es irracional, porque dicen: Si aceptamos que Jesús es Dios, ¿cómo podemos continuar diciendo que Dios es uno? Creen, como Arrio, en quien se originan sus ideas, que la divinidad de Cristo no concuerda con la idea de un único Dios.

Los cristianos no creen que hay “tres dioses en uno”, como dice el libro Sea Dios Veraz, página 81; creen en la existencia de tres personas, todas de una misma sustancia, coeternas, coexistentes e iguales.

Otro argumento que esgrimen los testigos para negar la trinidad es el de que esta doctrina se opone a la “razón”, que es el criterio usado por ellos para aceptar las doctrinas bíblicas. En defensa de esta idea citan Isaías 1:18: “Venid, pues, y estemos a cuenta”; y luego sacan la conclusión de que la enseñanza de la trinidad es incompatible con la razón. Pero en el mismo libro de Isaías leemos: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (cap. 55:8, 9). Estas declaraciones no significan que hay que dejar a un lado la razón y el pensamiento, sino que el hombre es incapaz de conocer la mente, la naturaleza y los pensamientos de Dios en toda su plenitud. Dios no invita al hombre a resolver problemas que la mente humana, por ser finita, no abarca. ¿Sería la razón humana un elemento válido para determinar una doctrina bíblica? Evidentemente no.

Los testigos de Jehová, en su libro Sea Dios Veraz, afirman: “Sería [la trinidad] un misterio comparable al surgimiento del pecado en el cielo y a muchas cosas relacionadas con el plan de salvación”. Y afirman perentoriamente: “La Biblia no contiene misterios divinos, pero sí secretos sagrados. Hay una gran diferencia entre un secreto y un misterio. Un secreto es meramente algo que no ha sido dado a conocer, pero un misterio es algo que no puede ser conocido”.

Cualquier diccionario nos demostrará que esta afirmación es improcedente. El Diccionario de la Real Academia Española dice así:

Misterio: En la religión cristiana, cosa inaccesible a la razón y que debe ser objeto de fe. Negocio secreto o muy reservado.

Secreto: Cosa arcana o muy recóndita que no se puede comprender y negocio muy reservado, misterio.

Como bien dice Walter R. Martin, en el libro The Kingdom of the Cults, página 57: “La verdad es que la Torre del Vigía refuta la doctrina de la trinidad y otras doctrinas fundamentales del cristianismo, no porque sean misteriosas, sino porque los Testigos de Jehová están determinados a reducir a Jesús, el Hijo de Dios, a una criatura o a un ‘segundo Dios’, sin tener en cuenta todas las evidencias bíblicas”.

Los unitarios afirman que la fe en la divinidad de Cristo pone a prueba el monoteísmo bíblico. En el SDA Bible Commentary, tomo 5, página 911, leemos: “Entre las verdades recibidas en herencia por la Iglesia cristiana se incluían la paradoja de un monoteísmo y el misterio de un Dios encarnado, conceptos ambos que trascienden la comprensión finita y desafían el último análisis y la definición”.

Esto es lo que dicen los russelitas [testigos de Jehová] sobre la Trinidad: “Tal doctrina no es de Dios” (Sea Dios Veraz, pág. 100). “La conclusión evidente es que Satanás es el originador de la doctrina de la trinidad” (Id., pág.- 101).

Los russelitas no fueron los primeros antitrinitarios. Hubo otros a lo largo de la historia de la iglesia que no supieron armonizar la doctrina de la unicidad de Dios con la de la Trinidad, aunque ambas están apoyadas en las Escrituras por una cantidad de pasajes. Vamos a analizarlas.

Evidentemente, la Biblia afirma que hay un solo Dios. (Véase Deut. 6:4; Isa. 44:6; Mar. 12:29; Rom. 3:30; 16:27; 1 Cor. 8:4-6; Gál- 3:20; Efe. 4:6; 1 Tim. 1:17; Sant. 2:19; Jud- 25.)

Como ninguno de los miembros de la Divinidad es mayor que los otros, la Biblia no los presenta en un orden determinado:… El Espíritu… El Señor… Dios (Isa. 61:1, 2); Señor Jesucristo… Dios… Espíritu Santo (2 Cor. 13:14); Espíritu… Dios… el Santo (Isa. 40:13, 18, 25); un Espíritu… un Señor… un Dios (Efe. 4:4-6); Santo, Santo, Santo (Isa. 6:3; Apoc. 4:8).

Los nombres Padre, Hijo y Espíritu Santo designan la obra que cada uno de ellos cumple desde que el plan de redención fue puesto en acción.

Jesús es Dios

Las Sagradas Escrituras nos muestran que Cristo es Dios. Estas pruebas se encuentran, especialmente, en los siguientes pasajes: Juan 1:1; 5:18; 10:28-33; 20:28; Romanos 9:5; Filipenses 2:6; Colosenses 2:9; 1 Pedro 1:11; 1 Juan 5:20.

El Espíritu Santo es Dios

Entre las muchas afirmaciones de los testigos sobre el Espíritu Santo, las dos más destacadas son éstas: “El Espíritu Santo es la fuerza activa e invisible de Dios, que mueve a sus siervos a hacer su voluntad” (Sea Dios Veraz, pág. 108). “El Espíritu Santo no es un Dios, ni un miembro de una trinidad, ni es coigual, y ni siquiera es un ser personal” (Jehovah of Watch Tower, pág. 432).

Pero ¿qué dicen las Escrituras?

El Espíritu Santo es Dios, porque posee los atributos de Dios, tales como:

Santidad: Efe. 4:30.

Eternidad: Heb. 9:14.

Omnipotencia: Hech. 1:8.

Omnisciencia: 1 Cor. 2:10, 11.

Omnipresencia: Juan 14:16; Sal. 139:7-10.

Dador de la vida (juntamente con Jesús): Juan 6:63; (SDA Bible Commentary, tomo 1, pág. 209).

Es blasfemia el pecado contra el Espíritu Santo: Mat. 12:31, 32. (Blasfemia es pecado contra Dios.)

El Espíritu Santo es verdadero Dios: Hech. 5:3, 4; 2 Cor. 3:17; Efe. 2:22.

“Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos terrenos” (El Evangelismo, pág. 447).

“El Espíritu Santo tiene una personalidad, de lo contrario no podría dar testimonio a nuestros espíritus y con nuestros espíritus de que somos hijos de Dios. Debe ser una persona divina, además, porque en caso contrario no podría escudriñar los secretos que están ocultos en la mente de Dios” (Ibid.).

Los atributos que la Biblia confiere al Espíritu Santo son propios de un ser, y no de un “poder activo”, o influencia.

El Espíritu habla: 1 Tim. 4:1.

Enseña: Juan 14:26.

Convence: Juan 16:8.

Fortalece: Hech. 9:31.

Intercede: Rom. 8:27.

Envía: Hech. 13:4.

Ama: Rom. 15:30.

Kant otorgaba tres atributos a una personalidad: Inteligencia, voluntad y emoción. Estos tres atributos se encuentran en el Espíritu Santo.

Inteligencia: 1 Cor. 2:10, 11; Hech. 15:28.

Voluntad: 1 Cor. 12:11; Efe. 4:30; Juan 15:26; 16:8.

Emoción: Rom. 15:30; Efe. 4:30; Isa. 63:10.

Todavía hay un poderoso argumento para probar que el Espíritu Santo es de la misma naturaleza de Dios. Lo podemos encontrar en el uso de las palabras griegas “αλλος álos y έτερος- héteros. En castellano traducimos ambas palabras como otro, pero álos es otro del mismo género, mientras que héteros es otro de naturaleza diferente o contraria. En la expresión “otro consolador” de Juan 14:16, encontramos, indicando que el Espíritu Santo es igual a Dios. En Gálatas 1:6 Pablo afirma: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó a la gracia de Cristo, a otro evangelio, “ (Val. ant.). La palabra griega en este caso es: έτερος otro diferente.

Hay pasajes en la Biblia donde las tres personas de la Trinidad aparecen juntas, lo cual prueba que son tres personas distintas. Los más significativos son:

  1. La fórmula bautismal en el nombre del Dios triuno, puesta en labios de los apóstoles por Cristo mismo (Mat. 28:19).

“Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo- son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe” (El Evangelismo, pág. 446).

“Los tres grandes poderes que están en el cielo son testigos; son invisibles, pero están presentes” (Manuscrito 57, 1900, citado en SDA Bible Commentary, tomo 6, pág. 1.074).

  • La bendición apostólica de 2 Corintios 13:14, donde se atribuyen gracias diferentes a cada persona de la Divinidad.

Además de estos textos, la trinidad se hace evidente en los siguientes pasajes: 1 Cor. 12:4- 6; Juan 14:16; Col. 2:9; Efe. 4:4-6; 2 Tes. 2:13, 14; 1 Ped. 1:12; Jud. 20, 21.

La cita de Deuteronomio 6:4: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” como prueba del unitarismo divino o como argumento en contra de la trinidad, requiere una explicación.

Debemos distinguir entre dos palabras hebreas: echad, que significa unión, del verbo yachad = unir; y yachid, que quiere decir solitario, sólo uno, únicamente. En Deuteronomio 6:4 se encuentra אחד- echad, pero en Génesis 22:2, 12, 16 la palabra que se usa es yachid Una traducción de Deuteronomio 6:4 más de acuerdo con el original hebreo sería: “Dios, Jehová, es unido” o “Los Dioses Jehová están unidos”.

En Génesis 2:24 encontramos la declaración “serán una sola carne” – bosor echâd. ¿Se afirma allí que el hombre y la mujer son uno cuantitativamente? No. Simplemente son uno en la unidad de propósito y de ideales.

El pasaje de 1 Juan 5:7 que aparece en algunas traducciones: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno”, no debe usarse para probar la Trinidad, porque no aparece en los manuscritos anteriores al siglo XII. La crítica textual ha llegado a algunas conclusiones sobre este pasaje. Dentro de ellas, la más viable para mí sería la siguiente: Considerando que no se encuentra en los manuscritos unciales ni en la casi totalidad de los cursivos; considerando que no aparece en todas las versiones antiguas, con excepción de la latina; considerando que nunca fue citado por los padres de la Iglesia en sus escritos en defensa de la doctrina de la Trinidad, concluimos que, innegablemente, fue una interpolación posterior.

El “comma johanneum”, como la crítica textual designa a esta interpolación, surgió, según todo parece indicar, de un comentario exegético que un copista colocó al margen del texto que estaba copiando. Un copista posterior, viendo que eran palabras apropiadas para el contexto, las insertó en la copia que estaba haciendo, pero no pertenecen por legítimo derecho al texto sagrado.

Sobre el autor: El pastor Pedro Apolinário enseña portugués, griego, hebreo y crítica textual en la Facultad Adventista de Teología, en San Pablo, Brasil. Tiene el título de Master en lenguas bíblicas de la Universidad Andrews.