¿Ha ido alguna vez a un hogar sólo para visitar a un niño? Quizá debería hacerlo, e iniciar un programa de visitación a los niños

    Jesús acababa de entrar en Jerusalén en una procesión triunfal. Los niñitos y sus padres corrían por la carretera, alfombrándola con ramas de olivo. ¡Las alabanzas hendían el aire!

    Mientras la procesión se acercaba al templo, una sensación de expectación, de excitación contenida, marcaba el momento. ¿Se declarará rey ahora? ¿Qué ocurrirá? Jesús entra en el templo. Allí están de nuevo: cambistas de monedas, vendedores, comerciantes. ¿Nunca aprenderán? ¿Entenderán alguna vez? Una mirada a Jesús y ponen pies en polvorosa. La atmósfera de paz desciende sobre lo que momentos antes era el bullicio del comercio. Cuerpos arruinados por la enfermedad y corazones quebrantados rodean a Jesús, esperando ser sanados. Pero los niños son los que vienen sin ningún temor ni vacilación, sino con gran entusiasmo. Ahora pueden tener a Jesús para ellos solos por un momento. Ellos lo aman. Les encantan sus historias, y la forma como escucha sus secretos y sus tristezas, la forma como les toca el cabello, y el toque de sus rodillas. Les habla de las cosas en términos que ellos pueden entender, con cuadros pintados con palabras que encienden su imaginación y su deseo de descubrir nuevas cosas por ellos mismos. El gozo que sienten se desborda y cantan como nunca antes lo habían hecho: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Hosanna! ¡Hosanna!”

     Entonces el jefe de los sacerdotes y los doctores de la ley acuden a ver qué es lo que está ocurriendo. Horrorizados ante el espectáculo, se vuelven indignados a Jesús.

     —¿Oyes lo que éstos dicen?

     —Sí —replica Jesús—. ¿Nunca leísteis: de la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? (Mat. 21:16).

     Esa escena maravillosa ocurrió hace mucho tiempo. Pensemos en lo que ocurre hoy. ¿Qué en cuanto a los niños de su iglesia? ¿Son ellos “vistos pero no oídos?” ¿Les impedimos acércame a Jesús? ¿Tenemos gente bien intencionada pero corta de vista, alejándolos de un Salvador que anhela que le jalen la ropa, le revuelvan el cabello, le digan secretitos al oído, y le ofrezcan manojos de maleza marchita? ¿Son los niños tan bienvenidos en el culto divino como lo son en la Escuela Sabática? ¿Pueden adorar con la misma facilidad en el santuario al Jesús que han aprendido a amar en el departamento de cuna?

Extraña dicotomía

     Observe aquí una extraña dicotomía. Por un lado, la Iglesia Adventista predica enfáticamente los valores familiares. Creemos que enseñar a los niños a amar a Dios comienza en el departamento de cuna. Tenemos un sistema excelente y completo para instilar en sus mentes el conocimiento de la Biblia. ¡Por otro lado, cuando llega el culto divino, a los niños se los arrincona, y se los obliga a estar quietos durante más de una hora de actividades y procedimientos que pueden ser tan incomprensibles para ellos como lo es el latín para el resto de nosotros! Si son realmente afortunados, probablemente se les cuente una historia. ¡”Dejad a los niños venir a mí” cobra un nuevo significado si consideramos cuánto tienen ellos que soportarnos a nosotros!

     Existe un grave peligro aquí. Los niños aprenden bien pronto que no hay nada para ellos en el segundo servicio. Sencillamente no vale la pena esforzarse por escuchar, puesto que no pueden entender nada. No hay nada interesante que ver ni oír. Probablemente ni conocen los himnos. Las oraciones parecen más largas que la eternidad. Y no hay nada en el servicio que los haga partícipes, excepto una bien definida ranura para una historia que, por lo general, no requiere ninguna participación del niño.

     A veces me pregunto si estas luchas no serán exclusivas de los adventistas. Muchas iglesias circunvecinas han encontrado formas creativas de involucrar a los niños en sus cultos especiales para la familia. La navidad pasada en la iglesia anglicana de nuestra comunidad, los niños se pusieron de rodillas y se apoyaron sobre sus codos para buscar debajo de las bancas paquetes rojos atados con listones verdes. Abrieron estos regalos con gran agitación y hallaron en ellos las figuras para la escena del nacimiento, que luego ayudaron a completar. A medida que cada figura surgía del papel desgarrado, el vicario les habló de cuán importantes fueron esos personajes en la historia del primer advenimiento del Salvador.

     Cada culto divino se centra en torno del hecho de que los niños estarán allí presentes. Los cantos e himnos son aquellos que los niños conocen o que les encantará aprender rápidamente. Ellos muchas veces ayudarán a recoger las ofrendas. Las oraciones son sencillas y cortas. El sermón es breve, nunca más de 20 minutos, y lleno de ilustraciones, ayudas visuales, dramatización, experimentos, y activa participación infantil, que hace que aprendan un punto sencillo con claridad, dejando a los padres tan ricamente bendecidos, dos veces más de lo que muchas palabras dirían en una forma menos creativa.

Preguntas que preocupan

     Antes que usted piense en todas las formas posibles en que su iglesia local podría acoger a los niños con brazos más abiertos, usted mismo necesita hacerse ciertas preguntas básicas.

     ¿Se enorgullece su iglesia de sus servicios divinos pulidos y perfectamente coreografiados, tanto como para que la participación de los niños se considere fuera de lugar? Después de todo, los niños son proclives a los accidentes, al terror de la plataforma, al barullo, y hasta son capaces de crear un caos en un instante. ¡Si teme que los niños echen a perder su imagen, quizá ésta necesite ajarse un poquito!

     En segundo lugar, ¿debe cambiar la actitud de su iglesia respecto a los niños? ¿Se sienten ellos realmente bienvenidos a la iglesia, o siempre tienen que preocuparse porque doña Caradura les da un sermoncito semanal gratuito acerca de las bondades de la reverencia a todos cuantos estén al alcance de su voz? Quizá algunos adultos necesiten educarse respecto a los porqués, a los cornos, y a los qué hacer para que los niños se sientan bienvenidos en la iglesia. Es probable que algunos de ellos sólo necesiten una gentil insinuación para que guarden silencio y una sonrisa en vez de mirarlos con ojos amenazadores y sacudirles largos dedos frente a su vista.

     En tercer lugar, piense en el ambiente que prima en la iglesia. ¿Es la suya amiga de los padres y un lugar seguro para los niños? ¿Hay un cómodo y bien equipado cuarto de madres para quienes lo necesiten? ¿Existe un lugar privado para las madres que amamantan a sus niños, y no un cubículo de artículos de limpieza que, de paso, no es el lugar adecuado ni digno para dar de mamar a un inquieto bebé durante media hora? Usted tampoco comería su merienda allí, ¿verdad? ¿Están los pisos debidamente cubiertos y seguros? ¡En un departamento de cuna la alfombra lastimaba las rodillas de los niños siempre que se postraban para orar! ¿Tiene tazas de inodoro en los baños que estén a la altura de los niños, y los lavabos a niveles apropiados? ¿Puede un niño chiquito alcanzar las toallas de papel o el secador automático?

     ¡Desconcierta ver cómo los diseñadores de servicios públicos parecen ignorar estos detalles al hacer sus instalaciones! Asegúrese de que los niños no corran el riesgo de caerse por las partes laterales de las escaleras o en zanjas desprotegidas. ¿Funciona correctamente su sistema de calefacción? ¿Están bien protegidos todos los fuegos? Incluso los tubos calientes pueden ocasionarle quemaduras graves a un niño. ¿Se revisan los alrededores de la iglesia antes del sábado para quitar y limpiar vidrios o estiércol de animales? Si usted acostumbra tener comidas informales, ¿cuenta con mesas y sillas bajas para los niños y sillas altas para los bebés?

     En cuarto lugar, ¡está usted dispuesto a invertir un poquito de tiempo para planear algo que favorezca a los niños en los cultos? Hay muchas formas sencillas de ayudar a captar el interés de un niño en casi cada servicio sin necesidad de hacer cambios radicales. Incluso planear un culto estilo familiar una vez al mes o una vez por trimestre podría ayudar a las familias y a los niños a sentirse más cómodos y felices. Podría cantar cuando menos un himno infantil. Si las palabras no se encuentran en su himnario, escríbalas para proyectarlas en pantalla o en carteles grandes de modo que todos puedan leerlas y así participar. Que cada niño que sepa el himno pase al frente para ayudar a enseñarlo a los demás, y que traigan sus instrumentos musicales de la Escuela Sabática. ¡Será, ciertamente, “un ruido gozoso ante el Señor!”

Involucrando a la familia

     Quizá necesitamos planear nuestros cultos, en los que deliberadamente podamos incluir a los niños y a la familia en muchas áreas del servicio divino. Que los niños ayuden a recoger las ofrendas, y todos roten para que cada quien tenga la oportunidad de participar. Aun cuando no pueda hacer esto cada sábado, pruébelo en el culto familiar de la semana.

     Encargue a una familia la oración pastoral del sábado por la mañana. Provéales suficiente información a fin de que los padres puedan ayudar a los niños a preparar partes de la oración. Los padres mismos pueden abrir y cerrar la oración. Es posible que los niños mayores quieran escribir una oración entera para repetirla solos.

     Usted puede hacer mucho como pastor para mantener el interés de los niños. Cuente una historia como ilustración en la mitad de su sermón. Esto romperá la monotonía, especialmente para los oyentes más jóvenes. Pida a los niños que cuenten las veces en que usted use una palabra clave en su sermón. Sus bolsillos podrían contener sorpresas para los niños que participen. La exactitud no es importante —y es muy probable que usted mismo no sepa cuántas veces usó una determinada palabra en su disertación.

     Si nota que a los niños les gusta dibujar y pintar durante el sermón, pídales que dibujen un cuadro acerca de algo que ellos consideren interesante en su mensaje. O usted podría ser más específico; si su sermón trata de la parábola de la gran cena, pídales que diseñen una invitación para ir al cielo. Algunas iglesias han diseñado hojas de trabajo basadas en temas

bíblicos que proveen ideas creativas para mantener a los niños activos durante los servicios de adoración.[1]

Predicando con los niños

     Mucho mejor todavía, pruebe diferentes métodos de predicación que permitan la participación activa de los niños. No necesita involucrar a cada uno de ellos: con uno solo que participe, los otros pararán las orejas para ver que hará usted a continuación. Asegúrese de que podrá permitirles que tomen sus turnos para participar de modo que ninguno quede fuera. Los niños pueden ser puestos en escena, incluso vestidos para desempeñar sus partes, en la presentación de la historia. Diríjalos en su desplazamiento y hable acerca de los papeles de los diferentes personajes. Los niños nunca olvidarán una participación tal. Y los adultos mismos captarán una idea más fresca del asunto.

     Los niños pueden contribuir a realizar experimentos que ilustren el sermón. O usted podría adaptar un juego sencillo. Un pastor ocultaba objetos alrededor de la iglesia, a manera de símbolos, para mostrar la importancia de la Biblia en nuestras vidas: una vela o lámpara (luz para nuestra senda); un tarro de miel (dulce, que nos deja con ganas de comer más); etc. El leía durante su sermón ideas rimadas que ayudaban a los niños a localizar los objetos de los cuales después extraía las lecciones.

      Usar ayudas/elementos visuales es una buena idea. La mayoría de nosotros recordará mejor un sermón si hay algo relevante que se presenta en forma visible. Trate de usar su proyector o retroproyector creativamente con cuadros o fotografías durante los sermones.

Un sermón que nunca olvidaré fue cuando un pastor abrió su portafolio y nos mostró las cosas que tenía allí y que le ayudaban en sus viajes y sacó lecciones espirituales de cada una de ellas. Tenía un mapa, una linterna eléctrica, pasaporte, boletos de avión, espejo, dinero, alimentos y tarjetas de presentación.

     Hasta podría pedir a los niños que creen un conjunto visual armonioso de fotografías o cuadros que ilustren su sermón o que confeccionen una bandera grande que se desplegara en los servicios familiares para ilustrar la importancia que se debe dar a los niños en la iglesia como cuerpo organizado a la hora de la adoración.

     A fin de estimular su pensamiento con estas líneas creativas, visite una librería cristiana. For All the Family, compilado por Michael Botting,[2] es un punto excelente por donde comenzar. Incluso si usted decide no aplicar las sugerencias que encontrará allí, le darán nuevos enfoques para presentar la Palabra de Dios que apelará a mucha más gente de su congregación, y no solamente a los niños. El análisis de la vida de diferentes personajes de la Biblia le dará una riqueza de ideas que pueden hacerse visuales e interesantes para mover las mentes juveniles. Haga breves y variados los servicios con un cambio de actividades o algo nuevo, con vibrantes ilustraciones muy frecuentes.

     Si su iglesia es grande, probablemente tenga un equipo pastoral. Responsabilice los servicios familiares y del ministerio infantil a uno de los miembros de su equipo. Si cree que un servicio familiar no sería apropiado por causa del tamaño de la iglesia, o por el diseño del santuario, o porque sus servicios son difundidos por radio, considere la posibilidad de realizar cultos familiares en salas separadas o en otro edificio más apropiado.

Después del culto

     ¿Termina su responsabilidad con el culto divino? ¿Ha ido alguna vez a un hogar sólo para visitar a un niño? Quizá debería hacerlo, e iniciar un programa de visitación a los niños. Elabore un plan para visitarlos en su cumpleaños y lléveles un regalito o una tarjeta, y no olvide orar con ellos. Tome tiempo para edificar la confianza y la amistad de los niños. ¡Oiga lo que ellos dicen y lo que piensan acerca de su predicación en el culto divino!

     ¿Tiene su iglesia una biblioteca para que las familias puedan pedir prestados videos, audiocasetes y juegos para el sábado? Usted podría formar un grupo que comparta ideas o planes para eventos familiares especiales los sábados por la tarde, como por ejemplo, paseos en medio de la naturaleza. O quizá podría organizar una serie de actividades para celebrar los días de la creación. El primer día podrían explorar el aire, inflando globos, soltándolos con textos bíblicos atados a ellos, etc. La segunda semana podrían ir a un lago o a una cascada a estudiar los diferentes usos y propiedades del agua, etc. Estas actividades de sábado centradas en la familia ayudarán también a los padres a proveer entretenimiento apropiado para sus hijos pequeños, y pueden ayudar a estimular ideas para reuniones creativas de sábado entre los nuevos miembros y sus familias que no han tenido experiencia previa de cuán gozoso y significativo puede llegar a ser el sábado para todos, y muy especialmente para los niños.

     Cuando los niños lo visitan en su casa, ¿son enviados a jugar en otro cuarto mientras los adultos conversan? ¿Podría usted planear una actividad especial para ellos? Escriba unas frases con claves para buscar un tesoro en su casa, donde una letra en cada una de las claves forme eventualmente un nombre o un texto bíblico, y prémielos con un pequeño regalito al final. Escriba las claves en tarjetas de modo que puedan servir para más adelante. Ponga en la mesa mantelitos individuales de colores especiales para el sábado. Mientras los adultos charlan, los niños pueden completar un cuadro pintándolo con crayones. O haga un plato de comida especial para un niño de modo que ésta tenga la forma de un animal o una flor.

Evangelismo básico

     ¿No será todo esto un artificio inútil? ¿No será montar un espectáculo dentro de la iglesia? ¿Suena todo esto a ridículo? Hacer que nuestros cultos sean más atractivos para los niños es un asunto mucho más serio de lo que pensamos: es evangelismo básico. Muchos centenares, quizá millares de jóvenes, dejan la iglesia porque creen que ésta no tiene nada que decirles a ellos, que no suple sus necesidades, y que es aburrida. ¡Estas actitudes y sentimientos se desarrollan en los niños desde la cuna! Para cuando llegan a la adolescencia se sienten tan alienados respecto de la iglesia que después resulta muy difícil interesarlos en ella.

     ¿Qué habría hecho Jesús, el Jesús que echó a los adultos de actitudes egoístas, legalistas y envidiosas hacia la iglesia, y llenó los atrios del templo con niños que cantaban felices, el Jesús que dio la bienvenida a los pequeñitos, aun cuando estaba sumamente cansado, y con gusto dedicó tiempo para establecer buenas relaciones con ellos y hallar formas de explicar sus verdades llenas de amor de tal modo que sus mentes en desarrollo las pudieran comprender? Si él viniera a su iglesia este sábado, ¿predicaría un sermón intelectual para emocionar a los teólogos? ¿Daría vueltas inútiles alrededor de puntos insignificantes? ¿O contaría historias, como siempre lo hizo, usando atractivas imágenes visuales, palabras familiares para explicar las verdades espirituales y mantener el interés de cada niño, adolescente, joven y adulto de la congregación?


Referencias:

[1] Instant Ark for Bible Worksheets, libros 1-3 (Rattlesden, Bury St. Edmunds. U. K.: Palm Tree Press. 1989-1990).

[2] Michael Botting, editor, For All the Family (Eastbourne, U.K.: Kingsway Publications. 1984).