Uno de los mayores problemas de la humanidad es el de la pobreza o el pauperismo. ¿Por qué razón algunos son pudientes y otros son pobres? ¿Debiera el rico compartir sus bienes con el pobre? En caso afirmativo, ¿en qué medida? ¿Debe haber una distribución de las riquezas que permita que todos posean la misma cantidad?

El ayudar a los pobres puede ser considerado como un deber prima facie, ya sea como beneficencia, gratitud o justicia. Esto, en el plano de los motivos éticos. Pero, ¿cómo se puede poner en práctica este deber? ¿Cómo podemos resolver el problema en el nivel de lo casuístico? Y aquí surge otro problema: La falta de acuerdo entre los individuos y los sistemas. De paso, y como ejemplo notable, es muy interesante notar que en el mismo país y casi al mismo tiempo, Tolstoi (1828-1910) y Lenín (1870-1924), propusieron soluciones muy diferentes y opuestas, tan opuestas como lo son la paz y la guerra.

¿Qué puede decirse de la teología? ¿Hay algún acuerdo entre los teólogos acerca de este doloroso tema? No hay duda: los teólogos señalarán Isaías 58, el Sermón del Monte, y tal vez Mateo 19 que se refiere a la conversación entre el joven rico y Jesús. Estos pasajes bíblicos parecen prescribir un tipo de socialismo o comunismo. Pero, ¿verdaderamente es así?

Cuando se estudia cuidadosamente la experiencia de la Iglesia Apostólica, es evidente que el experimento no produjo buenos resultados. En el nivel espiritual fue muy bueno, pero las iglesias de Judea se empobrecieron a tal punto que las iglesias que no aplicaron ese sistema tuvieron que prestarles ayuda.

Ni las religiones orientales, ni el cristianismo con todas sus ramas parecen poseer una solución real para el problema. ¿Qué diremos de los individuos? La experiencia de personas tales como Pedro Waldo (siglo XII) y Tolstoi no nos ofrecen demasiado estímulo para hacer lo mismo. Pero si esto es en realidad un deber prima facie, debemos hacer algo. ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? Mientras los estadistas, sociólogos y clérigos buscan desesperadamente una respuesta, el pauperismo crece a diario en este pobre mundo.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día pretende ser la iglesia de Dios, con un mensaje divino y final para la humanidad. ¿Qué solución ofrece esta iglesia al problema que nos ocupa? ¿Se trata solamente de tener paciencia?[1] ¿Es solamente una postergación del remedio hasta el momento de la segunda venida de Cristo?[2] ¿Es la solución un Fondo de Pobres, o la acción social de la Sociedad Dorcas, o los centros de beneficencia, u OFASA?

Son sorprendentes las instrucciones concisas y claras que posee esta iglesia respecto a la pobreza, no solamente en la Biblia, sino también en los escritos del espíritu de profecía (en el Index se dedican catorce páginas a este tema). Sigue a continuación una breve síntesis de estos consejos inspirados y prácticos.

Causas

  1. “La razón por la cual Dios ha permitido que algunos miembros de la familia humana fueran tan ricos y otros tan pobres seguirá siendo un misterio para los hombres hasta la eternidad, a menos que establezcan la debida relación con Dios y ejecuten sus planes”.[3]
  2. “Dos clases de pobres hay siempre entre nosotros: Los que se arruinan por su propia conducta independiente y continúan en su transgresión, y los qué por amor a la verdad han sido puestos en estrecheces”.[4]

a. “La incapacidad para ahorrar en las cosas pequeñas es una de las razones por las cuales tantas familias padecen necesidades”.[5]

“Hay muchos que llegan a la pobreza y a la necesidad porque malgastan el tiempo o no se esfuerzan”.[6]

“Muchos son pobres por falta de diligencia y economía”.[7]

“No saben calcular”.[8]

“No saben negarse ciertas cosas y economizar para evitar deudas”.[9]

“El casarse cuando se carece de los medios necesarios”[10] y “por aumentar tan rápidamente su familia”.[11]

“La indolencia negligente”, el deseo de “obtener recursos de una manera más fácil que por el trabajo paciente y perseverante”.[12]

b. “Sin embargo, hay cierta clase de pobreza que es inevitable, y hemos de manifestar ternura y compasión hacia los infortunados”.[13]

“Hay hombres y mujeres temerosos de Dios arrastrados a la extrema pobreza por la enfermedad y el infortunio, y muchas veces también por las artimañas deshonestas de los que explotan a sus prójimos”.[14]

“Otros son pobres por causa de la enfermedad y la desgracia”.[15]

Razones que explican la existencia de los pobres

“Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra”.[16]

“Porque siempre tendréis pobres con vosotros”.[17]

a. “Para bendición de la iglesia”.[18]

“Envía a sus pobres como representantes suyos”.[19]

“. . . los pobres, los infortunados, los enfermos y los dolientes. Son el legado de Cristo a su iglesia”.[20]

b. “Para probar a otras [personas]”.[21]

“Para que… fuésemos probados”.[22]

“Se nos prueba para revelarnos lo que hay en nuestro corazón”.[23]

“Por nuestro amor y servicio en pro de sus hijos necesitados revelamos lo verdadero de nuestro amor a él. Desatenderlos equivale a declararnos falsos discípulos, extraños a Cristo y a su amor”.[24]

c. “Su destino eterno quedará determinado por lo que hayan hecho o dejado de hacer por él en la persona de los pobres y dolientes”.[25]

Soluciones

  1. “Si los hombres se fijaran más en la enseñanza de la Palabra de Dios, encontrarían solución a esos problemas que los dejan perplejos. Mucho podría aprenderse del Antiguo Testamento respecto a la cuestión del trabajo y de la asistencia al pobre”.[26]
  2. Algunas de las instrucciones del Antiguo Testamento eran: dejar los rincones de los campos en ocasión de la cosecha para los pobres, también lo que caía al suelo, el producto natural del campo durante el año sabático, y la autorización de comer del huerto ajeno al pasar por él. Invitarlos a las fiestas, ofrecer ofrendas por ellos (a saber, un segundo diezmo cada tres años), prestarles sin usura, etc.[27]
  3. Acción de la Iglesia:

a. “Es el deber de cada iglesia sentir interés en sus propios pobres”.[28]

“Es el deber de cada iglesia hacer cuidadosos y juiciosos arreglos para la atención de sus pobres y enfermos”.[29]

“Algunos hombres y mujeres de Dios, algunas personas de discernimiento y sabiduría, debieran ser designados para atender a los pobres y menesterosos, en primer lugar a los de la familia de la fe. Dichas personas deben dar a la iglesia su informe y su parecer de lo que debe ser hecho”.[30]

b. “No cabe la menor duda acerca de los pobres del Señor. Se los debe ayudar en todos los casos en que ello sea para su beneficio”.[31]

c. Algunas formas prácticas:

Enseñarles a trabajar, ayudándoles a obtener empleo, auxilio y fondos especiales para beneficio de familias pobres y dignas.[32]

Proveer de trabajo, enseñarles a cocinar, a remendar y – confeccionar sus propias ropas [33], “cómo utilizar sabiamente los productos que pueden sembrar u obtener fácilmente en su sector del país”.[34]

“Se me ha encargado que… les aconseje que coman lo que es más nutritivo… pero todavía no ha llegado el momento de prescribir el régimen más estricto”.[35]

“Educación industrial y de higiene”.[36]

“Hay que prestar atención a la implantación de diversas industrias que puedan dar empleo a familias pobres”.[37]

“Hogares para los pobres en algún país”.[38]

“Los alimentos sanos deben proveerse a precios accesibles. El Señor quiere que los pobres de cualquier país puedan obtener alimentos sanos y baratos. En muchos lugares se han de establecer industrias para fabricar esos alimentos”.[39]

4.   Acción de los miembros de la iglesia en forma individual:

a. “Hagamos nuestra la condición de nuestro hermano infortunado”.[40]

b. “ Tenemos una responsabilidad personal en lo que respecta a cuidar de ellos”.[41]

c. “Recordemos a los pobres… Demos regularmente”.([42]) Una ofrenda semanal o mensual. ([43])

d. Exhorta al pueblo de Dios a privarse de adornos innecesarios para aliviar los sufrimientos de los pobres.([44])

e. Todo cristiano que entienda de algún oficio debe procurar enseñarlo a los pobres.([45])

f. Deberes de los ricos en la iglesia:

“Los ricos deben hacer una diferencia en sus precios y salarios en favor de los infortunados y las viudas, y los pobres meritorios que hay entre ellos”.[46]

“Ni siquiera se le debe exigir el pleno valor de las cosas que compre a los ricos”.[47]

Consejos muy importantes acerca de esta obra

1.   “Podemos socorrer perjudicialmente a los pobres si les enseñamos a depender de los demás… La verdadera caridad ayuda a los hombres a ayudarse a sí mismos”.[48]

 2.   “No es prudente dar en forma indiscriminada a cualquiera que solicite nuestra ayuda, porque así podríamos estimular el ocio, la intemperancia y el despilfarro”.[49]

Si la indolencia no es corregida “todo lo que se haga en su favor será como poner un tesoro en una bolsa agujereada”.[50]

3.   “Nadie que puede ganarse la vida tiene derecho a depender de los demás”.[51]

“Es su deber confiar en sus propias energías”.[52]

“Por medio de la labor diligente, al usar sabiamente cada capacidad, al aprender a no perder el tiempo, lograrán el éxito”.[53]

4.   “No es el deber de los ricos ayudar a los que poseen salud y pueden ayudarse a sí mismos”.[54]

5.    Después de darles consejos y ayuda hay que “dejarles pelear las batallas de la vida”.[55] (Pero la declaración añade que esto no se refiere a las viudas, los huérfanos y los inválidos.)

6.   “Si toda nuestra atención se dirigiera a aliviar las necesidades de los pobres, se descuidaría la causa de Dios”.[56]

El problema y sus soluciones

Para terminar, unas pocas declaraciones más proporcionan un cuadro equilibrado del problema y sus soluciones:

  1. “No fue el propósito de Dios que dejase de existir la pobreza en el mundo. Las filas de la sociedad nunca habrían de igualarse, porque la diversidad de condiciones que caracterizan nuestra raza es uno de los medios por los cuales Dios se propone probar y desarrollar el carácter. Muchos han abogado con gran entusiasmo por una igualdad entre todos los hombres respecto de las bendiciones temporales de Dios; pero éste no fue el propósito del Creador”.[57]

2.    “Dios no requiere de nuestros hermanos que se hagan cargo de cada familia pobre que acepta este mensaje. Si lo hubiesen de hacer, los predicadores dejarían de entrar en nuevos campos, porque los fondos se agotarían”.[58]

Mientras continúa la condición actual del mundo habrá personas pobres; el que estén aquí es parte del plan de Dios, pero no en la terrible situación en la cual la indiferencia y el egoísmo los han sumido, especialmente en las ciudades.[59] Nuestra obra, como miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, debe comenzar con los pobres que están dentro de la iglesia, ayudándoles, enseñándoles y socorriéndolos, pero’ en una manera prudente.

Tal vez hoy no sea posible seguir literalmente todos los consejos que tenemos porque algunas situaciones son distintas, pero estos principios y normas generales nos ayudan a cumplir este deber ético y teológico. La ingratitud y el fracaso aparentes no deben desanimarnos. No es deber de la iglesia provocar grandes cambios en el mundo, tal como lo pretenden algunos sistemas de distribución de bienes. Hay una responsabilidad individual y colectiva en la iglesia con respecto a este problema.

¿Qué más podemos hacer? Nada más… pero tampoco nada menos. Y nosotros, como iglesia, en el momento actual, no estamos cumpliendo nuestra responsabilidad hacia los pobres en una forma completa. Hay, sin embargo, una clara y solemne alternativa:

“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.[60]

“De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”.[61]

Y así se determinará el destino eterno individual.

Sobre el autor: El Dr. Humberto R. Treiyer es director del Curso Teológico del Colegio Adventista del Plata, y del Centro White ubicado en esa misma institución.


Referencias

[1] Sant. 5: 7, 8.

[2] Mat.5: 3,5

[3] Testimonios para los Ministros, pág. 280.

[4] Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 507.

[5] Conducción del Niño, pág. 125.

[6] Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 193.

[7] Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 193.

[8] Ibid

[9] Ibid

[10] Id., pág. 94.

[11] Testimonies, tomo 2, pág. 94.

[12] Ibid

[13] Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 193.

[14] El Ministerio de Curación, pág. 143.

[15] Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 508.

[16] Deut. 15:11.

[17] Mat. 26:11.

[18] Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 94.

[19] Id., pág. 361.

[20] Id., tomo 2, pág. 499.

[21] Id., tomo 1, pág. 94.

[22] Id., pág. 370.

[23] Id., tomo 2, pág. 499.

[24] El Ministerio de Curación, pág. 156.

[25] El Deseado de Todas las Gentes, pág. 592.

[26] El Ministerio de Curación, pág. 138.

[27] Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 547; Id., pág. 467; Patriarcas y Profetas, págs. 570-577; Profetas y Reyes, pág. 481; Exo. 20:25; Deut. 23:19; etc.

[28] Testimonies, tomo 4, pág. 509.

[29] El Ministerio de la Bondad, pág. 189.

[30] Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 516.

[31] Id., pág. 507.

[32] Ibid.

[33] Ibid.

[34] Medical Ministry, pág. 262.

[35] Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 363.

[36] El Ministerio de Curación, pág. 144.

[37] Id., pág. 146.

[38] Testimonios para los Ministros, pág. 324.

[39] Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 133.

[40] El Ministerio de la Bondad, pág. 220.

[41] El Ministerio de Curación, pág. 153.

[42] Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 42.

[43] Ibid.

[44] El Ministerio de la Bondad, pág. 284.

[45] El Ministerio de Curación, pág. 146.

[46] Spiritual Gifts, tomo 2, pág. 235.

[47] Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 58.

[48]El Ministerio de la Bondad, pág. 207.  

[49] Colporteur Ministry, pág. 169.

[50] Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 193

[51] Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 516.

[52] Testimonies, tomo 1, pág. 535.

[53] Testimonies, tomo 6, pág. 189.

[54] Spiritual Gifts, tomo 2, pág. 120.

[55] El Ministerio de la Bondad, pág. 195.

[56] Testimonies, tomo 4, pág. 551.

[57] Id., pág. 552.

[58] Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 93.

[59] Id., tomo 2, pág. 513; Id., tomo 3, pág. 327; Id., págs. 281-283; El Deseado de Todas las Gentes, pág. 592; Profetas y Reyes, págs. 480, 481; La Educación, pág. 224; El Ministerio de Curación, págs. 115, 116; Obreros Evangélicos, pág. 398; Temperancia, pág. 205.

[60] Mat. 25: 40.

[61] Mat. 25:45.