Cada tarde a las 6:30 en punto, con la mesa limpia de los platos de la cena, todos se arrodillan frente al altar de familia. Cuando papá abre su Biblia de gran tamaño es el momento indicado para que mamá y las niñas comiencen a tomar notas. Los pequeños permanecen ocupados subrayando los pasajes en sus pequeños Nuevos Testamentos con sus lápices de fieltro de color amarillo. ¡Qué familia maravillosa!
Nunca he visto una familia así; quizá sólo exista en las páginas de un viejo folleto de la Escuela Dominical. No sé si esto es bueno o malo, y probablemente no importe mucho. Lo que sí realmente importa es resolver cómo la fe cristiana puede entretejerse mejor con la vida familiar en el mundo de hoy.
-Querido -le dije a mi esposo-, ¿por qué no despejamos la mesa de los platos de la cena y nos arrodillamos ante el altar familiar cada noche a las 6: 30?
-¿Qué altar familiar? -exclamó. ¿Acaso estás pidiendo un nuevo mueble?
-Lo que quiero decir, querido, es por qué no tenemos un momento de devoción familiar cada noche a las 6:30.
-Probablemente porque ninguno está en casa a esa hora -dijo mi esposo, conteniendo su risa. Y por otra parte yo no alcanzaría a ver mi telenoticiero favorito, y no creo que Dios quiera que me lo pierda. Pero hablando en serio, ¿por qué no buscamos algo mejor?
Algo mejor. Eso es. La combinación de la fe cristiana con la vida familiar contemporánea está necesitando algo mejor. La antigua costumbre del culto de familia parece haberse extinguido en la sociedad actual, pero, ¿dónde encontrar “algo mejor’’? Al día siguiente comencé a recoger la opinión de algunos de mis amigos cristianos.
-Quizá nosotros no seamos lo suficientemente piadosos -dijo uno de ellos-, pero creo que la escena que tú me estás describiendo no funcionaría en casa. Tenemos el tipo de hogar donde los niños del vecindario saltan sobre las camas, hay que sacar a pasear al perro, y el teléfono está sonando continuamente.
-¿No nos sucede a todos lo mismo? -me lamenté. Otra amiga me dijo que a ella le era difícil lograr que sus tres niños permaneciesen sentados y quietos en la iglesia los días de culto. “Si debo someterme a un estrés semejante cada vez que asisto a la iglesia -se quejó-, temo que muy pronto desaparecería el concepto de la maternidad cristiana de nuestra familia”.
Una tarde, poco después de concluir con mi encuesta, estaba en casa preparando la ensalada. Mi esposo y mi hija habían tomado a Ana, la muñeca de trapo, y la paseaban sobre sus hombros.
-Si sólo pudieran verlo ahora sus amigos del club -musité.
Cuando me dio la impresión de que estaban tomando un respiro en sus juegos, llamé a mi esposo al living y le pregunté:
-¿Qué quieres que tu hija recuerde más de su época de crecimiento en esta casa?
-Que este es un hogar cristiano, supongo -fue su respuesta.
-¿Y en segundo lugar? -continué.
-No lo sé -dijo mi esposo-. Probablemente que tenemos mucha alegría aquí.
¡Eso es! -pensé. Ese es el elemento que falta en mi lucha porque mi familia sea creyente: la alegría”. Un padre puede machacar la Biblia por años sobre sus hijos, pero si el pequeño no ve un gozo real en la vida de sus padres, entonces cualquier intento de culto familiar fracasa automáticamente. Un estilo de vida cristiano vigoroso, por el cual valga la pena vivir y morir, con sus días llenos de entusiasmo, aventura, y alegría, es lo que hace que un niño quiera crecer para ser semejante a “papá y mamá”.
Mi familia tiene actualmente un momento diario de culto. Por supuesto, es nuestro propio estilo de devoción familiar. Creemos que cada familia, por ser única, probablemente necesite idear su propio estilo.
Nuestra “característica” simplemente consiste en un corto período que apartamos cada mañana para leer la Biblia y hablar unos con otros y con Dios. Es un momento informal, mayormente porque nosotros somos una familia informal y porque Dios siempre se ha sentido a gusto en nuestro hogar. Cuando alguien desea reír, reímos junto con él. Si alguien siente deseos de llorar, lloramos con él; ésa es la forma de ser que nos gusta. Y ésa es la forma en que queremos que nuestra hija conozca a Dios. Ella nunca sería capaz de soportar las presiones del mundo actual sin esa clase de relación personal con su Padre celestial.
Nuestro momento de devoción familiar nació de la necesidad. Naturalmente, mi esposo y yo sentimos que el papel de modelos de vida cristiana de los padres es el elemento más importante para los chicos en el hogar. Además, sentíamos la necesidad de tener un momento estructurado de culto familiar. Lo necesitábamos para nosotros mismos y también para nuestra hija. Cuando ideamos nuestro estilo de culto, hablamos acerca de la dificultad de encontrar un “pedazo” de tiempo en nuestro día rebosante de tareas. Concordamos en que las familias están constantemente cambiando y creciendo, y que cuando nuestra hija sea mayor posiblemente necesitemos planificar algo diferente. Pero también estuvimos de acuerdo en que el culto familiar es extremadamente importante en un hogar cristiano. Y de acuerdo con esto organizaríamos nuestras prioridades.
Yo sé que algunos padres oran con cada uno de sus pequeños cada noche, y planifican reuniones familiares cuando son necesarias, y sienten que una forma de devoción familiar diferente no se adaptaría a ellos. Otros piensan que cenar juntos y hablar acerca de un asunto serio es casi una “misión imposible”. Sin embargo, hay algunas familias que son capaces de exigirse un poco más de tiempo. Estas podrían visitar una librería, elegir un libro favorito, y planificar algunos momentos de lectura y discusión en las noches. O pueden planificar una “sesión de repaso” familiar de la última lección de la Escuela Dominical.
Otras familias se toman una hora al fin de cada día para estudiar juntos un libro devocional, o intentan uno de esos métodos creativos de estudio bíblico bosquejado en algunas publicaciones. Y a Veces las cosas pequeñas son más importantes de lo que parecen. Un amigo hace poco me dijo que su esposa siempre recorta un pensamiento devocional breve para ese día y lo coloca sobre la mesa en el momento del desayuno. A lo largo de los años él se ha dado cuenta de cuánto lo ha ayudado ese pequeño gesto a moldear la fe de su familia.
Hay muchas otras posibilidades. Lo más importante es que cada miembro de la familia tenga voz en la planificación del culto familiar, y en las conversaciones acerca de las cambiantes necesidades de la familia. Además, el desarrollo espiritual de cada uno de los individuos debe tener primordial importancia. Cada cristiano necesita un momento privado con Dios y un momento para unirse con un grupo de cristianos y estudiar, orar y adorar. Esa es la única forma mediante la cual una persona puede aportar algo significativo en el momento del culto familiar.
Tomando todo esto en consideración, aquí brindamos algunas ideas más para el culto familiar:
1. Las familias que tengan niños pequeños pueden animarlos a representar las historias bíblicas. Los padres pueden también dejar que cada niño cuente sus propias historias antes de ir a acostarse, en las que repasen los acontecimientos de ese día, y luego orar.
2. Los adolescentes y jovencitos pueden disfrutar de la representación de un cambio de papeles. El culto puede centrarse en un tema bíblico y presentar una situación imaginaria relacionada con el tema, en la que uno de los niños desempeña el papel de un padre y viceversa.
3. A medida que pasa el tiempo, un cuaderno familiar de oración puede convertirse en un preciado recuerdo. Comiéncelo colocando los pedidos de oración familiar, y luego explique cómo y cuando esas oraciones finalmente fueron respondidas.
4. Utilice algunos de sus momentos de culto para planear una salida familiar que pueda profundizar su fe. Asistan juntos a un concierto cristiano, o vayan a escuchar a un orador interesante. También puede ser buena una caminata en medio de la naturaleza, siempre que ésta no sustituya la asistencia a la iglesia.
Por supuesto, una actitud de fe es el ingrediente necesario en cualquiera de los métodos de adoración familiar. El éxito se encuentra en la constante actitud de oración para que Dios nos ayude a ver todas las cosas en la vida con ojos espirituales. Se encuentra en el padre que al ver el arco iris le explica a su hija el mensaje que está detrás de él. Se encuentra en la madre que canta “Mi Dios me ama” mientras acuna a su pequeño.
Puede ser que esto lleve un poco de tiempo, esfuerzo y experimentación, pero el culto familiar puede ser adaptado a las necesidades de esa familia única y cambiante. Probablemente es demasiado fácil desistir, pero tener un matrimonio feliz y niños cristianos bien criados no es una casualidad. Los miembros de las familias que son flexibles, crecen y varían su forma de culto para satisfacer sus necesidades ya saben esto.
Recuerdo la primera vez que nos salteamos nuestro culto familiar. Me pasé todo aquel día como esperando que en cualquier momento fuera desintegrada por un rayo. Pero no sucedió eso, y aquel día, para mi sorpresa, transcurrió tranquilamente.
-¿Has pensado alguna vez que nuestro culto matutino es un hábito sin significado o un ritual vacío? -le pregunté a mi esposo aquella noche luego de la cena.
-Un hábito y un ritual pueden ser, pero no sin significado ni vacío -dijo. Además, hay algo que se puede argüir en favor de unos pocos hábitos y rituales en la familia -agregó.
Tenía razón. Al hablar de esto, admitimos mutuamente que hay algunas mañanas cuando nos sentimos como si estuviésemos representando un personaje.
-Pero -me dijo mi esposo-, la Biblia no nos dice que debemos poner énfasis en nuestros sentimientos. Se supone que debemos poner énfasis en nuestra fe.
No necesito decirlo, pero decidimos continuar nuestros cultos diarios. El esquema y el momento están sujetos a cambios, pero la necesidad de poner a Dios en el primer lugar en nuestra familia no es una variable. Necesitamos realizar un culto como familia. De hecho, si no hubiésemos pasado tantas mañanas representando un papel, posiblemente nunca hubiéramos experimentado las alturas espirituales a lo largo del camino. Si nunca hubiésemos “representado un papel”, no hubiéramos sido capaces de hablar de Dios en nuestra familia con facilidad y sin sentirnos avergonzados.
“Representar un papel” en nuestra familia ha dado como resultado una especie de unidad espiritual en el matrimonio que hace que cada uno de los demás aspectos de la vida matrimonial sea pletórico y fantástico. Ha ayudado a iniciar el desarrollo espiritual de una niña que ahora tiene una buenísima oportunidad de crecer conociendo esta verdad: los tres grandes objetivos no son la riqueza, el poder o la gloria, sino “hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
“No”, me dije el primer día cuando mi hija pidió dirigir nuestra oración, “mi concepto del culto familiar realmente no está pasado de moda, después de todo. Sólo necesita ser mejorado”.
Sobre la autora: La escritora Denise Turner vive en Middletown, Ohio. Este artículo fue condensado de otro publicado en Christian Herald, en 1979. Usado con permiso.