Fundamentándose en los aspectos que compartimos con los judíos, usted y los miembros de su iglesia pueden lograr que su testimonio sea más efectivo.
Si hay una iglesia en todo el mundo que debiera estar llena de judíos el día sábado, ésa es la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El mensaje de la reforma pro salud, el santuario, el sábado, y nuestro enfoque singular de la escatología son los vínculos que nos unen con los judíos. Si hay un mensaje en el mundo que debiera apelar profundamente a los judíos, ése es el nuestro.
Desafortunadamente, en un día sábado usted puede encontrar a los judíos en la sinagoga, en un balneario, en el trabajo, en alguna congregación mesiánica, o en cualquier otro lugar que pueda imaginar excepto en una iglesia adventista. ¿Por qué?
El problema no se encuentra en nuestro mensaje, sino en la forma en que lo presentamos. Muchas personas no tienen idea de que para alcanzar a nuestros amigos judíos se requiere una presentación diferente de la que comúnmente utilizamos con otros credos. Pastores, es muy importante que comprendamos los principios básicos que operan en la relación con los judíos para poder compartirlos con los feligreses de nuestra iglesia, quienes, a menudo, conocen a judíos pero no encuentran la forma adecuada de alcanzarlos.
No debiera sorprendernos verificar cuán sensible puede ser un judío al mensaje del cristianismo. Y esto no es raro. Los judíos sufrieron una infinidad de persecuciones realizadas en el nombre de Cristo. Miles y miles han muerto, fueron torturados, desarraigados, y perseguidos por la iglesia. Sufrieron una atrocidad tras otra generada por los “cristianos”. En los diferentes seminarios que dicté por todo el país sobre la forma en que debemos dar testimonio a los judíos, he dedicado la primera media hora enumerando las persecuciones que padecieron los judíos en Polonia, Hungría, España, Portugal, Italia, Alemania, Rusia, Francia, Inglaterra, y en tantos otros lugares. La lista es inacabable. Muchos de nuestros hermanos no tienen idea de todo lo que les ha sucedido a los judíos —pero los judíos sí lo saben, y son escépticos con respecto a la religión que les aparejó tantos sufrimientos. Imagínese cómo podría sentirse usted si alguien intentase convencerlo de unirse a un grupo que durante siglos asesinó a sus antepasados.
Por causa de este antecedente histórico, es necesario desplegar una dosis extra de tacto y sensibilidad. Puede ser que la persona judía con la que usted esté hablando sienta algún resentimiento con respecto a las persecuciones. Manifieste comprensión hacia este sentimiento. Pero, lo más importante es que todo judío debiera ver en usted una persona diferente, debiera percibir en usted un goi distinto, y esto lo llevará a comprender que si todos los cristianos de la historia hubiesen sido como usted y su iglesia, entonces los judíos hubieran sido tratados con amor y con bondad, y no con odio y desprecio. A lo largo de muchos años mi gran excusa contra el cristianismo fue: “Los cristianos nos masacraron”. Sin embargo, cuando me encontré con algunos cristianos maravillosos que transmitían plenamente la bondad de Cristo y trasuntaban un carácter amoroso, comprendí que estas personas nunca hubieran podido hacer daño a un judío. Y de pronto, la excusa tras la que me había parapetado durante tantos años se esfumó. Es que un cristiano abnegado y amante puede desbaratar en un instante quince siglos de odio y persecución.
Otro aspecto, y posiblemente el más importante, es que los judíos nunca olvidan su identidad racial. Se les debiera explicar que al aceptar a Jesús mejorarán esta identidad. Lograrán la plenitud judía. Evite manifestar expresiones como la siguiente: “Conocí a una persona que era judía, pero que ahora es adventista”.
No inicie una conversación con un judío abordando de inmediato el tema religioso; su amigo judío pensará que usted está intentando convertirlo. Sea especialmente cuidadoso en el diálogo cuando estén presentes familiares o amigos de la persona con la que mantiene la conversación. Si bien la persona que recibe los estudios puede estar interesada, es posible que no le interese que otros se enteren de sus inquietudes. Si llegara a surgir el tema religioso, sea humilde, escuche los puntos que sostienen los demás, pero no argumente. Si se aborda el tema de la persona de Cristo, evite pronunciar declaraciones como “¡Jesús de Nazaret es el Mesías!” o “¡El Mesías ya vino!” En cambio, sostenga que la oración, la experiencia, y el estudio lo llevaron a creer que Jesús de Nazaret cumplió las profecías hebreas referentes al Mesías.
Hay ciertas palabras que tienen connotaciones negativas para los judíos y que se debieran evitar. Nunca utilice el verbo convertir. Miles de judíos estuvieron dispuestos a morir antes que a convertirse. Para un judío convertirse significa dejar de ser judío. En lugar de esta palabra utilice expresiones como una “nueva vida” o hable de un “cambio de corazón”. En vez del título Cristo, diga el Mesías, o Jeshúa, que es el nombre hebreo de Cristo. En lugar de bautismo, diga inmersión; no diga iglesia, sino congregación; en lugar de salvar, hable de redimir; en vez de Antiguo Testamento, diga las Escrituras hebreas. Luego que haya ganado la confianza de sus interlocutores y haya hablado de religión con ellos, puede gradualmente introducir estas palabras (aunque le recomiendo que nunca utilice converso, o convertir).
Nunca critique a Israel ni a sus dirigentes. Si no le simpatiza Israel, es mejor que no diga nada. Si tiene una opinión favorable de ese país, dígala, y eso ayudará a establecer un vínculo. Para muchos judíos, el único lazo que tienen con el judaismo es Israel, por lo que debiéramos evitar criticar a la nación.
Muchos judíos consideran que el rechazo del sionismo es una manifestación moderna de antisemitismo, con lo que acentuará la idea que su interlocutor abrigue con respecto a la hostilidad de los cristianos hacia los judíos.
Exprese que usted se considera un “judío espiritual”. Explique que sólo come alimentos limpios y que observa el sábado. A menos que su amigo sea religioso, es posible que llegue a sorprenderse y decir: “Bueno, parece que tú eres más judío que yo”.
En todo diálogo será mejor decir poco que mucho. Si quisiera decir alguna cosa de la que no esté seguro, es mejor que guarde silencio. Los judíos son muy sensibles y algunas palabras inadecuadas pueden hacer que se pierdan para siempre. Es conveniente que no se apresure a compartir con ellos los escritos de Elena de White. En ellos se encuentran ciertas frases y comentarios que sus amigos judíos no podrán comprender plenamente, y es posible que susciten algunos prejuicios. Espere hasta que hayan tenido una experiencia con Jesús y entonces podrá comenzar sugiriéndoles la lectura de obras como Consejos sobre el régimen alimenticio o La educación. En su celo bien intencionado no se apresure a poner en manos de ellos libros como Patriarcas y Profetas, o El Deseado de todas las gentes.
El mejor modo de abordar el diálogo
No cabe duda de que la mejor manera de establecer el diálogo con un judío es a través del mensaje de la reforma pro salud. Es muy posible que los judíos rechacen todo lo que usted cree sobre la Biblia, la religión, el Mesías, u otros aspectos del mensaje cristiano. Quizá ni siquiera estén interesados. Sin embargo, el mensaje de una vida saludable les interesará. La mayoría de los judíos que se contactaron con los adventistas lo hicieron no justamente por medio de Seminarios Revelaciones del Apocalipsis, o a través de un ciclo evangelizador sino gracias a los programas de salud. La mayoría de los judíos que están en la iglesia adventista hoy, conocieron nuestro movimiento por el programa de salud (personalmente encontré al primer adventista en un comercio de alimentos saludables). Los cursos de cocina, los planes para dejar de fumar en cinco días, los cursos sobre estrés y tantos otros, son formas excelentes de establecer contacto con ellos y conquistar su confianza.
Es muy posible que a un judío no le interese la literatura espiritual, pero recibirá el material sobre salud (solo asegúrese de que no tenga impreso alguna cruz o el nombre de Jesús).
Si su amigo se muestra interesado en estudiar la Biblia, el libro de Daniel será un excelente lugar para comenzar. Estudie con su amigo judío las profecías de Daniel 7, y demuéstrele que la Biblia advertía contra el poder religioso apóstata que haría guerra “contra los santos”. No deje de mencionar que entre estos santos están los judíos piadosos. Estas profecías fueron las primeras que estudié en la Biblia y cuando comprendí que las persecuciones del pasado fueron generadas por el cristianismo apóstata, pude poner en su debida perspectiva la intolerancia del pasado. Después, puede interrogar a su amigo: “¿Por qué razón también las escrituras cristianas nos advierten de ese poder?”, y entonces iniciar un estudio de Apocalipsis 12 al 14.
Los judíos son muy sensibles al antisemitismo. Temen la tendencia que está adoptando la nueva derecha cristiana en Estados Unidos. Como adventistas tenemos una perspectiva singular acerca de la marca de la bestia y del surgimiento de la intolerancia en ese país. Los judíos no tendrán problema en creer que la iglesia puede desatar una persecución. Sin embargo, asegúrese de explicar estas profecías de tal manera que su amigo también pueda encontrar en ellas esperanza. Nosotros tenemos esperanza. Ellos no tienen ninguna. Manifieste la confianza que tiene en Dios, a pesar de los dramas inminentes que todos afrontamos.
Si su amigo o interesado hebreo quiere estudiar acerca de Jesús, oriente el estudio hacia las profecías del Antiguo Testamento. Asombrosamente, los antiguos rabinos aplicaron al Mesías casi todas las profecías del Antiguo Testamento que los cristianos consideramos mesiánicas. Por ejemplo, el Talmud (Sanhedrín 98b) identifica Isaías 53 como una profecía mesiánica.
Pida una suscripción a Shabbat Shalom, una revista destinada a transmitirles a los judíos los principios fundamentales de nuestro mensaje de un modo que no les resulte ofensivo. Los adventistas también pueden beneficiarse con la lectura de esta publicación, pues podrán percibir el enfoque que adopta la revista y cómo trabaja en beneficio de nuestros amigos judíos.
También es muy importante que comparta estos principios con los hermanos de la iglesia, especialmente si hay algunos judíos que están visitando su congregación. Una
palabra inadecuada en labios de un miembro de iglesia bien intencionado hará que se esfumen las posibilidades del contacto iniciado. En cierta iglesia un santo varón me dijo: “Lamento mucho todo lo que han sufrido los judíos, pero ustedes se lo buscaron”. Como vemos, nuestros hermanos necesitan estar preparados para dialogar con los judíos.
No ser hiriente u ofensivo es clave en la conquista de los judíos. Si puede percibir cuáles son los aspectos sensibles, evite ofenderlos, y luego podrá trabajar por ellos como por cualquier persona. Es posible que le lleve más tiempo, una mayor dosis de paciencia, más oración y, quizá lo más importante, más abnegación y amor.
Elena de White transmitió muchas promesas referentes a la obra en favor de los judíos. Por ejemplo, escribió lo siguiente: “Ha llegado el tiempo de transmitir la luz a los judíos. El Señor quiere que estimulemos y apoyemos a los hombres que trabajarán en favor de este pueblo; habrá una multitud que se convencerá de la verdad y que decidirá servir a Dios. Ha llegado el tiempo cuando habrá tantos conversos [evite esa palabra] en un día como los hubo en el día de Pentecostés, luego de que los discípulos recibieron el Espíritu Santo”.[1] También afirma que los judíos, al transmitir su mensaje, “proclamarán la inmutabilidad de la ley de Dios con maravilloso poder”.[2]
¿Cuál fue el motivo de la rebelión en el cielo? La ley de Dios. ¿Qué tema será el centro de la culminación del conflicto de los tiempos? La ley de Dios. Imagine el impacto que se producirá cuando todos estos judíos proclamen la ley de Dios con “maravilloso poder”. No es extraño que haya escrito: “Los conversos judíos han de tener una parte importante en la gran preparación que ha de hacerse en lo futuro para recibir a Cristo nuestro Príncipe”.[3] Tampoco debiera extrañarnos que Satanás intente impedir que los judíos se unan a esta iglesia.
Hemos recibido una orden. “Al judío primeramente, y también al griego”. Debiera haber un centenar de judíos donde ahora hay uno. Necesitamos con fe llevar adelante esta obra importante. Antes que pase mucho tiempo los judíos estarán en el lugar que deben estar, colmando los asientos de nuestras congregaciones durante el día sábado.
Sobre el autor: Clifford Goldstein es el director de la revista Shabbat Shalom.
Referencias
[1] Elena de White, Review and Herald, 29 de junio de
1905, pág. 146.
[2] Elena de Wite, El evangelismo pag. 241
[3] Ibid.