¿Cómo reaccionará usted, especialmente sabiendo que es inocente de los cargos, y que las acciones que fueron Juzgadas tan erróneamente por otros tenían su origen en buenas intenciones y motivos benevolentes?

¿Ha sido puesto usted alguna vez en entredicho por difamación, suposiciones, sospechas, malas interpretaciones o circunstancias que escapaban a su control?

Trátese de la prueba extrema de una falsa acusación de asesinato, como la que afrontó una pareja pastoral australiana en la década de los ochenta, o de nexos con las acciones desquiciadas de grupos disidentes, o conclusiones y juicios injustos acerca de sus motivos por miembros de la iglesia o administradores, el impacto es el mismo. Su buen nombre, su reputación, son puestos en entredicho por lo que “ellos creen”.

¿Cómo reaccionará usted, especialmente sabiendo que es inocente de los cargos, y que las acciones que fueron juzgadas tan erróneamente por otros tenían su origen en buenas intenciones y motivos benevolentes? He aquí algunas sugerencias que podrían ayudarle a desarrollar una reacción apropiada.

Identifique a su enemigo. Nuestro enemigo último es Satanás, por supuesto, quien se deleita en alentar la falsedad y los malentendidos, y cuyo propósito es oscurecer y ocultar la verdad siempre que puede. Pero con frecuencia el enemigo inmediato aparece en forma visible y tangible, promoviendo incomprensiones. Típicamente, sin embargo, el enemigo verdadero no es una persona. Su enemigo más probable es la falta de oportunidad para explicar totalmente los hechos, para analizar adecuadamente todas las opciones posibles, o mostrar cómo se produjeron las apariencias.

Algunas personas toman tiempo para escuchar y mantienen una mentalidad abierta. Otros rechazan incluso la evidencia directa que corregiría sus conclusiones predeterminadas. ¿Cuál es su desafío? ¿Es encontrar tiempo y lugar para revisar toda la información disponible? ¿O son los preconceptos y las mentes cerradas?

Identifique a sus aliados. Obviamente nuestro Padre celestial es el mayor aliado que tenemos, y es verdadero e iluminador. Pida al Espíritu Santo que le ayude a decir la verdad con propiedad y que mantenga los corazones de sus oyentes receptivos para entender lo que es preciso y táctico.

Si usted decide hablar, una declaración cuidadosamente razonada es preferible a una letanía con excesiva carga emocional. Cuando se trata de problemas con la gente, requiere dar pasos extras para clarificar situaciones y ofrecer más del mínimo de las oportunidades necesarias para resolver el conflicto. Préstele una atención escrupulosa a los hechos. Esté preparado para documentarlos. Evite las opiniones y las suposiciones.

Así como las presiones del tiempo pueden ser un enemigo de la exactitud, el paso del tiempo puede también convertirse en un gran aliado. La antigua expresión, “el tiempo lo dirá”, a menudo demuestra ser la mejor solución. Muchas veces, a medida que los eventos se desenvuelven y la evidencia evoluciona, la verdad se aclara y se separa simplemente de la incapacidad de la falsedad para sostenerse a sí misma en presencia de la luz.

Recuerde sus opciones. Aun en medio de una situación desafiante, recuerde que usted tiene opciones. Jesús a menudo rehusó contestar a sus acusadores. Del mismo modo, usted tiene la opción de no decir nada. Las palabras, una vez pronunciadas, no pueden retirarse. Y nadie puede obligarlo a discutir un tema sobre el cual usted ha decidido guardar silencio. Este es su privilegio.

Evite las categorizaciones que implican un juicio. Exprese claramente quién es usted, pero evite cuidadosamente las caracterizaciones de otros. No se convierta en una fuente de información de las acciones, motivos, creencias, o forma de pensar de los individuos que difieren de usted o cuyo comportamiento puede estar poniendo en entredicho la reputación suya. Defínase a sí mismo y su posición y deje que otros contesten por sus propias acciones o creencias. Recuerde que, si usted “escupe hacia arriba, en la cara le caerá”, y siempre perderá terreno al echar tierra sobre otros.

Considere y tome un punto de vista amplio. Considere todas las cosas desde la perspectiva de la eternidad y la promesa de que en todas las cosas, aun las malas, Dios obra para bien en favor de aquellos que son llamados de acuerdo a su propósito (Rom. 8:28). Usted puede volver a evaluar su propia situación y determinar, en medio de una crisis, que se pondrá del lado de la verdad en vez de dejar que el error quede sin ser desafiado. Usted puede hacer decisiones de consecuencias eternas impulsado por la injusticia o falsas acusaciones contra los inocentes.

En cualquier caso, recuerde que “esto también pasará”. Usted puede mantener la esperanza viva poniendo su vista en aquel dichoso día cuando Jesús volverá. “Amén, sea así, ven, Señor Jesús”.