Hace casi tres años, mi esposa y yo visitamos la Unión Soviética por una invitación conjunta del Gabinete de Asuntos Religiosos del gobierno soviético y los dirigentes de la Iglesia Adventista en ese país. En septiembre de 1986, respondiendo a una invitación similar, pasamos tres semanas allí acompañados esta vez por el Dr. V. N. Olsen, ex presidente de la Universidad de Loma Linda.
Nuestros viajes en esa parte del mundo nos llevaron a recorrer más de 16.000 kilómetros. Nos encontramos con dirigentes del gobierno y dirigentes religiosos no adventistas, y miembros y pastores adventistas en Mosú, la ciudad capital, en Tashkent, en el Asia central, en Novosibirsk, la ciudad central de Siberia. en Lvov y Chernovsty, ciudades cerca de la frontera con Polonia y Rumania en el sudoeste, en la ciudad portuaria de Odessa sobre el Mar Negro, y, finalmente, en Riga y en Letonia, sobre el Mar Báltico.
Los pastores Mikhail P. Kulakov y N. A. Zhukaluk, dirigentes adventistas del séptimo día soviéticos, habían planificado cuidadosamente nuestro viaje, arreglado encuentros con dirigentes políticos y religiosos en toda la Unión Soviética, además de predicaciones en iglesias adventistas. (El hijo del pastor Kulakov, Mikhail a quien afectuosamente yo llamaba Mike, ofició como traductor general, y Galina Gritsuk sirvió como la traductora y compañera de mi esposa.)
El servicio atento de nuestros dirigentes eclesiásticos y de los traductores y la hospitalidad de nuestros miembros garantizaron un viaje placentero y muy provechoso. Los cristianos soviéticos se encuentran entre las personas más cálidas y bondadosas del mundo.
¿Sufren los cristianos en los países comunistas?
En todas partes donde doy informes de mi visita a los países comunistas, la gente me pregunta acerca de la persecución religiosa. ¿Cuál es la verdad? Consulté cuidadosamente a nuestros dirigentes religiosos y no pude descubrir ninguna evidencia de que los adventistas estuvieron en cárceles por cualquier razón que se pudiera relacionar con las creencias religiosas ni siquiera por la participación en actividades subterráneas”. Es posible que algunos se pregunten si nuestros dirigentes saben si algún miembro está en la cárcel. Por lo que he observado, sería prácticamente imposible que no lo supieran, no importa cuál fuera la razón del encarcelamiento.
Nuestros dirigentes, y los de la Iglesia Ortodoxa Rusa y la fe musulmana, indicaron que los vientos de la libertad religiosa están aumentando. Pudimos sentir el cambio en la atmosfera. En una conversación que tuve con un oficial del gobierno soviético, declaro: “Se pensó que después de la revolución de 1917, la religión desaparecería, pero no fue así. Cometimos un error. No es que los conceptos y la filosofía del comunismo estén equivocados… El error estuvo en la aplicación práctica de estos conceptos. A veces es difícil armonizar la teoría y la práctica”.
Los diarios soviéticos están ahora imprimiendo artículos que hablan de religión, una indicación de que es legítimo analizar la religión en la prensa, en vez de solo denigrarla. El trabajo de Aitmatov, titulado “El bloque de ajusticiamiento”, que actualmente se publica por entregas en la revista soviética Novy Mir (Nuevo mundo), ofrece un ejemplo. Dice que la gente hoy está en un abismo oscuro. Como no sabe el camino de salida, choca contra los árboles y entre ellos. El artículo indica que la causa de esa situación es que se ha quitado la religión a la gente y no se le dio nada en cambio.
Como otro ejemplo, algunos de los medios de comunicación soviéticos sugieren abiertamente que para entender su cultura, los habitantes deben estudiar a los pensadores y teólogos del pasado de su país. Un artículo en el número de agosto de 1986 de Ogonyek, una revista social, política y literaria, y una de las más populares de la nación, presenta una evidencia de esto. En ese artículo, Sergei Averintsev, un famoso especialista en el tema de la cultura, sostiene que uno no puede comprender completamente la cultura rusa sin conocer los libros de Vladimir Solovyov La justificación del bien y Las tres conversaciones. Solovyov fue un filósofo cristiano importante en la Rusia del siglo XIX. Sus trabajos no han sido impresos desde 1917, el año de la revolución rusa.
Aveñntsev también publicó una nueva traducción del libro de Job. Este libro bíblico es ahora parte de la Biblioteca soviética de literatura mundial. Esperemos que esto presagie la disponibilidad de la Biblia entera a través de las librerías del país.
(Permítanme decir aquí que entre los adventistas de la Unión Soviética, cada familia y la mayor parte de los individuos tienen sus propios ejemplares de la Biblia, y muchos tienen himnarios. Recientemente, el gobierno imprimió 10.000 Biblias para nuestra iglesia.)
Las raíces de la opresión religiosa
En gran medida, la persecución religiosa de que fue testigo este mundo ocurrió cuando las organizaciones religiosas dominaron el gobierno secular. Esto se evidenció cuando los gobiernos y las religiones se unieron para gobernar a las masas Aun hoy. una buena parte del conflicto que hay en diferentes partes del mundo la violencia, las bombas, los secuestros, y las guerras civiles tiene un fuerte contenido religioso. Desafortunadamente, las palabras de Jesús No he venido para traer paz, sino espada” (Mat. 10: 34), se cumplen aún más allá de su intención original.
Muchos de los libros que se han escrito acerca de las causas de la Revolución Francesa revelan las consecuencias de largo alcance que produjeron el rechazo de la Biblia y de la verdadera religión de la Biblia. Yo creo que la batalla contra la Biblia durante esa revolución ocurrió principalmente como resultado de la perversión del Evangelio por parte de la Iglesia estatal apóstata y la supresión de las Escrituras. En ese tiempo, Francia tuvo la distinción singular de ser la única nación de la tierra cuya asamblea legislativa declaró oficialmente que Dios no existía.
Factores similares han estado en la base de la actitud del comunismo moderno hacia la religión. En la antigua Rusia, cuando la iglesia formó una alianza con el Estado secular, su testimonio se prostituyo, el cristianismo se pervirtió, y resultó en la opresión de las minorías religiosas. El estudiante objetivo de la historia de la religión no puede condenar globalmente al sistema comunista cuando sabe que la iglesia simplemente está cosechando lo que sembró.
En su libro El comunismo mundial en la profecía del tiempo del fin, Carsten Johnsen subraya este punto. El escribe: “La iglesia profesó fe en Cristo mientras defendía doctrinas y prácticas contrarias a Él. Debe entonces llevar su parte de responsabilidad, no sólo por la atracción del comunismo, sino también por su misma existencia” (pág. 12).
Bajo Roma, la humanidad fue bendecida con muchos beneficios. Y sin embargo este mismo poder conquistó al mundo y arrojó a millones a la esclavitud. Los objetivos de Roma y sus blancos están resumidos en las palabras de La Eneida de Virgilio:
“¡Oh Roma! Tuyo sólo es el terrible poder, de gobernar a la humanidad, y hacer que el mundo obedezca, disponiendo la paz y la guerra en tu propia forma majestuosa”.
Bajo el gobierno tiránico de Roma, Jesucristo fue crucificado, el apóstol Pablo fue ejecutado, y muchos otros cristianos fueron cruelmente perseguidos y martirizados. Los todopoderosos emperadores ostentaban el cargo de Pontifex maximus, que los hacía cabezas de la religión del Estado, y a su tiempo exigieron ser reconocidos como fuentes de toda sabiduría y poder, y aun ser adorados como dioses. Sin embargo, aunque Roma hizo sufrir a tantos hijos de Dios, no puedo encontrar un solo caso en que Cristo desafíe o condene-su autoridad. Además, Pablo, antes de su muerte bajo la espada romana, amonestó a la iglesia a estar sometida “a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (Rom. 13: 1, 2).
Pablo no quiere decir en estos versículos que Dios siempre aprueba la conducta de los gobiernos civiles. Ciertamente no estuvo feliz con Hitler y Stalin, cada uno de los cuales fue responsable por la muerte de millones. Lo que Pablo quiere decir es que mientras Dios confía los gobiernos humanos a los hombres, y mientras las leyes de estos gobiernos no entren en conflicto con sus mandamientos, debemos obedecer a estos gobiernos, aun cuando las libertades religiosas sean limitadas.
Los cristianos apoyarán a las autoridades existentes en el Estado y no presumirán de resistir o intentar deponer los poderes, excepto por medios legales. El mensaje de Cristo es de paz y de amor fraternal.
Hemos de orar por los que están en autoridad (1 Tim. 2: 1, 2) y obedecerlos (Tito 3: 1). Pedro ordena a los cristianos: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana” (1 Ped. 2: 13).
Por otro lado, este mismo Pedro dijo a los poderes gobernantes en el judaísmo -el Sanedrín -: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 4: 19, 20). Por cuanto Pedro y los otros apóstoles desobedecieron las órdenes que el Sanedrín les había dado, ese grupo hizo arrestar y encarcelar a los apóstoles. En su defensa, Pedro sencillamente dijo: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech. 5: 29).
¿Hay, entonces, una contradicción en las Escrituras? ¡No! La Biblia no sugiere que tenemos que rendir obediencia absoluta a las autoridades civiles. Sólo Dios es digno de obediencia absoluta. Nuestra obediencia a las autoridades civiles, aunque sea abarcante, debe terminar en aquellos casos en que sus leyes están en conflicto con los mandatos de Dios. Los poderes civiles no tienen autoridad sobre nuestro testimonio del Evangelio. Si los poderes civiles intentan restringir el testimonio cristiano, uno está libre de obedecer o desobedecer según como dirija el Espíritu Santo.
Los cristianos debieran hacer todo lo que esté de su parte para evitar los conflictos con el gobierno. Si se prohíbe un medio de testificación, pero pueden obedecer al gobierno y proclamar el Evangelio en forma efectiva por otros medios, deberían usar estos últimos. Pero si las leyes les prohíben testificar por Cristo, pueden no tener otra posibilidad que seguir el ejemplo de Pedro y de los otros apóstoles al desobedecer a las autoridades. Esto puede conducirlos a la prisión y aun a la muerte, como realmente ocurrió con los apóstoles; pero podría también conducir a miles a añadirse a la iglesia (Hech. 2:41, 47; 4 4; 5: 14; 6: 7).
En armonía con estos conceptos bíblicos, la Iglesia Adventista del Séptimo Día decidió reconocer en la Unión Soviética sólo al grupo de adventistas que está registrado ante el gobierno -la gran mayoría de los adventistas. Esto ha producido considerable unidad y fuerza a nuestros miembros que suman casi 35.000.
La exageración de las restricciones comunistas
De acuerdo con el artículo informativo de Mark Elliott acerca de la Europa Oriental en Eternity de julio-agosto de 1986, más de 200 grupos relacionados con las iglesias están intentando responder a las necesidades de los cristianos en los países comunistas. Estos grupos representan “una verdadera explosión de interés occidental en los cristianos del bloque soviético”. Elliott cuestiona los motivos de algunas de estas organizaciones, que recogen millones de dólares para ayudar a los oprimidos en sentido religioso y económico. El dice: “Algunas misiones excitan las tendencias reaccionarias de por lo menos algunos de los donantes, al dar lugar al sensacionalismo. Un director de misión de la costa occidental de los Estados Unidos declaró en una entrevista que sus publicaciones intencionadamente se concentran en artículos emocionalmente cargados en los que se destacan la violencia y la opresión física que sufren los creyentes, pues esto estimula las donaciones. George Cornell, escritor religioso de la Associated Press, está en lo cierto al decir que algunos grupos se ganan la vida ‘difundiendo el odio y el temor’ ” (págs. 25, 26).
Los que están profundamente preocupados por los cristianos en el mundo comunista, los que sincera y honestamente están intentando compartir las buenas noticias con estos países, deben ser felicitados. Sin embargo, es apropiado decir una palabra de precaución. Aunque debemos reconocer que la libertad religiosa en la mayoría de los países comunistas no es igual a la que tenemos en el oeste, también tenemos que preguntarnos qué podrían hacer los cristianos en aquellos países si tuvieran una libertad como la nuestra. El Reverendo Michael Zhidkov, vicepresidente de la Unión Bautista en la Unión Soviética, me dijo: “En el mejor de los casos, usamos el 70% de los derechos que tenemos a nuestra disposición”.
De modo que, en lugar de subrayar las restricciones que existen, permítanme señalar lo que podemos y estamos haciendo para predicar el Evangelio en estos países del bloque oriental. Nuestras iglesias pueden adorar libremente en sus edificios. Podemos comprar propiedades y construir nuevas iglesias en la medida en que recibamos los permisos. Podemos dar testimonios personales a aquellos que manifiestan interés en conocer a Cristo y el Evangelio. Podemos hacer arreglos para que las imprentas del gobierno nos hagan algunas impresiones; han producido Biblias, himnarios, y una cantidad limitada de otras publicaciones cristianas. Los padres pueden hacer arreglos con las autoridades escolares para que los niños no asistan a clases los sábados, aunque a veces puede ser difícil lograrlo.
Una indicación adicional de que las puertas están abriéndose, ocurrió cuando comíamos nuestra última cena en Moscú en un departamento puesto a nuestra disposición por los bautistas, cuyo templo compartimos. Durante la comida, el pastor Kulakov recibió una carta del presidente de la comisión ejecutiva de Tula, dándonos permiso para comenzar una escuela bíblica por correspondencia para nuestros pastores.
Nuestros dirigentes en la Unión Soviética han conseguido una propiedad entre Moscú y Tula que podemos usar para este propósito. Allí, de tanto en tanto, podrán congregarse grupos de pastores para recibir adiestramiento. Nos sentimos felices de poder iniciar este miniseminano, ya que un ministerio sin preparación es perjudicial tanto para la sociedad como para la iglesia.
Un dirigente soviético visita a los adventistas en los Estados Unidos
Uno de los momentos sobresalientes de nuestro viaje fue una conferencia de 100 minutos con el señor Konstantin Kharchev, presidente del Concilio de Asuntos Religiosos para la Unión Soviética. Durante cuatro años fue embajador soviético en Guyana, y todavía retiene su rango diplomático de embajador. El señor Kharchev fue cordial, franco y abierto. Conversamos desde los avances y necesidades de la Iglesia Adventista en la Unión Soviética hasta de las metas y los objetivos del Gabinete de Asuntos Religiosos.
Neal C. Wilson, presidente mundial de la Iglesia Adventista, visitó la Unión Soviética cinco meses antes que yo. Él también tuvo una entrevista con el señor Kharchev. En vista de la tragedia de Chernobyl, que había ocurrido dos semanas antes de su viaje, el pastor Wilson, de parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, envió con nosotros una carta y un cheque por 25.000 dólares para ser entregado como donación al gobierno soviético mediante el señor Kharchev, a fin de ayudar a las víctimas del desastre de Chernobyl. Nuestra iglesia quiere que el gobierno soviético comprenda que los adventistas estamos preocupados por el bienestar de la gente. Nuestro mensaje afecta tanto lo físico como lo espiritual.
Después de entregar al señor Kharchev esta donación, supimos que él vendría a los Estados Unidos para asistir a una conferencia. (El rabino Schneier, originador y presidente de la Fundación de Apelación a la Conciencia, patrocinó la visita del señor Kharchev.) Se hicieron arreglos para que el señor Kharchev visitara nuestras oficinas mundiales en Washington D. C. y varias de nuestras instituciones.
La noche antes de su visita, la embajada soviética invitó a cinco de nuestros dirigentes mundiales a unirse con un grupo de otros dirigentes religiosos en una recepción en honor al señor Kharchev. Apreciamos la oportunidad de encontrarnos allí con el embajador soviético en los Estados Unidos, Yuri Dubinin, su esposa, y una cantidad de otros oficiales de la embajada, y dirigentes religiosos del área de Washington.
Los dirigentes adventistas hicieron arreglos para que un helicóptero condujera al señor Kharchev a nuestra casa editora Review and Herald en Hagerstown, Maryland. De allí se lo llevó a nuestro hospital de 224 camas en Shady Grove y luego a una de nuestras escuelas secundarias, donde todo el grupo de estudiantes lo saludó. Su etapa final fue el complejo de las oficinas mundiales donde se realizó un banquete en su honor.
Sus declaraciones en el banquete indicaban que este contacto con los dirigentes de nuestra iglesia lo ayudaría a comprender mejor los objetivos, creencias y estructura organizativa de nuestra iglesia. Creemos firmemente que este tipo de contactos son necesarios para construir puentes de mutua comprensión.
Como cristianos somos ministros de la reconciliación y no de la condenación. Creo que en el marco de la libertad religiosa, tanto la iglesia cristiana como las religiones no cristianas están haciendo progresos en la Unión Soviética. Actualmente hay aproximadamente 50 millones de creyentes ortodoxos rusos, 40 millones de musulmanes. 500.000 bautistas, menonitas y pentecostales combinados, y 35.000 adventistas. Por supuesto, otros grupos religiosos también actúan allí.
El adventismo en Polonia
Nuestra siguiente etapa fue Polonia. El pueblo polaco sufrió mucho durante la Segunda Guerra Mundial. De una población de 38 millones, seis millones -o sea el 16 por ciento- fueron muertos.
Antes de la guerra, todas las religiones, excepto el catolicismo romano, eran controladas por un gobierno combinado de Iglesia y Estado. Había mucha persecución, y el Estado no le daba reconocimiento legal a estas minorías religiosas. Como las demás organizaciones religiosas, la Iglesia Adventista apenas era tolerada. Muchos de nuestros ministros y laicos sufrieron en la cárcel por su fe.
Después de la guerra, todas las organizaciones religiosas tuvieron la oportunidad de registrarse en las oficinas de gobierno. En 1946, la Iglesia Adventista recibió el reconocimiento del Estado, y desde entonces nuestros privilegios han aumentado, hasta que hoy tenemos una libertad religiosa virtualmente sin restricciones.
El pastor Stanislaw Dabrowski, presidente de nuestra iglesia en Polonia, señaló que ahora tenemos 84 iglesias y 40 congregaciones en ese país. Aunque tenemos solamente 5.000 miembros, aproximadamente 8.000 personas asisten a nuestras iglesias, y bautizamos entre 300 y 400 cada año. Desde la Segunda Guerra Mundial hemos construido o renovado 62 edificios de iglesia.
Una de las razones por las que nuestra iglesia en Polonia sigue creciendo a una velocidad relativamente lenta es porque no es difícil para la gente salir del país. Muchos adventistas polacos se han mudado a Australia o a Alemania Occidental. En realidad hay más adventistas fuera de Polonia que en el país.
El único SEHS de toda Europa está en Ludowici, Polonia. Tenemos 70 colportores polacos que tienen libertad completa para vender nuestras publicaciones en cualquier parte del país. Nuestros dirigentes allí están en el proceso de conseguir una prensa en la cual, desde comienzos de este año, estarán imprimiendo sus propios libros. Ya tenemos nuestro propio taller de encuadernación.
Los adventistas imprimen treinta mil ejemplares mensuales de la revista religiosa Señales de los Tiempos. La mitad de ellas son vendidas en las librerías del Estado o en quioscos en las calles. Hemos publicado 500.000 ejemplares de varios libros adventistas (16 títulos). Nuestro mensaje de salud es muy bien recibido -la señora Dabrowski, esposa de nuestro presidente, escribió un libro de recetas llamado Cocina saludable que vendió 30.000 ejemplares en una semana.
Nuestros miembros en Polonia preparan programas de radio en polaco para transmitir por nuestras estaciones en Portugal y en Italia. En Polonia misma tenemos una emisión trimestral de 40 minutos en la radio del Estado.
La Sociedad Bíblica Polaca está a dos cuadras de nuestras oficinas, en una de las principales avenidas de Varsovia. Está abierta al público y está bien dotada con traducciones en varios idiomas. Cuando pasé por allí, compré cinco Biblias.
Todos nuestros pastores tienen casillas de correo abiertas y pueden recibir publicaciones religiosas, libros y revistas sin restricciones. Para nuestras reuniones públicas de evangelización podemos levantar carpas, alquilar salones o iglesias, distribuir volantes, y presentar afiches de propaganda anunciando las reuniones.
Tres días antes de nuestra visita, nuestra iglesia dedicó su nuevo edificio de seminario cerca de Varsovia. Cuarenta estudiantes residen allí, y setenta estudian en sus casas y asisten periódicamente para recibir instrucción adicional. Estamos orgullosos de la estructura de nuestro nuevo seminario.
Nuestras iglesias tienen clases de escuela sabática para los niños y los jóvenes. Si los niños se registran como creyentes, también pueden tener el sábado libre mientras asisten a las escuelas públicas.
Polonia exige que sus jóvenes sirvan por un año y medio en el ejército. Con una carta de su pastor local declarando que es adventista del séptimo día, un joven creyente polaco puede guardar el sábado y asistir a la iglesia. Los dirigentes locales del ejército otorgan este permiso, pero si surge un problema, una carta al ministro de Defensa ayuda.
Si un joven elige no ir al ejército, puede sustituirlo por tres años de servicio médico o de trabajo en las minas de carbón y medio de año de servicio militar. Recibe un salario por este trabajo, y no se lo denigra si hace esta elección. No hay adventistas encarcelados por su fe en Polonia.
Nuestra visita a Polonia culminó con una entrevista con el señor Adam Lopatka, el ministro de Religión del país. El cargo del señor Lopatka hace que también integre el gabinete polaco. (Cada una de las 49 provincias de Polonia también tiene un ministro de Religión.)
El señor Lopatka nos felicitó por las actividades de la Iglesia Adventista en su país especialmente en el área de la salud. Nosotros, a nuestra vez, le extendimos nuestro agradecimiento por las libertades que gozan allí nuestra iglesia y otras religiones.
La república de Checoslovaquia
En Praga, Checoslovaquia, mi esposa y yo fuimos recibidos por el pastor Oldrich Sladek, presidente de nuestra organización en ese país. Su espíritu amable y activo ha fortalecido al movimiento adventista.
Checoslovaquia tiene una población de 15 millones y medio de personas. La Iglesia Adventista tiene una membresía de 8.000, con 169 iglesias. La mayoría de las congregaciones tienen sus templos, y la denominación puede conseguir permiso para edificar o comprar otros templos más.
En Praga, la capital, tenemos cuatro iglesias incluyendo una que construimos recientemente con capacidad para 800 personas. Aunque mi esposa y yo teníamos visa de turistas (yo había estado en Checoslovaquia antes, en 1986, en una visita oficial), se nos otorgó permiso para predicar. ¡Qué gozo fue encontrarse con los miembros de nuestras iglesias en Praga en este hermoso templo! Su belleza es semejante a la de los templos adventistas en cualquier parte del mundo.
A nivel nacional, Checoslovaquia tiene dos departamentos para asuntos religiosos: uno con sede en Praga para la república checa, y el otro con sede en Bratislava, para la república eslovaca. El Ministerio de Cultura en cada una de estas repúblicas supervisa estos departamentos. El país está dividido, además, en diez distritos, cada uno de los cuales tiene un representante para asuntos religiosos, como lo tiene cada ciudad.
No hay escasez de Biblias en Checoslovaquia. Las Biblias se imprimen en el país y además las hay importadas. Una nueva traducción ecuménica ha llegado a ser popular.
Nuestra denominación emplea a 96 pastores y obreros bíblicos de tiempo completo en Checoslovaquia. Creo que es la única denominación que paga a sus pastores sin la ayuda del Estado.
Se nos permite alquilar otras iglesias cuando necesitamos más espacio que el que tenemos disponible. Por ejemplo, en mayo de 1986 alquilamos una iglesia grande que pertenecía a otra denominación para poder tener reuniones con nuestros miembros de varias iglesias alrededor de Brno. También podemos realizar reuniones de evangelización en nuestras iglesias y usarlas plenamente sin necesidad de pedir permiso especial.
El gobierno imprime 12.000 ejemplares de nuestra revista bimestral, Señales de los Tiempos, sin censura previa. Esta revista, que se envía a todos nuestros miembros, está impresa en cuatro colores y es muy atractiva.
El folleto de Lecciones para la Escuela Sabática también se imprime en cantidades suficientes para todos nuestros miembros. Los cuatro folletos para el año son traducidos al eslovaco, al húngaro y al checo, y encuadernados en un tomo.
Nuestra iglesia en Checoslovaquia tiene, con el permiso oficial, una buena prensa offset y varias máquinas de encuadernar. La iglesia también imprimió libros en imprentas del Estado. Publica una revista para niños titulada Lucecita, y está preparando un nuevo himnario. Actualmente, nuestra imprenta está ubicada a unos 160 kilómetros de Praga, pero la iglesia ha comprado una propiedad nueva en esta ciudad y está en el proceso de reacondicionamiento para mudar allí la planta.
Checoslovaquia trabaja solo cinco días por semana, de modo que los niños adventistas no tienen el problema de asistir a la escuela el sábado. Aunque el Estado controla el programa educativo de sus ciudadanos, nuestra iglesia puede realizar las Escuelas Sabáticas para nuestros jóvenes el sábado de mañana.
También se nos permite desarrollar un pío- grama de educación teológica en el segundo fin de semana de diez meses por año. Para este programa reunimos a los estudiantes de todo el país un viernes de tarde, todo el sábado y terminamos el domingo de tarde.
Veinte de nuestros alumnos pueden asistir a un seminario en Praga. Nuestras oficinas centrales reciben 15 ejemplares de la revista Ministry cada mes. No es difícil conseguir permiso para comprar en el exterior libros y materiales para el programa de nuestra iglesia.
Al terminar nuestra visita de seis semanas, sentimos que Dios realmente está bendiciendo la obra cristiana en todos esos países. El desafío es grande, no sólo aquí sino en todas partes del mundo. Lo que hemos de hacer para preparar un pueblo para la pronta venida del Señor Jesús debemos hacerlo pronto.
La pregunta que hicimos antes se vuelve a nosotros también en el oeste: ¿Estamos aprovechando todas las oportunidades y libertades que tenemos para compartir la buena noticia con el mundo?
Sobre el autor: es el director de Mínistry y director asociado de la Asociación Ministerial de la Asociación General