Hoy en día escuchamos hablar mucho acerca del agotamiento. El término se aplica muy libremente. Aun hacemos bromas acerca de estar “agotado” cuando realmente sólo queremos decir “cansados” o tal vez “aburridos”. Pero el agotamiento no es una broma. Pregúntele al hombre cuya esposa acaba de abandonarlo dejándole a sus tres hijos por causa de ello. O pregunte a la mujer cuyo esposo pastor está en una severa depresión por esa causa.

 ¿Qué es, exactamente, el agotamiento? ¿Afecta realmente a la familia de los pastores? ¿Qué podemos hacer?

 El agotamiento es quedar completamente exhausto de recursos físicos, mentales y espirituales. No es sólo estrés, aunque el estrés (particularmente el relacionado con el trabajo) puede precipitarlo. El estrés es la respuesta del cuerpo a las demandas que se le hacen. Cualquier cambio, bueno o malo, requiere una porción de energía. Pero el estrés solo, como la lluvia, no es malo -es la intensidad o cantidad de estrés lo que llega a ser peligroso. Una persona meramente bajo estrés puede exhibir algunos síntomas de agotamiento pero se recuperará rápidamente si se elimina el estrés.

 El agotamiento ataca principalmente a las profesiones asistenciales: personal médico, psicólogos, asistentes sociales, y pastores. Una encuesta de Gallup hecha en 1983 indicó que el 29% de los clérigos norteamericanos “a menudo” u “ocasionalmente” consideraron abandonar el ministerio por causa de las frustraciones o chascos.[1] En 1977 el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional publicó un estudio de 9.000 personas que ingresaron a los Centros de Salud Mental en Tennessee. Los clérigos se encontraron en el orden trigésimo sexto entre 130 profesiones representadas, delante de los profesores (47°), los policías (70°), y los médicos (106°)[2]

 Roy Oswald, un erudito de ciencias de la conducta en el Instituto Alban, estima que por lo menos un clérigo de cada cuatro sufre de agotamiento.[3] Después de administrar test acerca del agotamiento y de los cambios en la vida en el seminario que dirigió para clérigos y sus cónyuges, concluyó que los cónyuges tienen niveles de estrés más altos que los pastores o las pastoras.[4]

 La mayoría de los pastores y sus esposas no se agotan. Pero muchos que no llegan a agotarse están, sin embargo, funcionando en niveles inferiores al óptimo; por ello, consideremos los síntomas del agotamiento.

Síntomas del agotamiento

 Los síntomas del agotamiento caen en tres categorías: físicos, emocionales y espirituales.

 Juana no dormía bien, tenía poca energía para disciplinar a sus hijos, y mostraba poco interés en el sexo. Estos son algunos de los síntomas físicos. Otros incluyen enfermedades frecuentes, uso excesivo de drogas o dificultades motrices.

 En el nivel emocional uno puede observar apatía, ira, culpa, negativismo, irritabilidad, pérdida de la creatividad, preocupaciones, aumento de la rigidez, ensimismamiento, preocupación propia, obsesiones paranoides, pérdida del humor, pérdida de alegría o de interés en los hobbies, llanto excesivo, incapacidad de concentrarse, sentimiento de fracaso y desesperación, conflictos maritales y familiares.

 Las emociones afectan las actitudes relacionadas con el trabajo, que algunas autoridades enumeran como una categoría separada. Aquí el agotamiento se manifiesta en ausentismo, en estar observando siempre el reloj, en resistir y posponer el contacto con clientes o empleados, la pérdida de sentimientos positivos con respecto a estas personas (a menudo reemplazados por el cinismo y/o por acusaciones) y evitar la discusión de las tareas con los colegas. El pastor Tom iba a la oficina que tenía en la iglesia más y más tarde cada mañana, llegando a molestarse por los parroquianos que lo necesitaban, y tratando en forma más seca que antes a los dirigentes de la Asociación. La preocupación de su esposa y su perplejidad aumentaron hasta que alguien le explicó el agotamiento y la condujo a buscar ayuda profesional.

 Los síntomas espirituales incluyen cambios significativos en la conducta moral y en las posiciones teológicas, la pérdida de interés en la vida devocional personal, la pérdida de fe en Dios y en la iglesia, en juzgar a los demás, la realización automática de las responsabilidades de la iglesia, la pérdida de la alegría y la celebración en asuntos espirituales. En un pastor, por supuesto, unos pocos de esos síntomas pueden destruir un ministerio que previamente fue efectivo.

 Ninguna persona demuestra todos estos síntomas, pero dos o más en cada categoría indican generalmente una persona agotada.

 Típicamente, el agotamiento se desarrolla gradualmente, progresando desde un suave estrés y ansiedad a una ansiedad y fatiga mayores hasta llegar al agotamiento total. Las personas en las etapas preliminares pueden recuperarse sin ayuda exterior, pero los que tienen el problema bien establecido a menudo necesitan terapia prolongada.

 ¿Qué produce el agotamiento? Varios factores pueden contribuir:

 1. El estrés que resulta cuando las demandas del trabajo exceden las energías de la persona. Estas demandas pueden ser externas, del trabajo mismo o del supervisor, o internas, de presiones que la persona se aplica a sí misma.

 2. Una discrepancia entre las expectativas y la realidad. Los clérigos con altas expectativas de trabajo en la iglesia pueden enfrentar problemas, tal vez la hostilidad de algunos de los miembros.

 3. La necesidad de las personas en las profesiones asistenciales de sentirse eficaces. Si un ministro viene a una iglesia con grandes planes para producir cambios y crecimiento en esa iglesia, y la iglesia no le responde como espera, pueden resultar sentimientos de frustración y de inadecuación. Algunos clérigos, en lugar de reexaminar sus blancos, pierden el sentido de que su trabajo tiene significación.

 4. Los métodos usados para enfrentar el estrés. A veces las personas usan más y más desesperadamente los mismos mecanismos de defensa inefectivos, sin analizarlos objetivamente ni lograr el control de la situación.

 5. A veces la falta de desafíos o el aburrimiento. La gente necesita estimulación intelectual y un sentimiento de que sus habilidades se están usando plenamente.

 6. La estructura de’ la organización. Cuanto más centralizado y jerárquico es el proceso de toma de decisiones, tanto más la persona se siente en el grupo como una ruedita fácilmente reemplazable de una gran máquina. Una persona necesita cierta autonomía y control. Tanto la estructura burocrática como el salario bajo hacen que uno se sienta menos autónomo. Esto deben notarlo en especial los administradores de la iglesia.

 7. Factores individuales de la personalidad. La respuesta de uno al estrés es más importante que el estrés mismo. Los clérigos, en particular, a menudo presentan características que tienden hacia una descuidada administración del estrés.

 8. El estrés de las interrelaciones. El pastor sufre todo el estrés de las relaciones mutuas, sólo que a veces con más intensidad que otras personas. El no poder mantener buenas relaciones con los compañeros de trabajo, la congregación, la comunidad, y la familia, limitarán tanto la vida personal como laboral. Al mismo tiempo, la naturaleza del trabajo a menudo somete a los clérigos a la soledad y la falta de afirmación.

 Por otro lado, los pastores que tienen éxito en sobreponerse, generalmente tienen un fuerte sentido del yo y de la identidad personal. Además, consideran a los factores estresantes como oportunidades para crecer, antes que como problemas o circunstancias injustos.

 ¿Qué diremos de las esposas de los clérigos? Ellas están sujetas a todos los factores generales enumerados arriba. Es cierto, los papeles cambian, y hay algunos esposos que son los cónyuges de clérigos. Pero pensando en el papel tradicional que todavía cumplen muchas esposas de pastores, considere cada uno de los factores mencionados desde el punto de vista de ella: el estrés de la expectativa de su papel, las expectativas de la iglesia y de los miembros versus la realidad, su necesidad de sentirse efectiva, los mecanismos de protección que ha aprendido, el desafío (o falta de desafío) a sus habilidades, su posición al lado de los procesos de toma de decisiones en casa o en la iglesia, sus rasgos personales, y el estrés de las interrelaciones. Obviamente, la esposa del pastor también podría incorporarse a la lista de las especies en peligro de extinción.

Factores estresantes para las esposas

 Roy Oswald, del Instituto Albán, ha anotado los siguientes factores estresantes, brevemente resumidos aquí, que pueden contribuir particularmente al agotamiento de las esposas de los pastores:[5]

 1. La expectativa del papel (auto impuesto o impuesto por otros) de la esposa del pastor.

 2. La falta de cuidado pastoral que siente ella misma. ¿A quién puede ir la esposa del pastor con sus problemas personales?

 3. La falta de apoyo. Las esposas de los pastores a veces sienten que no pueden tener amigas íntimas o confidentes.

 4. Las frecuentes mudanzas. Aquí la esposa puede proveer el apoyo emocional para los demás miembros de la familia mientras sofoca los propios.

 5. Vivir en la casa pastoral. Aunque pueda no ser un problema en las iglesias adventistas como lo es en otras iglesias, la esposa del pastor muchas veces tendrá que tratar con el sentimiento de que los miembros de la iglesia están escudriñando sus habilidades domésticas.

 6. Las finanzas y la necesidad de trabajar. Muchos hombres hoy tienen que ajustar tanto sus actitudes como sus hábitos para acomodarse a esposas que necesitan trabajar fuera del hogar o quieren hacerlo; para los pastores y sus congregaciones esto puede ser especialmente difícil. Las esposas mismas pueden sufrir conflictos por salir a trabajar.

 7. Siendo un clérigo reemplazante. Los miembros de la iglesia pueden a veces esperar que la esposa ocupe el lugar del pastor.

 8. Ser un canal para los mensajes dirigidos al pastor. Los parroquianos pueden pedirle que le pase mensajes, especialmente algunos desagradables, a menudo deliberadamente a fin de evitar confrontarlo en forma directa.

 9. Privación de sus derechos. Las esposas de los pastores “existen en un sistema socio político sin ninguna forma de poder directo dentro del sistema”. No han de tomar posiciones en asuntos controvertidos o buscar su elección, sino sentarse tranquilamente y vestirse en forma apropiada.

 10. Las tensiones en los matrimonios de pastores. Aunque el esposo puede encontrar poco tiempo para su familia, presta mucha atención a otras mujeres (por la naturaleza de su trabajo) y mantiene un público que lo adora.

 11. La ordenación de la mujer. En algunas iglesias esto añade ahora ciertas amenazas a las esposas de los pastores. Su esposa puede ahora estar trabajando muy cerca de una mujer en su equipo pastoral, y a menudo esta mujer reemplaza a la esposa como “la mujer santa” que previamente gozaba del respeto y la confianza de la congregación. Esta no es una razón para impedir la ordenación de las mujeres capacitadas, pero las familias de los clérigos necesitan hacer los ajustes correspondientes.

 ¿Cómo puede prevenirse el agotamiento? Básicamente por el cambio de las causas o el de las reacciones de uno. Si usted, por ejemplo, teme el agotamiento por las presiones que usted o su familia experimentan, examine qué cosas puede cambiar. Si las demandas externas de su trabajo son demasiado extenuantes, elimine algunas de ellas, ya sea delegándolas o explicando sus limitaciones a la congregación. O aumente sus recursos para afrontar las demandas. Si sus demandas internas son demasiado grandes, recuérdese a sí mismo que usted no puede hacer todo.

 No asuma las responsabilidades de todos los demás. Jesús no lo hizo. Permita que la gente haga elecciones.

 Aprenda a desarrollar su autonomía donde pueda. Tome el control de su vida. Planifique, organice, respete sus limitaciones y sus necesidades. Establezca blancos claros y específicos.

 Aprenda a manejar la ira y los conflictos.

 Aprenda a relajarse: tome frecuentes vacaciones breves; fije un tiempo para estar con su esposa; desarrolle algunas aficiones.

 Si sufre de falta de desafíos, encuentre otros canales de servicio, ministerios personales, blancos -involúcrese en actividades que le den una sensación de confianza y de identidad.

 Aliméntese -física, espiritual y emocionalmente- no por egoísmo, sino por un deseo de capacitarse para ministrar en forma más efectiva.

 Aprenda a considerar los problemas como estimulantes desafíos para seguir creciendo.

 Construya un sólido sistema de apoyo. Forme amistades. Usted puede desarrollar unas pocas amistades especiales aun dentro de su congregación mientras sea amistosa con todos. Encuentre otras amigas dentro de la comunidad más amplia, tal vez otras esposas de pastores. Mantenga un matrimonio sólido, las comunicaciones abiertas; sea vulnerable. Explique sus necesidades a su cónyuge. Elabore un papel para sí misma que sea aceptable para ambos. Tome tiempo, porque la verdadera intimidad exige tiempo. Evalúe su relación con su esposo periódicamente. Con un matrimonio sólido, usted puede afrontar el resto del mundo.

 Pero sobre todo, manténgase cerca de Dios. Sea fiel en sus devociones. Afírmese en que Dios la ama. Viva más allá de sus preocupaciones propias; dé gloria y alabanza a Dios. “Alabad a Jehová, porque él es bueno” (Sal. 118:29).


[1] Religious News Service, “Experts Say Clergy Stress Doesn’t Have to Result in Burnout”, Christianity Today, 9 de noviembre de 1984, pág. 71.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Roy M. Oswald, “Why Do Clergy Wives Bum Out?” in Alban Instituto Action Information, Enero-febrero de 1984, pág. 11.

[5] Ibid., págs. 11-15.