Los autores bíblicos y el uso de otras fuentes fuera de la revelación

La razón de este artículo es la de complementar el anterior con tres afirmaciones básicas. Las evidencias favorecen la posición de que algunos escritores bíblicos han hecho uso de otras fuentes fuera de la revelación. La originalidad no es prueba absoluta de inspiración. El uso de materiales de otros por parte de un profeta o escritor inspirado es apropiado.

Uso bíblico de fuentes adicionales a la revelación

  Cuando a fines de 1901 y a principios de 1902 se descubrió la estela de Hamurabi, los eruditos bíblicos quedaron sorprendidos por la similitud entre algunas leyes contenidas en el referido código y el mosaico.[1] El de Moisés es posterior, así que no se puede argumentar que Hamurabi haya tomado ideas de Moisés. Abrahán poseía un código cuyos preceptos había recibido de Dios. Desconocemos su extensión, alcances y especificaciones. Tan sólo tenemos las breves referencias del texto que nos transmitió la información.[2] Algunos han querido ver en el código mosaico algunas ideas tomadas de Hamurabi u otros códigos vigentes en el tiempo de Moisés. La explicación sería la que está implícita en la Palabra de Dios, destacada posteriormente por E. G. de White. Todo lo bueno que pueda surgir del pensamiento del hombre procede, en última instancia, del originador de la verdad, que es Dios.[3]

 Abdías y Jeremías tienen palabras y frases idénticas.[4] “Algunos pasajes son tan parecidos. . . que parece que un autor citó al otro”.[5] El SDA Bible Commentary continúa diciendo que es prácticamente imposible determinar cuál de los dos sería el original. Posiblemente ese parecido se debe a una colaboración de ambos y que, finalmente, los dos profetas la incluyeron en sus respectivos escritos. Ello implicaría aceptar que Jeremías y Abdías eran contemporáneos, para lo cual existen evidencias pero no pruebas bíblicas claras. Es un hecho que algunos escritores bíblicos usaron materiales de otros, no sólo de colegas, sino de autores extrabíblicos. Si bien se podría aceptar sin problemas que la similitud entre los dos profetas antes mencionados se debe a que Dios dio a ambos el mismo mensaje, no sería tan apropiado aplicar el mismo criterio a las similitudes que existen entre Jeremías y el segundo libro de los Reyes.[6] No se trata aquí de profecías, sino de relatos históricos que podían conseguirse en los registros oficiales. Las evidencias del caso llevan a pensar más bien que uno de los dos autores habría sido protagonista de los hechos y el segundo usó del material de aquél para su libro.

  Elena de White dice que “en Apocalipsis todos los libros de la Biblia se encuentran y terminan”.[7] Pocos libros de la Biblia reflejarían más a otros escritores bíblicos que éste. Contendría citas y alusiones de 28 de los 39 libros del Antiguo Testamento, lo que representa más de 500 referencias, citas y alusiones; particularmente de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Zacarías, Joel, Amos y Oseas. Los Salmos y el Pentateuco no estarían ausentes.[8] Un estudio comparativo del Apocalipsis con los capítulos finales de Ezequiel revelará que el primero contiene mucho del material del segundo, especialmente en relación con algunas profecías condicionales que no se cumplieron en Israel pero que tendrán cumplimiento final en la consumación del conflicto entre el bien y el mal, o en la Tierra Nueva.

  En cuanto a los evangelios, se dice que sólo 24 versículos de Marcos no tienen sus correspondientes en Mateo y Lucas. Marcos y Mateo se parecen mucho. Las semejanzas de los evangelios indicarían que hubo alguna fuente común. La similitud de palabras no sería un mero accidente. Algunos escritores bíblicos habrían tomado prestados algunos pensamientos de autores extrabíblicos, o habrían estado familiarizados con ellos de tal manera que los reflejan en sus escritos. Es lo que pasa con los predicadores, en quienes la absoluta originalidad casi no existe.  Reflejamos las fuentes de conocimiento propias de nuestras culturas y nuestra educación. Las ideas tomadas de comentarios, diccionarios, de los escritos de E. G. de White, afloran en los sermones al punto de ser fácilmente detectadas. Algunos evangelistas usan los mismos títulos e idénticas presentaciones de otros que a su vez, reflejan las de terceros. Un profesor del seminario teológico solía decir que, si uno toma el pensamiento de un autor y hace algún uso de él, lo llamarán plagiario; pero si en un trabajo de investigación cita a 20, lo catalogarán de erudito.

  San Pablo refleja la cultura de su época en sus escritos tanto como en su propi formación educacional. “Las malas conversaciones -escribió a los corintioscorrompen las buenas costumbres”. Se trata de un pensamiento que habría tomado de Thais, obra del comediante griego Meandro, que le precedió en este mundo por tres siglos.[9] No existen evidencias de inspiración divina. El pensamiento que aparece en Tito 1:12, es del cretense Epiménedes que vivió unos seis siglos antes de Pablo.[10]Como toda la Biblia es “inspirada divinamente”, esas porciones formuladas por paganos habrían llegado a serlo porque San Pablo los citó y Lucas y él las registraron en las Escrituras. La diferencia en otros casos, como las citas de libros apócrifos por parte de Judas y Juan reside, únicamente, en el hecho de que en estos casos se citan autores religiosos.

 El texto del primer libro de Enoc, citado por Judas sin crédito, dice lo siguiente:

“He aquí él viene con diez miles de sus santos para ejecutar juicio sobre todos y para destruir a todos los impíos, y para convencer toda carne de todas tocante a todas sus obras de impiedad cometidas, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él”[11]

 Esta declaración de un libro no canónico pasó a ser inspirada por haberla incluido el apóstol en su libro inspirado.

 Palabras, ideas, expresiones y figuras del libro de Enoc, por ejemplo, se reflejan más de lo que uno podría imaginarse en el Nuevo Testamento, particularmente en los Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Corintios, Efesios, Colosenses, Timoteo y Hebreos. Cuando se llega al Apocalipsis, las semejanzas son mucho más comunes. Notemos algunos ejemplos:

  1. (Apoc. 1:14) “y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve, y sus ojos como llama de fuego”.

(Enoc 106: 10) 46:1. “El color de su cuerpo es blanco como nieve…y el cabello de su cabeza blanco como lana blanca, y sus ojos son como los rayos del sol”. (El contexto es totalmente diferente aquí al de Apocalipsis.)

  •  (Apoc. 7: 9) “Y después de estas cosas miré y he aquí una gran compañía la cual ninguno podía contar… que estaban delante del trono”.

(Enoc 40: 1) “Y después de estas cosas miré y he aquí una gran compañía la cual ninguno podía contar… que estaba delante del Señor de los Espíritus”.

  •  (Apoc. 21: 1) “El Señor de los señores y el Rey de los reyes”.

(Enoc 9:4) “El Señor de los señores, Dios de dioses y Rey de reyes”.

  •   (Apoc. 21:1) “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra se fueron…”

(Enoc 91:6) “Y el primer cielo partirá y no será más y aparecerá un nuevo cielo”.

  Nótese el parecido de las ideas entre algunas declaraciones de Pablo y las del libro apócrifo Sabiduría de Salomón. La secuencia es la siguiente: Dios se reveló en la naturaleza, los hombres lo rechazaron y adoraron ídolos tomados de la naturaleza, y el rechazo los llevó a toda clase de pecados.

  Romanos (versión popular, 1979)

“pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa” (1:20).

“Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras” (1:21).

“Dicen que son sabios, pero son tontos; porque han cambiado la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, y hasta por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles” (1: 22, 23).

Sabiduría de Salomón (Versión Popular, 1979)

“pues, partiendo de la grandeza y la belleza de lo creado, se puede reflexionar y llegar a conocer a su creador” (13:5). “Sin embargo, no tienen excusa, porque si fueron capaces de saber tanto, hasta el punto de investigar el universo, ¿por qué no descubrieron antes al Señor de todos? (13:8, 9).

“Faltos por completo de inteligencia son todos los hombres que vivieron sin conocer a Dios: los cuales, a pesar de ver tantas cosas buenas, no reconocieron al que verdaderamente existe: los cuales, a pesar de ver sus obras, no descubrieron al que las hizo”. (13:1).

“Se habían extraviado mucho siguiendo el camino del error, aceptando como dioses a los animales más feos y repugnantes, dejándose engañar como niños sin inteligencia” (12:24).

“Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas” (1:26).

“Están llenos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Son envidiosos, asesinos, pendencieros, engañadores, perversos y chismosos. Hablan mal de los demás, son enemigos de Dios, insolentes, vanidosos y orgullosos, inventan maldades, desobedecen a sus padres, no quieren entender, no cumplen su palabra, no sienten cariño por nadie, no saben perdonar, no sienten compasión” (1:29, 30, 31).

“No respetan ni la vida ni el matrimonio, sino que un hombre mata a otro a traición, o lo hace sufrir cometiendo adulterio con su esposa” (14: 24).

“Todo es confusión, muerte, asesinato, robo, engaño, sobornos, infidelidad, desorden, juramentos falsos, confusión de los valores, ingratitud, corrupción de las almas, perversión sexual, destrucción del matrimonio, adulterio e inmoralidad. El culto a los ídolos que no son nada es principio, causa y fin de todo mal (14:25, 26, 27).[12]

  No presentamos estos ejemplos para afirmar que Pablo usó ideas de otros. Estas semejanzas podrían ser simples coincidencias, reminiscencias de materiales leídos o recibidos de sus profesores, sentido común manifestado en una mente iluminada, esclarecimiento o iluminación del Espíritu.

  Elena de White usó materiales de otros autores; ello es evidente en algunas de sus obras. Las razones podrían ser las siguientes:

      1. Su escasa preparación académica (tan solo unos tres años de instrucción, que terminó a los nueve años de edad). Ella revela en más de una ocasión que no se siente bien por carecer de una mejor instrucción, educación y capacidad para transmitir los mensajes recibidos.

“¡Oh cuán ineficiente, cuán incapaz me siento para expresar lo que arde en mi alma en relación con la misión de Cristo!… No sé cómo hablar o trazar con la pluma el gran asunto del sacrificio expiatorio. No sé cómo presentar los asuntos con el poder viviente con el cual éstos me son presentados. Tiemblo de temor no sea que reduzca con palabras pobres el gran plan de salvación’’.[13]

       2. Su admiración por la manera como otros escribían sobre los mismos asuntos, y otras razones prácticas. “Ella encontraba que le era tanto un placer como ventaja y una economía

de tiempo usar su lenguaje, en su totalidad o en parte [Se refiere al de Fleetwood, Farrar, Geike, Andrews] al presentar lo que ella quería pasar a sus lectores”.[14]

 3. La necesidad de rellenar los vacíos producidos entre los asuntos básicos que se le habían revelado y los hechos conocidos de todos contenidos en buenas obras de reconocidos autores sobre historia, particularmente, y otros asuntos.

  La originalidad, pues, no es una condición indispensable en la inspiración. Los autores bíblicos utilizaron materiales de sus colegas, de otros autores religiosos y, como hemos notado en Pablo, aún de escritores seculares. La Biblia contiene mucho material que es revelación pura. El hombre no podría jamás haber llegado a conocer mucho de lo que ahora conoce si no hubiera sido porque Dios se lo hubiera revelado.

  Pero la Biblia contiene mucho material que no nos llegó, necesariamente, por revelación. Es considerable el número de hechos de la historia que figuran en la Biblia para enseñarnos lecciones prácticas.[15] En algunos de ellos percibimos claramente la intervención divina. Los autores los han dejado escritos porque Dios así lo ha querido. Los transmitieron con sus propias palabras y, cuando necesitaron, recurrieron a fuentes conocidas para documentar o rellenar sus escritos. Los estudiantes de la Biblia están familiarizados con la expresión “economía de milagro”. La idea implícita es: Dios no revela al hombre lo que él puede conocer por sí mismo. Es que ello, en verdad, no sería revelación.

(Continuará)


Referencias:

[1]  Comentario Bíblico Adventista, tomo 1, págs. 628-631. (Inglés; págs. 616-619).

[2] Gén. 26: 5

[3] Sant. 1:17; EGW, MS 25, 1980; Ed, págs. 11, 12. Las declaraciones de EGW aparecen en el artículo anterior

[4] Jer. 49: 7 y Abd. 8: Jer. 49: 9, 10 y Abd. 5-6; Jer. 49; 14: 16 y Abd. 1-4. Ver también Eze. 25: 12-14.

[5] 4SDABC pág. 519.

[6] Jer. 52: 1-27 y 2 Rey. 24: 18-25; Jer. 52: 31-34 y 2 Rey. 25: 27-30.

[7] HAp pág. 467

[8] 7SDABC págs. 724, 725; T. H. Jemison, A Prophet Among You, páq. 6-11; Taylor Bunch, Signs of the Times, mayo 28, 1946.

[9] 1 Cor. 15: 33. (Véase 6SDABC, pág. 808.) Bruce M. Metzger, The Apocrypha, pág. 171.

[10] 6SDABC pág. 354. Metzger, op. cit.

[11] Jud. 14, 15 y 1 Enoc 1: 9; 7SDABC pág. 708. 1

[12] Véanse Rom. 9: 20-22 y Sabiduría 12:12, 15:7; 12:20; Efe. 6:13, 14-17 y Sab. 5: 17, 18, 20; 2 Cor. 5: 1, 4 y Sab. 9: 15.

[13] Carta 67, 1894.

[14]  W. C. White, carta a L. E. Froom, 8-1-1928, o 3SM pág.460.

[15] Rom. 15:4; 1 Cor. 10: 1-12; Juan 21:24, 25, 20:30, 31; Juan 5: 39