Entrevista a John R. W. Stott por Derek Morris
Derek Morris: Dr. Stott, aprecio de todo corazón su disposición a compartir con nosotros algo acerca de su experiencia como predicador bíblico. En su libro sobre la predicación, titulado Between Two Worlds (Entre dos mundos), hay una frase que capta particularmente mi atención: “Escuchar con humildad es importante para la predicación relevante”1 ¿Podríamos comenzar allí?
John R– W. Stott: Me alegro de que usted haya mencionado esa frase. En realidad me gustaría hablar del arte de escuchar doblemente.2 Quiero decir escuchar, por supuesto, a Dios y a su Palabra, pero escuchar también la voz del mundo moderno. Por supuesto, quiero aclarar que cuando digo escuchar al mundo moderno no me refiero al hecho de creer y obedecer sus designios, sino comprender sus clamores de dolor, los suspiros de los oprimidos. Y a mí me parece que la comunicación relevante surge de este proceso de escuchar doblemente.
DM: ¿El arte de escuchar doblemente se inicia escuchando a Dios?
JRWS: No sé qué será primero. Pienso que si escuchamos las voces del mundo moderno, nuestra comprensión y aprecio de su dolor y nuestra concepción del evangelio aumentará. Mientras más conscientes estemos del contexto que nos rodea, más urgente nos será escuchar a Dios a fin de oír una palabra de él que sea relevante para mitigar el dolor ajeno. De modo que no es tan importante o importa más a quién se escucha primero, o si a ambos al mismo tiempo. Lo importante es escuchar a ambos y no sólo a uno. Por supuesto, los liberales tienden a escuchar sólo al mundo moderno, y los conservadores, sólo a Dios. Es el acto de escuchar doblemente lo que me parece necesario.
DM: Hablemos de algunas formas en que usted ha tratado de escuchar atentamente al mundo moderno. Uno de los conceptos más interesantes que usted menciona en su libro Betiveen Two Worlds es la idea de organizar un grupo de lectura. ¿Podría decimos algo acerca de lo que considera un grupo de lectura?
JRWS: Bueno, en este asunto de la relevancia, siento que yo mismo, y probablemente mis amigos también, dedican suficiente tiempo a estudiar la Palabra y los libros sobre teología que nos ayudan a entender el mundo. Mi mayor debilidad era no poder comprender la mentalidad moderna, en cuanto a lo que realmente ocurría a mi alrededor. De modo que la formación del grupo de lectura tuvo el deliberado propósito de obligamos a escuchar más inteligible y atentamente al mundo moderno. Invité a 15 jóvenes profesionales de nuestra congregación a unirse al grupo de lectura: una pareja de médicos, otra de abogados, un arquitecto y un miembro del personal de la BBC, etc., todos los cuales estaban comprometidos con el evangelio, es decir, con el evangelio bíblico, y todos ellos eran hombres y mujeres jóvenes modernos, ansiosos de vincular el evangelio con el mundo actual. Acostumbrábamos reunimos un mes sí y un mes no. Y todavía lo hacemos después de 20 años3 Lo hicimos la semana pasada cuando, por ejemplo, estudiamos un libro sobre economía: The State We’re In (El mundo en que nos encontramos) escrito por Will Hutton4 y I otro titulado: The Selfish Gene (El gen egoísta), escrito por Richard Dawkins.5
DM: ¿Cómo deciden qué libro leer?
JRWS: En el grupo lo hacemos espontáneamente, y tratamos de mantenernos al día. Estudiamos varios libros de la Nueva Era. No son libros cristianos acerca de la Nueva Era, sino realmente libros de la Nueva Era. Los leemos con el propósito de comprender su filosofía y sus objetivos. Normalmente permito que los demás miembros del grupo de lectura elijan, porque ellos están en contacto con los libros en forma mucho más estrecha que yo. Al final de cada sesión sometemos a debate cuál será el próximo.
DM: ¿Y cuál es el foco de atención de su discusión? Digamos que ustedes leen este libro de economía. ¿Qué esperan obtener de su lectura, además de conocer el contenido de los libros? ¿Discuten en algún momento respecto de sus diferentes reacciones o formas de reaccionar a él de un modo cristiano?
JRWS: Sí, por lo general comenzamos con comentarios en tomo al libro. A cada uno se le dan 30 segundos para señalar el asunto mayúsculo que cree que el libro suscita para la gente cristiana. Y luego, ya hacia el final de la reunión, todos nos hacemos la siguiente pregunta: “¿Qué tiene el evangelio que decir a una persona que piensa así?” El grupo de lectura no siempre responde esta pregunta con profundidad, como yo desearía que fuese; pero ése es el propósito, el objetivo que tenemos al hacerlo.
DM: Si alguien tratara de formar un grupo de lectura, ¿qué sugerencias le haría usted en cuanto a la forma de organizado?
JRWS: Cuando doy clases sobre predicación siempre menciono el concepto de lo que es un grupo de lectura. Sugiero que si usted no tiene suficiente gente profesional en su congregación, júntese con otras dos o tres congregaciones, incluso con otros ministros. Creo que es prácticamente factible en todo lugar.
DM: Además de su grupo de lectura, noto que usted utiliza grupos de recursos ad hoc de una serie de sermones sobre temas que desafían a los cristianos. Este es otro ejemplo de cómo buscar la manera de escuchar atentamente al mundo moderno. ¿Podría decirnos por qué formó estos grupos de recursos?
JRWS: Sí, fue interesante descubrir que, al relacionar la Palabra con el mundo, yo probablemente conocía más profunda y completamente la Palabra que la congregación porque, obviamente, era y es mi tema de estudio. Pero sentí que las áreas en las que relacionaba la Palabra con el mundo era, en muchos sentidos, ignorante. Reconocí que había en la congregación miembros profesionales que eran mucho más entendidos que yo, y que tener un grupo ad hoc de expertos en sus campos respectivos sería sumamente útil.6 De modo que mi asistente de estudio reunía al grupo compuesto de unas ocho personas, y muy frecuentemente, lo hacíamos un domingo de tarde, usábamos de dos a dos horas y media. Yo les hacía preguntas, porque sabía, hablando en términos generales, cómo iba a manejar el tema. Y entonces me sentaba y les escuchaba mientras debatían la respuesta. Por ejemplo, un grupo de recursos tenía que ver con el tema del trabajo y el desempleo.
DM: Sí, y si no me equivoco, usted tenía un empresario, un jefe de personal y el capellán de las Tiendas Oxford Street como parte de su grupo.
JRWS: Y dos personas que habían sufrido desempleo en dos ocasiones y vivieron ese trauma.7
DM: En este punto usted no les preguntaba cómo interpretar las Escrituras, sino que discutieran un asunto acerca del cual estaban bien informados.
JRWS: Sí, y había un grupo de recursos diferente para diversos temas. Obviamente no podíamos hacer aquello semanalmente, pero sí mensualmente.8
DM: Al parecer, una tercera forma en que usted trataba de escuchar al mundo moderno era solicitando retroalimentación con respecto a sus sermones. ¿De dónde sacó la idea de pedirle a algunas personas de su congregación que fueran “laicos críticos”?
JRWS: En el seminario -o universidad teológica, como lo llamamos en Gran Bretaña— hay una clase de sermones o grupo homilético, en el cual quizá una media docena de compañeros vienen y lo escuchan críticamente a uno predicar. Luego al siguiente día, despedazan ese sermón. Así que la idea de tener críticos en su congregación no es nueva, pero pienso que la idea de continuar el proceso después que uno se ha graduado, es bastante rara. ¡La mayoría de los estudiantes se sienten muy contentos cuando termina ese período!
DM: Pero usted eligió a estudiantes de medicina para que sirvieran como críticos laicos que fueran capaces de evaluar sus sermones y que le sirvieran de retroalimentación.
JRWS: Sí, supongo que la esposa es la mejor crítica de todo hombre casado. Pero si, como yo, usted es soltero, entonces necesita con urgencia críticos que le escuchen. Deliberadamente elegí estudiantes de medicina. Ellos están entrenados para observar en forma objetiva y sin prejuicios, y pensé que estarían en una posición que les permitiría ser objetivos e imparciales en su evaluación. Y por supuesto, me aseguraba de que creyeran en el evangelio.
DM: ¿Qué tipo de retroalimentación recibió de ellos?
JRWS: Bueno, obviamente estaban los asuntos externos, como gestos, voz, o comportamiento frente al púlpito. Pero además, ellos eran jóvenes sumamente inteligentes y evangélicamente bien preparados, de modo que yo estaba muy contento de que comentaran la forma en que yo manejaba el texto, si pensaban que mis principios hermenéuticos eran sólidos y si concordaban con la interpretación del texto.
DM: ¿De modo que les daba libertad para que respondieran en cualquier forma posible?
JRWS: Absolutamente, a cualquier cosa, y también les pedía que lo pusieran por escrito. El proceso era muy útil.
DM: Una cuarta manera en que usted intentaba escuchar atentamente era desarrollando su sílabo de predicación, o calendario de predicación. ¿Cómo funciona eso?
JRWS: El personal sale a un día de campo dos o tres veces al año, un día tranquilo para todos. Y uno de los temas de la agenda de ese día es nuestra predicación para los siguientes seis meses, o cualquier otro período de tiempo. Con frecuencia invitamos a dos o tres laicos principales para que se nos unan en este trabajo. Nos hacemos la siguiente pregunta: “¿Dónde estamos como congregación en términos de desarrollo espiritual y vida cristiana, y qué es lo que necesitamos?” De ese debate surge una decisión en cuanto a lo que haremos a continuación. Normalmente será la elección de un libro para exponer, y un miembro del personal se encargará de dividirlo en secciones y sugerir los títulos, así como la forma en que los manejaremos. A veces ese proceso se realiza en el grupo. Los laicos son muy importantes, porque saben lo que otros como ellos piensan en general. También se coloca un buzón en la entrada del templo para pedir a la gente que sugiera tipos de sermones o temas de los libros. También a través del trabajo de consejería pastoral con la gente recibimos pautas y así nos damos cuenta de las malas interpretaciones o de las necesidades de mejor iluminación en algunas áreas.
DM: El proceso para desarrollar el calendario de predicación parece lanzar un mensaje muy importante a la congregación: quiero escucharlos. También podría manifestar a la congregación que la iglesia tiene una dirección específica que está tratando de seguir.
JRWS: Sí, así es. Y que tomamos en cuenta los problemas pensando las cosas para la preparación, no operando al azar.
DM: ¿Qué les diría usted a los pastores que se sienten tan abrumados en el ministerio que creen que no tienen tiempo para escuchar doblemente o preparar sermones bíblicos relevantes?
JRWS: Bueno, yo diría que cada generación necesita volver a aprender la lección de Hechos 6. Si bien no somos apóstoles en el sentido estricto de la palabra, algunos de los deberes pastorales del apostolado recaen sobre nosotros, particularmente en el manejo de la Palabra de Dios. Y me parece que es absolutamente esencial que nos concentremos en eso y que no permitamos que la administración nos distraiga. ¡Predique sobre Hechos 6 para que la congregación comprenda que es su deber dejar libre al pastor para que predique la Palabra!
Sobre el autor: Derek Morris es profesor de teología pastoral y de la predicación en la Southern Adventist University, Collegedale, Tennessee.