El carácter, las cualidades y la personalidad de Dios se concentran y, por lo tanto, se revelan en sus nombres

     En el pensamiento occidental el nombre sólo designa, diferencia e identifica a las personas. Pero en el pensamiento semítico, particularmente del pueblo hebreo, el nombre significa mucho más que esto. Describe el carácter, las cualidades, los atributos y la misma esencia de quien lo ostenta.[1]

     En la Biblia se manifiesta esta tendencia desde el mismo principio, especialmente en el Pentateuco, donde nombrar a una persona es describir su carácter. Por ejemplo, Adán al ponerle nombre a Eva: “Por cuanto ella era madre de todos los vivientes” (Gén. 3:20): o el caso de Jacob (Gén. 25:26), que se le puso este nombre porque nació asido del calcañar de su hermano y porque engañó a Esaú (Gén. 26:36). Algunos padres ponían nombre a sus hijos dándoles una significación religiosa (Gén.29:32-35; 30:1-24), añadiendo el nombre de la Deidad o declarando su consagración a ella: Ismael (Dios oye), Melquisedec (mi rey ‘Dios] es justo) (Gén. 14:18, cf. Heb. 7:2), etc.

     De la misma manera, el carácter, las cualidades y la personalidad de Dios se concentran y, por lo tanto, se revelan en sus nombres. Por esta razón B. W. Anderson declara que el Nombre de Dios es la clave para entender la doctrina bíblica acerca de Dios. Las razones para justificar esta declaración las expone de la siguiente manera:

     Así como la presentación de una persona involucra una revelación del nombre personal propio, de la misma manera la autorrevelación divina en la historia está acompañada del hecho de manifestar su nombre personal, por medio del cual su pueblo pueda adorarle y dirigirse a Él como “El Ser divino”. De esta manera, el nombre de Dios significa la revelación personal entre Dios y su pueblo, que es la característica de la fe bíblica.[2]

     Emil Brunner señala cuatro razones que confirman lo anterior: Primera, Dios es conocido solamente en la medida en que El mismo da a conocer su nombre. Segunda, el concepto del nombre de Dios señala también que Dios es una persona, no un “objeto”. Tercera, la esencia de nuestro nombre es la revelación de uno mismo a otra persona y, así, el establecimiento —o cuando menos el inicio— de una relación y una comunión personales. Y cuarta, esta revelación destruye un falso concepto establecido por abstracciones filosóficas que han rechazado a un Dios personal verdadero.[3]

     Por todo lo anterior, analizaremos los nombres de Dios en el Pentateuco, con el propósito de descubrir, a través de la manifestación de sí mismo, algunas facetas de su carácter, siendo conscientes de que a través de un conocimiento de su carácter es como llegamos a disfrutar de una comunión con El y también de la vida eterna (Juan 17:3).

     Analizaremos primero los nombres genéricos de Dios que usan la palabra hebrea El, sus derivados y combinaciones. Después analizaremos el nombre personal de Dios: Jehová y sus combinaciones. Y por último, comentaremos uno de los títulos dados a Dios que se encuentra en el Pentateuco.

Nombres genéricos de Dios

     El Antiguo Testamento (AT) usa tres palabras distintas para referirse a “Dios” ‘el, ’eloha, y ’elohim que, en general, son intercambiables.’ Sin embargo, cada una de ellas tiene un uso característico, por tal razón se las analizará una por una.

     ‘El. El Dios Poderoso. Es el nombre genérico usado por todos los pueblos semíticos para referirse a la Deidad o a Dios, pero su significado es impreciso. Al parecer, su raíz significa “poder”, y así se traduce al español en varios casos como, por ejemplo, Génesis 31:29: “Poder hay en mi mano para haceros mal”; y en Deuteronomio 28:32: “Y no habrá fuerza en tu mano”, donde la palabra ‘el aparece y se traduce como poder.

     El nombre ‘el se usa para referirse al Dios de Israel, y muy raramente como nombre propio de una deidad pagana. ‘El y Jehová se usan indistintamente para referirse a Dios. Vemos un ejemplo en el caso del sueño de la escalera de Jacob en el cual Dios le dice: “Yo soy Jehová el Dios (‘el) de Abraham tu padre” (Gén. 28:13); y Jacob reconoció que: “Ciertamente Jehová está en este lugar” (Gén. 28:16), y después añadió que el lugar era “casa de Dios (‘el)” y llamó a aquel lugar Bet-el (Gén. 28:17,19). ‘El se usa en combinación con sustantivos o adjetivos para dirigirse a Dios haciendo referencia a algún atributo personal o frases en las que se describen su ser divino. Las combinaciones que se usan en el Pentateuco son las siguientes:

’EI-’EIyon

     Se han encontrado evidencias arqueológicas del culto al “Dios Altísimo” (’EI-‘EIyon) en Fenicia y otros lugares fuera de Israel, especialmente en Rash Shamra. Este nombre se utiliza por primera vez en Génesis 14 cuando Abrahán con 318 hombres derrotó a la coalición de reyes de Mesopotamia, y al volver de su campaña victoriosa, salieron a recibirlo los reyes de Sodoma y de Gomorra junto con Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo (‘EI-‘EIyon), el cual le bendijo diciendo: “Bendito sea Abram del Dios Altísimo (’EI-‘EIyon)… que entrególos enemigos en tu mano” (Gén. 14:19, 20). Más adelante, Abrahán mismo usa el nombre otra vez diciéndole al rey de Sodoma: “He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra” (Gén. 14:22).

     En su uso secular la palabra ’EIyon puede significar también “exaltado” (Deut. 26:19; 28:1; 1 Rey. 9:8; 2 Crón.7:21), o también que está por encima o elevado, “Bet horón la de arriba” (’EIyon) (Jos. 16:5; Eze. 42:5), “el canastillo más alto” (Gén.40:17).

     Cuando se usa ’EIyon para referirse a Dios se indica que está por encima “de los cielos y de la tierra” como Creador, que reparte o hace “heredar a las naciones” y establece los límites de los pueblos” Deut. 32:8). ‘Elyon es aquel a quien “en el día de la angustia” se le puede invocar y nos puede librar (Sal. 50:14,15). Esa fue la experiencia de Abrahán (Gén. 14), cuando venció a los reyes de Mesopotamia, con sólo 318 hombres. También David alabó a ‘Elyon cuando fue librado de sus enemigos (1 Sam.22:1,14,15,19). Por eso el salmista puede cantar “a tu nombre, oh Altísimo (‘elyon)”, porque “mis enemigos volvieron atrás; cayeron y perecieron delante de ti” (Sal. 9:2,3).

     Cada vez que la expresión ‘Elyon se usa para referirse a Dios, se lo hace dentro del contexto de liberación de enemigos, de seguridad y confianza bajo su protección, sabiendo que está por encima de todos como Soberano y Supremo (Sal. 46:57; 77:10-20; 78:35-56; 91:92). ‘El ‘elyon es, pues, el Creador de los cielos y de la tierra, el soberano sobre todos los pueblos y naciones, que tiene poder para salvar, para librar, para dar refugio y protección, seguridad y confianza a los que habitan bajo sus alas (Sal.91:1).

’El Shadday

     Este nombre aparece 48 veces en el Antiguo Testamento, 31 de las cuales se usa en el libro de Job, 6 veces en Génesis y 2 en Números. Aparece junto con ‘El, o solo, y siempre se usa para referirse a Dios. En la Septuaginta se tradujo ‘el Shadday como “Todopoderoso” (pantokrator), o también como “Señor” (Kurios).[4]

     En Génesis se usa ‘el Shadday en el capítulo 17:1, 2: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso (‘el Shadday), anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera”. Según Anderson y Warfield su significado es incierto.[5] Lo único cierto es que ‘el Shadday o Shadday, se utiliza, en la mayoría de las veces, dentro del contexto de bendición o maldición. Bendiciones, abundancia y prosperidad en el caso de Abrahán (Gén.17:1 -8); o en la bendición de Isaac a Jacob: “Y el Dios omnipotente (‘el Shad-day) te bendiga y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos” (Gén. 28:3); o en la bendición de Jehová a Jacob: “Yo soy el Dios omnipotente (‘el Shadday): crece y multiplícate” (Gén. 35:11-13; 48:3,4; 49:25, 26). También en las profecías de Balaam que usa el nombre ‘el Shadday, éste se halla en el contexto de las bendiciones para los rectos y maldiciones para los impíos (Núm. 24:3-9; 15-24; cf Job 5:17-27; 6:4-7, 26).

     El mismo concepto está presente en el trasfondo de las profecías (Isa. 13:6-11; Joel 1:15-20). Incluso en el Apocalipsis del Nuevo Testamento —donde Pantokrator se utiliza como sinónimo de ‘el Shadday, se usa dentro de este mismo concepto (Apoc.11:17,18; 15:1-4; 16:1-21; 19:6, 7; 15:21; 21:22-26). En conclusión, podemos decir que cuando Dios aparece con el nombre ‘el Shadday, trae aparejadas bendiciones, prosperidad y abundancia para sus hijos fieles; pero para los que se rebelan y no andan en sus sendas, maldición, destrucción y muerte. Sólo en este sentido se puede entender la declaración de Éxodo 6:1-14. Dios se manifestó a los patriarcas como el Dios que bendice y prospera, mas no en su carácter de Jehová, que representa otros aspectos que analizaremos oportunamente.

‘El Ro’l

     Este nombre aparece una sola vez en la Biblia, y está relacionado con el incidente de Agar cuando huye de Sara (Gén. 16:7). Dios encuentra a Agar y le ordena que regrese a casa de su ama (16:8) y le promete bendecir al hijo que está a punto de dar a luz (16:9-12), y ella dijo: “Tú eres Dios que ve” (16:13), (Ra’a), (literalmente, un Dios visible o que permite ser visto).[6] “Porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve?” (16:13).

     Esta declaración presenta un aparente problema, ya que en otros textos se dice que no se puede ver a Dios sin morir (Gén.32:30; Exo.33:20; Juec.13:22; Isa. 6:5); sin embargo, el original menciona que sólo “vio la espalda” de Dios, o sea que la revelación divina no fue total. Aunque a Dios nadie le vio jamás (Juan 1:18), él ha mostrado su interés en los seres humanos cuidándolos y protegiéndolos de peligros (Sal. 34:7). Este interés vio su manifestación plena cuando “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre”, vino a darle a conocer, porque el que ha visto a Jesús “ha visto al Padre” (Juan 14:9).

     La experiencia de Agar nos habla de un Dios que, a pesar de que el pecado ha hecho separación entre él y el hombre (Isa. 59:2), anhela establecer una relación con los seres humanos. Los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder para los que tienen corazón perfecto para con él (2 Crón.16:9). Por eso vino a consolar y bendecir a aquella mujer, a hacerse manifiesto o visible y mostrar de este modo el interés que tiene por sus hijos. Este interés se mostró en su máxima expresión cuando vino a hacerse carne y habitar entre nosotros (Juan 1:14), para darnos el mismo mensaje que Agar recibió en aquella ocasión: Que Dios es un ser lleno de gracia y de verdad. Que anhela que veamos a cara descubierta su gloria (2 Cor.3:18), porque quiere que seamos transformados a su imagen.

‘Eloha

     Este nombre se usa 57 veces en el AT para designar a la divinidad, y es intercambiable con ‘elohim, ‘el y Jehová. Se usa pocas veces como apelativo, y en las cinco veces que se usa como tal, se hace para comparar por contraste a Dios “con los demonios” (Deut. 32:17), con los dioses ‘de todas aquellas naciones” (2 Crón. 32:15), con Jehová mismo (Sal. 18:31).

     ‘Eloha es, pues, el Dios cuya grandeza y poder no pueden compararse ni igualarse con los de otros dieses. Porque Jehová es un ‘eloha que perdona, clemente y piadoso, lardo para la ira y grande en misericordia (Neh.9:17).

’EIohim

     La palabra ‘elohim se usa 2,570 veces en el AT tanto para referirse a “dioses”, plural, como para referirse a Dios. No se sabe con certeza por qué la palabra ‘elohim, que es una forma plural, se usa para referirse a Dios (singular). Ringgren sugiere que probablemente la palabra no designaba originalmente una pluralidad, sino una intensificación; por tanto ‘elohim podría haber significado el “grande”, el “más elevado” y, por último, el “único” Dios.[7]

     ’EIohim se usa en forma intercambiable con ‘el, ‘eloha[8] y Jehová, o en forma compuesta “Jehová Dios” (Yahweh-‘elohim).

     De acuerdo con Anderson, ilanu (dioses) podría significar, por su uso en los idiomas semíticos, “el dios más elevado”, en quien se representa el panteón completo; o, según se usa en las cartas de Amarna para referirse al Faraón (ilanía), para indicar que la plenitud de la deidad está concentrada en él.[9]

     ‘Elohim es el nombre que se usa en Génesis 1 para referirse al Dios de la creación, el Dios que “creó los cielos y la tierra” (Gén. 1:1), que “dijo, y fue hecho”, que “mandó, y existió” (Sal. 33:9). ’EIohim fue el que dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gén. 1:26).

     Por lo tanto, ’EIohim es Dios en su carácter de Creador, Dios omnipotente que con su poder crea “ex-nihilo” nuestro mundo, es el Dios “trascendente”. Es el Señor absoluto de la creación y Soberano de la historia.[10]

     ‘Elohim es el Dios del cielo y de la tierra (Gén.24:3). Dios de “los espíritus de toda carne” (Núm.16:22; 27:16); en otras palabras, es el dador de la vida y, por lo mismo, un Dios viviente, que tiene vida inherente y la imparte (Deut.5:26); Dios de dioses (Deut.10:17). ’EIohim es justo (Sal. 7:10); un Dios que está cercano, a diferencia de los dioses paganos (Deut.4:7) y que, además, es un Dios santo (Jos.24:19) y justo (Sal. 7:10).

El nombre personal de Dios:

     YHWH (Jehová) YHWH (Jehová), aparece más de 6,800 veces en el AT. Es el nombre de la Deidad que se usa con más frecuencia para referirse a Dios. Además de esto, el apócope del nombre (Yah) se usa 30 veces en el AT (véase Exo.15:2; Sal. 135:3, 4, etc.). También se utiliza en nombres de personas como Joel (Jehová es Dios); Isaías (Jehová es salvación); y Malaquías (mensajero de Jehová), etc.

     Hay varias teorías con respecto al significado del nombre (YHWH), que se deriva de la raíz HWY que denota la idea de “ser, existir”.

     Pará algunos el nombre es un futuro imperfecto de la forma simple (qal),[11] traduciéndose como ‘Yo soy el que soy” (Exo. 3:14). Otros sostienen que el nombre tiene una fuerza causativa (hiphil) que da la idea de creación: “Yo creo lo que creo”, o “Yo soy el Creador”.[12]

     Este nombre se le reveló a Moisés en la teofanía de la zarza ardiente (Exo.3:1-4:17). El contexto nos habla de la servidumbre de Israel en Egipto y de la angustia y clamor del pueblo que llegaba hasta Dios (1:8-22; 2:23). Dios escucha el clamor y se acuerda “de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob” (2:24,25; cf. Gén.15; 26:1-6; 28:13-15). Luego se le aparece a Moisés y le dice que ha visto la aflicción de su pueblo y ha “descendido para librarlos” y “sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha” (3:3,8). Dios le asigna a Moisés la misión de ir a Faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel (3:10).

     Moisés se niega a aceptar el mandato (3:11), Dios le promete su presencia “Yo estaré contigo”, y le da una señal: “Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte” (3:12). Moisés presenta una segunda objeción: “Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?” (3:13). Dios le contesta: “YO SOY EL QUE SOY” (YHWH) me envió a vosotros” (3:14). Y usando una repetición clásica de la literatura hebrea,[13] le vuelve a decir: “Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos” (3:15), y les vuelve a repetir la promesa del pacto de darles por posesión la tierra que juró a sus padres (3:16,17).

     Si bien es cierto que ’Elohim es el Creador, tal como se revela en el capítulo primero del Génesis, Jehová es el Dios del pacto, el Dios que tiene contacto y relación directa con el hombre, tal como se revela en el capítulo dos y tres del mismo libro. Jehová es el Dios que desde el principio ha querido tener una comunión continua con el hombre que creó (2:7), lo puso en el huerto del Edén (2:15) y le hizo una ayuda idónea (2:21-24). Cuando el hombre cayó, este Dios lo buscó después que aquél pecó (3:7,8), le hizo vestidos (3:21) y le dio la esperanza de que la Simiente de la mujer (Cristo) destruiría a la simiente de la serpiente (Satanás) (Gén. 3:15].

     Fue Jehová quien llamó a Abrahán y le prometió que por medio de él serían benditas “todas las familias de la tierra” (Gén. 12:1-3). Jehová hizo un pacto con Abraham según el cual le daría la tierra de Canaán (Gén. 15), se lo repitió a Isaac (Gén. 26:3,4), y a Jacob (Gén. 28:13-15).

     Curiosamente, cuando se aparece a Abrahán, Jehová es el personaje principal en cada uno de los relatos; pero con Isaac y Jacob, aunque el nombre Jehová se menciona, se hace mayormente en relación al pacto (Gén.25:21-33; 26:2-4; 28:13-16; 31:3); o en las bendiciones o especificaciones del pacto (Gén.26:12, 22-25; 27:27-29; 30:27-30), O en las acciones de los participantes del pacto (Gén.29:31-35; 31:49; 38:7-10; 39:3-5, 21-23), y es ’Elohim el nombre que se usa generalmente y no Jehová. Después del capítulo 39 del Génesis, el nombre de Jehová no se vuelve a usar hasta el capítulo 3 del Éxodo, donde se presenta a Moisés en la zarza ardiente. De allí en adelante, a través de todo el AT, es el nombre que se usa principalmente en los libros que hablan o tienen relación con el pueblo del pacto.

     Esta es, sin duda, la razón por la cual Dios se dirige a Moisés en Éxodo 6:2-9 con estas palabras:

     Yo soy JEHOVA. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, más en mi nombre JEHOVA no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVA; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVA.

     Este pasaje, que muchos han interpretado como el inicio de la tradición jahwista, o sea, que antiguamente Dios sólo se había revelado como el Shadday,[14] pero a partir del incidente con Moisés que se relata en Éxodo 3, comenzó a conocérsele como Jehová (YHWH). Nosotros creemos que, correctamente entendido, no es la expresión del nombre, sino los hechos que revelaban el carácter de Jehová, lo que los patriarcas desconocían. Porque aunque Jehová había hecho un pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, no habían visto el cumplimiento de esa promesa. Los patriarcas no habían tenido la experiencia, como el verbo hebreo YAD lo sugiere (6:3), de ver a Dios actuar como Jehová, el Dios del pacto. Y es hasta ahora, que los hijos de Israel van a tener la oportunidad de “saber” o conocer (YAD) a Dios en su carácter de Jehová (6:7).[15]

     Jehová, el Dios del pacto, que en su relación con los patriarcas obró como ‘el Shadday, ‘el ‘Elyon o ‘elohim; con el pueblo de Israel, el pueblo del pacto, tendrá una relación más íntima, pues ordenó: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Exo. 25:8).

     La columna de nube y de fuego (Exo. 13:21-22), y el arca del pacto (Exo. 25:10-22), fueron la evidencia de que Jehová estaba con su pueblo. Eran un recordativo constante de la promesa de que Jehová, el Dios del pacto, estaba presente en medio de ellos para cumplir la promesa dada a sus padres, de hacer de ellos una bendición para todas las naciones. Estos planes abarcan el propósito de Dios de hacerse carne y habitar entre nosotros (Juan 1:14), para redimir a los que estaban bajo la ley y darles la adopción (Gál.4:4; Juan 1:11). También comprendía librarlos del que tiene “el imperio de la muerte” (Heb. 2:14), y finalmente darles el reposo (Heb. 4:7-11) en la ciudad que ha sido preparada por Dios para su pueblo del pacto (Heb. 11:13-16). Esta ciudad, es parte de los cielos nuevos y de la tierra nueva donde mora la justicia (2 Ped. 3:13), donde viviremos eternamente en su presencia (1 Tes. 4:17; Apoc. 21:13).

Los nombres compuestos de Jehová Jehová-nisl

     Este nombre se usa en relación al incidente que tuvo Israel con el pueblo de Amalee (Exo. 17:8-16). El relato en si mismo no explica muchos detalles del ataque, simplemente dice: “Entonces vino Amalee y peleó contra Israel en Refidim” (vers. 8). Sin embargo, la declaración del versículo 14 parece ser demasiado dura: “Di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalee de debajo del cielo”. En Deuteronomio 25:17-19 es donde se da una explicación de lo que realmente ocurrió: “Te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios” (vers. 18).

     Josué dirigió el contraataque mientras Moisés en la cima de la colina “intercedía” por el éxito del pueblo de Israel.[16] Después de la victoria el patriarca edificó un altar y lo llamó “Jehová-nisi” y dijo: “Por cuanto la mano de Amalee se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalee de generación en generación” (Exo. 17:15,16).

     Aunque el nombre sólo aparece esta vez, el carácter de Dios se revela en esta ocasión como el de un Dios que aborrece la opresión y el abuso sobre los débiles y desamparados.

     La palabra “nisi” es una palabra compuesta de “nes”, que significa bandera, estandarte, asta, y el pronombre posesivo “i” (mi) como sufijo. Por eso la traducción es: “Jehová es mi bandera o estandarte (de guerra)”.

     La palabra nes está íntimamente relacionada de aquí en adelante con el carácter de Jehová como el Vengador que pelea contra todos aquellos que oprimen, que abusan de los desamparados, o débiles, y resulta interesante notar que los mismos elementos que se encuentran en el relato de Éxodo 17 sirven para expresar la misma idea en relación con otros pueblos: La guerra de Jehová contra todos aquellos que oprimen, o han llevado cautivo al pueblo del pacto; venganza y destrucción contra los malvados.

     Este es el mensaje de Isaías contra los malvados que asedian a Israel (Isa. 5:8-30). El versículo 26, dice que Jehová alzará pendón (nes) a naciones lejanas para que vengan a tomar venganza de los que abusan de su pueblo. También se usa en Isaías 11:10-16, cuando se habla de la restauración mesiánica de los hijos dispersos en las naciones extranjeras (vers. 10); contra Babilonia (Isa. 13:1-27; Jer. 50:51); contra Etiopia (Isa. 18:1-7); contra las naciones (Isa. 49:8-26). En cada uno de estos pasajes, la palabra pendón o estandarte se usa en el contexto de Dios, el destructor de los que abusan y oprimen a su pueblo.

     Su estandarte (nes) significa guerra y muerte, de generación en generación, contra los impíos que abusan y oprimen a los débiles y a los pobres (Exo. 17:16), hasta raer su memoria de debajo del cielo (Exo. 17:14). Pero para los débiles y oprimidos, Jehová es un estandarte protector. Elena G. de White comenta este pasaje de la siguiente manera:

     El cuidado de Dios se manifiesta en favor de los más débiles de sus hijos. Ningún acto de crueldad u opresión hacia ellos se pasa por alto en el cielo. La mano de Dios se extiende como un escudo sobre todos los que le aman y temen; cuídense los hombres de no herir esa mano; porque ella blande la espada de la justicia”.[17]

     Para sus hijos fieles su estandarte (nes) significa salvación de la muerte (Núm. 21:8,9), como cuando se levantó un asta (nes) para salvar a todos los que habían sido mordidos por las serpientes. Jesús, en su diálogo con Nicodemo, compara esta experiencia del pueblo de Israel con su muerte en la cruz. Dijo que para todos los que hemos sido mordidos por la serpiente del pecado, se ha levantado otra Asta, y todo el que quiera vivir, lo único que tiene que hacer es mirar y creer, y la vida eterna le será concedida (Juan 3:14,15).

Jehová-yireh

     Este nombre se encuentra como centro de una de las más hermosas narraciones del AT: El sacrificio de Isaac (Gén. 22:1-19). Dios puso a prueba a Abrahán pidiéndole que ofreciera en sacrificio a su hijo unigénito Isaac. Abrahán, sin protestar, se dirigió con su hijo y sus siervos hacia la tierra de Moriah.

     Cuando Abrahán y su hijo se encaminaban hacia el lugar del sacrificio, Isaac le preguntó a su padre: “¿Dónde está el cordero para el holocausto?” (Gén. 22:7), a lo que Abrahán respondió: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío” (22:8). Después que el ángel de Jehová hubo detenido la mano de Abrahán, impidiéndole inmolar a su hijo (22:9-12), y sacrificó el cordero que Jehová había provisto (22:13), el patriarca llamó a aquel lugar Jehová-yireh (Jehová mirará). El verbo es un imperfecto de la raíz Ra’h (ver) y se traduce en tiempo futuro como mirará.

     En este relato el clímax de la historia está centrado en la acción divina de proveer (yireh) un sustituto para el hijo de Abrahán. La obediencia del patriarca y la sumisión del hijo son motivo de una bendición jurada por el mismo Jehová (22:16), de que él sería bendecido, multiplicado y que en él serían benditas todas las naciones de la tierra (22:17-19)

     En este pasaje podemos ver el carácter de Dios que se revela al probar a su siervo, pero a la vez proveyendo un cordero sustituto que muere en lugar de Isaac. Isaías, hablando del Mesías dice que como cordero fue llevado al matadero (Isaías 53:7)1 Luego añade que cuando haya puesto su vida en expiación por su pueblo (53:10), verá (yireh) linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada (53:10), además verá (yireh) el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho (53:11). Abrahán vio este día y se gozó (Juan 8:56), pudo discernir que en su propia vida había experimentado el drama de la redención de la raza humana. El, como padre, pudo saber en carne propia lo que significa entregar a su hijo en sacrificio y pudo sentir la alegría de la sustitución expiatoria al ver morir al cordero en lugar de su hijo único (yajid). La palabra monogenés (unigénito) es la traducción griega de la palabra hebrea (yajid) (Gén. 22:2, cf. Heb. 11:17). Dios entregó a su propio “Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

     Así, en su nombre Jehová-yireh, Dios manifestó nuevamente su carácter como el Dios que mira y provee. Jehová mira las impurezas de su pueblo (Deut. 23:14), mira el corazón de los hombres (1 Sam. 16:7), mira hasta los fines de la tierra (Job 28:24). Jehová es un Dios que mira todos los caminos y cuenta nuestros pasos (Job 31:4), que mira nuestras aflicciones (2 Sam. 16:12). Pero sobre todas las cosas, mira nuestra necesidad de ser salvos y provee salvación y vida eterna (Juan 3:16).

Los títulos de Dios Adon, Adonai

     Este título (Señor), que se usa para referirse a Dios, está relacionado continuamente con “Baal”, que también se traduce como Señor. Ambos son de origen semítico.

     La diferencia entre ellos es que Baal es un nombre divino para los cananeos, mientras que Adonai es un título honorífico, que se usa en el lenguaje diplomático entre las gentes del Medio Oriente, como una muestra de cortesía para dirigirse a un superior, ya sea un vasallo a su rey (Gén. 44:18); una esposa a su esposo (Gén.18:12); un hijo a su padre (Gén. 31:35); un esclavo a su amo (Gén. 24:12; Exo. 21:5); un subordinado a su superior (Núm. 11:28). Es en este mismo tenor de respeto y adoración que se usa la palabra adonai para referirse a Dios que es digno de máximo respeto y veneración. El profeta Isaías lo expresa de la siguiente manera: “Jehová Dios nuestro, otros señores (baales) fuera de ti se han enseñoreado (adonai) de nosotros, pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre” (Isa. 26:13).

Adon

     Es otro título que se usa para referirse a Jehová; puesto que sólo él es “Señor de toda la tierra” (Jos. 3:11; Sal. 97:5) se usa en oposición a Jehová (Exo. 23:17; 34:23), o también como sustituto (Sal. 90:1;114:7; Isa. 6:1,8,11).

     Este título se refiere a la posición o prestigio de alguien (Gén. 23:6; 45:8), y es en este sentido en que se usa para referirse a Dios, quien en el más alto sentido posee honor y dominio.[18]

Zur(Roca)

     Por último, consideraremos brevemente otro título usado para referirse a Dios: Zur (Roca). Es un término que aparece 30 veces refiriéndose a Dios en el AT. Se sugiere que esta figura fue sacada del escenario de Palestina para representar la fortaleza y permanencia divinas.[19]

     Este título se usa por primera vez para referirse a Dios en Deuteronomio 32, donde aparece cinco veces; en el versículo 4 se dice que él es la Roca cuya obra es “perfecta”, en el versículo 15 se dice que es la “Roca de su salvación”; en el versículo 30 dice que la “Roca” les da las victorias; y en el versículo 31 se compara la roca de ellos (los adversarios) con nuestra “Roca”.

     En los salmos, Dios es la roca de salvación (Sal. 18:46), es el redentor (Sal. 19:14), la fortaleza (Sal. 18:2), es un lugar de refugio (Isa. 32:2; Sal. 78:35), porque en él está la fortaleza de los siglos (Isa. 26:4).

     En el Nuevo Testamento, Jesús es la Roca (1 Cor. 10:4), y los que creen y obedecen su Palabra edifican sobre ella (Mal 7:24); y pasarán a formar parte del reino que se formó de la Roca que destruyó la imagen del reino de Nabucodonosor (Dan. 2:35, 44, 45). Todo hijo de Dios puede acudir a él y encontrar refugio, fortaleza y salvación. Dios ha sido refugio para todos sus hijos, de generación en generación (Sal. 90:1). La firmeza, la estabilidad y permanencia de la roca, representan los atributos de Dios, en quien se puede confiar, porque es el mismo “ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebr. 13:8)

Sobre el autor: Doctor en Teología, es catedrático de la Facultad de Teología de |a Universidad de Montemorelos, en México.


Referencias:

[1] W. C. Kaiser, Jr. “Name”, Zondervan Encyclopedia of the Bible (1975), 4:364; véase también: an Old Testament Theology (Grané Rapids: Zonderván 1978), pág. 106. Benjamín Warfield, “God, Names ot, ISBE 2:1265.

[2] B. W. Anderson, “God, Names of, IDB (1962), 2:407,408. Véase también: Emil Brunner, CDG (Philadelphia: Westminster Press, 1:949), pág. 120.

[3] Brunner, págs. 120-127.

[4] H. Ringgren, “Elohim” TDOT (1974), 1:272. Véase también F.M. Cross, “El”, TDOT (1974), 1:242-261; Anderson, págs. 411, 412; Warfield, págs. 1265, 6266; W. Sunday. “God”, DB (1909), 2:198,199.

[5] Cross, 1:253.

[6] G. Von Rad, Génesis, Trad. J.H. Marks (Philadelphia: Westminster Press, 1961), pág. 175.

[7] Anderson, 2:412; Warfield. 2:1266.

[8] Ibid.

[9] Keil & Delitzsch, “Pentateuco” BCOT (Grand Rapids, Mi: Eerdmans, 1952), 2:221.

[10] Ringgren, 273.

[11] Id, 272.

[12] Anderson, pág. 413.

[13] Anderson, Ibid.

[14] Warfield, pág. 1266, cf. V. Cassuto, A Commentary on the Book of Exodus (Jerusalén: Magness Press, 1967), págs. 36-40; Keil and Delitzsch, págs. 74-76.

[15] D.N. Freedman, “YHWH” TDOT (1986), 5:500, 513; “The Name of the God of Moses” JBL 79 (1960): 154-156.

[16] Cassuto, pág. 39.

[17] Anderson, pág. 409; Freedman, págs. 417,418. Von Rad, 0 77, 1:8-10; Alan Colé, “Exodus” TOTC (1973), págs. 84-86.

[18] Keil y Delitzsch lo comentan así: “Las palabras, ‘por mi nombre JEHOVA yo no era conocido para ellos’, no significan que los patriarcas ignoraban del todo el nombre de JEHOVA, el establecimiento del pacto se inició, como está escrito en Génesis 15, con la institución del pacto con la señal de la circuncisión y la promesa del nacimiento de Isaac. Jehová dijo a Abrahán: “Yo soy EL SHADDAY, El Dios Todopoderoso”, y desde ese tiempo en adelante se manifestó a Abrahán y a su esposa como el Todopoderoso. En el nacimiento de Isaac,

que se realizó en forma completamente independiente de toda fuerza natural, también se manifestó en la preservación y conducción y multiplicación de su descendencia. Fue en su carácter de EL SHADDAY que Dios reveló su naturaleza a los patriarcas; pero ahora se iba a revelar a si mismo a Israel como JEHOVA, como el Ser absoluto obrando con libertad irrestricta para llevar a cabo sus promesas”, (Keil and Delitzsch, 74-76). Kaiser dice que Israel conocería ahora la presencia de Jehová en una “base de día a día una experiencia como nunca fue conocida antes”, y agrega que el nombre vino a representar la presencia de Dios mismo en lugar de “meramente experimentar los efectos de su presencia en la naturaleza”.

[19] Elena G. de White, Patriarcas y profetas (Mountain View: Pacific Press Publ. Assn., 1955), págs. 305, 306.