¿Cómo deberían considerar los adventistas a la Iglesia Católica Romana?
Algunos de los nuestros, desafortunadamente, sienten que su misión es atacarla. Han usado carteleras, colocado anuncios en vagones del metro o pagado anuncios en revistas seculares para atacar duramente a la Iglesia Católica.
Al actuar así, despiertan ira, indignación, amenazas de demandas judiciales y notas negativas en la prensa. Y hacen que se convierta en negativo lo que debiera ser un mensaje positivo, yendo en contra, tanto del mensaje como del ejemplo de Elena G. de White.
Los adventistas creemos que Dios nos ha llamado a proclamar un mensaje al mundo. Si bien ese mensaje contiene claras advertencias contra los errores y engaños de los últimos días es, esencialmente, positivo: son buenas nuevas, “el evangelio eterno” (Apoc. 14:6).
Elena de White se inclinó por un enfoque positivo. Si bien en algunas ocasiones escribió palabras fuertes, trazó una clara línea entre el material destinado para los adventistas y sus escritos dirigidos al público en general. Hizo cambios en su obra clásica. El conflicto de los siglos, para su edición mundial de 1888 y una vez más, para la de 1911. Lo hizo, para evitar “ofensas innecesarias” y para quitar pasajes que estuvieran “fuera de lugar” para el público en general (Mensajes selectos, tomo 3, págs. 436,443).
“Dios tiene joyas en todas las iglesias, y no nos toca a nosotros hacer denuncias generales del profeso mundo religioso” (Review and Herald, 17 de enero de 1893). Aconsejó a los escritores que no hicieran “ataques y alusiones faltos de bondad que ciertamente causarán daño y obstaculizarán el camino, impidiéndonos hacer la obra que deberíamos hacer para alcanzar a todas las clases, incluyendo a los católicos” (Testimonies, tomo 9, págs. 240, 241). “No deberíamos salimos de nuestro camino para hacer duros ataques contra los católicos” (Id., pág. 243) Hacemos bien al prestar atención a las palabras de la profetisa. Aquellos que tratan de derribar a otros siembran las semillas de su propia destrucción.
Pero si los adventistas hemos sido heridos, y todavía seguimos siéndolo, por los atacantes de los católicos que están entre nosotros, los que se encuentran en el otro extremo son igualmente destructivos para nuestra misión. Estos, atrapados en un espíritu de laissez – faire ecuménico, pueden olvidar, tanto la Biblia como la historia del cristianismo.
Entre el protestantismo y el catolicismo romano hay un gran abismo, y ninguna cantidad de afabilidad que los evangélicos muestren a los dirigentes católicos puede cruzarlo. No es cuestión de clasificar a los evangélicos como “buenos” y a los católicos como “malos” – hay hombres y mujeres devotos entre los católicos romanos cuya espiritualidad y preocupaciones éticas avergonzarían a muchos adventistas -, sino acerca de dos sistemas religiosos. El catolicismo romano se centra en el sacerdocio humano y en la misa, y descansa tanto sobre el fundamento de los padres de la iglesia como sobre las Escrituras. El protestantismo, por su parte, se centra en la salvación provista por Cristo calcificado, por gracia y por fe solamente, y se funda sobre la Biblia sola.
Los adventistas del séptimo día nunca debemos permitir que el espíritu de la época, que trata de borrar diferencias doctrinales, nos haga olvidar quiénes somos.
Y tampoco se pueden borrar los hechos de la historia: la Iglesia Católica Romana persiguió a los herejes, tratando de erradicarlos, torturándolos, condenándolos a muerte en esta vida y a la condenación eterna en la venidera. También es verdad que el protestantismo persiguió a los católicos en algún momento con igual ferocidad, y a veces los adventistas han sido intolerantes con otros. Sin embargo, los peores abusos contra la libertad religiosa ocurrieron cuando la Iglesia Católica Romana, apoyándose en las pretensiones de la infalibilidad papal, se unió con el Estado para aplastar a los disidentes.
¿Cómo deberían entonces relacionarse los adventistas con los católicos romanos?[1] Espero que lo hagamos en el ámbito de la amistad y del amor cristianos; que afirmaremos la sinceridad que muchos de ellos manifiestan, mientras tratamos de compartir las verdades de la Escritura que tanto amamos. Pongamos a un lado los ataques contra los católicos desde el púlpito o el aula de clases. Que ningún niño adventista albergue sospechas contra otra persona simplemente porque es católica romana.
En términos del catolicismo romano, sin embargo, nuestra respuesta debe ser diferente. Los dos conjuntos de doctrinas son como el aceite y el agua: no pueden mezclarse.
Y si olvidamos las lecciones de la historia, será en perjuicio nuestro. La escatología bíblica indica que justamente antes del retomo de Jesús las mayores religiones del mundo se unirán con el Estado en un intento de aplastar a los fieles seguidores de Dios. Una vez más, lo que creemos y a quién adoramos, serán sumamente importantes.
Referencias:
[1] Los dirigentes de la Asociación General han preparado una declaración, “How Adventists View Román Catbolicism” [Cómo consideran los adventistas al Catolicismo Romano] para los medios masivos de comunicación. Véase Adventist Review, 22 de mayo de 1997, págs. 21,22, para conocer el texto completo.