Nuestra visión adventista del mundo es bíblica antes que teísta; con profundas implicaciones para la vida de la iglesia
¿Es importante la visión que se tiene del mundo para la vida y la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día? ¿O es una distracción teórica e innecesaria de nuestra misión global de proclamar el evangelio? Si la visión del mundo importa, ¿qué diferencia hace si ella es bíblica y no teísta?
Consideremos el significado de la visión del mundo y entonces veamos su impacto sobre la teología y la vida de la iglesia adventista. Mi propósito es demostrar que la visión del mundo está estrechamente ligada a la teología y la vida, y que también debe ser bíblica y no teísta.
Podemos definir la visión del mundo de diferentes maneras. Ronald H. Nash dice: “Una visión del mundo es un conjunto de creencias acerca de los asuntos más importantes de la vida”[1]. En términos más elaborados, es posible sugerir que una visión del mundo es un conjunto de ideas acerca de la realidad que, en virtud de su naturaleza general y amplio espectro, condiciona todo el espectro del pensamiento y la acción humana.
Pensemos en la visión del mundo como si fuera un par de lentes. A medida que éstos permiten a los individuos percibir la realidad, la visión del mundo nos ayuda a ver, o comprender, las enseñanzas de la Escritura. Esta analogía subraya el hecho de que la visión del mundo funciona como la presuposición final involucrada en el proceso de pensar e interpretar la Biblia.
La visión del mundo es también como un programa de computadora que nos permite interpretar todo el espectro de la información bíblica sin eliminar ninguna pieza y sin ignorar las conexiones naturales. Si ampliamos esta analogía de la computadora, podríamos decir que el hardware corresponde al cerebro humano. El software que pone en funcionamiento la computadora correspondería a la visión del mundo. La información que está siendo procesada o interpretada procede, en nuestro caso, de la Escritura. El producto que la computadora emite —por ejemplo, una impresión—, corresponde a la teología y a la predicación.
La amenaza teísta
En contraste con una visión del mundo fundada en la Escritura está la visión teísta, creada por Platón y Aristóteles. En la visión teísta del mundo Dios limita su actuación a la esfera celestial mientras que los seres humanos hacen lo que viene a constituir su propia voluntad sobre la tierra. Esto separa a Dios del contexto humano, contrariando el punto de vista bíblico básico de que Dios mora y actúa dentro de la historia humana. Se establece así una incompatibilidad básica entre los órdenes celestial y terrenal.
No importa cuán influyente haya llegado a ser la visión teísta del mundo dentro de los círculos teológicos modernos, el adventismo debe rechazarla a fin de evitar los siguientes escollos:
Secularismo. A medida que la teología se suma al pensamiento religioso predominante, el proceso de secularización que esa tendencia ya ha producido en la mayoría de las denominaciones no encontrará ninguna resistencia para su expansión universal. Sin embargo, algunos pensadores adventistas podrían argüir en favor de la secularización de nuestra teología y nuestras prácticas con tal de ponerse al día con la ya secularizada mentalidad de algunos de los miembros de nuestras congregaciones. Cuando consideran el evangelismo, sugieren que para alcanzar a las personas de mentalidad secular debemos alterar nuestra visión y nuestro comportamiento básico con el propósito de persuadir a la cultura de nuestro tiempo. Es el mismo argumento que muchos teólogos cristianos han esgrimido durante siglos. Limita la Biblia a la función de un honoris causa en la vida de la iglesia. Es cuando la opinión humana reemplaza a la Palabra de Dios, la cual nos ha sido confiada para nuestra adoración corporativa.
Divisiones internas. La adopción de la visión teísta del mundo produciría una reacción en cadena. La teología se apartaría de los postulados de la Biblia y se sometería a las ideas falaces de los seres humanos. El siguiente paso sería la fragmentación de nuestra iglesia; las divisiones que la visión teísta del mundo ha producido en la cristiandad se producirían en el adventismo.
Tal fragmentación ya está ocurriendo dentro de nuestra iglesia. Quizá algunos adventistas consideren las divisiones internas como una saludable expresión de diversidad. Pero si bien la diversidad genuina es saludable y debe ser alentada, debemos evitar cualquier división en la estructura fundamental de nuestro pensamiento y nuestras prácticas.
Declinación del crecimiento. Si el adventismo adapta sus enseñanzas a las teologías de las denominaciones cristianas que obran dentro de la misma visión teísta del mundo, no sólo tendremos necesariamente los mismos problemas que ellos tienen, sino que también llegaremos a estancarnos en nuestro crecimiento. Si nuestra teología llega a identificarse básicamente con la de las otras iglesias, ¿por qué invitar a los demás a ser “adventistas”? En vez de proclamar la verdad bíblica, la misión de la iglesia se reduciría entonces al quehacer social, al activismo político y a otras actividades semejantes.
¿Por qué no es el crecimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día tan dinámico como debería serlo? ¿Falta de consagración? ¿Ausencia del poder del Espíritu Santo? ¿Carencia de métodos y recursos humanos? Nosotros hemos enfatizado estos factores durante muchos años. ¿No será, después de todo, que el factor que hemos estado ignorando hasta aquí es la razón principal de nuestro llamamiento a ser ministros? ¿No será que una teología claramente desarrollada y firme y fielmente fundada en la revelación divina tal como se nos da en la Sagrada Escritura es una condición necesaria para la recepción del Espíritu Santo, el crecimiento de la iglesia y la realización de su misión final? No estoy diciendo que es el único factor. Sólo estoy sugiriendo que podría ser uno muy necesario.
No podemos descuidar negligentemente nuestra visión bíblica del mundo y todavía esperar las bendiciones de Dios sobre nuestras ideas, nuestra imaginación y nuestra cultura. Ahora es el tiempo de que nuestra iglesia investigue las Escrituras tan seriamente como nuestros pioneros lo hicieron.
Integración al movimiento ecuménico. Si el adventismo adopta la visión teísta del mundo, su teología se integraría a las tendencias tradicionales o actuales. Las doctrinas bíblicas que originaron este movimiento serían olvidadas. Si eso llegara a suceder, no debería sorprendernos oír venenosos argumentos dirigidos a este cuerpo en favor de la unión con el movimiento ecuménico.
Impacto de la visión bíblica del mundo
No basta que los adventistas del séptimo día rechacen la visión teísta del mundo. Deberíamos aplicar fielmente la visión bíblica del mundo a la vida de la iglesia. Cuando lo hagamos, podremos esperar los siguientes resultados:
Santidad. La secularización es la resultante de la adopción de la visión teísta del mundo; la santidad, de la fidelidad a la visión bíblica del mundo. El cristianismo aparece entonces como una opción trascendente para nuestra historia y nuestra cultura presente, por sobre la manifestación de las modas sociales y culturales vigentes. La santidad es el resultado de la experiencia personal a través del acto lleno de fe de la entrega a las instancias del Espíritu Santo. La experiencia personal respecto de la santidad como una saludable separación del mundo sólo puede ocurrir cuando la teología también se mantenga separada de la ideología del mundo y sea fiel a la Escritura.
Unidad interna. Una búsqueda deliberada del punto de vista bíblico del mundo y su adopción inmediata es una condición necesaria para llevar ‘cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo’ (2 Cor. 10:5). La unidad cristiana no sólo se manifiesta en la acción sino también en la mente y el pensamiento. La visión bíblica del mundo llega a ser la herramienta indispensable para fundamentar la unidad interna, es decir, el pensamiento. Sin embargo, la unidad de pensamiento no es suficiente. La unidad en la entrega del pensamiento al Señor debe ser una realidad actuante en la iglesia. A medida que cada uno de nosotros se somete al pensamiento de Cristo, la unidad interna será una realidad.
Crecimiento explosivo. La identificación y utilización de la visión bíblica del mundo en el proceso de comprensión de la Escritura abrirá las puertas del palacio donde se encuentran los tesoros de Dios. La riqueza de las gemas bíblicas descuidadas hasta aquí, dará poder a la tarea misionera de la iglesia en todo el mundo.
¿Cómo puede la iglesia corporativamente ayudar a las comunidades globales y locales en la tarea de proclamar el evangelio al mundo? Generalmente hemos contestado estas preguntas en una forma práctica. Hemos señalado nuestra habilidad de comunicarnos eficazmente y una preparación más eficiente como las respuestas para una misión global exitosa. Otro enfoque común sugiere la necesidad de fortalecer la espiritualidad de nuestras vidas. Después de todo, suponemos que tenemos la verdad. Lo que necesitamos, decimos, no son más estudios teológicos, sino vidas más consistentes y mejores maneras de expresar la verdad que ya poseemos. Pero surge la pregunta: “¿Conoce la verdad la presente generación de adventistas?” Muchos de ellos sólo conocen la verdad en un sentido muy superficial, gracias al impacto de las visiones del mundo teísta y de otra naturaleza entre nosotros. Pensemos acerca de esto. Oremos acerca de esto. Hagamos algo acerca de esto.
Alternativa frente al movimiento ecuménico. Cuando la visión bíblica del mundo desplace a la visión teísta, la vasta riqueza de la verdad divina estará al alcance de cada uno como una alternativa real al movimiento ecuménico. Tal como lo conocemos hoy, el movimiento ecuménico es el resultado necesario de seguir una teología cristiana bajo los requerimientos de una visión teísta del mundo. Contrariamente, la adopción de una visión bíblica del mundo y su consistente aplicación a la vida y la misión de la iglesia no sólo impedirá que los creyentes se unan al movimiento ecuménico, sino que ésta constituirá una formidable alternativa.
Una clara elección
En suma, por un lado podemos ignorar el asunto de la visión del mundo como otra teoría no esencial para la vida y la misión de la iglesia. Esta actitud deriva de la simple inercia que sostiene que si continuamos la rutina usual pero oramos un poquito más o probamos algo más nuevo, los problemas se resolverán. Esta es la ruta más fácil. No requiere ni esfuerzo, ni inversión de tiempo y dinero. Tan tentadora como podría parecer, esta alternativa conducirá al adventismo a aceptar la visión teísta del mundo religioso en general o alguna versión de las visiones panteístas o naturalistas del mundo. Este es el camino que algunos adventistas están explorando en este momento. Si permitimos que ello continúe sin ninguna resistencia, la secularización de la iglesia se acelerará en los próximos años.
Por otra parte, el adventismo podría generar un movimiento audaz y romper así la inercia administrativa y el determinismo cultural. El asunto de nuestra visión del mundo y sus efectos invisibles sobre cada uno de nosotros podría ser considerad o como esencial para la vida y misión de la iglesia a fin de ser incluida en su agenda permanente. Retomar el punto de vista bíblico del mundo y exponerlo ante la vida consciente de la iglesia podría desatar una reacción en cadena que, entre otras cosas, comprendería el fortalecimiento de la unidad interna de la iglesia remanente e intensificaría su misión global más allá de un simple crecimiento explosivo hacia el derramamiento escatológico del Espíritu Santo (Apoc. 18:1).
El futuro del adventismo depende de la dirección que tomemos hoy. El no hacer ninguna decisión refuerza el status quo que, finalmente, lo llevará a absorber el punto de vista teísta del mundo.
Referencias:
[1] Ronald H. Nash, Worldviews in Conflict: Choosing Christianity in a World of Ideas (Grand Rapids: Zondervan, 1992), pág. 16.