Presentaba su informe el presidente de la unión en la cual durante los últimos años se han ganado más almas en el mundo. Entre los datos que él proporcionó, me llamó poderosamente la atención una cifra: durante el año que terminaba se habían celebrado 2.067 campañas de evangelización. Más adelante, con sus explicaciones, respondería a las preguntas que habían surgido en mi mente. Los pastores habían celebrado 297 de estos esfuerzos evangélicos con la ayuda de las fuerzas vivas de la iglesia: los laicos habían dirigido 1.770 campañas.

Sin hacer la pregunta había recibido la respuesta. Sin lugar a dudas, ésta es la respuesta que anhelamos todos los que estamos dirigiendo este movimiento adventista del séptimo día: el despertar de las fuerzas laicas.

La historia denominacional nos informa que la organización del Departamento de Actividades Laicas fue sencillamente la respuesta de un movimiento evangelizador a las necesidades e inquietudes de muchos de sus miembros.

La organización de la Sociedad Misionera Vigilante en 1869, en South Lancaster, Massachusetts, fue sólo el comienzo. Esas atareadas mujeres que se reunían a mitad de semana para doblar y enviar folletos por correo, y a la vez orar para que los mismos cumplieran su propósito, fueron las precursoras de lo que es ahora el útil, famoso y necesario Departamento de Actividades Laicas de nuestra iglesia.

El Departamento de Escuela Sabática, aunque más antiguo, se preocupó en primera instancia por el estudio de la Biblia y el crecimiento y la preparación intelectual y espiritual de los nuevos y antiguos creyentes. Fue necesario que transcurriera un poco más de tiempo para que se vislumbrase que, además de las buenas cosas que ya estaba haciendo este departamento en favor del movimiento adventista, una de sus principales responsabilidades debería ser la evangelización.

Leemos en la historia de nuestra iglesia que no fue sino hasta el año 1885 cuando la escuela sabática de Milton, Oregón, envió parte de sus ofrendas al campo misionero. Entusiasmadas por esta idea, al año siguiente las escuelas sabáticas de California enviaron $ 700.00 para empezar la obra adventista en Australia. Y en 1887, con $ 10.615.00 en mano, se logra establecer la primera misión en el África. De allí en adelante escuela sabática y evangelización llegarían a ser palabras y actividades sinónimas.

En nuestros días en la mayor parte del mundo adventista ambos departamentos trabajan mancomunadamente, tratando de evangelizar dentro y fuera de la iglesia, en la propia ciudad donde viven los hombres y allende el mar.

Los propósitos de cada uno de estos departamentos son los siguientes:

ACTIVIDADES LAICAS:

  1. Movilizar a cada miembro de la iglesia para que dé testimonio de su fe mediante el ejemplo y de viva voz.
  2. Transformar a cada miembro, de acuerdo con sus habilidades, en un instructor bíblico, predicador, o instructor laico.
  3. Preparar un cuerpo de obreros especializados en asistencia social, que en tiempo de paz o en situaciones de emergencia puedan llevar auxilio a sus semejantes de parte de la iglesia, siendo útiles a su patria y sirviendo a su Dios.

ESCUELA SABÁTICA:

  1. Afirmar a los conversos nuevos y antiguos en las doctrinas de la iglesia mediante el estudio diario del Libro Sagrado, usando las guías de estudio preparadas por el departamento.
  2. Dar la oportunidad a cada miembro de contribuir con sus ofrendas a la predicación del Evangelio en la patria y en los países de ultramar.
  3. Mediante el programa semanal celebrado en la mañana del sábado, abrir las puertas de la iglesia a nuevos creyentes que quieren prepararse para engrosar nuestras filas, y organizados y adiestrarlos para predicar el Evangelio.

Ambos departamentos se complementan a la perfección en lo que a ganancia de almas se refiere, dentro y fuera de la iglesia.

Por ejemplo: el Departamento de Escuela Sabática ha lanzado últimamente el plan de las Unidades Evangelizadoras. El Departamento de Actividades Laicas ha unido también sus esfuerzos para poner en práctica lo que aconseja el espíritu de profecía: Formar “pequeños grupos” para trabajar por los propios miembros y por la comunidad. La estructura por clases de la escuela sabática -la única modificación sustancial es la de que el maestro y los miembros de cada clase deben vivir más o menos en el mismo sector del territorio de la iglesia- se presta admirablemente no sólo para que cada converso participe en tareas de evangelización, sino para causar una verdadera explosión en las actividades misioneras de la iglesia.

Muchos pastores en América Latina y en el África han experimentado el plan de las Unidades Evangelizadoras y no han quedado chasqueados. Últimamente he recibido noticias según las cuales en un campo de una de nuestras divisiones mundiales, mediante este plan la meta de bautismos del año próximo pasado había sido alcanzada con facilidad.

Sabemos de asociaciones en la División Interamericana que utilizando este plan no sólo alcanzan sus blancos y los sobrepasan, sino que lo hacen apenas en la mitad o las tres cuartas partes del tiempo, dejando una buena porción de tiempo libre para atender “algunas otras cosas” (más evangelización).

Por otro lado, es obligación de la iglesia capacitar a los miembros para que como laicos puedan desempeñar diversas tareas dentro del programa general de evangelización. Es cierto que el Departamento de Actividades Laicas ofrece cursos de adiestramiento tales como escuelas de evangelismo laico, cursos de predicadores laicos, etc. Pero si no hay alguien que, en un grupo reducido, anime y ayude a estos hermanos a aplicar el conocimiento adquirido, gran parte del esfuerzo hecho habrá sido en vano.

Creemos firmemente que es imperativa en cada iglesia “la formación de pequeños grupos” para evangelizar. Al mismo tiempo, la estructura por clases de la escuela sabática puede ser utilizada para llevar a cabo diferentes programas o campañas. He aquí un par de ejemplos de diversas actividades promovidas con éxito mediante las Unidades Evangelizadoras.

En el distrito de Santa Ana, México, se lanzó la campaña de la Recolección por medio de las Unidades Evangelizadoras. El resultado fue que la cantidad recolectada fue el doble en relación al año anterior.

En la Iglesia de Quezaltepeque han mejorado notablemente la asistencia a los cultos y las cifras de bautismos. Durante quince años estuvieron luchando para construir un nuevo templo, sin resultados positivos. Hace cuatro meses se hizo la promoción mediante las Unidades Evangelizadoras. A cada clase se le asignó el material que debía conseguir: a una cemento, a otras ladrillos, a otra hierro. Dentro de un mes, gracias a Dios, habrán terminado de levantar una nueva casa de culto.

Por todo lo dicho hasta aquí habrán apreciado los lectores que estos dos departamentos, Escuela Sabática y Actividades Laicas, existen para evangelizar dentro de la iglesia, fuera de ella y allende el mar.

Sin embargo en nuestra iglesia hay todavía muchos hermanos que no alcanzan a ver la utilidad de estos dos departamentos y de otros que han sido organizados en nuestra organización. Todavía algunos tienen la idea de que los departamentos son “un mal necesario”. Otros piensan que los departamentos, especialmente el de Escuela Sabática, caminan por inercia. Pero el trabajo de los distintos departamentos de la iglesia, esencialmente evangelizador, cuando está bien encauzado rinde excelentes frutos.

Cuando le preguntaron a Billy Graham cómo procedería para asegurar la continuidad de su obra como evangelista, respondió de la siguiente manera: “Conseguiría un pequeño grupo de ocho, diez o doce hombres que estén dispuestos a sacrificarse para reunirse conmigo todas las semanas. Les costaría algo en función de tiempo y esfuerzo. Compartiría con ellos durante unos años todo lo que tengo. Así lograría formar a doce ministros de entre los laicos, los que a su vez podrían tomar a ocho, diez o doce más cada uno para enseñarles. Conozco una o dos iglesias que, al practicar este método, están experimentando una positiva transformación. Cristo mismo sentó el precedente, pues pasó la mayor parte del tiempo con doce hombres y no dedicó mucho tiempo a la multitud. Los grandes resultados vinieron de sus contactos personales, y del tiempo que dedicó a los doce”.

El pastor Elden K. Walter, secretario de la Asociación Ministerial de la Unión Sudoccidental, evangelista adventista de mucho renombre y gran promotor de la obra de los laicos, escribió: “La evangelización pública no puede dar buenos resultados a menos que haya un programa de testimonio de parte de los laicos”.

Dice el espíritu de profecía: “No es propósito del Señor que se deje a los ministros hacer la mayor parte de la obra de sembrar las semillas de verdad. Hombres que no han sido llamados al ministerio deben ser estimulados a trabajar por el Maestro de acuerdo con sus diversas capacidades. Centenares de hombres y mujeres que están ahora ociosos podrían prestar un servicio aceptable. Al proclamar la verdad en los hogares de sus amigos y vecinos, podrían hacer una gran obra para el Maestro” (Servicio Cristiano, pág. 86).

Y la obra de hacer discípulos descripta en Mateo 28:19, 20 es encargada a todo aquel que llega a conocer a Jesús, no sólo a los ministros de la iglesia.

Nuestra responsabilidad como dirigentes de este movimiento es animar a cada miembro a realizar la obra a la cual ha sido llamado; podremos cumplir nuestra responsabilidad si nos valemos de los departamentos de la iglesia, incluyendo los de Escuela Sabática y Actividades Laicas.

Las clases de la escuela sabática, si están organizadas como Unidades Evangelizadoras, cumplirán su propósito de ganar almas dentro y fuera de la iglesia. Los fondos recogidos en la escuela sabática llevarán el Evangelio a nuevas regiones en el mismo suelo patrio y en los países de ultramar.

Los predicadores laicos, debidamente adiestrados por los pastores y dirigentes de la grey, ocuparán sus puestos de deber, guiados por el consejo y gozando de la ayuda del Altísimo. Recordarán las instrucciones recibidas acerca de la forma de presentar las doctrinas. Centenares y miles de obreros voluntarios invadirán las casas, en los campos y en las ciudades, para compartir la bienaventurada esperanza que los anima.

Entonces se probará el valor del trabajo hecho ahora. Será un día de triunfo para nosotros como movimiento. Pero para lograrlo necesitamos dedicar tiempo a la organización y el adiestramiento de nuestro pueblo. Los departamentos de Actividades Laicas y Escuela Sabática nos brindan esta oportunidad. ¡Aprovechémosla!

Haciendo esto no sólo tendremos mejores miembros de iglesia en el presente, sino que estaremos echando los cimientos para la victoria final. Mañana, en el amanecer eterno de Dios, nuestro movimiento será triunfante en el temor y en el poder del Todopoderoso. Así será porque en el tiempo de oportunidad hicimos lo que debimos haber hecho.

¡Quiera el Señor que procedamos de esta manera!

Sobre el autor: El pastor Sergio Moctezuma es director de Actividades Laicas y Escuela Sabática de la División Interamericana.