En la carátula del programa de actos de 1981, el Movimiento Nacional de Acción de Gracias del Brasil escribió la elocuente frase que, más que un juego de palabras, expresa toda la esencia del cristianismo: Amen. Amén. Sin duda eso habrá querido decir Jesús en su oración del huerto mientras clamaba: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado… Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (Juan 17:23, 26).

Credencial

Sin duda que en el esquema divino ésa es la credencial ministerial, antes que la tarjeta legal. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35). Pero ese amor no sólo debe expresárselo hacia los creyentes sino también hacia los impenitentes (Mat. 5:46).

Evidentemente sólo amando como Cristo amó seremos capaces de vivir nuestro ministerio dejando todo, predicando el Evangelio y, si fuese necesario, morir por el Señor.

El mundo espera

La mitad de los habitantes del mundo no tienen prácticamente relación con el cristianismo; una cuarta parte de los más de 4.000 millones de habitantes del planeta son no cristianos que viven entre la otra cuarta parte de seres humanos que decimos ser cristianos. Ellos también son hijos de Dios, sólo que no lo conocen, pero podrían conocerlo y aceptarlo si viesen en nosotros las credenciales de amor cristiano.

El cielo espera

Somos embajadores (2 Cor.5: 20) del reino del amor. Por eso el Señor nos pide: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

“Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto’’ (Mat. 5: 44-48).

Amen. Amén.