- Las diversiones incorrectas.
“Las diversiones están contribuyendo más que ninguna otra cosa, a contrarrestar la obra del Espíritu Santo, y esto entristece al Señor” (Conselhos aos Professores, Pais e Estudantes, pág. 253).
- Los cristianos que no viven la verdad.
“El Espíritu de Dios está contristado porque muchos no son como debieran ser en su corazón y su vida. La fe que profesan no está en armonía con sus obras” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 496).
- La codicia.
“Más tarde, Ananías y Safira agraviaron al Espíritu Santo cediendo a sentimientos de codicia. . . El mismo pecado se repitió a menudo en la historia ulterior de la iglesia, y muchos lo cometen en nuestro tiempo. Pero, aunque no sea acompañado de una manifestación visible del desagrado de Dios, no es menos horrible a su vista ahora que en el tiempo de los apóstoles” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 60 y 64).
- Dudar del amor de Dios y desconfiar de sus promesas.
“Cuando parece que dudamos del amor de Dios y desconfiamos de sus promesas, lo deshonramos y contristamos su Espíritu Santo” (El Camino a Cristo, pág. 118).
- Una imaginación sin control.
“Usted dispone del poder de la voluntad, y debe utilizarlo para su bien. Pero no lo ha hecho; por el contrario, ha permitido que su imaginación sobreexcitada domine su mente. De esta manera ha contristado al Espíritu Santo” (Testimonies, tomo 1, pág. 310).
- El temor.
“¿Hacen bien al cultivar semejante incredulidad? Jesús es amigo de ellos. Todo el cielo está interesado en su bienestar, y su temor y sus murmuraciones agravian al Espíritu Santo” (Obreros Evangélicos, pág. 275).
- La indolencia.
“Cuando la iglesia haya dejado de merecer el reproche de indolencia y pereza, el Espíritu de Dios se manifestará misericordiosamente. El poder divino se manifestará. La iglesia percibirá la obra providencial del Señor de los ejércitos. La luz de la verdad se derramará mediante rayos resplandecientes y poderosos, como en los días apostólicos, y muchas almas se apartarán del error para venir a la verdad. La tierra será iluminada con la gloria del Señor” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 308).
- La complacencia del egoísmo.
“El Espíritu de Dios no habitará donde haya desunión y contención entre los creyentes en la verdad. Aunque no se expresen, estos sentimientos se posesionan del corazón y ahuyentan la paz y el amor que deben caracterizar a la iglesia cristiana. Son el resultado de su egoísmo en su sentido más pleno… La complacencia del egoísmo ciertamente contribuirá a que el Espíritu de Dios se retire agraviado del lugar” (Testimonios Selectos, tomo 3, pág. 263).
- La falta de cooperación entre obreros.
“Estas cosas contristan el Espíritu Santo. Dios desea que aprendamos los unos de los otros. La independencia no santificada nos coloca en tal posición que el Señor no puede colaborar con nosotros. Y a Satanás le satisface semejante situación” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 181).
- La observancia deficiente del sábado.
“Cuando sus preocupaciones temporales parecen requerir atención, usted viola el cuarto mandamiento sin remordimiento alguno. Guarda la ley de Dios si le conviene, y la obedece o la desobedece según lo exijan sus negocios o su inclinación. Mediante esta actitud no se honra el sábado como institución sagrada. Usted contrista al Espíritu de Dios y deshonra a su Redentor al seguir esta conducta temeraria” (Joyas de los Testimonios, tomo I pág. 497).
- La dureza del corazón.
“Mientras estaba al lado de la cama de mi esposo moribundo, comprendí que si otros hubieran llevado las cargas que les correspondían, él podría haber vivido por más tiempo. Entonces imploré, con el alma sumida en la agonía, que los presentes no entristecieran más al Espíritu de Dios por causa de la dureza de su corazón” (Testimonies, tomo 5, pág. 67).
- Los casamientos con los infieles.
“Unirse con un incrédulo es ponerse en el terreno de Satanás. Usted agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 122).
- La venganza.
“Cuando sufrimos pruebas que parecen inexplicables, no debemos permitir que nuestra paz sea malograda. Por injustamente que seamos tratados, no permitamos que la pasión se despierte. Al ceder al espíritu de venganza, nos dañamos a nosotros mismos. Destruimos nuestra propia confianza en Dios y ofendemos al Espíritu Santo” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 135).
- La rivalidad entre instituciones adventistas.
“No debería haber rivalidades entre nuestras casas editoras. Si se tolera este espíritu, crecerá y se fortalecerá, y terminará por destruir el espíritu misionero. Esto contristará al Espíritu de Dios y alejará de las instituciones a los ángeles ministradores enviados para ser colaboradores de los que aprecian la gracia de Dios” (Testimonies, tomo 7, págs. 173-174).
- Las observaciones severas y sarcásticas.
“El Salvador que mora en el alma se manifiesta por medio de las palabras que pronunciamos. El Espíritu Santo no mora en el corazón del que se fastidia cuando otros no están de acuerdo con sus ideas y sus planes. De los labios de tal persona brotan severas observaciones que contribuyen a que el Espíritu se retire contristado, y a que desarrollen rasgos de carácter más satánicos que divinos” (Consejos sobre Mayordomea Cristiana, pág. 121).